Carolina Carlota Augusta de Baviera (Mannheim, Alemania, 8 de febrero de 1792 - Viena, Austria, 9 de febrero de 1873). Princesa de Baviera y del Palatinado, Condesa de Zweibrücken-Birkenfel-Bischweiler, Emperatriz consorte de Austria de 1816 a 1835, conocida en Austria como Carolina de Baviera.
Biografía[editar]
Era hija de Maximiliano I de Baviera, Rey de Baviera, que además ostentaba los títulos de duque del Palatinado-Zweibrücken (desde 1795), conde palatino de Zweibrücken-Birkenfeld-Bischweiler; con el nombre de Maximiliano IV José era duque elector de Baviera y conde elector del Palatinado desde 1799 hasta 1806, cuando tomó el título de Rey de Baviera y del Rin, y de la Landgravina Augusta Guillermina de Hesse-Darmstadt. Era miembro de la Real Familia Wittelsbach, que dio muchas reinas y princesas a Europa y Austria.
Primer matrimonio[editar]
Se casó en Múnich el 8 de junio de 1808 según el rito protestante y católico, en la Galería Verde del Palacio Real de Múnich, con el entonces príncipe heredero, más tarde rey de Wurtemberg, Guillermo I, quien se divorció de ella el 31 de agosto de 1814.
Su primer matrimonio fue arreglado para evitar un matrimonio político organizado por Napoleón Bonaparte. Después de la ceremonia de matrimonio, su esposo le dijo: Somos víctimas de la política. Con ocasión de la boda, la ópera Adelasia ed Aleramo del compositor bávaro Simon Mayr se representó en el Teatro de Cuvilliés. A la salida de Múnich se negó a tomar asiento en el coche de su esposa. En Stuttgart siguió su propio camino y evitó la proximidad de su esposa. Vivían separados en el palacio y el matrimonio nunca se consumó. Los dos se veían uno a otro sólo en la mesa, donde hablaban sólo de las necesidades básicas de su esposa, tratándola descortésmente e incluso a veces hiriente. Buscó consuelo en su dama de compañía Camilla Andlau y su confesor, Sebastian Franz Job. Pasó el tiempo escribiendo cartas a su hermano Luis I, en quien ella confiaba completamente, aprendiendo italiano e inglés, paseando, leyendo (preferentemente a Goethe) y pintando, que era uno de sus pasatiempos favoritos.
Cuando fue nombrado rey de Wurtemberg, el Consistorioprotestante declaró el matrimonio inválido el 31 de agosto de 1814. Carolina Augusta se resignó a una compensación financiera y se fue a vivir con una tía en Neuburgo a orillas del Danubio, que la recibió amablemente. Para estar tranquila y despreocupada, libre para un nuevo matrimonio, la Iglesia Católica tuvo que disolver también el anterior, después de un largo procedimiento. Su primer matrimonio fue disuelto por el Papa Pío VII el 12 de enero de 1816, para garantizar que ambos pudieran volver a casarse de acuerdo con la Iglesia Católica.1
Segundo matrimonio[editar]
Su hermano, el príncipe heredero Luis de Baviera, trató de enhebrar -impulsado por su padre- un nuevo matrimonio para Carolina Augusta. A este respecto tuvo conversaciones con Fernando III de Toscana, el hermano viudo del emperador Francisco I de Austria. La joven sabía de estos planes y el emperador Francisco fue informado por su hermano al respecto.
Sin embargo, el príncipe Klemens von Metternich tenía otros planes y, finalmente, los dos hermanos competían por la mano de la misma mujer. Por su parte, Maximiliano, que adoraba a su hija, no estaba al tanto del interés de Francisco, mientras que Luis maniobró hábilmente para ocultar la propuesta. Ahora Carolina Augusta tuvo que decidirse por uno de ellos, optando finalmente por Francisco debido a consideraciones políticas estatales que fueron asesoradas por Metternich y el ministro bávaro Maximiliano von Montgelas. Fernando había retirado más o menos voluntariamente su solicitud de matrimonio, lo que facilitó la decisión.
El 29 de octubre 1816 se casó por poderes con Francisco I, emperador de Austria y rey de Hungría, Bohemia, Lombardia y Venecia, en una ceremonia en la corte de Múnich. El novio fue representado por su hermano Luis. Después de su viaje a través de Altötting de Braunau, donde se efectuó la transferencia, llegaron el 9 de noviembre de 1816 a Schönbrunn, donde fue recibida por su marido y toda la familia.
El 10 de noviembre de 1816,2 se casó en la iglesia parroquial de la corte imperial con el tres veces viudo emperador Francisco I de Austria, y se convirtió en emperatriz. Antes de este matrimonio, ella siempre había sido conocida como Carlota, pero ahora comenzó a ser llamada Carolina. La boda fue sencilla debido a la estricta economía del Emperador.
El diplomático inglés Frederick Lamb llama a la nueva emperatriz "fea, inteligente y amable", y como el emperador lo expresa: "Ella puede soportar un empuje, el otro era nada más que aire".3 Se hizo popular en Austria y participó activamente en obras sociales; fundó varios hospitales y residencias para pobres.
Después de la muerte de su cónyuge en 1835, se trasladó a Salzburgo. Era buena amiga tanto de su hermana, la archiduquesa Sofía, como de su sobrina la emperatriz Isabel de Baviera.
No tuvo descendencia. Murió a edad muy avanzada la siempre popular Emperatriz viuda, un día después de cumplir 81 años. Fue enterrada en la cripta de los Capuchinos junto a su marido y sus tres primeras esposas.
Personalidad y apariencia[editar]
Los contemporáneos describen a Carolina Augusta como una mujer sencilla, distinguida, amable, inteligente y religiosa. Sin embargo, no era hermosa, debido a que a los dos años había estado enferma de viruela, que había dejado cicatrices feas. Desde el primer encuentro con su primer marido le mostró su temor de parecer poco atractiva. Guillermo mintió, diciéndole que no era de ninguna importancia para él, cuando en realidad hubiera preferido un cónyuge con una mirada diferente.
Distinciones honoríficas[editar]
- Gran maestre de la Orden de la Cruz Estrellada4(Imperio Austriaco).
- Soberana Gran maestre de la Orden del Amor al Prójimo (Imperio Austriaco).
- Soberana Gran maestre de la Orden de los Virtuosos (Imperio Austriaco).
- Protectora de la Orden de Isabel Teresa (Imperio Austriaco).
- Dama de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa.
- Dama gran cruz de la Orden de Nuestra Señora de la Concepción de Villaviciosa.
- Rosa de Oro de la Cristiandad (Ciudad del Vaticano, 1819).
Biografía[editar]
Era hija de Maximiliano I de Baviera, Rey de Baviera, que además ostentaba los títulos de duque del Palatinado-Zweibrücken (desde 1795), conde palatino de Zweibrücken-Birkenfeld-Bischweiler; con el nombre de Maximiliano IV José era duque elector de Baviera y conde elector del Palatinado desde 1799 hasta 1806, cuando tomó el título de Rey de Baviera y del Rin, y de la Landgravina Augusta Guillermina de Hesse-Darmstadt. Era miembro de la Real Familia Wittelsbach, que dio muchas reinas y princesas a Europa y Austria.
Primer matrimonio[editar]
Se casó en Múnich el 8 de junio de 1808 según el rito protestante y católico, en la Galería Verde del Palacio Real de Múnich, con el entonces príncipe heredero, más tarde rey de Wurtemberg, Guillermo I, quien se divorció de ella el 31 de agosto de 1814.
Su primer matrimonio fue arreglado para evitar un matrimonio político organizado por Napoleón Bonaparte. Después de la ceremonia de matrimonio, su esposo le dijo: Somos víctimas de la política. Con ocasión de la boda, la ópera Adelasia ed Aleramo del compositor bávaro Simon Mayr se representó en el Teatro de Cuvilliés. A la salida de Múnich se negó a tomar asiento en el coche de su esposa. En Stuttgart siguió su propio camino y evitó la proximidad de su esposa. Vivían separados en el palacio y el matrimonio nunca se consumó. Los dos se veían uno a otro sólo en la mesa, donde hablaban sólo de las necesidades básicas de su esposa, tratándola descortésmente e incluso a veces hiriente. Buscó consuelo en su dama de compañía Camilla Andlau y su confesor, Sebastian Franz Job. Pasó el tiempo escribiendo cartas a su hermano Luis I, en quien ella confiaba completamente, aprendiendo italiano e inglés, paseando, leyendo (preferentemente a Goethe) y pintando, que era uno de sus pasatiempos favoritos.
Cuando fue nombrado rey de Wurtemberg, el Consistorioprotestante declaró el matrimonio inválido el 31 de agosto de 1814. Carolina Augusta se resignó a una compensación financiera y se fue a vivir con una tía en Neuburgo a orillas del Danubio, que la recibió amablemente. Para estar tranquila y despreocupada, libre para un nuevo matrimonio, la Iglesia Católica tuvo que disolver también el anterior, después de un largo procedimiento. Su primer matrimonio fue disuelto por el Papa Pío VII el 12 de enero de 1816, para garantizar que ambos pudieran volver a casarse de acuerdo con la Iglesia Católica.1
Segundo matrimonio[editar]
Su hermano, el príncipe heredero Luis de Baviera, trató de enhebrar -impulsado por su padre- un nuevo matrimonio para Carolina Augusta. A este respecto tuvo conversaciones con Fernando III de Toscana, el hermano viudo del emperador Francisco I de Austria. La joven sabía de estos planes y el emperador Francisco fue informado por su hermano al respecto.
Sin embargo, el príncipe Klemens von Metternich tenía otros planes y, finalmente, los dos hermanos competían por la mano de la misma mujer. Por su parte, Maximiliano, que adoraba a su hija, no estaba al tanto del interés de Francisco, mientras que Luis maniobró hábilmente para ocultar la propuesta. Ahora Carolina Augusta tuvo que decidirse por uno de ellos, optando finalmente por Francisco debido a consideraciones políticas estatales que fueron asesoradas por Metternich y el ministro bávaro Maximiliano von Montgelas. Fernando había retirado más o menos voluntariamente su solicitud de matrimonio, lo que facilitó la decisión.
El 29 de octubre 1816 se casó por poderes con Francisco I, emperador de Austria y rey de Hungría, Bohemia, Lombardia y Venecia, en una ceremonia en la corte de Múnich. El novio fue representado por su hermano Luis. Después de su viaje a través de Altötting de Braunau, donde se efectuó la transferencia, llegaron el 9 de noviembre de 1816 a Schönbrunn, donde fue recibida por su marido y toda la familia.
El 10 de noviembre de 1816,2 se casó en la iglesia parroquial de la corte imperial con el tres veces viudo emperador Francisco I de Austria, y se convirtió en emperatriz. Antes de este matrimonio, ella siempre había sido conocida como Carlota, pero ahora comenzó a ser llamada Carolina. La boda fue sencilla debido a la estricta economía del Emperador.
El diplomático inglés Frederick Lamb llama a la nueva emperatriz "fea, inteligente y amable", y como el emperador lo expresa: "Ella puede soportar un empuje, el otro era nada más que aire".3 Se hizo popular en Austria y participó activamente en obras sociales; fundó varios hospitales y residencias para pobres.
Después de la muerte de su cónyuge en 1835, se trasladó a Salzburgo. Era buena amiga tanto de su hermana, la archiduquesa Sofía, como de su sobrina la emperatriz Isabel de Baviera.
No tuvo descendencia. Murió a edad muy avanzada la siempre popular Emperatriz viuda, un día después de cumplir 81 años. Fue enterrada en la cripta de los Capuchinos junto a su marido y sus tres primeras esposas.
Personalidad y apariencia[editar]
Los contemporáneos describen a Carolina Augusta como una mujer sencilla, distinguida, amable, inteligente y religiosa. Sin embargo, no era hermosa, debido a que a los dos años había estado enferma de viruela, que había dejado cicatrices feas. Desde el primer encuentro con su primer marido le mostró su temor de parecer poco atractiva. Guillermo mintió, diciéndole que no era de ninguna importancia para él, cuando en realidad hubiera preferido un cónyuge con una mirada diferente.
Distinciones honoríficas[editar]
- Gran maestre de la Orden de la Cruz Estrellada4(Imperio Austriaco).
- Soberana Gran maestre de la Orden del Amor al Prójimo (Imperio Austriaco).
- Soberana Gran maestre de la Orden de los Virtuosos (Imperio Austriaco).
- Protectora de la Orden de Isabel Teresa (Imperio Austriaco).
- Dama de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa.
- Dama gran cruz de la Orden de Nuestra Señora de la Concepción de Villaviciosa.
- Rosa de Oro de la Cristiandad (Ciudad del Vaticano, 1819).
Guillermo I de Wurtemberg (1781-1864), el primer esposo, del cual se divorció.
Isabel Amalia Eugenia Duquesa en Baviera (en alemán: Elisabeth Amalie Eugenie Herzogin in Bayern;nota 1 Múnich, 24 de diciembre de 1837-Ginebra, 10 de septiembre de 1898) fue una princesa bávara conocida por haber sido emperatriz de Austria (1854-1898) y reina consorte de Hungría (1867-1898), entre otros muchos títulos inherentes a la Casa de Habsburgo-Lorena. En el mundo germanófono es más conocida como Isabel de Austria (Elisabeth von Österreich).
Globalmente se la conoce por su apodo, originariamente Sisi, pero transformado en Sissi a raíz de las películas de Ernst Marischka. Algunos autores sostienen, sin embargo, que su sobrenombre habría sido en realidad Lisi, derivado de Isabel (Elisabeth en alemán).1 2 3
Perteneciente a la Casa de Wittelsbach y nacida con la dignidad de duquesa en Baviera y tratamiento de Alteza Real, era hija del duque Maximiliano de Baviera y de la princesa real Ludovica de Baviera.
Biografía[editar]
Infancia en Baviera[editar]
Isabel nació en la ciudad de Múnich, Baviera. Su padre, Maximiliano de Baviera, duque en Baviera, procedía de una rama menor de la Casa de Wittelsbach, la de Condes Palatinos de Zweibrücken-Birkenfeld-Gelnhausen, en ese momento "Duque en Baviera". En cambio su madre, Ludovica de Baviera, era hija del rey Maximiliano I de Bavieray, por tanto, princesa real de Baviera.
Educada, como sus hermanos, lejos de la Corte de Baviera, pasó la mayor parte de su infancia a caballo entre su ciudad natal y los salvajes parajes que rodeaban al castillo de Possenhofen, una construcción a orillas del lago de Starnbergque su padre había adquirido para residencia de verano y que pronto se convirtió en la residencia preferida por la familia ducal.
A los 16 años, Isabel acompañó a su madre y a su hermana mayor, Elena de Baviera, a quien familiarmente apodaban Nené, en un viaje a la residencia de verano de la Familia Real de Austria, situada en Bad Ischl, donde esperaba la archiduquesa Sofía de Baviera, hermana de Ludovica, junto a su hijo, el emperador de Austria, Francisco José I. Tal encuentro estaba preparado para que el emperador se fijase en Elena y la tomase como prometida. Sin embargo, Francisco José, de 23 años, se sintió inmediatamente atraído por Isabel, trastocando los planes que madre y tía tenían para ellos.
Matrimonio y descendencia[editar]
Un año después del primer encuentro, Isabel contrajo matrimonio con su primo, el Emperador de Austria, el 24 de abril de 1854 en la Iglesia de los Agustinos de Viena, convirtiéndose así en emperatriz.
Isabel tuvo desde el principio serias dificultades para adaptarse a la estricta etiqueta que se practicaba en la corte imperial de Viena. Aun así, le dio al Emperador cuatro hijos:
- Sofía Federica de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1855-1857), fallecida a los dos años de edad aquejada de tifus.
- Gisela de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1856-1932).
- Rodolfo de Habsburgo-Lorena, el esperado Príncipe Heredero de la Corona (1858-1889).
- María Valeria de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria (1868-1924).
En una visita a Hungría en 1857, Isabel se empeñó en llevar consigo a las archiduquesas Sofía y Gisela, a pesar de la rotunda negativa de su suegra, la archiduquesa Sofía. Durante el viaje, las niñas enfermaron gravemente, padeciendo altas fiebres y severos ataques de diarrea. Mientras que la pequeña Gisela se recuperaba rápidamente, su hermana no tuvo la misma suerte y pereció, seguramente deshidratada. Su muerte, que sumió a Isabel en una profunda depresión que marcaría su carácter para el resto de su vida, propició que le fuese denegado el derecho sobre la crianza del resto de sus hijos, que quedaron a cargo de su suegra, la archiduquesa Sofía. Tras el nacimiento del príncipe Rodolfo, la relación entre Isabel y Francisco José comenzó a enfriarse.
Isabel, por su parte, sólo pudo criar a su última hija, María Valeria, a la que ella misma llamaba cariñosamente «mi hija húngara», dado el gran aprecio que le tenía al país de Hungría, lugar donde habitualmente se refugiaba y en cuya cultura y costumbres se empeñó en educarla. Los grandes enemigos que Isabel se hizo a lo largo de su vida la llamaban despectivamente «la niña húngara» y no precisamente por el amor que su madre profesaba por tal país, sino porque creían que la niña era fruto en realidad de algún escarceo sexual que Isabel habría mantenido con el conde húngaro Gyula Andrássy. No obstante, el gran parecido que Valeria guardaba con su padre, el Emperador, se encargó de desmentir tales rumores.
Personalidad[editar]
Dotada de una gran belleza física, Isabel se caracterizó por ser una persona rebelde, culta y demasiado avanzada para su tiempo. Adoraba la equitación, llegando a participar en muchos torneos. Sentía un gran aprecio por los animales; amaba a sus perros, costumbre heredada de su madre, hasta el punto de pasear con ellos por los salones de palacio. Le gustaban los papagayos y los animales exóticos en general. Incluso llegó a tener su propia pista circense en los jardines de su palacio en Corfú.
Hablaba varios idiomas: el alemán, el inglés, el francés, el húngaro, propiciado por su interés e identificación con la causa húngara, y el griego, este último aprendido con ahínco para poder disfrutar de las obras clásicas en su idioma original. Cuidaba su figura de una forma maniática, llegando a hacerse instalar unas anillas en sus habitaciones para poder practicar deporte sin ser vista. Su alimentación dio también mucho que hablar, pues se alimentaba básicamente a base de pescado hervido, alguna fruta y jugo de carne exprimida. A partir de los 35 años no volvió a dejar que nadie la retratase o tomase una fotografía; para ello, adoptó la costumbre de llevar siempre un velo azul, una sombrilla y un gran abanico de cuero negro con el que cubría su cara cuando alguien se acercaba demasiado a ella. Paseaba a diario durante ocho largas horas, llegando a extenuar a varias de sus damas de su séquito, entre ellas Ida Ferenczy o Marie Festetics. Además, adoraba viajar, no permaneciendo nunca en el mismo lugar más de dos semanas. Disfrutó de la literatura, en especial de las obras de William Shakespeare, de Friedrich Hegel y de su poeta predilecto, Heinrich Heine.
Por último, detestaba el aparatoso protocolo de la corte imperial de Viena, de la que procuró permanecer alejada durante el mayor tiempo posible y hacia la que desarrolló una auténtica fobia que le provocaba trastornos psicosomáticos, como cefaleas, náuseas y depresión nerviosa. La emperatriz se mantuvo alejada, siempre que pudo, de la vida pública. Fue una emperatriz ausente de su imperio, aunque no por ello menos pendiente de los asuntos de Estado. De hecho, fue la propia emperatriz una de las impulsoras de la coronación de Francisco José como rey de Hungría, hecho que se produjo finalmente en 1867.4
El crimen de Mayerling[editar]
En 1889, la vida de la Emperatriz cambiaría radicalmente a causa de la muerte de su único hijo y de las circunstancias en que ocurrió. El príncipe Rodolfo, de 30 años, que padecía de ciertos trastornos psicológicos causados en parte por la estricta educación militar a la que fue sometido en su infancia, convenció a su amante, la joven baronesa María Vetsera, para que se quitase la vida junto a él. Sin embargo, se habló, y aún hoy en día se habla, de un complot contra Rodolfo. Por un lado, la hipótesis de un complot tejido por los servicios secretos austríacos, dadas las ideas radicales y liberales que el hijo del emperador profesaba. Por otro lado, la hipótesis de un complot urdido por los servicios secretos franceses ante la negativa de Rodolfo a dar un golpe fatal a la política de su padre. Todo esto se fundamenta en los estudios sobre los cuerpos de los fallecidos. Ella, según dichos estudios, no murió del disparo en la cabeza, sino de una paliza previa. Él presentaba cortes en la cara y en varias partes del cuerpo, algo impropio de un suicidio, que se taparon con maquillaje antes de su funeral en Viena. A pesar de las hipótesis, la causa de su muerte es a día de hoy una incógnita.
Este episodio, que se conoce como «Crimen de Mayerling» por ser Mayerling el nombre del refugio de caza donde ocurrió la tragedia, dejó marcado también al emperador, que de la noche a la mañana se encontró sin un heredero que se hiciese cargo del vasto imperio austrohúngaro.
Tras la muerte de su hijo, la emperatriz abandonó Viena y adoptó el negro como único color para su vestimenta, a la par que su fobia a ser retratada se incrementaba. Sólo unas pocas fotografías se conservan de fotógrafos con suerte que lograron captarla en una imagen sin que ella lo advirtiera. Con el tiempo, se hizo extraño que la emperatriz visitase a su marido en Viena, pero, curiosamente, su correspondencia aumentó de frecuencia durante los últimos años, y la relación entre los esposos se fue convirtiendo en platónica y cariñosa.
Esta última etapa en la vida de la emperatriz estuvo marcada más que nunca por los viajes. Compró un barco de vapor al que llamó Miramar, y en él recorrió el mar Mediterráneo, siendo uno de sus lugares favoritos Cap Martin, en la Riviera francesa, donde el turismo se había hecho constante a partir de la segunda mitad del siglo XIX. También pasaría algunas temporadas de verano en el lago de Ginebra en Suiza, Bad Ischl, en Austria, y en Corfú, donde construyó su palacio, el Achilleion, en honor de Aquiles, uno de sus héroes griegos preferidos. Dedicó largas temporadas en estos años a aprender griego, con ayuda de un joven profesor particular, Constantin Christomanos. Además, visitó otros países como Portugal, España, Marruecos, Argelia, Malta y Grecia, Turquía y Egipto.
Asesinato y entierro[editar]
El 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba por el lago Lemán de Ginebra con una de sus damas de compañía, la condesa Irma Sztaray, fue atacada por un anarquista italiano, Luigi Lucheni, que fingió tropezarse con ellas, aprovechando el desconcierto para deslizar un fino estilete en el corazón de la emperatriz. Al principio, Isabel no fue consciente de lo que había sucedido. Solamente al subir al barco que las estaba esperando comenzó a sentirse mal y a marearse. Cuando se desvaneció, su dama de compañía avisó al capitán del barco de la identidad de la dama y regresaron al puerto. Ella misma desabrochó el vestido de la emperatriz para que respirara mejor y, al hacerlo, vio una pequeña mancha de sangre sobre el pecho, causada por el estilete, que había provocado una mínima pérdida de sangre sobre el miocardio, suficiente para causar la muerte.
Luigi Lucheni estaba en realidad planeando un atentado contra el pretendiente al trono francés, un príncipe de la Casa de Orléans, pero cambió de víctima al leer en un periódico que la visita del príncipe francés había sido anulada y que la emperatriz se encontraba en la ciudad. El cuerpo de la emperatriz fue trasladado a Viena entre el gran cortejo fúnebre que el protocolo dictaba, siendo sepultada en la Cripta Imperial o Kaisergruft, en la iglesia de los Capuchinos, en vez de en su palacio en la isla griega de Corfú, el Achilleion, donde deseaba recibir sepultura realmente, tal como indicó en su testamento. Junto a su sepulcro se encuentran los de su esposo y su hijo Rodolfo.
Distinciones honoríficas[editar]
- 1854-1898: Gran maestre de la Orden de la Cruz Estrellada5 (Imperio austríaco).
- 1854-1898: Soberana Gran maestre de la Orden del Amor al Prójimo (Imperio austrohúngaro).
- 1854-1898: Soberana Gran maestre de la Orden de los Virtuosos (Imperio austrohúngaro).
- 1854-1898: Protectora de la Orden de Isabel Teresa (Imperio austrohúngaro).
- Dama gran cruz de la Imperial Orden de San Carlos (Segundo Imperio Mexicano).
- Dama de la Orden de las Damas Nobles de la Reina María Luisa (Reino de España).
- Rosa de Oro de la Cristiandad (Ciudad del Vaticano, 1868).
Influencia y legado[editar]
Su imagen es actualmente un icono turístico de Austria; así, en el palacio Hofburg de Viena, que ella tanto detestaba, hay actualmente un museo en su honor. También es un icono turístico bávaro, región de origen de Isabel, con un museo en su localidad natal, Possenhofen. Uno de los más famosos valses de Johann Strauss, que lleva el nombre de Myrthen-Kränze Walzer, Op.154, fue estrenado en un cumpleaños de la soberana y ha pasado a la posteridad como una gran obra musical decimonónica.
En su visita a la provincia de Alicante en 1894 estuvo en Alicante y Elchey allí al ver la famosa palmera de siete brazos del Palmeral exclamó que era digna de un imperio, por lo que recibió el nombre de "Palmera imperial". La escritora española Ángeles Caso ha escrito varios libros sobre la emperatriz, intentando desmitificar la imagen edulcorada e infantil que de ella se dio en el cine, aunque basándose en la primera gran biografía realista sobre la emperatriz de la escritora e historiadora germano-austríaca Brigitte Hamman,6 y existen además numerosas publicaciones sobre su vida en numerosos idiomas.
Filmografía[editar]
Es un personaje histórico muy conocido gracias al cine por la trilogía de películas austro-alemanas de los años 1950: Sissí, Sissí Emperatriz y El destino de Sissí, todas protagonizadas por la bella actriz vienesa Romy Schneider. Ésta volvería a encarnar el personaje en el filme Ludwig II (1972) de Luchino Visconti. No obstante, la primera aparición cinematográfica sería en 1932 cuando la realizadora alemana Lotte Reiniger hizo un cortometraje sobre la emperatriz. También fue interpretada por Ava Gardner en Mayerling (1968).
Año | Película | Actriz |
---|---|---|
1955 | Sissi | Romy Schneider |
1956 | Sissi Emperatriz | Romy Schneider |
1957 | El destino de Sissi | Romy Schneider |
1968 | Mayerling | Ava Gardner |
1972 | Ludwig II | Romy Schneider |
1991 | Sissi, el beso del emperador | Vanessa Wagner |
1997 | La princesa Sissinota 2 | Dibujos animados |
2004 | Sissi, l'impreratrice rebelle | Arielle Dombasle |
2009 | Sissi, emperatriz de Austria | Cristiana Capotondi |
La editorial Bruguera lanzó en 1958 la revista para niñas Sissi, buscando rentabilizar el éxito del personaje cinematográfico.7
En 1992, con motivo del centenario de su muerte, se estrenó en Viena el musical Elisabeth, el cual se ha traducido a siete idiomas y estrenado en países como Alemania, Finlandia, Japón, Hungría, Países Bajos y Suecia. Sin lugar a dudas, el mayor éxito se ha dado en Japón, donde diferentes compañías del teatro Takarazuka lo llevan representando desde 1996 hasta la actualidad. También se estrenó en 2012 en Corea del Sur contando con la participación de la estrella Xiah Junsu, con gran éxito y acogida.
En la serie austriaca Rex, un policía diferente, hubo un episodio titulado Sissi, sobre una asesina que pretendía mimetizarse con ella.
La emperatriz triste, Elisabeth de Baviera (1837-1898)
Lejos de la imagen edulcarada de las películas encarnadas por Romy Schneider, la verdadera Sissí, Elisabeth de Baviera, pasó de ser una feliz princesa cabalgando libre por los alrededores del lago Starnberg a convertirse en la emperatriz de uno de los últimos imperios europeos. Recluida en sus jaulas de oro de Hofburg o Schonbrunn, la emperatriz Elisabeth sufrió la pérdida de dos de sus cuatro hijos, el rechazo de su familia política y las consecuentes alteraciones de salud que la presión de la corte provocaron en ella. A pesar de todo ello dio a su marido un gran regalo político, la corona de Hungría, ganada gracias a su talento diplomático y a su amor por aquellas tierras lejanas.
Infancia en Baviera
Elisabeth Amalie Eugenie von Wittelsbach era la cuarta hija de los duques de Baviera Maximiliano y Ludovica. Nació en Múnich el 24 de diciembre de 1837 pero vivió buena parte de su infancia en el Castillo de Possenhofen, en el lago Starnberg, lejos de los encorsetamientos de la vida de la corte. Allí tuvo una infancia feliz al lado de sus nueve hermanos.
Un viaje decisivo
En 1853, Elisabeth viajaba junto a su madre y su hermana Elena a la residencia de verano que la familia imperial austriaca tenía en la localidad de Bad Ischl muy cercana a Salzburgo. Ludovica era hermana de la archiduquesa Sofía, reina madre del imperio de los Habsburgo. Su hijo, el emperador Francisco José I debía escoger esposa y la elección había recaído en la hermana de Elisabeth, Elena. Aquella fue una elección puramente formal y dictada por las necesidades dinásticas. Cuando Francisco José vio a su joven prima de 16 años cambió su decisión y anunció su firme voluntad de casarse con Elisabeth y no con Elena.
Prisión real
Elisabeth no tuvo demasiado tiempo para pensar en aquella nueva situación. Un año después, en 1854, se casaba con su primo en la iglesia de los Agustinos de Viena. Dejaba atrás una vida de libertad y felicidad y debía enfrentarse a una de las cortes más estrictas de la vieja Europa.
Sola, alejada de su tan querida familia, Elisabeth sólo encontraba apoyo en su demasiado ocupado marido. Ni su tía Sofía ni las damas de la corte ayudaron a la pequeña princesa a adaptarse a su nuevo papel de futura emperatriz. La presión hizo mella en Elisabeth quien pronto empezó a sufrir trastornos alimentarios y un peligroso deterioro de su salud a vista de todos por su extremada delgadez.
Madre anulada
La maternidad no dio tregua a la infeliz Elisabeth. Las continuas disputas con su suegra por el modelo de educación que debían de recibir sus hijas Sofía y Gisela la llevaron a cometer la imprudencia de llevárselas con ella en uno de sus viajes a Hungría. La muerte de su hija mayor provocada por unas altas fiebres sumieron a la emperatriz en una profunda depresión.
La llegada del tan ansiado heredero, el arquiduque Rodolfo, aun empeoró más su estabilidad mental. La arquiduquesa Sofía no consintió que su nuera se encargara de la educación del futuro emperador quien fue arrancado de los brazos de su madre sin ninguna compasión.
La terrible muerte de Rodolfo, quien fue encontrado sin vida junto a su amante María Vetsera en 1889, terminarían con la salud y la poca felicidad que le quedaba a la emperatriz.
La única luz de alegría la tuvo con su hija mayor, María Valeria, con la que compartió largas estancias en su amada Hungría.
Responsabilidad política
A pesar de su total inadaptación a la vida en la Corte, Elisabeth intentó estar al lado de su marido, un emperador poco querido, defensor a ultranza del centralismo y el absolutismo en una Europa, la Europa de las revoluciones liberales, que demandaba aires nuevos para sus gobernantes.
Uno de los mayores éxitos del reinado de Francisco José, plagado de enfrentamientos, conflictos y pérdidas de territorio, fue la unión al imperio de Hungría. El amor por aquellas tierras y las habilidades diplomáticas de la emperatriz llevaron la corona húngara a la cabeza de su marido.
Trágico final
Elisabeth pasó parte de sus últimos años viajando, pasión que heredó de su padre. Por tierra y por mar, la emperatriz recorrió el Mediterráneo y muchas ciudades europeas; siempre oculta tras un paraguas o un velo y con el luto como compañero. La relación con su marido hacía tiempo que se había enfriado y se había convertido en una respetuosa amistad. Elisabeth llegó a propiciar y consentir la relación de Francisco José con su amante Katharina Schratt, a la que ambos conocían como la amiga.
En uno de sus muchos viajes, la emperatriz encontró la muerte en Ginebra de la mano de un anarquista que tenía planeado matar a otra víctima. El 10 de septiembre de 1898, el anarquista italiano Luigi Lucheni decidió terminar con la vida de Elisabeth ante la ausencia de un príncipe francés al que había planeado aniquilar. Fingiendo un tropiezo, Luigi clavó en el corazón de la emperatriz de un certero y mortal golpe un estilete. Elisabeth se levantó y continuó caminando hacia el barco anclado en el lago Lemans hacia el que se disponía a embarcar. Una vez arriba del barco se percató del golpe, se mareó y se desvaneció. La emperatriz Elisabeth de Austria-Hungría fallecía poco después.
Su cuerpo era trasladado con solemne respeto y boato a la Cripta Imperial de Viena, para ser enterrada al lado de su amado hijo Rodolfo.
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