lunes, 17 de septiembre de 2018

LEYENDAS POR CULTURA - EUROPA

EN ESPAÑA

Guillem de Cabestany, en provenzal Guilhem de Cabestany (* finales del siglo XII- † 1212) fue un trovadorcatalán de la Edad Media cuya existencia está discutida.


Leyenda de Guillem de Cabestany según los Cancioneros[editar]

Guillem de Cabestany fue un caballero de la comarca del Rosellón, que limita con Cataluña y con Narbona. Fue un hombre de agradable figura, y muy famoso en armas, cortesía y servicio. Y había en su comarca una dama que se llamaba Saurimonda, esposa de Ramon de Castell Rosselló, que era muy noble y rico, malo, bravo, feroz y orgulloso. Y Guillem de Cabestany quería la señora por amor, y sobre ella cantaba y componía sus canciones. Y la dama, que era joven, gentil, alegre y bella, lo quería más que a nada en el mundo. Y esto fue dicho a Ramon de Castell Rosselló; y él, como hombre airado y celoso, investigó el hecho y supo que era verdad, e hizo guardar la esposa. Y un día, Ramon de Castell Rosselló encontró a Guillem de Cabestany que paseaba con poca compañía, y lo mató; le hizo sacar el corazón del cuerpo y le cortó la cabeza; e hizo traer el corazón a su casa, y también la cabeza; e hizo asar el corazón con pimienta, y lo dio de comer a su esposa. Y cuando la dama lo hubo comido, Ramón de Castell Rosselló le dijo: "Sabéis qué es esto que habéis comido?" Y ella dijo: "No, sino que era una vianda muy buena y sabrosa." Y él le dijo que era el corazón de Guillem de Cabestany aquello que había comido; y, para que lo creyera, hizo traer la cabeza ante ella. Y cuando la mujer vio y sintió esto, perdió la vista y el oído. Y cuando volvió en sí dijo: "Señor, me habéis dado tan buena carne que nunca jamás comeré de otra." Y cuando él escuchó esto, corrió con su espada y quiso golpearla en la cabeza; y ella corrió hacia un balcón y se tiró, y así murió. Y por el Rosellón y por toda Cataluña corrió la nueva de que Guillem de Cabestany y la mujer habían muerto tan traidoramente y que Ramon de Castell Rosselló había dado el corazón de Guillem como comida a la mujer. Fue mucha la tristeza por todas las comarcas; y la queja llegó al rey de Aragón, que era señor de Ramon de Castell Rosselló y de Guillem de Cabestany. Y vino a Perpiñán, al Rossellón, e hizo que Ramon de Castell Rosselló se presentara delante de él; lo hizo prender y le arrebató todos sus castillos y los hizo destruir, y tomó de él todo aquello que tenía, y lo mandó a prisión. Y después mandó recoger los restos de Guillem de Cabestany y de la dama, y los hizo traer a Perpiñán y poner en un monumento ante la puerta de la iglesia; y ordenó dibujar sobre el monumento cómo habían muerto; y ordenó que por todo el condado del Rossellón, todos los caballeros y las damas celebraran el aniversario todos los años. Y Ramon de Castell Rosselló murió en la prisión del rey.1

Datos falsos[editar]

Que esta vida es falsa lo prueba el hecho de que, según consta en documentos de la época, Saurimonda, viuda de Ramón de Castell-Rosselló se volvió a casar el 1210 y que Guillem de Cabestany aparece en Navas de Tolosa el 1212. Además, el rey Alfonso I, que se menciona en las versiones más largas de la vida, había muerto un año antes del casamiento de Saurimonda con Ramón de Castell-Rosselló (1197).

Obra[editar]

De este trovador se conservan siete canciones cuya autoría es segura, una de las cuales figura entre las más bellas y repetidas de la literatura trovadoresca: Lo dous cossire (La dulce tristeza). Esta canción se encuentra junto a su traducción al catalán en el artículo de canciones. Las otras dos canciones son de atribución dudosa.

La leyenda del corazón del amante que un marido celoso obliga a comer a la mujer adúltera, ignorante de lo que tiene en el plato, es una de esas historias de éxito asegurado por una sabia combinación de elementos románticos y truculentos; mezcla que también se encuentra, para continuar con el tema del canibalismo amoroso, en la Medea que mata y cocina los hijos tenidos con Jasón para que éste los devore con la misma inconsciencia y posterior remordimiento. Durante siglos, la figura que ha dado nombre a la leyenda del corazón comido ha sido el trovador catalán del Rosellón Guillem de Cabestany (s. XII ej.-XIII in.), Gracias a una vida anónima, biografía novelada pero con elementos históricos, que explicaba sus trágicos amores con Saurimonda. La última recuperación de la leyenda, la encontramos en una ópera del compositor británico George Benjamin , Escrito en skin (2012), con libreto de Martin Crimp, donde el trovador se convierte en un iluminador de manuscritos que, como la poesía de Guillem, delatan su pasión por la "dompna"; véase un dossier sobre la presentación de la obra en Barcelona a In Fern Land , el interesantísimo blog sobre ópera (y más) de Joaquim Hernández.
Dejo aquí la vida y la música.
:: VIDA DE GUILLEM DE CABESTANY ::
Guillemin de Cabestaing si fo unos Cavallieri del encontrada de Rossillon, que colinda con Cataloigna te ab Narbona. Mout fo avinens se de la persona, y mout Prezi de armas y de cortesía y de servir. Te abuela en la soa encontrada una dompna que avia nombre madona Soremonda, moiller de Raimon de Castel Rossillon, que era mout gentiles y ricos y malos y toros y fieros te orgoillos. En Guillemin de Cabestaing si amaba la dompna por amor y chants de leyes e · n Fazio sas chanssos. E la dompna, que era jóvenes y gaia y gentiles y bella, si'l quería bien mais que a reno del mundo. Y fue dicho sonido a · N Raimundo de Castel Rossillon; te el, como se iratz y celos, enqeric todo el faich y Sauper que hacia era, y Fetz guardar la moiller. E qan vendo un día, Raimundo de Castel Rossillon encontró pasan Guillem de Cabestaing ses gran compaignia te mata el; y Fetz sacarle el corazón del cuerpo y Fetz le taillis la testa; e · l corazón Fetz llevar a su alberca y la testa otrosí; y Fetz el raustir y hacer a pimentada, y Fetz el dar a comer a la moiller. E qan la dompna la ac comido, Raimundo de Castel Rossillon le dis: "sabéis os sonido que usted ha comido?" Te ella dis: "Non, si no que mout sido buena vianda y Saborido". Te lo le dis q'el era el curso de Guillermo de Cabestaing sonido que ella abuela comido; te, a sonido q'ella · l crezes mieils, si Fetz aportar la testa denan leyes. E cuando la dompna vic sonido te auzic, ella perdió el vezér y la auzir. E qand ella revenc, si dis: "Seigner, bien m'avetz dat si buena comida que ya mais non manjarai otro". E qand el auzic sonido, el corso con s'espaza y volcán le dar sobre en la testa; te ella corazones ad un balcón y laisset se Cazères bajo, te enaissi murió. E la novel corazones para Rossillon y por toda Cataloigna q'en Guillema de Cabestaing y la dompna eran enaissi mal muerte y q'en Raimundo de Castel Rossillon abuela dado el corazón de Guillermo a comer a la dompna. Mout fo grandes tristeza por todas las encontradas; e · l reclamos vendo denan el rey de Aragón, que era Seigner de Raimon de Castel Rossillon y de Guillermo de Cabestaing. E vendo se en Perpignan, en Rossillon, y Fetz venir Raimundo de Castel Rossillon denan si;y, qand fo vengutz, si · l Fetz tomar y Tolc le totz sos Chastel e · ls Fetz deshacer; y Tolc le todo Qantir abuela, y lui en Menet en preison. E pois Fetz penre Guillem de Cabestaing y la dompna, y Fetz traerlos a Perpignan y poner en un monumento denan la uis de la iglesia; y Fetz desseignar desobedece · l monumento cum ill eron sido muerto; te ordenó por todo el contado de Rossillon que Tuichi le Cavailler y las dompnas les vengesson faro anoal chascun año. E Raimundo de Castel Rossillon murió en la preison del rey. (Fuente: Martín de Riquer, Los trovadores. Historia literaria y textos, II, Barcelona, 1975, p. 1067-1068)









Calaínos es un caballero andante ficticio que aparece en el Romance del moro Calaínos, recogido en la edición de Amberes del Cancionero general.

En el romance se supone al moro Calaínos señor de los montes Claros y de Constantina la Llana, amante de la infanta Sevilla hija de Almanzor, rey de Sansueña o Zaragoza, a quien sirvió cinco años. Ella para corresponder a sus amores le exigió que le trajese tres cabezas de los doce Pares de Francia. Se puso a ello el enamorado joven, que desafió a Oliveros, Roldán y Reinaldos de Montalbán pero al final fue Roldán el que le cortó á él la cabeza.1

Coplas de Calaínos[editar]

El Diccionario de la Real Academia Española recoge la expresión "coplas de Calaínos" con el significado de "noticias remotas e inoportunas"2​ Además la frase "dársele a uno de una cosa lo mismo que de las coplas de Calaínos" se usa para indicar que alguien no tiene en ninguna estima o no le da importancia a algo.



       Ya cabalga Calaínos   
 a la sombra de una oliva,   
 el pie tiene en el estribo,   
 cabalga de gallardía.   
 Mirando estaba a Sansueña,   
 al arrabal con la villa,   
 por ver si vería algún moro   
 a quien preguntar podría.   
 Venía por los palacios   
 la linda infanta Sevilla;    
 vido estar un moro viejo   
 que a ella guardar solía.   
 Calaínos que lo vido   
 llegado allá se había;   
 las palabras que le dijo   
 con amor y cortesía:   
 -Por Alá te ruego, moro,   
 así te alargue la vida,   
 que me muestres los palacios   
 donde mi vida vivía,   
 de quien triste soy cautivo,   
 y por quien pena tenía,   
 que cierto por sus amores   
 creo yo perder la vida;   
 mas si por ella la pierdo   
 no se llamará perdida,   
 que quien muere por tal dama   
 desque muerto tiene vida.   
 Mas porque me entiendas, moro,   
 por quien preguntado había,   
 es la más hermosa dama   
 de toda la Morería,   
 sepas que a ella la llaman   
 la grande infanta Sevilla.   
 Las razones que pasaban   
 Sevilla bien las oía:   
 púsose a una ventana,   
 hermosa a maravilla,   
 con muy ricos atavíos,   
 los mejores que tenía.   
 Ella era tan hermosa,   
 otra su par no la había.   
 Calaínos que la vido   
 de esta suerte le decía:   
 -Cartas te traigo, señora,   
 de un señor a quien servía:   
 creo que es el rey tu padre   
 porque Almanzor se decía:   
 descende de la ventana   
 sabrás la mensajería.   
 Sevilla cuando lo oyera   
 presto de allí descendía:   
 apeóse Calaínos,   
 gran reverencia le hacía.   
 La dama cuando esto vido    
 tal pregunta le hacía:   
 -¿Quién sois vos el caballero,   
 que mi padre acá os envía?   
 -Calaínos soy, señora,   
 Calaínos el de Arabía,   
 señor de los Montes Claros.   
 De Constantina la llana,   
 y de las tierras del Turco   
 yo gran tributo llevaba,   
 y el Preste Juan de las Indias   
 siempre parias me enviaba,   
 y el Soldán de Babilonia   
 a mi mandar siempre estaba:   
 reyes y príncipes moros   
 siempre señor me llamaban,    
 sino es el rey vuestro padre,   
 que yo a su mandado estaba,   
 no porque le he menester,   
 mas por nuevas que me daban   
 que tenía una hija   
 a quien Sevilla llamaban,   
 que era más linda mujer   
 que cuantas moras se hallan.   
 Por vos le serví cinco años   
 sin sueldo ni sin soldada;    
 él a mí no me la dio,   
 ni yo se la demandaba.   
 Por tus amores, Sevilla,   
 pasé yo la mar salada,   
 porque he de perder la vida   
 o has de ser mi enamorada.   
 Cuando Sevilla esto oyera   
 esta respuesta le daba:   
 -Calaínos, Calaínos,   
 de aqueso yo no sé nada,   
 que siete amas me criaron,   
 seis moras y una cristiana.   
 Las moras me daban leche,   
 la otra me aconsejaba;   
 según que me aconsejaba   
 bien mostraba ser cristiana.   
 Diérame muy buen consejo,   
 y a mí bien se me acordaba   
 que jamás yo prometiese   
 de nadie ser enamorada,   
 hasta que primero hubiese   
 algún buen dote o arras.   
 Calaínos que esto oyera   
 esta respuesta le daba:   
 -Bien podéis pedir, señora,   
 que no se os negará nada:   
 si queréis castillos fuertes,   
 ciudades en tierra llana,   
 o si queréis plata u oro   
 o moneda amonedada.   
 Y Sevilla, aquestos dones,   
 como no los estimaba,   
 respondióle: -Si quería   
 tenella por namorada,   
 que vaya dentro a París,   
 que en medio de Francia estaba,   
 y le traiga tres cabezas   
 cuales ella demandaba,   
 y que si aquesto hiciese   
 sería su enamorada.   
 Calaínos cuando oyó   
 lo que ella le demandaba   
 respondióle muy alegre,   
 aunque él se maravillaba   
 dejar villas y castillos   
 y los dones que le daba   
 por pedirle tres cabezas   
 que no le costarán nada:   
 dijo que las señalase,   
 o diga cómo se llaman.   
 Luego la infanta Sevilla   
 se las empezó a nombrar:   
 la una es de Oliveros,   
 la otra de don Roldán,   
 la otra del esforzado   
 Reinaldos de Montalván.   
 Ya señalados los hombres   
 a quien había de buscar,   
 despídese Calaínos   
 con muy cortés hablar:    
 -Déme la mano tu Alteza,   
 que se la quiero besar,   
 y la fe y prometimiento   
 de comigo te casar,   
 cuando traiga las cabezas    
 que quesiste demandar.   
 -Pláceme, dijo, de grado   
 y de buena voluntad.   
 Allí se toman las manos,   
 la fe se hubieron de dar   
 que el uno ni el otro   
 no se pudiesen casar   
 hasta que el buen Calaínos   
 de allá hubiese de tornar,   
 y que si otra cosa fuese   
 la enviaría avisar.   
 Ya se parte Calaínos,   
 ya se parte, ya se va:   
 hace broslar sus pendones   
 y en todos una señal;   
 cubiertos de ricas lunas,   
 teñidas en sangre van.   
 En camino es Calaínos   
 a los franceses buscar:   
 andando jornadas ciertas    
 a París llegado ha.   
 En la guardia de París   
 cabe San Juan de Letrán,   
 allí levantó su seña   
 y empezara de hablar:   
 -Tañan luego esas trompetas   
 como quien va a cabalgar,   
 porque me sientan los doce   
 que dentro en París están.   
 El emperador aquel día   
 había salido a cazar:   
 con él iba Oliveros,   
 con él iba don Roldán,   
 con él iba el esforzado   
 Reinaldos de Montalván;   
 también el Dardín Dardeña;   
 y el buen viejo don Beltrán,   
 y ese Gastón y Claros   
 con el romano Final:   
 también iba Valdovinos,   
 y Urgel en fuerzas sin par,   
 y también iba Guarinos   
 almirante de la mar.   
 El emperador entre ellos   
 empezara de hablar:   
 -Escuchad, mis caballeros,   
 que tañen a cabalgar.   
 Ellos estando escuchando   
 vieron un moro pasar;   
 armado va a la morisca,   
 empiézanle de llamar,   
 y ya que es llegado el moro   
 do el emperador está,   
 el emperador que lo vido   
 empezóle a preguntar:   
 -Di, ¿adónde vas tú, el moro?   
 ¿cómo en Francia osaste entrar?   
 ¡Grande osadía tuviste   
 de hasta París llegar!   
 El moro cuando esto oyó   
 tal respuesta le fue a dar:   
 -Vo a buscar al emperante   
 de Francia la natural,   
 que le traigo una embajada   
 de un moro principal,   
 a quien sirvo de trompeta,   
 y tengo por capitán.   
 El emperador que esto oyó   
 luego lo fue a demandar   
 que dijese qué quería,   
 por qué a él iba a buscar;   
 que él es el emperador Carlos   
 de Francia la natural.   
 El moro cuando lo supo   
 empezóle de hablar:   
 -Señor, sepa tu Alteza   
 y tu corona imperial,   
 que ese moro Calaínos,   
 señor, me ha enviado acá,   
 desafiando a tu Alteza   
 y a todos los doce pares,   
 que salgan lanza por lanza   
 para con él pelear.   
 Señor, veis allí su seña,   
 donde los ha de aguardar;   
 perdóneme vuestra Alteza,   
 que respuesta le vo a dar.   
 Cuando fue partido el moro   
 el emperador fue a hablar:   
 -¡Cuando yo era mancebo,   
 que armas solía llevar,   
 nunca moro fue osado   
 de en toda Francia asomar;   
 mas agora que soy viejo   
 a París los veo llegar!   
 No es mengua de mí solo   
 pues no puedo pelear,   
 mas es mengua de Oliveros,   
 y asimesmo de Roldán;   
 mengua de todos los doce,   
 y de cuantos aquí están.   
 Por Dios a Roldán me llamen   
 porque se vaya a pelear   
 con el moro de la enguardia   
 y lo haga de allí quitar:   
 que lo traiga muerto o preso,   
 porque se haya de acordar   
 de cómo viene a París   
 para me desafiar.   
 Don Roldán cuando esto oyera   
 empiézale de hablar:   
 -Excusado es, señor,   
 de enviarme a pelear,   
 porque tenéis caballeros   
 a quien podéis enviar,   
 que cuando son entre damas   
 bien se saben alabar,   
 que aunque vengan dos mil moros   
 uno los esperará,   
 cuando son en la batalla   
 véolos tornar atrás.   
 Todos los doce callaron   
 si no el menor de edad,   
 al cual llaman Valdovinos,   
 en el esfuerzo muy grande;   
 las palabras que dijera   
 eran con riguridad:   
 -Mucho estoy maravillado   
 de vos, señor don Roldán,   
 que amengüéis todos los doce    
 vos que los habíades de honrar:   
 si no fuérades mi tío   
 con vos me fuera a matar,   
 porque entre todos los doce   
 ninguno podéis nombrar,   
 que lo que dice de boca   
 no lo sepa hacer verdad.   
 Levantóse con enojo   
 ese paladín Roldán;   
 Valdovinos que esto vido   
 también se fue a levantar,   
 el emperador entre ellos   
 por el enojo quitar.   
 Ellos en aquesto estando,   
 Valdovinos fue a llamar   
 a los mozos que traía;   
 por las armas fue a enviar.   
 El emperador que esto vido   
 empezóle de rogar   
 que le hiciese un placer,   
 que no fuese a pelear,   
 porque el moro era esforzado,   
 podríale maltratar,   
 -que aunque ánimo tengáis   
 la fuerza os podría faltar,   
 y el moro es diestro en armas,   
 vezado a pelear.   
 Valdovinos que esto oyó   
 empezóse a desviar   
 diciendo al emperador   
 licencia le fuese a dar,   
 y que si él no se la diese   
 que él se la quería tomar.   
 Cuando el emperador vido   
 que no lo podía excusar,   
 cuando llegaron sus armas   
 él mesmo le ayudó a armar:   
 diole licencia que fuese   
 con el moro a pelear.   
 Ya se parte Valdovinos,   
 ya se parte, ya se va,   
 ya es llegado a la guardia   
 do Calaínos está.   
 Calaínos que lo vido   
 empezóle así de hablar:   
 -Bien vengáis el francesico,   
 de Francia la natural,   
 si queréis vivir comigo   
 por paje os quiero llevar;   
 llevaros he a mis tierras   
 do placer podáis tomar.   
 Valdovinos que esto oyera   
 tal respuesta le fue a dar:   
 -Calaínos, Calaínos,   
 no debíades así de hablar,   
 que antes que de aquí me vaya   
 yo os lo tengo de mostrar   
 que aquí moriréis primero   
 que por paje me tomar.   
 Cuando el moro aquesto oyera    
 empezó así de hablar:   
 -Tórnate, el francesico,   
 a París, esa ciudad.   
 que si esa porfía tienes   
 caro te habrá de costar,   
 porque quien entra en mis manos   
 nunca puede bien librar.   
 Cuando el mancebo esto oyera   
 tornóle a porfiar   
 que se aparejase presto   
 que con él se ha de matar.   
 Cuando el moro vio al mancebo   
 de tal suerte porfiar,   
 díjole: -Vente, cristiano,   
 presto para me encontrar,   
 que antes que de aquí te vayas   
 conocerás la verdad,   
 que te fuera muy mejor   
 comigo no pelear.   
 Vanse el uno para el otro,   
 tan recio que es de espantar.   
 A los primeros encuentros   
 el mancebo en tierra está.   
 El moro cuando esto vido   
 luego se fue apear;   
 sacó un alfanje muy rico   
 para habelle de matar;   
 mas antes que le hiriese   
 le empezó de preguntar   
 quién o cómo se llamaba,   
 y si es de los doce pares.   
 El mancebo estando en esto   
 luego dijo la verdad,   
 que le llaman Valdovinos,   
 sobrino de don Roldán.   
 Cuando el moro tal oyó   
 empezóle de hablar:   
 -Por ser de tan pocos días,   
 y de esfuerzo singular   
 yo te quiero dar la vida,   
 y no te quiero matar;   
 mas quiérote llevar preso   
 porque te venga a buscar   
 tu buen pariente Oliveros,   
 y ese tu tío don Roldán,   
 y ese otro muy esforzado   
 Reinaldos de Montalván,   
 que por esos tres ha sido   
 mi venida a pelear.   
 Don Roldán allá do estaba   
 no hace sino sospirar,   
 viendo que el moro ha vencido   
 a Valdovinos el infante.   
 Sin más hablar con ninguno   
 don Roldán luego se parte   
 íbase para la guardia   
 para aquel moro matar.   
 El moro cuando lo vido   
 empezóle a preguntar   
 quién es o cómo se llama,   
 o si era de los doce pares.   
 Don Roldán cuando esto oyó   
 respondiérale muy mal:   
 -Esa razón, perro moro,   
 tú no me las has de tomar,   
 porque a ese a quien tú tienes   
 yo te lo haré soltar:   
 presto aparéjate, moro,   
 y empieza de pelear.   
 Vanse el uno para el otro   
 con un esfuerzo muy grande:   
 danse tan recios encuentros   
 que el moro caído ha;   
 Roldán que al moro vio en tierra   
 luego se fue apear:   
 -Dime tú, traidor de moro,   
 no me lo quieras negar:   
 ¿cómo tú fuiste osado   
 de en toda Francia parar,   
 ni al buen viejo emperador,   
 ni a los doce desafiar?   
 ¿Cuál diablo te engañó   
 cerca de París llegar?   
 El moro cuando esto oyera   
 tal respuesta le fue a dar:   
 -Tengo una cativa mora,   
 mujer de muy gran linaje:   
 requeríla yo de amores,   
 y ella me fue a demandar   
 que le diese tres cabezas  
 de París, esa ciudad:   
 que si éstas yo le llevo   
 comigo había de casar;   
 la una es de Oliveros,   
 la otra de don Roldán,   
 la otra del esforzado   
 Reinaldos de Montalván.   
 Don Roldán cuando esto oyera   
 así le empezó de hablar:   
 ¡Mujer que tal te pedía   
 cierto te quería mal,   
 porque esas no son cabezas   
 que tú las puedes cortar!   
 mas porque a ti sea castigo,   
 y otro se haya de guardar   
 de desafiar a los doce,   
 ni venirlos a buscar,   
 echó mano a un estoque   
 para el moro matar.   
 La cabeza de los hombros   
 luego se la fue a cortar:   
 llevóla al emperador   
 y fuésela a presentar.   
 Los doce cuando esto vieron   
 toman placer singular   
 en ver así muerto al moro,   
 y por tal mengua le dar.   
 También trajo a Valdovinos   
 que él mismo lo fue a soltar.   
 Así murió Calaínos   
 en Francia la natural,   
 por manos del esforzado    
 el buen paladín Roldán.  

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