martes, 12 de febrero de 2019

SONETOS


Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.



Á LA LIBERTAD.[editar]


Brotaste como Vénus de la espuma,
Y el gaditano mar te dio su arrullo;
Cual flor que abre á la aurora su capullo
Así te ví nacer entre la bruma.

Águila excelsa de rizada pluma
Ya el firmamento cruzas con orgullo,
Y de miles de labios el murmullo
Tu gloria canta y tus milagros suma.

¿En vez de las encinas y las palmas
En nido oscuro que labró tu anhelo
Tu dicha escondes y tus penas calmas?

Despierta, libertad; alza tu vuelo;
Nido mejor te ofrecen nuestras almas
Y has de subir con ellas hasta el cielo.









Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.



A LA LUZ.
_____

¡Oh luz radiante, que al bajar del cielo
Embelleces la tierra y la iluminas!
¿Qué serian sin tí las peregrinas
Beldades que despiertan dulce anhelo?

¿Qué las flores y el mar, y el verde suelo,
Y las gotas del agua diamantinas?
¿Qué la vida sin tí? ¿qué las divinas
Obras que el génio nos dejó en su vuelo?

Del alma agradecida suba el canto,
Suba á tu fuente, ¡oh luz! entre el incienso
Del orbe que en tí funda su tesoro,

Porque revelas del Eterno y Santo
Dios de los cielos, el poder inmenso,
En los raudales de tus rayos de oro.









A la Magdalena


 A la virtud, cuando habitara el suelo,   
 su imperio la belleza sometía,   
 la faz encantadora que atraía   
 el mundo al sonreír, lloró ante el Cielo.   
 

 Calmose el huracán que en raudo vuelo  
 el mar de las pasiones embestía;   
 fue la tiniebla luz, la noche día,   
 alzando la verdad su eterno velo.   
 

 La paz logró en la tierra una victoria,   
 y a las plantas del Justo por trofeos  
 se vieron los placeres, los amores;   
 

 las insignias del triunfo de más gloria,   
 las armas de la lid de los deseos,   
 suspiros, besos, lágrimas, olores. 



A la mañana de Jovellanos 
 Ven, ceñida de rayos y de flores   
 la rósea frente, ¡oh plácida mañana!   
 Ve; ven, y ahuyenta con tu faz galana   
 la perezosa noche y sus horrores.   
 

 Ven, y vuelve a los cielos sus ardores,  
 su frescura a la tierra, y su temprana   
 gloria a mi pecho, en Clori soberana;   
 en Clori mi delicia y mis amores.   
 

 Ven, ven, que si piadosa me escuchares,   
 yo te alzaré un altar sobre el florido  
 suelo que honrare Clori con su planta.   
 

 Y en él, después te ofreceré a millares   
 las víctimas mi pecho agradecido,   
 y los devotos himnos mi garganta. 




A la memoria de don Alberto Lista y Aragón [1] de Rafael María Baralt 
 ¡Levanta de tu tumba, oh de la hispana   ilustre juventud émulo guía!   ¡Tú a cuya voz absorto detenía   Betis sagrado el onda soberana!     ¡Tú a quien Minerva de su oliva, ufana,   la noble frente coronaba un día   y el rubio Apolo del laurel ceñía   que en la pompa circense el vate gana!     ¡Vives, sí, vives; de esplendor vestido   templo el mundo a tu fama es dilatado   y altar augusto la marmórea losa!     ¡Alce otra vez tu plectro el gran sonido,   y en hombros de las Musas levantado,   sube triunfante a la mansión gloriosa!

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