lunes, 11 de febrero de 2019

EVANGELIO Y LECTURA DEL 11 DE FEBRERO DEL 2019


Lecturas del Lunes de la 5ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura

Comienzo del libro del Génesis (1,1-19):

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios:«Exista la luz». Y la luz existió.
Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero. Y dijo Dios: «Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas». E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento. Y así fue. Llamó Dios al firmamento «cielo».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco». Y así fue. Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: «Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra». Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. 
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Dijo Dios: «Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 103,1-2a.5-6.10.12.24.35c

R/.
 Goce el Señor con sus obras

Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R/.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R/.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R/.

Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):

En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio del 

Severiano Blanco, cmf
Queridos hermanos:
Ningún paleontólogo actual aceptaría la descripción del origen del universo que nos parece encontrar hoy en el Génesis. El autor no sabía de big-bang, ni del enfriamiento de la corteza terrestre, ni del darwinismo; ni lo sabía ni le interesaba. Él solo entendía de una cosa: que Dios es el creador y el mundo es la criatura, y que Dios hace las cosas bien y para el bien. Esto se preocupó de saberlo y de que todos lo supiéramos. En el siglo XVI varios sabios (Copérnico, Képler, Galileo…) se devanaron los sesos estudiando los movimientos de los astros, con discusiones acaloradas, condenas por supuestas herejías, etc. Mezclaban lo que no se debe. No habían leído suficientemente a un sabio cristiano del Norte de África, Agustín de Hipona, que ya por el lejano siglo IV hacía un ingenioso juego de palabras: “la Biblia no enseña cómo va el cielo, sino cómo se va al cielo”.    
El autor del Génesis ha hecho un hermoso poema, lleno de paralelismos y también de segundas intenciones. Los tres primeros días toca separar: luz-tinieblas, aguas superiores-aguas inferiores, zona húmeda-zona seca; y los días siguientes toca decorar: la bóveda celeste con astros, los aires y las aguas con aves y peces, la tierra firme con vegetales y animales, y el hombre en el centro, como administrador de todo ello. Y el autor, con toda su secularidad, capta el sentido religioso de lo creado: la bóveda del cielo debe de imaginársela a semejanza de la del templo de Jerusalén; y la función de los astros es señalar las fiestas… (nótese que al sol y la luna no les da nombre, quizá porque había que luchar contra cultos astrales del paganismo circundantes…).  
El judaísmo y cristianismo son las religiones más seculares y al mismo tiempo las más sacralizantes. Veneran al universo por ser obra de Dios y amado por Dios; pero saben que solo Dios es Dios, y que lo demás pertenece al dominio humano: “el cielo pertenece al Señor, la tierra se la has dado a los hombres”, dice el Salmo 115. La fe es incompatible con fetichismos: ninguna criatura tiene poderes o propiedades divinas; hay que mirar con ojo crítico los renovados cultos a la “pacha mama” y movimientos semejantes.
Según el Génesis, Dios iba contemplando su creación y veía que era buena. A veces el cristianismo ha quedado “tocado” por las religiones o filosofías dualistas, que valoraban el espíritu y despreciaban la materia. Afortunadamente ya no se suele predicar sobre la “salvación de las almas”, sino de las personas. En el evangelio de hoy Jesús aparece “curando cuerpos”, o sea, personas; no “tenemos” cuerpo, “somos” cuerpo. Nuestra fe no es en la inmortalidad del alma, sino en la resurrección de la persona.
Dejamos para otro día los deberes de la ecología o cuidado del planeta. Recordemos hoy sencillamente que Dios creó todo para el bien, para la gloria. La esperanza cristiana cuenta con la glorificación de cuanto existe; es preciso que “esto corruptible se revista de incorruptibilidad y esto mortal de inmortalidad” (1Co 15,54). La creación entera suspira por la glorificación del ser humano, para “participar también ella de la libertad de los hijos de Dios” (Rom 8, 21).
Fijémonos hoy en Francisco de Asís y oigamos su canto a las criaturas. Él percibía la bondad y belleza de Dios en todo lo existente. Pongámonos gafas de poeta, es decir, de creyente, y miremos con esperanza agradecida cuanto nos rodea y a cuantos nos rodean.
Vuestro hermano, Severiano Blanco cmf


Liturgia Viva del Nuestra Señora de Lourdes. Jornada Mundial del Enfermo.

Introducción
El 11 de febrero de 1858 Nuestra Señora se apareció en Lourdes a una muchacha sencilla, Bernardita Soubirous. Desde entonces, millones y millones de personas se ha congregado en ese pueblo y han experimentado allí una renovación de su fe y, para algunos, también recuperación de la salud física. Las peregrinaciones son una tradición sagrada para el pueblo peregrino de Dios; muchísimas de estas peregrinaciones tienen como meta santuarios marianos, donde muchos buscan la restauración de su salud y de su fe. El mayor milagro de Lourdes consiste quizás no tanto en sus curaciones espectaculares, sino en la atmósfera de oración confiada de los peregrinos y en la unidad de la fe de los pobres y ricos, los sanos y los enfermos.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
La Madre de Jesús 
era un solo corazón con su Hijo
en el misterio de dolor, junto a la cruz,
cuando salvó al pueblo por su pasión,
su muerte y resurrección.
Por la bondadosa y maternal intercesión de María,
ayuda tú, Señor, a los que peregrinan a sus santuarios,
ya que sus cuerpos están atormentados por el dolor
y sus corazones están atravesados 
con una espada de ansiedad y sufrimiento.
Dales el valor de la fe para que sigan esperando en ti,
nuestro Dios, por los siglos de los siglos.
Intenciones
Por los que buscan con impaciencia encontrarse con Dios más profundamente, para que experimenten la cercanía del mismo Dios, en la oración y en los hermanos que transpiran sencillez y bondad, roguemos al Señor.
Por nuestras familias cristianas, para que los esposos y las esposas tomen a Cristo como su guía y compañero en la vida y enseñen a sus hijos el camino hacia el Señor, roguemos al Señor. 
Por los enfermos y por todos los que sufren, para que en su sufrimiento sean conscientes de que Dios les conoce y les ama, y de que Jesús está cerca de ellos, roguemos al Señor.
Por todos nosotros, para que a través de la vida permanezcamos como buenos peregrinos caminando hacia Dios y los unos hacia lo otros.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios nuestro compasivo:
Con estos dones de pan y vino 
venimos a la mesa eucarística de tu Hijo
para expresar nuestra fe y confianza en ti
por medio de las plegarias de intercesión de María. 
Que todos los que acuden a ella
encuentren fe y salud de cuerpo y de mente,
fortaleza en su debilidad
y alegría en su amor.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión (Gracias al Equipo Litúrgico, Heeswijk)
Oh Dios, Padre nuestro:
En tu bondad tú escuchas las plegarias
de todos los que, con fe, te confían sus preocupaciones y necesidades.
Nos unimos en oración con aquélla
a quien elegiste para ser
la Madre de tu Hijo. 
Que sus plegarias de intercesión
nos lleven cada vez más cerca de Jesús,
que vino a señalarnos un puesto y un hogar
en el reino de tu amor y justicia eternos,
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Cuando vamos caminando en esta peregrinación de la vida hacia nuestra tierra y hogar permanentes, estamos seguros de llegar sanos y salvos si vamos caminando con la fe y el espíritu de servicio de María. Contemos también con la bendición del Señor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

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