martes, 5 de febrero de 2019

EVANGELIO Y LECTURA DEL 04 DE FEBRERO DEL 2019


Lecturas del Lunes de la 4ª semana del Tiempo Ordinario


Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (11,32-40):

HERMANOS:
¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.
Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados —el mundo no era digno de ellos—, vagabundos por desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra.
Y todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido, porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin nosotros a la perfección.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 30,20.21.22.23.24

R/.
 Sed fuertes y valientes de corazón, 
los que esperáis en en Señor


V/. Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

V/. En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R/.

V/. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada. R/.

V/. Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba. R/.

V/. Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios los paga con creces. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (5,1-20):

EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«Cómo te llamas?».
Él respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio del 

Eguione Nogueira
¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!
El Evangelio de hoy nos sitúa con Jesús y sus discípulos al otro lado de la orilla, es decir, un ambiente ajeno, con personas totalmente esclavizadas por las fuerzas del mal, poseídas por espíritus inmundos.
La situación del hombre poseído que vino al encuentro de Jesús era de total marginación, como es posible imaginar a partir de los datos que el Evangelista nos presenta: «ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras» (Mt 5,3-4). Él ya no tenía dominio sobre su conciencia, por eso su actitud de extrema agresividad.
La praxis de Jesús ha sido siempre de acogida hacia personas que vivían en situaciones de marginación y de condenación a los espíritus malignos que robaban la libertad de las personas. No podría ser diferente con este hombre acongojado por las fuerzas del mal. Jesús le restituyó la dignidad humana, liberándolo de las fuerzas del mal.
La actitud de Jesús nos lleva a contemplar un Dios que nos quiere libres, sin comprometimientos con «espíritus impuros», sino comprometidos con su Reino. Cristo nos invita a ir a otras orillas de nuestro tiempo y, sin miedo, adentrar en las regiones donde impera la muerte, sea por las adicciones, la violencia, la trata de personas, el trabajo esclavo u otras situaciones, expulsando los males que ningunean y matan la vida.
Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com



Liturgia Viva del Lunes de la 4ª semana del Tiempo Ordinario

PUEBLO EN NECESIDAD
Introducción
El autor de Hebreos alaba la fe de grandes hombres y mujeres del Antiguo Testamento: Reyes y otros líderes, profetas, mártires. Aun cuando no conocían todavía a Cristo, tuvieron gran fe.
    Evangelio. En su primer viaje a un país pagano, Jesús cura a un hombre poseído por el demonio. Los especialistas bíblicos  aceptan generalmente el fundamento histórico de este extraño incidente, a saber, que Jesús se compadeció de un hombre enfermo y reveló su poder divino a los paganos.  El resto sería un “midrash”, una especie de libre comentario, teológico-alegórico,  al estilo rabínico, ya que los judíos tenían muy baja opinión de los paganos. Éstos eran esclavos de los demonios, vivían en lugares impuros de la muerte, como tumbas, y eran no mucho mejor que los cerdos. De todos modos, a Jesús las fronteras no le limitan y alcanza a esa gente más alejada, pero ellos no lo aceptan. Sólo el hombre curado muestra fe en Jesús.

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Por medio de tu Hijo Jesucristo
mostraste tu amor,
sensible incluso hacia la gente más lastimosa.
Suscita también entre nosotros
hermanos que se preocupen por los demás;
y que nuestros propios gestos y palabras
reflejen siempre el amor sin fronteras
de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

Intenciones
  • Por los muchos hombres y mujeres que en nuestro mundo, tantas veces cruel, están todavía sufriendo de discriminación, y son tratados como marginados, proscritos o en todas partes indeseados, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que nunca percibamos los sentimientos de compasión como una debilidad o como algo que hay que ocultar, roguemos al Señor.
En gratitud por los dones que hemos recibido del Señor y por la bondad que los hermanos tantas veces nos han mostrado, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Te presentamos sobre el altar
este pan y este vino
para participar en la acción de gracias de tu Hijo.
Con él y por él te alabamos por tu Alianza de amor
y te pedimos con toda humildad
que recordemos siempre
que los hermanos que nos rodean
te pertenecen tanto o más que nosotros,
a causa de Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tú nos han enseñado hoy
que es mejor perdonar que castigar,
mejor ayudar que sólo proferir palabras de compasión.
Ayúdanos a tener hacia nuestro prójimo,
aun cuando no sea apreciado,
la actitud compasiva  y edificante
de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Al hombre curado, Jesús le dijo: “Vete a casa, a tus amigos, y diles cuánto ha hecho el Señor por ti”.  También nosotros digamos a nuestros amigos cuánto ha hecho el Señor por nosotros.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

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