martes, 12 de febrero de 2019

SONETOS

A las flores
de Pedro Calderón de la Barca 


Este soneto forma parte de la obra El Príncipe constante

Éstas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría. 

Este matiz que al cielo desafía,
Iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día! 

A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron. 

Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y espiraron;
que pasados los siglos horas fueron. 






A las flores
de Julio Zaldumbide Gangotena 


Prole gentil del céfiro y la aurora,
nacida con el don de la belleza;
gracias con que la gran naturaleza
ríe, y su augusta majestad decora.


La luz del sol, que el universo dora,
no tanto de su frente en la grandeza,
cuanto en vosotras linda se adereza,
y con matiz más gayo se colora.


En el campo del éter las estrellas
son flores celestiales, y en el suelo
vosotras sois estrellas de colores.


Tan puras sois, en fin, al par que bellas,
que pienso que del mundo el claro cielo
no tiene cosas más... que almas y flores.









Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


A LAURA.[editar]


Avaro, Laura, soy de tu ventura,
Y al mirar tu belleza soberana
Me atribula pensar que ciega ó vana
Pudieras descender de tánta altura.

Goces, riquezas, cuanto dicha augura,
Te habrá de prometer la cortesana
Juventud que te sigue y que se afana
Por ver marchita tu inocencia pura.

Ay si la escuchas! sus brillantes flores
Aspid ocultan de fatal veneno
Que hará que triste y desolada llores.

Si abres incauta al seductor tu seno,
Tras el sueño falaz de los amores
Su negra infamia te hundirá en el cieno.










Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


A LELIA.[editar]


Cuando marchite tus galanas flores
El que es de la beldad fiero enemigo,
Y en vano pidas protección y abrigo
A los que fueron, Lélia, tus amores;

Cuando todos te olviden; cuando llores
En triste soledad, sin un amigo
Que de tu pena ruda al ser testigo
Anhele disipar tus sinsabores,

Entónces ven á mí; conserva el pecho
Puro el recuerdo de su afecto santo
Y olvida tu pasado desvarío.

Entónces, Lélia, ven; mi hogar estrecho
Contigo partiré, que no lo es tanto
Que en él no quepan tu dolor y el mío.









Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


A LELIA.[editar]


Hay en la luz de tus azules ojos,
¡Oh reina de la gracia y gentileza!
Irresistible imán, y tu belleza
Inspira glorias y disipa enojos.

Hay en la rosa de tus labios rojos
La dulzura que borra la tristeza,
Y pródiga te dió Naturaleza
Hechizos seductores por despojos.

Feliz quien pueda proclamar ufano
Que es dueño de tan cándida hermosura
Y escuche que le llames soberano;

Feliz quien goce tan sin par ventura,
Y desdichado aquel que implore en vano
El dulce beso de tu boca pura.

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