A Gertrudis Gomes de Avellaneda
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En esos hoy encantadores valles,
montes un día y rústicos apriscos,
el cetro del poder abrió entre riscos
parques floridos y frondosas calles.
Rocía a sus ninfas los esbeltos talles,
raudal brotando entre espumosos discos,
por grupos bellos y altos obeliscos,
émulos de la pompa de Versalles.
Si en la enramada el ruiseñor modula
festivo cante y la nadante carpa
en clara fuente plácida circula,
feliz cual nave que ligera zarpa
para tu isla natal, celebra ¡oh Tula!
ese Brobón-Edén, pulsando tu arpa.
¿Qué imposible no alcanza la hermosura?
¿Quién no cede a su hechizo soberano?
Adonde llega su poder tirano
la fábula, la historia lo asegura.
Renuncia Adán la celestial ventura,
su dulce halago resistiendo en vano;
por ella Paris el valor troyano
arma y conduce a perdición segura.
De una manzana la belleza rara
causó de entrambos la desdicha fiera
que de tu amor los gustos acibara:
mas si a verte llegara, mi Glicera,
el uno de tu mano la tomara,
el otro a tus encantos la rindiera.
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
A GUERRERO.[editar]
Si el grande Hidalgo el adalid primero
Fué de la patria en memorable día,
Y Morelos con génio y bizarría
La fama obtuvo de inmortal guerrero;
Si Bravo el generoso dió al ibero
Sublime ejemplo de nobleza pía,
¿Quién tu constancia superar podría
Allí en las horas de infortunio fiero?
Tú fuiste la vestal conservadora
Del fuego sacrosanto, en las regiones
Del Sur que Febo con su lumbre dora:
Salvaste de la patria los pendones
Hasta que vieron despuntar la aurora
De hermosa libertad los corazones.
Nota: Poema aparecido en el libro
Rimas.
Tú Guido, y yo con Lapo desearía
que fuésemos por alto encantamiento
puestos en un bajel que a todo viento
a nuestra voluntad bogara y mía.
Y ni mal tiempo o tempestad bravía
nos pudiese causar impedimento,
antes creciese en el común contento
el deseo de estar en compañía.
Y allí el encantador condescendiente
también pudiese a nuestras damas bellas,
Beatriz, Juana y la que Safo adora:
¡Y hablando allí mi amor eternamente,
tan satisfechas cual nosotros ellas,
se nos huyese un siglo como una hora!
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
¡Ay del que osado á proclamar se atreve
La santa libertad de un pueblo hundido
En dura esclavitud! Ay si vencido
Al fin se mira por tirano aleve!
Que no basta cortar el hilo breve
De la vida del héroe aborrecido:
Por empañar su nombre esclarecido
Su lengua de áspid la calumnia mueve.
¡Oh grande Hidalgo! tu inmortal renombre
Hundir quisieran en la noche oscura
Los que del hombre hacen lobo del hombre.
Y en vano te denigran; que á la altura
En que supiste colocar tu nombre,
No llega el fango de la tierra impura!
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