martes, 12 de febrero de 2019

SONETOS

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


A LA SRA. A.....[editar]


Si te es amarga la verdad, perdona;
Mas permite que te diga mi cariño
Que te alejes de aquí; te aguarda el niño
Que es de una madre la mejor corona.

Quien de modestia y de virtud blasona,
No há menester tan esmerado aliño,
Ni sus formas blanquísimas de armiño
A las torpes miradas abandona.

Vaso es que guarda celestial perfume
De la mujer casada la belleza,
Para el santuario del hogar tan solo.

Aléjate de aquí, pues se consume
Del corazón amante la pureza.
En donde imperan la lisonja, el dolo.









A la Excma., Sra. Duquesa de Frías en sus días
de Juan Nicasio Gallego 


 Cuando improvisa mi prisión oscura   
 tornó en vergel tu planta bienhechora,   
 y vio asombrada la naciente aurora   
 en tus ojos su luz brillar más pura;   
 

 no bastando mi pecho a tal ventura,  
 las gracias viendo do el espanto mora,   
 así al perderte prorrumpí, señora,   
 bañado el rostro en llanto de ternura.   
 

 «¡Ángel celeste, hechizo y ornamento   
 del mundo, vete en paz, y el cielo pío  
 sin fin te colme del placer que siento!»   
 

 Este fue, dulce amiga, el voto mío:   
 hoy le renueva el alma y el acento,   
 y en pobres versos a tus pies le envío. 




Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

A LA SRITA. M.....[editar]

En tu edad infantil, amiga mía,  Con intensa emoción te contemplaba,  Si tu planta gentil se deslizaba  En las riberas de la mar bravía.  Tu mano diminuta recogia  Conchas de nácar que la mar lanzaba,  Y la ola blanca que tu pié besaba  Temerosa á mis brazos te traia.  Entónces se fijaba con anhelo  En el oscuro porvenir mi mente,  Pensando en sus borrascas y su duelo;  Y al ver hoy tu beldad resplandeciente  Tiemblo al mirarte y le demando al cielo  Que jamás el dolor nuble tu frente.
A la tierra de Clemente Althaus 
I Sé entre todos los astros tú maldito, triste planeta, por mi airado verso: de un linaje infeliz cuanto perverso ¡patria fatal que por desdicha habito! Entre el número de astros infinito  que pueblan el vastísimo universo, eres, por culpa propia y hado adverso, el astro del dolor y del delito. Antes que suene del querub la trompa, el ciego choque de cometa airado  tu frágil mole estremeciendo rompa: ¡Y siga, sin tu globo, lo creado en concertada majestad y pompa su eterno movimiento arrebatado! II Perdona, madre Tierra, si mi inquieta  alma soberbia, en su ambición osada menospreciando un tiempo tu morada, quiso por mejor planeta! Ya la divina voluntad respeta que a ti la destinó, viendo humillada  que no hay mansión ninguna que a su nada mas que la que hoy habita le competa. Y no arde acaso en la celeste altura astro ninguno que de ti diverso sea en estar negado a la ventura:  acaso en el vastísimo universo, donde quiera que esté la criatura, la ley la oprime del destino adverso!
A la traición de una hermosa de Ramón López Velarde 
Tú que prendiste ayer los aurorales  Fulgores del amor en mi ventana;  Tú, bella infiel, adoración lejana  Madona de eucologios y misales: 
Tú, que ostentas reflejos siderales  En el pecho enjoyado, grave hermana,  Y en tus ojos, con lumbre sobrehumana,  Brillan las tres virtudes teologales: 
No pienses que tal vez te guardo encono  Por tus nupcias de hoy. Que te bendiga  Mi señor Jesucristo. Yo perdono 
Tu flaqueza, y esclavo de tu hechizo  De tu primer hijuelo, dulce amiga,  Celebraré en mis versos el bautizo. 

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