martes, 12 de febrero de 2019

SONETOS

A la señorita venezolana Teresa G.
de Rafael María Baralt 


 Si del Guaire gentil en la ribera
 naciste ufana entre risueñas flores,
 y sus plateadas ondas los ardores
 del sol templaron en tu edad primera.


 Si allí constante daba primavera
 a tus tersas mejillas sus colores;
 si todo te reía, si de amores
 en torno a ti brillaba la pradera.


 ¿Por qué luego, del Betis seducida,
 la maternal orilla abandonaste,
 prefiriendo el extraño al propio cielo?


 Vuelve, Teresa, a do empezó tu vida,
 o pagando el amor que me inspiraste,
 dame una patria en el hispano suelo. 









Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Á LA SIMPÁTICA ARTISTA[editar]

PILAR BERNAL.

Pilar en donde el arte se sostiene,
Pilar de donde mana la armonía,
Tal eres y serás por vida mia
Mientras tu voz en el espacio suene.

La inspiración que de los cielos viene
Vive y arde en tu jóven fantasía,
Y amor y pena, y gloria y alegría
Todo en tí forma y pensamiento tiene.

Quien alcanza la dicha de sentirte,
Quien el placer disfruta de mirarte,
Alas quiere tener para seguirte;

Y duda el corazón al escucharte,
Si debe por tus cantos aplaudirte
Ó debe por tus gracias adorarte.










Soneto LXXII - A la soledad
de Hernando de Acuña 


Pues se conforma nuestra compañía,
no dejes, soledad, de acompañarme,
que al punto que vinieses a faltarme
muy mayor soledad padecería. 

Tú haces ocupar mi fantasía
sólo en el bien que basta a contentarme,
y no es parte sin ti, para alegrarme
con todo su placer, el alegría. 

Contigo partiré, si no me dejas,
los altos bienes de mi pensamiento,
que me escapan de manos de la muerte; 

y no te daré parte de mis quejas,
ni del cuidado, ni del tormento,
ni dártela osaré por no perderte. 







Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


A LA SOLEDAD.[editar]


Tregua buscando al anhelar que siento
A tí un refugio, soledad, te pido;
Rueden mis horas en quietud y olvido,
Halle descanso en tí mi pensamiento.

Los que gozan de dicha y de contento
Disfrutando el amor de un sér querido,
Los que felices son, entre el rüido
Del mundo, vivirán sin mi tormento.

Mas yo que miro conjurarse airadas
Las penas todas contra el alma mía,
Busco tus horas tristes y calladas.

Amable soledad, oculta pía
Mis lágrimas que corren desbordadas;
Que de ellas nadie por mi mal se ría.








Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


XLV.[editar]

A la sombra de un olmo, al nuevo dia
De suspirar y de llorar cansado,
Con el alma despierto, y desvelado
Con el cuerpo, el pastor Tirsi dormia:

A su Fili soñando que veia
Movida á compasion de su cuidado,
Hablarle mansamente, apresurado.
Por asirla, las manos extendia.

Quando del ansia y del deseo alterada
Despide el alma el sueño: la pastora
Huye con él: y Tirsi abraza el viento.

Entonces con voz flaca acompañada
De lágrimas dice él: ¿quién quita agora
A los ojos el bien del pensamiento?

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