En vano, Elisa, describir intento
el dulce afecto que tu nombre inspira;
y aunque Apolo me dé su acorde lira,
lo que pienso diré, no lo que siento.
Puede pintarse el invisible viento,
la veloz llama que ante el trueno gira,
del cielo el esplendor, del mar la ira;
mas no alcanza al amor pincel ni acento.
De la amistad la plácida sonrisa,
y el puro fuego, que en las almas prende,
ni al labio, ni a la cítara confío.
Mas podrás conocerlo, bella Elisa,
si ese tu hermoso corazón entiende
la muda voz que le dirige el mío.
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
Alma del alma, imágen de mi sueño,
Luz de mi noche, vida de mi vida,
Estrella de los cielos desprendida
Para ser de mi ser único dueño.
¿Qué te puede importar si en loco empeño
Corrí una vez tras ilusión mentida,
Cuando sólo tu amor en mí se anida
Y es á mi afán mi corazón pequeño?
Vivir para adorarle sólo ansío;
Libre me entrego á tí, sin otros lazos
Que el que une mi ventura á tu albedrío.
Los ídolos de ayer hice pedazos,
Y hoy anhelo no más, ídolo mio,
La seductora cárcel de tus brazos.
A Emilia
suplicándole que cante el «Avemaría», de Schubert
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Cuando cantas en dulce melodía
la Oración de la Virgen, me parece
que otra vez el Arcángel aparece
y se postra a las plantas de María.
De aquel hondo misterio la alegría
mi espíritu levanta y ennoblece;
la niebla se disipa, y se esclarece
la estrecha senda que al Empíreo guía.
Hoy que tu pura voz ha enmudecido,
entre el cielo y el mundo denso velo
van poniendo las sombras del olvido...
¡Ay! Canta, Emilia, que escucharte anhelo,
para mirar de nuevo establecido
el contacto del mundo con el cielo.
Quiero que mi pasión, ¡oh Enarda!, sea,
menos de ti, de todos ignorada;
que ande en silencio y sombras embozada,
y ningún necio mofador la vea.
Sea yo dichoso, y más que nadie crea
que es con tu amor mi fe recompensada;
que no por ser de muchos envidiada,
crece la dicha a más sublime idea.
Amor es un afecto misterioso,
que nace entre secretas confianzas,
mas muere al soplo de mordaz censura;
y sólo aquel que logra, ni envidioso
ni envidiado, cumplir sus esperanzas,
colma su gozo y fija su ventura.
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
A ERNESTO ROSSI.
Sublime Hamlet; inmortal Otelo,
Gloria y honor de la italiana escena,
Grato tu nombre para mi resuena
Cuando á tu inmensidad remonto el vuelo.
Ya del amor traduzcas el anhelo,
Ya del crímen arrastres la cadena,
Siempre en el alma de emociones llena
Deja tu inspiración dulce consuelo.
De augustas sombras el cortejo mudo
Do quier te sigue como yo te sigo,
Acudiendo á tu voz como yo acudo:
Mas le falta la suerte que bendigo
De dar en un aplauso y un saludo
Galardon al artista y al amigo.
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