Fuiste suplicio en que a morir de horrenda
muerte de oprobio y de dolor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.
Y ora, contrito, religiosa ofrenda
de amores rinde ante tus pies el mundo
y de ti brota en manantial fecundo
consuelo al justo, al pecador enmienda.
¿Por qué trocado tu baldón en gloria,
y en júbilo por qué tu pesadumbre,
y en santo libro tu infernal historia?
Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su amor inextinguible lumbre.
muerte de oprobio y de dolor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.
Y ora, contrito, religiosa ofrenda
de amores rinde ante tus pies el mundo
y de ti brota en manantial fecundo
consuelo al justo, al pecador enmienda.
¿Por qué trocado tu baldón en gloria,
y en júbilo por qué tu pesadumbre,
y en santo libro tu infernal historia?
Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su amor inextinguible lumbre.
Fuiste suplicio en que a morir de horrenda
muerte de oprobio y de dolor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.
Y ora, contrito, religiosa ofrenda
de amores rinde ante tus pies el mundo
y de ti brota en manantial fecundo
consuelo al justo, al pecador enmienda.
¿Por qué trocado tu baldón en gloria,
y en júbilo por qué tu pesadumbre,
y en santo libro tu infernal historia?
Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su amor inextinguible lumbre.
muerte de oprobio y de dolor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.
Y ora, contrito, religiosa ofrenda
de amores rinde ante tus pies el mundo
y de ti brota en manantial fecundo
consuelo al justo, al pecador enmienda.
¿Por qué trocado tu baldón en gloria,
y en júbilo por qué tu pesadumbre,
y en santo libro tu infernal historia?
Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su amor inextinguible lumbre.
Suplicio fuiste en que a morir de horrenda
muerte afrentosa y con valor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.
Purificada por Jesús, ofrenda
de amor y cultos te consagra el mundo;
y hallan en ti consuelo el moribundo,
el justo premio, el pecador enmienda.
¿Por qué trocados tu baldón en gloria,
en dulce libertad tu servidumbre,
en santo libro tu infernal historia?
Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su empírea majestad vislumbre.
muerte afrentosa y con valor profundo
el hombre a sus esclavos, iracundo,
en su justicia condenó tremenda.
Purificada por Jesús, ofrenda
de amor y cultos te consagra el mundo;
y hallan en ti consuelo el moribundo,
el justo premio, el pecador enmienda.
¿Por qué trocados tu baldón en gloria,
en dulce libertad tu servidumbre,
en santo libro tu infernal historia?
Porque el Venido de la excelsa cumbre
dejó en tus brazos su feliz memoria,
y de su empírea majestad vislumbre.
Alto Portento del amor divino
tus oprobios, ¡oh Cruz!, torna en blasones
y el suplicio de esclavos y ladrones
de Dios a la mansión abre el camino.
Lábaro fuiste al magno Constantino
y por ti victoriosas sus legiones
anunciaron a pueblos y a naciones
nueva luz, nuevo altar, nuevo destino.
Entre cielo y tierra lazo fuerte,
del orbe antorcha, de la historia guía
en quien eterna la verdad reposa;
cuando vive y respira vendrá a muerte;
Tú con Jesús en el postrero día
asistirás triunfante y gloriosa.
tus oprobios, ¡oh Cruz!, torna en blasones
y el suplicio de esclavos y ladrones
de Dios a la mansión abre el camino.
Lábaro fuiste al magno Constantino
y por ti victoriosas sus legiones
anunciaron a pueblos y a naciones
nueva luz, nuevo altar, nuevo destino.
Entre cielo y tierra lazo fuerte,
del orbe antorcha, de la historia guía
en quien eterna la verdad reposa;
cuando vive y respira vendrá a muerte;
Tú con Jesús en el postrero día
asistirás triunfante y gloriosa.
Aún en mi corazón, con fuego impreso, y en mi atónito oído resonando, dura el suspiro de tu acento blando, más dulce que de amor el primer beso. Al donoso ademán, al embeleso de tu expresión y tus miradas, cuando cantas el aire bético imitando, ¿quién, Corila gentil, no pierde el seso? Bella, sensible, juguetona, esquiva, me exalto, y río, y me estremezco, y lloro al eco de tu voz tierna o festiva. ¡Feliz quien goce el mágico tesoro de tantas gracias, y contigo viva, y escuche de tu labio un: Yo te adoro.
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