deber, obligacion
El deber indica alguna cosa más imperiosa para la conciencia que la obligación, y como procedente de la ley, la virtud nos conduce a su cumplimiento. La obligación indica alguna cosa más absoluta para la práctica, y el buen parecer, el qué dirán y los respetos humanos exigen su cumplimiento.
El deber nos pone en relación con el prójimo y con nosotros mismos; la obligación nos pone en relación con las instituciones del pueblo en que se vive. Faltar a los deberes es un vicio; faltar a las obligaciones es una infracción de lo mandado.
Es deber de un magistrado asistir al tribunal a cumplir con su cargo, y es su obligación asistir con toga. Se dispensa fácilmente de una obligación, se falta a un deber.
La norma del deber es la conciencia; la norma de la obligación es el derecho.
En otras palabras, el deber político se llama obligación; la obligación moral se llama deber.
compeler, obligar, forzar, violentar
Entre todas estas palabras la que indica mayor esfuerzo contra la libertad, es la de violentar, sigue forzar, a esta compeler, y a compeler obligar. La obligación, pues, es la más débil y a la que más comunmente se falta, a la que mejor se elude y a la que más bien se resiste.
Así pues, obligar es un acto del poder que impone un precepto, que es necesario cumplir; compeler, una persecución, que más bien arranca que obtiene el consentimiento; forzar, un acto de fuerza y poder tan eficaz, que destruye enteramente la contraria voluntad; violentar, un acto de brutalidad y barbarie, que se vale del derecho de la fuerza para esclavizar una voluntad tenaz.
Los preceptos del Evangelio obligan a todos los cristianos, pero sin violencia, pues los deja en completa libertad con respecto a la acción misma de obedecerlos o no. A veces os compelen las importunaciones de un hombre pesado y terco, a hacer lo que no queríais; pero no os fuerza precisamente pues podéis ser más tenaz que él en la resistencia. Un poder invencible que se os sobrepone cuando seguís cualquier dirección, os fuerza a variarla, pero no os violenta, pues natural es que desistáis de vuestro intento cuando no lo podéis seguir sin exponeros a que se os violente.
ocultar, esconder, tapar, disfrazar
Se oculta lo que se quiere que nadie sepa, por conveniencia; pero en su significación propia, este verbo se refiere siempre a la parte ideal. Un diplomático, un general en campaña, ocultan sus pensamientos.
Esconder se refiere a la parte material, con el mismo objeto que el de ocultar; pero no pueden esconderse ni las ideas ni los pensamientos. Se esconde a un prófugo, a un delincuente, para librarle de que le prendan, y se esconde un tesoro.
Se tapa lo que se quiere que no se vea por personas extrañas, porque la cosa tapada tiene algún defecto.
Se disfrazan las personas para que no se las conozca, y con ese objeto determinado.
Un jefe de bandidos oculta sus pensamientos. Un avaro esconde sus tesoros. Una persona que quiere pasar por limpia tapa una cosa sucia para que nadie la vea y pueda criticarla. Un asesino se disfraza para matar.
oír escuchar
El vocablo escuchar significa ‘poner atención o aplicar el oído para oír [algo o a alguien]’. Por tanto, la acción de escuchar es voluntaria e implica intención por parte del sujeto, a diferencia de oír, que significa, sin más, ‘percibir por el oído [un sonido] o lo que [alguien] dice’.
Así, podemos hacer un esfuerzo para escuchar una conversación ajena que apenas oímos, pero oímos una voz repentina e inesperada que no nos da tiempo a escuchar.
Señala el DPD que oír tiene un significado más general que escuchar y que por ello casi siempre puede usarse en lugar de este, algo que ocurría ya en el español clásico y sigue ocurriendo hoy. También considera que es menos justificable el empleo de escuchar en lugar de oír para referirse simplemente a la acción de percibir un sonido a través del oído, pero explica:
Autores como José Martínez de Sousa prefieren mantener la distinción entre oír y escuchar. Asi en el DUDEA (en «oír»), dice:
Coincide con la censura el DUCE, que considera incorrecto el siguiente ejemplo:
También Seco en el NDDDLE (en «escuchar) considera deseable distinguir ambas palabras para expresarse con precisión, aunque matiza:
Da como ejemplo la Égloga III, de Garcilaso:
A menudo, la elección entre ambas palabras depende de combinaciones más o menos establecidas y puede haber preferencias concretas según el país o lugar.
El uso de oír con los dos sentidos de ‘percibir por el oído’ y de ‘prestar atención’ ya se da desde el étimo latino (audire), y con este segundo sentido se han formado desde antiguo parabras y giros como oyente, audiencia o derecho a ser oído, y para pedir que alguien preste atención se suele decir ¡oye! El verbo escuchar a menudo tiene el matiz de ‘hacer caso’, que también tenía el étimo latino (ascultare):
orgullo, vanidad, presunción
El orgullo hace que nos estimemos a nosotros mismos. La vanidad hace que deseemos que los demás nos estimen. La presunción que nos lisonjeemos con un vano poder.
El orgulloso se considera con sus propias ideas satisfecho de sí mismo: es el único que se ocupa de su persona. El vanidoso se considera con las ideas de otro: codicia la estimación, desea ser el pensamiento de todo el mundo. El presuntuoso lleva su esperanza audaz hasta la quimera: lo quisiera ser todo.
El más grande pesar que se puede dar a un orgulloso es decirle abiertamente sus defectos. La mayor mortificación que se puede hacer a un vanidoso es no hacerle caso. Para confundir al presuntuso se le hace ver la imposibilidad de llegar a la ejecución de sus castillos en el aire.este, levante, oriente
Etimológicamente hablando, el levante es aquel paraje del cielo en que el sol parece levantarse o aparecer con respecto a un país. El oriente es el paraje del cielo en que el sol comienza a hacer brillar su luz. El este el paraje del horizonte de donde sopla el viento, cuando sale o se levanta el sol.
La palabra levante pertenece propiamente a la esfera, a la geografía; la de oriente a la cosmogonía y la astronomía; la de este a la navegación, a la meteorología.
La tierra que se halla inmediatamente delante de nosotros y más cerca del sol, es nuestro levante; pero es el oriente todo el espacio de la tierra a la que delante de nosotros alumbra el sol. Pero, cuando se trata de señalar nuestra ruta o de indicar su dirección, decimos que vamos al este o al oeste.
Cuando se trata de navegación diferenciamos las palabras levante y oriente, pues llamamos levante a todas las costas del Asia, a lo largo del Mediterráneo, y por lo tanto titulamos escalas del levante a las que corren desde Alejandría en Egipto hasta el mar Negro. Por oriente se entiende en este caso la Irán, India, Tailandia, la China, el Japón, etc. Por lo tanto el levante será la parte occidental del Asia y el oriente cuanto se halla al otro lado del Eúfrates.
Pero cuando no se trata de comercio ni de navegación, sino de los imperios y de la historia antigua, siempre se debe decir el oriente, como el imperio de oriente, la Iglesia de oriente.
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