cabo, punta, extremidad, fin
Significan estas palabras en general la última parte de las que componen un todo o cuerpo; pero tienen algunas diferencias en su uso y aplicación.
A cualquiera de los extremos de un cuerpo llamamos cabo, y en esta palabra no atendemos mas que a su posición con respecto a las demás partes, pues después del cabo nada hay.
La diferencia mas esencial que hallaremos entre cabo y punta, es que en el cabo nada se atiende a la figura y si solo al lugar que ocupa; no así en la punta, pues esta debe ser la parte mas delgada, aguda y sutil en que remata el cuerpo. Decimos, pues, la punta de la aguja, del cuchillo, de la espada, etc.: el cabo de la vela, de la cuerda, de la tela.
Cuando cabo y punta se refieren solo al lugar, se suele usar el uno por el otro, aunque no siempre. Decimos, no la punta, sino el cabo de la calle, del camino, del paseo, de la alameda, etc.
La extremidad es la parte de cualquier cuerpo, última y más distante del centro, y en la cual el cuerpo termina o concluye; como la extremidad de un remo, de una provincia, de un pueblo. Decimos de extremo a extremo, de un extremo a otro.
El fin supone acción, seguida, orden, consumación, remate de una cosa, pues se mira como última parte de un todo. O de un hecho. Decimos dar fin a alguna cosa, por concluirla.
Un cabo corresponde a otro cabo como una punta a otra punta; el extremo al centro, el fin al principio.
calamidad, desgracia, desdicha, infortunio, azote, plaga
La infelicidad o desgracia denota un suceso desagradable, dañoso y perjudicial. Si esta desgracia es grande y se extiende a infinito número de personas y a países dilatados se llama calamidad, que es propiamente un infortunio público y general, tal como la guerra, la peste, las malas cosechas, las erupciones de los volcanes o los terremotos.
El infortunio viene a ser una cadena de desgracias que no provienen del hombre, pues que no ha dado motivo a ellas por su conducta o falta de prudencia; no por esto, sino por su mala suerte se cae en el infortunio.
Comparando las dos voces desgracia y desdicha, diremos que la primera viene a denotar el mal en sí, y la segunda además su efecto; el hombre llega a ser desdichado a fuerza de sufrir desgracias. Estas pueden ser graves o leves, duraderas, o como es lo común, pasajeras; las desdichas son graves, fuertes, duraderas, a veces permanentes.
Lo que llamamos regularmente azote no es mas que la calamidad, con la diferencia de que las calamidades son las desgracias consideradas en sí mismas, y el azote considerado como efecto de la providencia o del castigo del cielo.
La plaga es muy semejante a la calamidad, como esta consiste en un grave daño que atormenta a un país o nación entera, como sucedió en Egipto; pero como la palabra plaga contieno en sí la idea además de copia o abundnncia de cosas nocivas, se diferencia en esto de la calamidad, y así diremos: plaga de animales, de insectos, como langostas que devastan y asuelan todo un pais, y en este sentido es en el que mas comúnmente se entiende, dando ademas la idea de cosa sucia, asquerosa, corrompida. La plaga será pues la causa y la calamidad el efecto.
calcular, computar, contar
El cálculo es propiamente el medio de que nos valemos para proceder a un resultado. El cómputo es la aplicación de este medio a las cosas cuyos resultados se buscan.
La cuenta o numeración es el estado de las cosas que tenemos que computar o el resultado mismo del cálculo.
Calcular es ejecutar operaciones aritméticas o hacer aplicaciones particulares de la ciencia de los números, para llegar a un conocimiento, a una prueba, a una demostración. Computar es reunir, combinar, adicionar los números dados, para conocer el total o resultado. Contar es hacer numeraciones, sacar cálculos gestados, formar memorias, etc., para conocer una cantidad, como término vago y genérico.
En el cálculo, el buen resultado depende del buen método y de su exacta aplicación; en la computación, de la verdad o de la certidumbre de los datos y de la exactitud del cálculo, y en las cuentas económicas de solo la exactitud del cálculo, de la de los diferentes artículos que comprende y por lo común de observar ciertas reglas.
calendario, almanaque
El calendario contiene los dias y los meses colocados por orden numeral y en el curso de la semana por sus nombres y signos planetarios, con las indicaciones de las fiestas y festividades.
El almanaque es más extenso, pues abraza observaciones astronómicas y pronósticos sobre las mutaciones meteorológicas.
el candor, que se descubre en todas las palabras y acciones del candoroso y aun en su mismo silencio. Tomado el candor en toda la extensión de su sentido, sólo se halla en la niñez, que es cándida, porque no conoce ni la falacia, ni el peligro.
La naturalidad es una disposición del alma para decir libremente lo que se piensa y lo que siente el corazón, sin atender a los daños que pueden resultar.
Es propio de la ingenuidad la realidad en todo lo que se hace y dice, la buena fe, la inocencia, el no saberse disfrazar, ni aún contener, en manifestar francamente cuál es su modo de pensar; porque nada cree pueda precisarla al disimulo.
La sencillez es la cualidad que constituye las cosas delgadas y de poco cuerpo, y llamamos sencillo a lo que no tiene mezcla alguna, a lo opuesto a doble. De aquí el sentido traslaticio, en el que significa el hombre que carece de malicia y doblez; cree lo que le dicen; es muy llano en su trato; ni miente, ni engaña, por lo que se suele confundir con el que llamamos simple y aun tonto.
capaz, apto, hábil, diestro
Se aplican los dos adjetivos capaz y hábil en general a las accionas de los hombres. Un hombre capaz de hacer cualquiera cosa es el que reúne en sí todas las facultades y circunstancias necesarias para poderla hacer.
Mas extensión que la palabra capaz tiene la de hábil, pues esta no solo designa las anteriores cualidades, sino ademas la facilidad que tiene para hacerlo, y de la que ha dado repetidas pruebas. Puede un literato haber leído cuanto se ha escrito sobre la guerra y aun haber formado excelentes planes de ella y no tener habilidad ni destreza para ejecutarla con ventaja, pues en efecto sus escritos y sus conocimientos no son más que una teoría, y la batalla es un hecho y la guerra una verdadera práctica.
Un juez puede saber todas las leyes, sin ser hábil en su aplicación; un sabio puede no ser hábil ni en escribir, ni en enseñar; pero en su estilo llano y aun desaliñado, manifestarnos y demostrarnos grandes verdades.
Hombre hábil es aquel que practica mucho lo que sabe. El hombre capaz puede hacer más; el hombre hábil es diestro en ejecutar con perfección.
La palabra capacidad se refiere más al conocimiento de los preceptos y la de habilidad a su aplicación: aquella se adquiere con el estudio, esta con la práctica. El que tiene capacidad es a propósito para emprender; el que tiene habilidad para lograr lo que se quiere. Para mandar es necesaria la capacidad, y para obrar a propósito, habilidad. La capacidad pertenece a la meditación, la habilidad a la ejecución; aquella es más propia de las ciencias, esta de las artes.
El adjetivo hábil no parece convenir a las artes de pura imaginación, pues no se dice comunmente un poeta hábil, un orador hábil, pues si a veces se dice de este es cuando ha tenido destreza para salir airoso de un asunto o cuestión delicada y enredosa.
Cuando se habla de un historiador que ha tomado sus noticias de las mejores fuentes; que ha comparado las diferentes memorias; que ha juzgado con buen criterio; que ha trabajado mucho por averiguar la verdad y lo ha logrado, se dice de él que es un historiador hábil. Pero si además de esto, reúne el raro mérito de tener un buen estilo y una elocuente narración, será además de hábil un excelente historiador.
Pero pertenece lo háhil a las artes y al mismo tiempo dependen de la imaginación y de la ejecución, que tienen mucho de inteligencia y no menos de práctica como la pintura, la escultura, etc. Decimos: un pintor, un escultor hábil, porque estas artes exigen aprendizaje, al mismo tiempo que los poetas como que nacen formados y aun los oradores mismos pueden serlo sin haber estudiado mucho con tal que hayan meditado, observado y tengan buenas disposiciones para la elocuencia.
Se considera a la aptitud como una idoneidad pasiva, al mismo tiempo que activa a la capacidad. Esta es pues una disposición para todo, ya sea bueno o malo, y así decimos que el hombre es capaz de grandes virtudes y de grandes crímenes; la aptitud se entiende por lo regular para lo bueno, así como destreza puede serlo para lo uno y lo otro.
No se dirá de una persona apta para robar, para asesinar, para cualquier maldad que exija inteligencia, picardía, astucia, maña; pero sí decimos es diestro en robar, dio una puñalada con la mayor destreza; fue diestro en ejecutar, en disimular, en ocultar el crimen y en alejar de sí toda sospecha.
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