encanto, hechizo, sortilegio, embeleso
El encanto consiste en palabras y ceremonias de que se valen los supuestos magos para evocar los demonios, verificar maleficios, convertir a las personas en estatuas, en árboles, en animales y a estos en personas, en entes invisibles, aéreos, encerrándolos en palacios y cuevas, también encantadas, sin poder salir ni volver a su antiguo ser y estado sin que se pase cierto número de años, se cumplan ciertas raras y difíciles condiciones, oó se verifiquen ciertos extraños y como casuales sucesos, o se presenten más sabios encantadores que deshagan el fatal encanto.
El sortilegio es una operación que se supone mágica, para dañar a las cosas, a los animales y a las personas, impidiéndolas crecer, robustecerse y prosperar en nada.
El hechizo se verifica por medios ocultos, tanto en los objetos sensibles cuanto en los insensibles, tanto en las personas cuanto en las cosas. Todo puede ser hechizado y todo puede hechizar, cuando se puede impedir la ejecución de aquello para que las personas o cosas están destinadas, y forzarlas a que hagan o sirvan para lo contrario.
El encanto puede producir ilusiones agradables; el hechizo siempre daña; el sortilegio es maligno, pues se dirige a mudar el bien en mal.
Las dos palabras encanto y hechizo tienen mucho uso en sentido figurado; la de sortilegio no.
Hechizar es sacar el alma de la indiferencia, de la inacción para conducirla a sensaciones agradables, ya con motivo de los objetos a que se refiere, ya con el ejercicio de sus facultades.
Encantar es apegar fuertemente el alma a estas sensaciones con el atractivo del placer que recibe.
La palabra embeleso o embelesamiento parece aumentar el valor moral de las otras dos de que vamos hablando, pues que embelesar en su sentido propio y natural, que es el que aquí le vamos dando, es el de suspender la mente, arrebatar los sentidos, elevar nuestra alma, sacarla como fuera de sí, anegándola en el placer.
El objeto que nos embelesa, ejerce sobre nuestras facultades mentales tal poderío que nos priva de la libre posesión de nosotros mismos, dirigiendo él nuestros pensamientos y aun acciones.
encarnizamiento, furor, rabia
En su sentido recto y material el encarnizamiento indica la acción con que los animales carniceros acometen a su presa para despedarzala y devorarla, cebándose en su carne, y por extensión la animosidad y obstinación que muestran en sus luchas.
En el mismo sentido, encarnizar es cebar materialmente a los animales con carne para que se aficionen a ella y se hagan más feroces y propios para la caza. Se usa mucho encarnicamiento en sentido figurado, pues significa la crueldad con que un hombre se ceba con sus palabras y acciones en ofender, infamar y perseguir a otro; en causarle todo género de daños; en maltratarlo, herirlo, destruirlo y aun darle cruel muerte: Se cebó en su sangre, porque estaba sediento de ella. Quería saciar su furor. En sentido material cuando las carnes, y principalmente los ojos, presentan un color exaltado de sangre, se dice que están encarnizados.
El furor es una violenta agitación del ánimo, que se manifiesta en las iracundas voces y en los destemplados modales de las personas; en los aullidos, bramidos, rugidos y griros de los animales; es un movimiento interior, una pasión ardiente, que nos hace perseguir y aun acometer a otro.
El encarnizamiento supone ardiente deseo, urgente necesidad, desenfrenada pasión, tenaz perseverancia hasta la destrucción completa del objeto aborrecido. Se persigue a una persona con encarnizamiento, cuando en nada cede la obstinación, cuando el irritado no desiste de su propósito hasta lograrlo.
Se persigue a uno con furor, cuando la pasión que domina al perseguidor ha llegado a su mayor incremento.
encima, sobre
Aunque estas dos palabras parezcan sinónimas y lo sean efectivamente por lo común, hay casos en que se deben distinguir en propiedad de lenguaje.
Ambas indican la situación o lugar que ocupa una cosa con respecto a otra, pues tanto vale decir, está encima de la casa, como sobre la casa. Veremos las varias significaciones de una y otra palabra.
El adverbio encima solo viene a referirse a la situación material de un cuerpo respectivamente a aquel que se halla debajo de él; y la preposición sobre no solo representa la situación del cuerpo, sino también y con mas propiedad la gravitación que ejerce sobre otro.
Los ejemplos siguientes aclararán la diferencia.
Como aquí solo se trata de una situación local no podriamos valemos de la preposición sobre. Mas considerando al cuerpo relativamente a su gravitación, diremos
Los físicos dicen que un cuerpo pesa, ejerce su atracción sobre otro cuerpo, mas no encima de él.
En el siguiente ejemplo se distinguen claramente dos ideas diferentes. Daban golpes encima de mi cabeza. Daban golpes sobre mi cabeza. En el primer caso indico que los golpes se daban en un paraje mas elevado y que correspondía perpendicularmente a mi cabeza; en el segundo que los golpes caían sobre mi cabeza misma.
Encima corresponde, según esto, a más arriba, en lugar o sitio mas alto y elevado, y así decimos:
esto es, en sitio mas elevado que ella; y entonces corresponde su significación al super de los latinos. Corresponde también a supra, además, sobre otra cosa, como cuando se dice, dio en cambio un caballo y encima sus jaeces.
Se dijo en lo antiguo, encimar, encimado que corresponde a poner en alto una cosa y ponerla sobre otra y encimero lo que está o se pone encima, y encimarse acabar, terminar, finalizar.
Sobre corresponde a acerca de, ademas de: a sobre poco mas o menos, acerca de otra cosa, con mas altura que ella, dominándola con superioridad.
Esta preposición entra en la composición de muchos nombres y verbos para aumentar su significación o añadirles la suya, como sobrecoger, sobrecargar, sobredicho, sobremanera.
Se usa también por a, hacia o contra.
Fue sobre él por a él, o hacia o contra él. Por en: subirse sobre una alta encina, por en una alta encina.
En sentido moral se dice sobre mi conciencia, sobre mi honor, sobre mi palabra para indicar que lo que se promete o asegura se apoya en estas bases; y cierto es que no podría decirse encima de ellas. En todos estos ejemplos, mas o menos figuradamente, viene a significar, gravitar, pesar una cosa sobre otra.
enfado, enojo, mal humor
Todo cuanto nos molesta, desagrada y fastidia, nos causa enfado; nos enfada el trabajo cuando es extremado; lo que nos obliga a salir de nuestra habitual pereza, a variar de gustos, de inclinaciones, de hábitos.
Tanto nos pueden enfadar las personas, cuanto las cosas mismas; el que nos fastidia nos enfada.
A la mala disposición en que nos pone el enfado, añade mayor fuerza el enojo, pues es un gran enfado, que por lo regular se manifiesta activamente, conmoviendo sobremanera al alma, produciendo ira y aun furor tanto contra las personas, cuanto contra las cosas; porque a veces el hombre se enoja y arrebata en tales términos, que como personificando a las cosas, las acomete y maltrata, cual si fuesen sensibles; así pues, enojarse es llenarse de ira, alborotarse, desazonarse y enfadarse en extremo.
En sentido metafórico, al alborotarse y enfurecerse los vientos y los mares se llama también enojarse.
El enfado puede provenir de la grande viveza de la imaginación o de la extremada sensibilidad del corazón. El mal humor demuestra genio hacedo.
Los continuos enfados nos hacen desgraciados; el mal humor injustos.
A veces nos enfadamos por nada; nunca tenemos razón en el mal humor.
Es muy común que el enfado se propase y exceda; que por mal humor hagamos cosas de las que pronto nos arrepintamos.
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