Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
A LA NOCHE.[editar]
Cubriste ya la tierra con tu velo
¡Oh noche de mi mal consoladora!
Tu calma y tu silencio el alma adora
Pues tregua ofrecen á mi triste duelo.
Radiante cruza el azulado cielo,
Seguido de su corte encantadora
El astro del amor, miéntras la aurora
Vuelve á lucir y á renovar mi anhelo.
Ah! si tus horas prolongar pudiera,
¡Cuán dichoso y feliz me sentiría!
¡Qué dulce el curso de mi vida fuera!
Odio la luz del esplendente día
Porque al brillar en la celeste esfera
El sol alumbra la tristeza mia.
¡Oh noche de mi mal consoladora!
Tu calma y tu silencio el alma adora
Pues tregua ofrecen á mi triste duelo.
Radiante cruza el azulado cielo,
Seguido de su corte encantadora
El astro del amor, miéntras la aurora
Vuelve á lucir y á renovar mi anhelo.
Ah! si tus horas prolongar pudiera,
¡Cuán dichoso y feliz me sentiría!
¡Qué dulce el curso de mi vida fuera!
Odio la luz del esplendente día
Porque al brillar en la celeste esfera
El sol alumbra la tristeza mia.
La guerra por un caso inevitable invadió la Española Monarquía, juzgando que aceptada, acabaría de una vez con la gente miserable, y rehusada, al Monarca respetable la gloria militar rebajaría. El pueblo frece a Carlos a porfía dones mil del tesoro inagotable de su amor; y por Carlos negociada, viene la paz con palma de victoria. La guerra cruel corriendo apresurada tantos despojos deja en nuestra tierra, que Carlos de la paz saca la gloria y el pueblo la abundancia de la guerra.
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¡Qué dulce es una cama regalada! ¡Qué necio el que madruga con la aurora aunque las musas digan que enamora oír cantar a un ave en la alborada! ¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada reposar una hora y otra hora! Comer, holgar..., ¡qué vida encantadora, sin ser de nadie y sin pensar en nada! ¡Salve, oh, Pereza! En tu macizo templo ya, tendido a la larga, me acomodo. De tus graves alumnos el ejemplo arrastro bostezando: y en tal modo tu apacible modorra a entrar me empieza que no acabo el soneto... de per... (eza)
No basta que en su cueva se encadene el uno y otro proceloso viento, ni que Neptuno mande a su elemento con el tridente azul que se serene;ni que Amaltea el fértil campo llene de fruta y flor, ni que con nuevo aliento al eco den las aves dulce acento, ni que el arroyo desatado suene.En vano anuncias, verde primavera, tu vuelta de los hombres deseada, triunfante del invierno triste y frío.Muerta Filis, el orbe nada espera, sino niebla espantosa, noche helada, sombras y susto como el pecho mío.A la muerte del Marqués del Valle. Escribe de verasA la primera luz que al viento mueve, trágico ruiseñor en la ribera, joven almendro erró la primavera, y, anticipado, a florecer se atreve. Pero trocando en átomos de nieve el blando soplo al céfiro, la fiera mano del austro, en turbulenta esfera, las flores desmayó fímera breve. Así mozo infeliz, cuando le advierte el valle, el prado en flor anticipada, desmaya ramas y pimpollos vierte. Siendo de aquella fábrica dorada tan breve el fin, que aun ignoró la Muerte si fue con la desdicha o con la espada.
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