lunes, 30 de junio de 2014

ESCULTURA DEL RENACIMIENTO EN ESPAÑA


RENACIMIENTO EN ESPAÑA .-

El retablo renacentista

En el siglo XVI se tenía una gran admiración por los retablos existentes anteriores pertenecientes al estilo gótico o hispano-flamenco. Pero dado el cambio de mentalidad y la imposición de las nuevas modas renacentistas los retablos de nueva factura se hicieron ya con esta tendencia y muchos viejos retablos góticos fueron sustituidos por los renacentistas. El retablo se volvió imprescindible y adquirió tal importancia que las catedrales, conventos, iglesias y capillas particulares se poblaron con estas obras artísticas, algunas de dimensiones extraordinarias.
En el Renacimiento se tuvo preferencia por los retablos escultóricos frente a los pictóricos del periodo anterior, aunque en bastantes ocasiones se conjugaron ambas artes. Pintura y escultura necesitaban un soporte arquitectónico que serían los ensamblajes tallados al nuevo estilo en los que trabajaron una serie de escultores-entalladores dando forma al resultado final de la obra. Estos artistas fueron verdaderos profesionales que conocían muy bien su oficio y las nuevas tendencias y que en muchos casos quedaron en la sombra ante la intervención de los grandes genios.
Retablo mayor de la catedral de Astorga, realizado por Gaspar Becerray obra maestra del Romanismo en España.

En la primera mitad del siglo XVI, los retablos se adaptaron a las formas renacentistas del momento, con adornos de grutescos y mucha y variada ornamentación. A partir de 1558 y con el ejemplo del retablo de la catedral de Astorga, realizado por Gaspar Becerra, se dio un cambio total hacia el romanismo. La arquitectura cambió considerablemente con una estructura mucho más clara una superposición de órdenes clásicos y una limpieza en la decoración.[6]
Los triglifos, las metopas, las cartelas, los atlantes, los niños recostados y los modillones sustituyeron a la profusión de grutescos de la etapa anterior y las columnas clásicas de fuste estriado sustituyeron a las abalaustradas, aunque en muchos casos se dio una supervivencia de ornamentación en el tercio bajo de estas nuevas columnas, a petición de los clientes, si bien el nuevo modelo de ornato ya no es el grutesco sino el rameado (dibujo que representa ramas o ramos vegetales). Los retablos se llenaron además de frontones curvos y triangulares, demostrando el más puro clasicismo. Es importante destacar también la gran relevancia que cobró en esta segunda mitad (y como consecuencia del Concilio de Trento) el espacio destinado al Sagrario. Llegó a ser un cuerpo muy especial dentro del conjunto del retablo, hasta el punto que en la mayoría de los casos se construyó aparte e incluso fue lo primero en realizarse y policromarse.

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