martes, 12 de febrero de 2019

SONETOS


A Filis

 En vano, Filis bella, afectas ira,   
 que es dulce siendo tuya, y más en vano   
 nos insulta ese labio soberano   
 do entre claveles la verdad respira.   
 

 Un tierno pecho que por ti suspira  
 esa linda esquivez adora en vano,   
 y por ser tuyo se contenta insano   
 si, no pudiendo amor, desdén te inspira.   
 

 No esperes que ofendidos tus amores   
 huyan de tu halagüeño menosprecio  
 ni de sufrir se cansen tus rigores;   
 

 aun más esclavos los tendrás que amores,   
 pues vale más, oh Filis, tu desprecio   
 que de mil hermosuras mil favores.   




A Flerida, poetisa de Leandro Fernández de Moratín 
 Basta Cupido ya, que a la divina   
 Ninfa del Turia reverente adoro:   
 ni espero libertad, ni alivio imploro,   
 y cedo alegre al astro que me inclina.   
 

 ¿Qué nuevas armas tu rigor destina  
 contra mi vida, si defensa ignoro?   
 Sí, ya la admiro entre el castalio coro   
 la cítara pulsar griega y latina.   
 

 Ya, coronada del laurel febeo,   
 en altos versos llenos de dulzura,    
 oigo su voz, su número elegante.   
 

 Para tanto poder débil trofeo   
 adquieres tú; si sólo su hermosura   
 bastó a rendir mi corazón amante. 



A Flérida de Clemente Althaus 
¿Qué has hecho, ingrata Flérida, que has hecho? ¡Así a tu amante dejas, y a un anciano por un vil interés vendes tu mano a que solo el amor tiene derecho! ¡Ay! ¡qué vida te aguarda! en mesa, en lecho,  do quier al lado de ese espectro humano, tu dulce amante extrañarás en vano, que no se vende con la mano el pecho. No marmóreo palacio, áurea carroza, claros diamantes, ni real boato  la pena aliviarán que te destroza: mas que tal vida y el continuo trato de tu odiado consorte, en pobre choza con tu amante vivir te fuera grato.
A Francisco de Quevedo de Luis de Góngora y Argote 
Anacreonte español, no hay quien os tope,
que no diga con mucha cortesía,
que ya que vuestros pies son de elegía,
que vuestras suavidades son de arrope.

¿No imitaréis al terenciano Lope,
que al de Belerofonte cada día
sobre zuecos de cómica poesía
se calza espuelas, y le da un galope?

Con cuidado especial vuestros antojos
dicen que quieren traducir al griego,
no habiéndolo mirado vuestros ojos.

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
porque a luz saque ciertos versos flojos,
y entenderéis cualquier gregüesco luego.



A Fénix, habiendo cantado de Pedro Soto de Rojas 
Al dulce son de vuestro blando acento vi las aves sin dueño ya cautivas, suspensas vi las aguas fugitivas del Dauro en su orgulloso movimiento, vi el rumor de los árboles atento, vi del aire cesar las lenguas vivas, vi humanarse las fieras más esquivas y moverse las piedras de su asiento. Vime también de vuestro canto asido, Fénix bella, y al céfiro, a las aves, piedras, árboles, fieras y corriente dije: «Pues este canto os da sentido, sentid, testigos de este bien suaves, que ya mi alma de sentir no siente».

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