análisis, descomposición
Para conocer mejor un cuerpo físico o moral, necesitamos separar las partes que lo componen, y examinar cada una de ellas, deduciendo de esta operación la conformidad o diferencia que guardan entre sí, y el modo como están reunidas y formamos un todo.
El término científico de esta separación es lo que llamamos análisis: si se verifica en un cuerpo físico sin separar sus moléculas o más bien sus últimos elementos, el análisis será físico o material; pero si penetramos en estos elementos, y por medio de reactivos, lo descomponemos en todo su interior, el análisis será químico.
La descomposición no es más que la separación material de las partes de los cuerpos, sin detenerse en el científico examen de ellas, ni en las relaciones que tengan entre sí.
Descomponemos un cuerpo cuando destruimos la cobesion de sus partes, y en sentido figurado un negocio cuando lo imposibilitamos de que pueda seguir y completarse.
Es muy usada la palabra análisis en sentido figurado, sobre todo hablando de materias científicas y literarias, y también llamamos análisis a la reducción de un discurso u obra a sus partes principales, para de este modo conocer mejor el orden que guardan, y distinguir los pensamientos fundamentales de los accesorios.
antipatia, odio, aversión
La antipatia es una oposición o enemistad natural o irresistible de los seres y cosas unas con otras; su causa es enteramente desconocida.
La aversión también tiene algo de desconocido en su causa a menudo moral; no es tan invencible ni tan poderosa como la antipatia, y aun lo es menos la repugnancia; ambas suelen convertirse en afecto y aun amor, pues tienen mucho de caprichosas estas cualidades o modos de ser que deberemos llamar accidentales.
El odio a veces suele nacer de poderosas y fundadas causas por graves injurias recibidas, otras de mera voluntad, de ligeros motivos y aun de capricho; de cualquier modo, sus efectos son crueles y terribles, se aumenta su encono, y se hace inextinguible.
La aversión y la antipatía se ejercen indistintamente en las personas y en las cosas; el odio mas en aquellas que en estas; la repugnancia más las acciones.
Odiamos a los viciosos; tenemos aversion a sus acciones; desde el instante mismo que vemos a una persona, sentimos antipatía contra ella. El odio todo lo hace horrible y espantoso; la aversion obliga a huir del trato de algunas personas. La antipatía nos fuerza a no poderlas sufrir.
apatía, insensibilidad, indiferencia
La apatía es por lo común natural y resultado del temperamento y de la organización; de consiguiente, esta palabra comprende por lo regular todas las propiedades del alma, pues es imposible que un ente apático pueda tener pasión o inclinación a ningún objeto, sea cual se fuere su naturaleza.
La palabra insensibilidad no supone ni tanta extensión, ni tanta indiferencia, ni depende tanto de la naturaleza del ente, como la de apatía; pues puede uno ser insensible a una cosa, y no serlo a otra. Raro es que la insensibilidad sea general y absoluta: un hombre puede ser insensible al amor por su temperamento o carácter, y no serlo al honor.
La indiferencia no siempre es inactiva, porque el estado del alma en esta indiferencia es la calma, el sosiego, pero no por eso se niega a la razón. No teniendo interés ni inclinación a ninguna cosa, sigue el indiferente, por lo común, el impulso que otros le dan, y por medio de este se ocupa en cosas cuyo éxito le es en sí muy indiferente.
aplaudir, elogiar, aprobar
Los dos verbos aplaudir y elogiar significan manifestar aprobación de la cosa hecha; pero aplaudir indica que esta aprobación se hace en público con señales manifiestas de ello, como gestos, acciones y voces, lo que sucede en los teatros y reuniones públicas, donde los aplausos suelen ser estrepitosos y extremados. Es claro que el aplauso es un sentimiento repentino y vivo, no reflexionado, y a veces forzado por el ejemplo y aun el impulso de los demás concurrentes.
La aprobación supone juicio, reflexión, meditación, calma y absoluta independencia.
Los elogios se dirigen más bien a las personas que a las cosas, al revés de los aplausos. Cuando se dice que se ha aplaudido una tragedia, se habla materialmente de esta, aunque lleve en sí una referencia al autor; pero cuando se dice que es generalmente elogiada, parece que estos elogios recaigan mas particularmente sobre el autor que sobre la obra.
También se dice aplaudir a uno por darle la enhorabuena del buen éxito que han tenido los medios que ha empleado para verificar cualquier trabajo o empresa, y se aplaude una cosa para testificar y asegurar que nos parece justa, razonable y digna de elogio.
Se aprueba la conducta de uno por no desagradarlo, desaprobándola; se hace elogio de un hombre célebre, distinguido por su sabiduría, su moral, sus hazañas, sus beneficios, en las concurrencias públicas y de ceremonia, en las academias, en los liceos, en las reuniones de sabios. Se aplaude, en los teatros, en las concurrencias de placer y festejo, en las solemnidades públicas, en las entradas de los soberanos y de los grandes hombres.
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