He aquí que te cacé por el pescuezo
a la orilla del mar, mientras movías
las flechas de tu aljaba para herirme
y vi en el suelo tu floreal corona.
Como a un muñeco destripé tu vientre
y examiné sus ruedas engañosas
y muy envuelta en sus poleas de oro
hallé una trampa que decía: sexo.
Sobre la playa, ya un guiñapo triste,
te mostré al sol, buscón de tus hazañas,
ante un corro asustado de sirenas.
Iba subiendo por la cuesta albina
tu madrina de engaños, Doña Luna,
y te arrojé a la boca de las olas.
a la orilla del mar, mientras movías
las flechas de tu aljaba para herirme
y vi en el suelo tu floreal corona.
Como a un muñeco destripé tu vientre
y examiné sus ruedas engañosas
y muy envuelta en sus poleas de oro
hallé una trampa que decía: sexo.
Sobre la playa, ya un guiñapo triste,
te mostré al sol, buscón de tus hazañas,
ante un corro asustado de sirenas.
Iba subiendo por la cuesta albina
tu madrina de engaños, Doña Luna,
y te arrojé a la boca de las olas.
Un día, España, en tu anchuroso imperio,
moviendo el sol el refulgente paso,
jamás hallaba tenebroso ocaso
al ir de un hemisferio a otro hemisferio;
cual ya al romano, así al valor iberio,
el ámbito del orbe vino escaso:
mas a tu antigua majestad, acaso
iguala tu presente vituperio.
De tal altura a sima tan profunda
te hizo caer del hado la inconstancia,
que Roma el mundo te llamó segunda:
Dad escarmientos a Inglaterra y Francia,
y teman que en abismo igual las hunda
su proterva ambición y su arrogancia.
moviendo el sol el refulgente paso,
jamás hallaba tenebroso ocaso
al ir de un hemisferio a otro hemisferio;
cual ya al romano, así al valor iberio,
el ámbito del orbe vino escaso:
mas a tu antigua majestad, acaso
iguala tu presente vituperio.
De tal altura a sima tan profunda
te hizo caer del hado la inconstancia,
que Roma el mundo te llamó segunda:
Dad escarmientos a Inglaterra y Francia,
y teman que en abismo igual las hunda
su proterva ambición y su arrogancia.
¡Con cuán fiel semejanza, dulce España,
tú sobretodo, bella Andalucía
me representas a la patria mía,
cuyo recuerdo siempre me acompaña!
Tanto tu idioma al peregrino engaña,
de tus hijas la gracia y gallardía
y de tu puro cielo la alegría,
que tal vez no se juzga en tierra extraña.
Mas presto el llanto a su pupila asoma,
y se aflige de nuevo el pecho amante,
cuando, advirtiendo en breve su error vano,
ve que, aunque en claro cielo, dulce idioma
y bellas hijas ¡ay! tan semejante,
no es este suelo al fin el peruano.
tú sobretodo, bella Andalucía
me representas a la patria mía,
cuyo recuerdo siempre me acompaña!
Tanto tu idioma al peregrino engaña,
de tus hijas la gracia y gallardía
y de tu puro cielo la alegría,
que tal vez no se juzga en tierra extraña.
Mas presto el llanto a su pupila asoma,
y se aflige de nuevo el pecho amante,
cuando, advirtiendo en breve su error vano,
ve que, aunque en claro cielo, dulce idioma
y bellas hijas ¡ay! tan semejante,
no es este suelo al fin el peruano.
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
A FABIO.[editar]
Oh! cuál me indigna, Fabio, la arrogancia
Con que pretende el hombre que su idea
Domine por do quier y pauta sea,
Porque lo quiere así su intolerancia!
Infalible se juzga en su jactancia;
Las obras de otro ingenio, ¡cuál afea!
Y cómo con las propias se recrea
Con entusiasmo y sin igual constancia!
Que adores á su Dios; que la hermosura
De la mujer ensalces que él admira,
Y casta llames á quien llama él pura;
¿No es necio pretender? ¡Oh Fabio! mira
Si puede ser mayor la desventura
Del que por santa libertad suspira.
Con que pretende el hombre que su idea
Domine por do quier y pauta sea,
Porque lo quiere así su intolerancia!
Infalible se juzga en su jactancia;
Las obras de otro ingenio, ¡cuál afea!
Y cómo con las propias se recrea
Con entusiasmo y sin igual constancia!
Que adores á su Dios; que la hermosura
De la mujer ensalces que él admira,
Y casta llames á quien llama él pura;
¿No es necio pretender? ¡Oh Fabio! mira
Si puede ser mayor la desventura
Del que por santa libertad suspira.
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
A FELA.[editar]
Tras de las horas del placer, un día
Las horas llegarán de la tristeza,
Cuando, marchita la gentil belleza,
Te cerque, Fela, soledad impía.
No importa! á la tenaz melancolía
Vencida mirarás si con grandeza
Consagras tu cariño y tu terneza
Al infinito amor de tu María.
Resista al infortunio tu alma fuerte
Y nunca temas, aunque el mal te aflija,
Que la mano del mal pueda vencerte.
Oh Fela hermosa! la mirada fija
Ten en que alcance venturosa suerte
La dulce niña de tus sueños hija.
Las horas llegarán de la tristeza,
Cuando, marchita la gentil belleza,
Te cerque, Fela, soledad impía.
No importa! á la tenaz melancolía
Vencida mirarás si con grandeza
Consagras tu cariño y tu terneza
Al infinito amor de tu María.
Resista al infortunio tu alma fuerte
Y nunca temas, aunque el mal te aflija,
Que la mano del mal pueda vencerte.
Oh Fela hermosa! la mirada fija
Ten en que alcance venturosa suerte
La dulce niña de tus sueños hija.
¿Quién tu rostro divino, Fili hermosa, que en esplendor venciera el claro día, intentó marchitar con mano impía sembrando gualda en su azucena y rosa? Tus ojos de paloma cariñosa, que do quieran llevaban la alegría, ¿quién los pudo eclipsar, di, vida mía, empañando su gloria luminosa? Venus fue la que en cólera y fiereza ajó tu flor con pecho vengativo, envidiando tu lumbre y gentileza. Pero Amor, que es tu guarda compasivo te volvió con un beso tu belleza, aumentando con otro tu atractivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario