La llamada Reina Quilama era la mujer de la que se enamoró el Rey Don Rodrigo. Era hija de El Conde Don Julián, se llamaba Florinda, pero entre los musulmanes era conocida como la Caba, que significa prostituta. Se dice que el espíritu del interior de la cueva que lleva su mismo nombre es el suyo.
Leyenda[editar]
Esta leyenda se sitúa en la decadencia del imperio romano a principios del siglo V. Tras varios sucesos, los visigodos invasores de España, acabaron convirtiéndose en aliados, conquistaron el territorio y se establecieron en la Península Ibérica, imponiendo así sus leyes e impidiendo que Rodrigo pudiera ocupar el título de rey. Finalmente Rodrigo fue coronado rey en el año 710. El rey Don Rodrigo se había enamorado de la hija del Conde Julián llamada Florinda y había huido con ella. El Conde Julián, intentando recuperar a su hija, condujo a los musulmanes a la expansión hasta la batalla de Guadalete, donde se supone que murió el Rey Rodrigo. Sin embargo hay datos que confirman la huida de éste hacia el norte, recogiendo el famoso Tesoro de los Visigodosy escondiéndose en la Sierra de Quilamas. Don Rodrigo se refugió en el castillo en Valero con su amada y con el tesoro visigótico y mandó construir unos pasadizos subterráneos con diversas salidas a lo largo de toda la sierra por si debían huir en caso de ataque. Pero esto no le sirvió de nada a Don Rodrigo, pues por orden de El Conde Don Julián, lo mataron en su Castillo y por ello tuvo lugar la batalla de Segoyuela1en el año 713. Rodrigo ocultó en una cueva de la zona a su amada con el Tesoro. Ella moriría esperándole, mientras él huía al pueblo de Viseuen Portugal donde finalmente moriría en el año 714.
La leyenda cuenta que hay enterradas dos palomas de oro procedentes del tesoro de Don Rodrigo y que su mora amada las custodia. La leyenda dice que en las noches claras cercanas a San Juan del fondo de la cueva se oyen ruidos y lamentos procedentes del espíritu de la princesa mora que llora por su amado.
La Santa Compaña es, en la mitología popular de Galicia, una leyenda fantástica sobre una procesión de ánimas o aparecidos que discurre desde las doce de la noche por los términos de una parroquia con el propósito de visitar, o advertir, a todas aquellas casas en las que en breve habrá un óbito, deceso o defunción. Con el nombre de Huéspeda1 se advierte una leyenda semejante en León (provincias de Zamora, León y Salamanca) y Extremadura, así como en Castilla, bajo la denominación de Estantigua.
Denominaciones[editar]
La Estantigua (etimológicamente, huest antigua) es un mito presente con diversas variantes en todo el cuadrante noroeste de España, donde recibe también las denominaciones de Güestia, Güéspeda, Estadea, Hoste, Genti de Muerti, procesión de ánimas o simplemente Compaña.
Según los escritores Juan R. Cuba, Antonio Reigosa y José Miranda, "la denominación de Santa Compaña es errónea, pese a su fortuna en la literatura, pues la Compaña podrá ser muchas cosas, pero santa, desde luego, no".[cita requerida] Solo se la llamaría "santa" como acto apotropaico de defensa supersticiosa y en realidad se trataría de una leyenda pagana antigua que luego fue superficialmente cristianizada.
Origen[editar]
Algunos de los elementos concurrentes en el mito parecen provenir de la Cacería salvaje o Mesnie Hellequin, un mito de origen germánico muy difundido por toda Europa.
Elementos de la leyenda[editar]
Quizá la descripción clásica de la Compaña es la que hizo el folclorista Xesús Rodríguez López:2
La compaña es la reunión de almas del Purgatorio para un fin determinado. A las doce de la noche se levantan los difuntos, salen en procesión por la puerta principal, una persona viva va delante con la cruz y el caldero de agua bendita, y no puede, bajo ningún pretexto, volver la cabeza. Cada difunto lleva una luz que no se ve, pero se percibe claramente el olor de la cera que arde. La comitiva tampoco se ve, pero se percibe el airecillo que produce su paso. El desgraciado director solo puede dispensarse de tan tétrico cometido encontrando a otra persona y entregándole la cruz y el caldero, antes de que haga un círculo en la tierra, con lo cual queda libre de dirigir la compaña.Xesús Rodríguez López, Supersticiones de Galicia (1895)
Aunque el aspecto de la Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la versión más extendida afirma que está formado por una comitiva de almas en pena vestidas con túnicas negras con capucha que vagan durante la noche.2
Esta procesión de ánimas forma dos hileras, van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea.
La procesión va encabezada por un vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, percibiendo su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso.
Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta).
Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla y a su paso, cesan previamente todo ruido de animales en el bosque: solo se escuchan unas campanas. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando en forma desmedida y los gatos huyen despavoridos, realmente asustados.
Se dice que no todos los mortales cuentan con la facultad de contemplar la "Compaña". Elisardo Becoña Iglesias, en su obra La Santa Compaña, el Urco y los Muertos explica que según la tradición tan solo ciertos "dotados" poseen la facultad de verla: solo los niños a quienes el sacerdote, por error, ha bautizado usando óleo de los difuntos poseen de adultos la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etc.
Para librarse de la maldición de sumarse a la peregrinación de la Santa Compaña debe dibujarse en el suelo un círculo y entrar en él o bien acostarse boca abajo, o llevar una cruz encima, rezar sin escuchar los cánticos de la Santa Compaña o bien (en última instancia) salir corriendo.
Variantes[editar]
Aunque todas las versiones de la leyenda coinciden en considerarla anunciadora de muerte, como en el caso de la Banshee céltica irlandesa, hay distintas variantes.
En la mayoría realiza sus apariciones de noche, pero en algunos casos se habla de salidas diurnas. Juan Cuveiro Piñol, en su Diccionario Gallego (1876), sustituye los aparecidos por meigas (brujas gallegas) y escribe:
Compaña: entre o vulgo, creída hoste ou procesión de meigas que andan de noite alumeadas con ósos de mortos, chamando ás portas para que as acompañen, ós que desexan que morran axiña...
En otras versiones se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd con una persona en su interior, que sufre una maldición, siendo su cuerpo astral el que yace en el mismo.
Se pueden aparecer en diferentes lugares, pero predominan en las encrucijadas y hay fechas concretas en las que se dice se registra una mayor incidencia de apariciones.Por ejemplo, la noche de todos los Santos (entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre), o la noche de San Juan (24 de junio).
En la tradición asturiana. La Güestia[editar]
En Asturias se denomina la Güestia y se alude a ella también con la denominación apotropaica (elusiva de mal) bona xente o "buena gente". Consiste en una procesión de personas encapuchadas que se acerca a la casa de un enfermo moribundo y, tras dar tres vueltas en torno a ella, el enfermo muere. Normalmente se trata de aparecidos que conoce el moribundo, por lo que parece emparentarse con la leyenda celta de la bansheeirlandesa. Se dice que van exclamando: "Andai de día que la nuechi ye mía", "Andad de día, que la noche es mía". Y se cuenta el relato de una mujer que salió de su casa por castañas, pensando que ya era de día, y un miembro de la procesión le dijo que era su padrino, entonces ya muerto, le tendió la vela encendida, la cogió y, al cabo de unos días, enfermó y murió.
En la tradición extremeña. Corteju de Genti de Muerti[editar]
En Las Hurdes (Extremadura) aparece un Corteju de Genti de Muerti compuesto por dos jinetes fantasmales que causan de madrugada el pánico por los pueblos, ya que quien los ve puede resultar muerto.
En el reino de León. La Estadea y la Hueste de ánimas[editar]
En Zamora se la denomina La estadea y es una mujer que vaga por los caminos y los cementerios. No tiene rostro y huele a la humedad de los sepulcros. Sólo se aparece a aquel que va a morir. En León se la llama La hueste de ánimas.
Aparición de la Santa Compaña[editar]
Las numerosas leyendas sobre esta peregrinación de aparecidos errantes y sufrientes cuentan que se aparecen en los caminos próximos a camposantos, en busca de algo o de alguien, siempre por un motivo, por lo cual son signo de desastre o maldición. Estos motivos pueden ser:
- Para reclamar el alma de alguien que morirá pronto. Cuenta la leyenda que quien recibe la visita de la Compaña morirá en el plazo de un año.
- Para reprochar a los vivos faltas o errores cometidos. Si la falta es especialmente grave, el mortal que la ha cometido podría recibir la visita de la Compaña para que la encabece condenándolo así a vagar hasta que otro mortal le reemplace.
- Para anunciar la muerte de un conocido del que presencia la procesión.
- Para cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del más allá.
Protección contra la Santa Compaña[editar]
Contar la leyenda supone también una protección contra esta procesión de no muertos; si se manifestara en presencia de alguien, existen una serie de rituales defensivos:
- Abrir los brazos en cruz y pronunciar Jesucristo cuando te vayan a dar la cruz.
- Responder "Cruz ya tengo" cuando el vivo que lleve la cruz intente dar la cruz diciendo "te toca a ti" o "toma tú".
- Llevar los brazos cruzados.
- Llevar las dos manos ocupadas, con una piedra, un palo...
- Cuenta la leyenda que la Santa Compaña no tendrá el poder de capturar el alma del mortal que se cruza con ella si este se halla en los peldaños de algún crucero de los situados en los cruces de caminos o si porta una cruz consigo y logra esgrimirla a tiempo.
- Dibujar con tiza un círculo en el suelo y meterse dentro mientras la Santa Compaña pasa.
La Santa Compaña en la cultura popular[editar]
- En una historieta de El Jueves, Ortega y Pacheco se unieron a la Santa Compaña para evitar escuchar las canciones que Juan Pardo cantaba en medio del bosque.
- De la misma forma, en el cómic Iberia Inc. (editado por Planeta), los autores Rafael Marín y Rafa Fonterizhacen aparecer una Santa Compaña formada por personajes clásicos del tebeo español en una página doble.
- En la película de 1980 El liguero mágico, dirigida por Mariano Ozores, se cuenta la leyenda de la Santa Compaña y, para evitar que los personajes de Andrés Pajares y Adriana Vega huyan, los sirvientes de la mansión se disfrazan de la Santa Compaña.
- En la película de 1987 El bosque animado, dirigida por José Luis Cuerda e inspirada en el libro homónimo de Wenceslao Fernández Flórez, Malvís, el personaje de Alfredo Landa, convence al alma en pena Fiz de Cotovelo, interpretada por Miguel Rellán, de que se una a la Santa Compaña, que va camino del mar, para así cumplir su sueño de visitar Cuba.
- En la película de animación de 2012 "O Apóstolo" de Fernando Cortizo la Santa Compaña juega un papel muy importante.
- A Estadea (cortometraje gallego de Pablo Cacheda) gira en torno a la leyenda. Se puede ver en el siguiente enlace. http://www.youtube.com/watch?v=GGxIIEpppPU
- Golpes Bajos, grupo vigués, puntero en la Movida madrileña y constituido, entre otros, por Germán Coppini y Teo Cardalda, editan en Nuevos Temas una canción cuyo título es "Santa Compaña", donde se describen imágenes de la procesión.
- El grupo ourensano Los Suaves tiene un álbum llamado "Santa Compaña" donde se incluye un tema del mismo nombre.
- La agrupación española metal céltico Mago de Oz incluye en su disco Finisterra el tema "La Santa Compaña", inspirada en el mito.
- La banda española de heavy metal Vendaval también incluye en su disco Mi otra mitad el tema "Santa Compaña".
- Wenceslao Fernández Flórez utiliza el mito en su novela El bosque animado (1943), donde presenta una visión idílica y mítica de Galicia y sus leyendas.
- El grupo asturiano de punk/ska/folk Spanta la Xente cuenta con una canción titulada "Güestia".
- El grupo asturiano Montañas también ha titulado "La Güestia" a una de sus composiciones.
- El programa uruguayo Voces anónimas, conducido por Guillermo Lockhart, dedica uno de sus capítulos a la Santa Campaña
La Misa de ánimas[editar]
En general es cualquier misa oficiada por las almas del Purgatorio, bien en honor a todas, bien en honor a los difuntos de una familia en concreto que después del oficio conforman la Compaña.
En España, sobre todo en Galicia, se recogen numerosas leyendas en torno a esta macabra procesión. Algunas de ellas están recogidas en el Diccionario de los seres míticos gallegos. Cuenta una de ellas que esta misa se celebra de noche en la iglesia parroquial (suele ser los domingos por la tarde), a la que asisten las ánimas de los finados de la parroquia que están penando en el Purgatorio:
Oficia la misa el ánima de un antiguo clérigo en la parroquia, puede que ni recordado por los vivos. La principal condición para que pueda celebrarse esta misa es que asista a ella un vivo, pues si no no tiene validez. El vivo, sin saber qué puede ocurrir, se acerca a la iglesia porque la ve iluminada de noche y con gente dentro, oye algún ruido o siente algo extraño que le hace mirar qué pasa. Al finalizar la ceremonia, las ánimas desaparecen como por arte de encanto, se apagan las luces, se cierra la puerta de la iglesia y el vivo, en muchos casos se queda solo dentro y hay veces que hasta es tomado por ladrón cuando lo descubren al otro día...
Se denomina Santo Niño de La Guardia al caso del presunto asesinato ritual de un niño, cometido por judíos y judeoconversos a finales de la década de 1480 en la localidad de La Guardia (Toledo), seguramente inspirado por la leyenda antijudía llamada calumnia de la sangre y que tiene correlato en otras culturas, como por ejemplo en la inglesa (la leyenda del santo niño Hugh de Lincoln). Por este crimen ritual fueron procesados por la Inquisición varios conversos, además de dos judíos, procesados por las autoridades civiles, todos ellos quemados vivos en Ávila el 16 de noviembre de 1491. Se conservan algunos documentos del proceso (especialmente, el proceso completo contra uno de los acusados, Yosef - o Yucé - Franco). La mayoría de los historiadores considera que el proceso propició un clima antijudío, y una indignación que empeoró aún más la relación del sector de cristianos viejos con relación a los judíos y conversos. Este crimen fue lo que dio impulso para dictar el decreto de expulsión de los judíos, que se promulgó solo meses después (en marzo de 1492), siendo uno de los últimos reinos europeos en expulsarlos (el último fue Portugal).
Durante el siglo XVI se desarrolló una leyenda hagiográficaacerca del Santo Niño, cuyo culto continúa celebrándose en La Guardia.Contexto[editar]
Durante la Edad Media europea fueron frecuentes las acusaciones de este tipo contra los judíos. En España, las Siete Partidas se hacen eco de esta creencia popular:
Et porque oyemos decir que en algunos lugares los judíos ficieron et facen el día del Viernes Santo remembranza de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo en manera de escarnio, furtando los niños et poniéndolos en la cruz, o faciendo imágenes de cera et crucificándolas cuando los niños non pueden haber, mandamos que, si fama fuere daquí adelante que en algún lugar de nuestro señorío tal cosa sea fecha, si se pudiere averiguar, que todos aquellos que se acercaren en aquel fecho, que sean presos et recabdados et aduchos ante el rey; et después que el sopiera la verdad, débelos matar muy haviltadamente, quantos quier que sean.Alfonso X el Sabio, Partidas, VII, XXIV, ley 2
Se tenía por cierto que varios episodios semejantes se habían producido en España. Uno de los más conocidos fue la supuesta crucifixión del niño Santo Dominguito del Val, en Zaragoza en el siglo XIII, o la del niño de Sepúlveda, en 1468. Esta última se saldó no solo con la ejecución de dieciséis judíos hallados culpables del crimen, sino con el asalto popular a la aljama de Sepúlveda, que se cobró varias víctimas más.1
En un libro publicado en 1449 por el fraile converso Alonso de Espina, Fortalitium Fidei. Contra judíos, sarracenos y otros enemigos de la fe cristiana, se inventariaba una larga lista de crímenes atribuidos a los judíos. Aparecen varios relatos de crucifixiones infantiles, todos ellos dados por ciertos.
El proceso[editar]
Según los documentos que han llegado hasta nosotros, las primeras detenciones no se produjeron como resultado de la investigación de ningún crimen. Ni se había encontrado cadáver alguno ni se había denunciado la desaparición de ningún niño.2 Los primeros detenidos, judeoconversos, fueron acusados únicamente de judaizantes, y solo durante los interrogatorios de que fueron objeto en prisión se iría fraguando la idea de que habían cometido un crimen ritual.
En junio de 1490 se detuvo en Astorga a un converso llamado Benito García, "de quien se sospechaba que robaba hostias consagradas"3 y que las llevaba en sus alforjas para ejecutar sacrilegios.4 Benito era cardador ambulante y natural del pueblo de La Guardia. Fue conducido ante Pedro de Villada, provisor del obispado de Astorga, e interrogado. Se conserva la confesión de Benito García, con fecha de 6 de junio de 1490, de la cual se desprende que solo se le acusaba de judaizante. El acusado explica en el mencionado documento que cinco años antes (en 1485) había regresado secretamente a la religión judía, alentado por otro converso, también de La Guardia, llamado Juan de Ocaña, y por un zapatero judío de la cercana localidad de Tembleque, cuyo apellido era Franco, y que fue detenido por la Inquisición y encarcelado en Segovia. Un hecho insólito pues la Inquisiciónno tenía jurisdicción sobre los judíos.
Según el relato del caso hecho por el hispanista francés Joseph Pérez —que coincide con el del historiador español Luis Suárez Fernández—,5 existe una grave confusión en la versión anterior. Los que habrían inducido a judaizar a Benito García, además del converso Juan de Ocaña, habían sido los miembros de una familia conversa, no judía, apellidada Franco de la localidad de Tembleque. Benito García entra en contacto con el zapatero judío —del mismo apellido que la familia de conversos de Tembleque, sin que se sepa si formaba parte de de la misma—5 cuando es trasladado a la prisión de la Inquisición de Segovia, donde efectivamente Yosef Franco está preso, sin que se sepan los motivos. Un hecho insólito porque como recuerda Joseph Pérez, "la Inquisición no se metía con los judíos; solo tenía jurisdicción sobre los bautizados ¿Qué hacía, pues, un judío en la cárcel de la Inquisición segoviana? Este es uno de tantos enigmas como se encuentran en el caso del Santo Niño de la Guardia".3 Lo mismo afirma Luis Suárez Fernández: "la circunstancia resulta sorprendente, pues un judío no podía ser apresado y encarcelado por la Inquisición. ¿Se trataba acaso de un converso que había retornado a su antigua fe? O ¿se trataba simplemente de una trampa para provocar indiscreciones?".6
El 19 de julio de 1490 el judío Yosef Franco, al sentirse enfermo, fue visitado por un médico, Antonio de Ávila. Yosef solicitó al médico la presencia de un rabino. En lugar de un rabino, el médico se presentó en su segunda visita acompañado de un fraile, Alonso Enríquez, disfrazado de judío y haciéndose llamar Abrahán. El prisionero, utilizando varias palabras en hebreo, pidió al fingido rabino que comunicase al rabino mayor de Castilla, Abraham Seneor, que se encontraba preso por la muerte («mitá») de un muchacho («nahar») que había servido a la manera de aquel hombre («otohays», eufemismo para hacer referencia a Jesucristo). La segunda vez que fue visitado por los dos hombres, Yosef no volvió a mencionar ese asunto.
El relato de Joseph Pérez —corroborado por Luis Suárez con matices— de nuevo difiere. Dice Joseph Pérez: "El médico Antonio de Ávila [judío según Joseph Pérez; cristiano, según Luis Suárez Fernández], aparentando ser rabino, visita a Yosef Franco y este confiesa entonces que, unos quince años antes [once años antes, según Luis Suárez], un Viernes Santo, en la localidad de La Guardia, provincia de Toledo, había participado en un crimen ritual: se había dado muerte por crucifixión a un niño; luego se había mezclado la sangre y el corazón de la víctima con una hostia consagrada con el fin de realizar un acto de brujería: su propósito era provocar una epidemia de rabia en toda la comarca. Delatado el pseudo-rabino (¿un confidente a sueldo de la Inquisición?), Franco se retracta: pretende ahora que no ha participado en el crimen; ha oído hablar de ello a un converso, Alonso Franco, que sí que estuvo en La Guardia. Sometido a tormento, Yosef Franco vuelve a confesar su participación en el crimen".78
Las declaraciones posteriores de Yosef implicaron a otros judíos y conversos. El 27 de agosto de 1490, el inquisidor general, Tomás de Torquemada, dictó una orden para que los encarcelados en Segovia fuesen trasladados a Ávila para ser juzgados allí —"¿Por qué a Ávila y no a Toledo que era el distrito en el que se situaba La Guardia?", se pregunta Joseph Pérez. "Éste es otro enigma", se responde—. En esta orden se mencionan todos los encarcelados en Segovia que tienen relación con el caso: los conversos Alonso Franco, Lope Franco, García Franco, Juan Franco, Juan de Ocaña y Benito García, todos ellos vecinos de La Guardia; Yosef Franco, judío de Tembleque; y Mose Abenamías, judío de Zamora.9 Las acusaciones que constan en la orden son de herejía y apostasía, así como de crímenes contra la fe católica.
Los inquisidores encargados del proceso fueron Pedro de Villada (el mismo que había interrogado en junio de 1490 al converso Benito García); Juan López de Cigales, inquisidor de Valencia desde 1487; y fray Fernando de Santo Domingo. Todos ellos eran hombres de confianza de Torquemada. Fray Fernando de Santo Domingo, además, había escrito antes el prólogo de un difundido opúsculo antisemita. El proceso contra el judío Yosef Franco dio comienzo el 17 de diciembre de 1490. Se le acusó de intentar atraer al judaísmo a los conversos, así como de haber participado en la crucifixión ritual de un niño cristiano en Viernes Santo.
Antes del proceso, ya se habían conseguido al menos las confesiones de Benito García y de Yosef Franco, este último mediante tortura. Según Baer, «parece que los acusados confesaron parcialmente y declararon contra los otros con la esperanza de verse libres por este medio de la trampa que les había tendido la Inquisición».10
Cuando se leyó la acusación, Yosef Franco gritó que era «la mayor falsedad del mundo». Se conservan las confesiones, obtenidas bajo tormento, de este reo: al principio solo hace referencia a conversaciones en la cárcel con Benito García y que incriminan a este como judaizante, pero después comienza a hacer referencia a una hechicería realizada unos cuatro años antes (en 1487, quizá) en la que se habría utilizado una hostia consagrada, robada en la iglesia de La Guardia, y el corazón de un niño cristiano. Las declaraciones siguientes de Yosef Franco van dando más detalles acerca de este tema, incriminando sobre todo a Benito García. Se conservan también declaraciones de este último, realizadas «estando puesto en el tormento», contradictorias con las de Franco, y en el que se trata sobre todo de incriminar al segundo. Incluso se realizó un careo entre Yosef Franco y Benito García, el 12 de octubre; en el protocolo de dicho encuentro se dice que sus declaraciones fueron concordantes, lo cual es sorprendente, ya que las anteriores habían sido contradictorias.
En octubre, uno de los inquisidores, Fray Fernando de San Esteban, viajó a Salamanca y en el convento de San Esteban se entrevistó con varios expertos juristas y teólogos, quienes dictaminaron la culpabilidad de los acusados. En la fase final del proceso, se hicieron públicos los testimonios, y Yosef Franco intentó refutarlos sin éxito. Las últimas declaraciones de Franco, obtenidas bajo tormento en el mes de noviembre, añaden más detalles a los hechos: muchos de ellos, según la opinión de Baer, tienen un claro origen en la literatura antisemita.
Como dos de los condenados eran judíos, y sobre ellos la Inquisición no tenía jurisdicción, el asunto fue trasladado a la justicia ordinaria de Ávila, que confirmó la sentencia capital. "Puede decirse que en último extremo se salvaron las formas", afirma Luis Suárez.11
El 16 de noviembre, en el Brasero de la Dehesa, en Ávila, todos los procesados fueron relajados al brazo secular y quemados en la hoguera. Fueron ejecutadas ocho personas: dos judíos, Yosef Franco y Moshe Abenamías, y seis conversos, Alonso, Lope, García y Juan Franco, Juan de Ocaña y Benito García. Se conservan las sentencias de Yosef Franco y Benito García, que fueron leídas en el mismo auto de fe, según era costumbre.
De nuevo Joseph Pérez y Luis Suárez Fernández, nos dan una información diferente. Según ellos fueron cinco —dos judíos y tres conversos— y no ocho las personas que fueron condenadas a muerte en el auto de fecelebrado en Ávila el 16 de noviembre de 1491 y quemadas vivas inmediatamente después. Solo cuatro meses y medio después se decretó la expulsión de los judíos de España. Según Joseph Pérez, el caso de Santo Niño de la Guardia, al que se dio una extraordinaria publicidad, "contribuyó poderosamente a crear el ambiente propicio a la expulsión".35
Los bienes confiscados a los reos se destinaron a financiar la construcción del monasterio de Santo Tomás de Ávila, que terminaría el 3 de agosto de 1493.
Valoración del proceso[editar]
Esta es la valoración del hispanista francés Joseph Pérez:12
Todo, en este proceso, suena a falso. No se sabe cómo se llamaba el niño ni quiénes eran sus padres, que, por lo visto, no presentaron ninguna denuncia. Las declaraciones y confesiones están llenas de incoherencias y contradicciones. Las investigaciones que se han realizado actualmente sobre el caso no aclaran el misterio. Parece evidente que se trata de una provocación montada por ciertos inquisidores, pero ¿con qué fin? Probablemente para calentar aún más a la opinión pública contra judíos y conversos y tal vez preparar el terreno para un endurecimiento de la represión. De ser así, los que montaron aquel tinglado fracasaron: las confesiones y las denuncias, además de incoherentes, son contradictorias. Estas deficiencias no escaparon a la percepción de los contemporáneos, que evitaron hacer referencia a aquel tosco montaje, tal vez imaginado por algunos inquisidores. Los reyes tampoco cayeron en esta provocación; ni en el decreto de expulsión ni en los varios centenares de documentos relacionados con el mismo, tanto en Castilla como en la Corona de Aragón, se encuentra la menor referencia a este episodio. Este silencio no deja de llamar la atención. Bien es verdad, por otra parte, que estamos frente a una clásica acusación de crimen ritual con profanación de hostia consagrada como las hubo tantas en la Edad Media.
El historiador español Luis Suárez Fernández lo valora de la siguiente forma:13
Como resultado de las declaraciones que en su inmensa mayoría fueron prestadas bajo amenazas serias o mediante torturas, el tribunal consideró como hechos probados que, años antes —nunca fueron fijadas las fechas con precisión—, judíos y conversos de La Guardia, en número impreciso aunque incluyendo desde luego a los allí condenados, habían conspirado para, sobre una Forma consagrada y el corazón de un niño allí sacrificado ritualmente, realizar en el interior de una cueva sortilegios capaces de provocar terrible daño en todas las villas de aquella comarca. Para entender cómo estas acusaciones podían ser seriamente sostenidas es necesario tener en cuanta que, en toda Europa, en estas postrimerías del siglo XV, las creencias en hechicerías, sortilegios y demás prácticas de brujería y satanismo estaba muy extendida y era objetivamente admitida. Por eso, aunque en este caso los hechos alegados fuesen falsos —y la lectura del proceso basta para convencernos—, los jueces los admitieron con plena convicción. Dictaron sentencia declarando culpables a cinco de los acusados que fueron condenados a muerte y ejecutados. [...]
La devoción al llamado Santo Niño de La Guarda, comenzó muy pronto y ha continuado hasta hoy.
La leyenda[editar]
Durante el siglo XVI fue creándose una leyenda según la cual la muerte del Santo Niño habría sido semejante a la de Jesucristo, llegándose incluso a destacar similitudes entre la topografía del pueblo toledano en el que supuestamente ocurrieron los hechos y la de Jerusalén, donde murió Jesús.
En 1569 el licenciado Sancho Busto de Villegas, miembro del Consejo General de la Inquisición («la Suprema») y gobernador del arzobispado de Toledo (posteriormente sería también obispo de Ávila) escribió, a partir de los documentos del proceso, que se conservaban en los archivos del tribunal de Valladolid, una Relación autorizada del martirio del Santo Inocente, que quedó depositada en el archivo municipal de la villa de La Guardia. En 1583se publicó la Historia de la muerte y glorioso martirio del santo inocente que llaman de Laguardia, obra de fray Rodrigo de Yepes. En 1720 apareció en Madrid otra obra hagiográfica, la Historia del Inocente trinitario el Santo Niño de la Guardia, obra de Diego Martínez Abad, y en 1785, el cura de localidad toledana, Martín Martínez Moreno, publicó su Historia del martirio del Santo Niño de la Guardia.
La leyenda construida con estas sucesivas aportaciones afirma que ciertos conversos, tras asistir a un auto de feen Toledo, planearon vengarse de los inquisidores mediante artes de hechicería. Para hacer su conjuro necesitaban una hostia consagrada y el corazón de un niño inocente. Juan Franco y Alonso Franco secuestraron al niño junto a la Puerta del Perdón de la catedral de Toledo y lo trasladaron a La Guardia. Allí, el día de Viernes Santo simularon un juicio. El niño, al que en la leyenda se llama Juan (en otras versiones se le llama Cristóbal) y se dice que era hijo de Alonso de Pasamonte y de Juana la Guindera (a pesar de que nunca apareció ningún cadáver), fue azotado, coronado de espinas y crucificado, del mismo modo que Jesucristo. Le arrancaron el corazón, que necesitaban para el conjuro. En el momento de la muerte del niño, su madre, que era ciega, recobró milagrosamente la vista. Tras darle sepultura, los asesinos robaron una hostia consagrada. Benito García iba hacia Zamora llevando la hostia y el corazón para recabar la ayuda de otros correligionarios para realizar su conjuro, pero fue detenido en Ávila a causa de los resplandores que emitía la hostia consagrada, que el converso había escondido entre las páginas de un libro de rezos. Gracias a su confesión, se detuvo a los otros participantes en el crimen. Tras la supuesta muerte del Santo Niño, se le atribuyen también varias curaciones milagrosas.
La hostia consagrada se conserva en el monasterio dominico de Santo Tomás, en Ávila. Del corazón se dijo que había desaparecido milagrosamente, al igual que el cuerpo del niño, por lo cual se creyó que, como Jesucristo, había resucitado.
La leyenda en el arte y la literatura[editar]
Yepes menciona que existía un retablo, hoy perdido, en la ermita del Santo Niño de La Guardia de la localidad toledana, mandado pintar por el arzobispo de Toledo Alonso de Fonseca, en el que se representaban las escenas del rapto, acusación, flagelación y crucifixión del niño, así como las del prendimiento y ejecución de sus asesinos. En la tabla central de este retablo se mostraba la crucifixión y extracción del corazón del niño.
En el Archivo Histórico Nacional se conserva una pintura de la segunda mitad del siglo XVI que representa esa misma escena, lo que testimonia la antigüedad del culto del Santo Niño de La Guardia.
En el acceso por la puerta denominada «del Mollete» a la catedral de Toledo todavía hoy se conserva un muralatribuido a Bayeu con la representación de la crucifixión del Santo Niño de la Guardia. En la actualidad la humedad y la exposición a las inclemencias del tiempo (se encuentra en la zona interior del claustro catedralicio) han propiciado un intenso deterioro de la pintura.
Lope de Vega escribió una obra inspirándose en la leyenda del Santo Niño (muy posiblemente en la Historia de la muerte y glorioso martirio del santo inocente que llaman de Laguardia de fray Rodrigo de Yepes), titulada El niño inocente de La Guardia, en realidad una apología de la Inquisición, de la cual era familiar el propio Lope. Esta obra, particularmente cruel dentro del teatro del Siglo de Oro a la hora de mostrar el martirio del niño protagonista en el último acto, fue refundida por José de Cañizares, autor de la primera y tercera jornadas de La viva imagen de Cristo: El Santo Niño de la Villa de la Guardia, y Juan Claudio de la Hoz y Mota, autor de la segunda. Manuel Romero de Castilla publicó en 1943 las dos obras juntas con un prólogo algo difuso del Marqués de Lozoya, y luego en 1946 como apéndice de un estudio histórico sobre el caso.14 De la obra de Lope hay edición moderna del hispanista Anthony J. Farrell (Londres: Tamesis Books, 1985).
La muerte del Santo Niño de la Guardia fue empleada como argumento para exigir la limpieza de sangre a los aspirantes a formar parte del clero de la archidiócesis de Toledo.
En una de las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, llamada La Rosa de Pasión, una mujer judía llamada Sara cuyo novio era cristiano enfrenta a su padre, el judío Daniel, sobre su odio a los cristianos, y termina muerta en un ritual muy semejante al del Santo Niño de la Guardia (de hecho, al ver los preparativos, ella pensó en la historia del Santo Niño).
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