Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están ¡ay! los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
cadáveres están ¡ay! los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,
y los viles tiranos con espanto
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores.
En un sucio rincón doliente ya el bien acuchillado Anti-Quijó aborto del ingenio más idió de cuantos a Madrid han apestá. Gime el mísero padre su desgrá y llora, y grita, y dice que es famó, pero no es de extrañar que cielo hermó a su negro polluelo llame el grá. No llores, Setabiense, por el hí, pues salvarás la vida por fortú en ungüentos y drogas de botí, que si alcanzara el tiempo del buen cú que hizo en la Mancha el célebre escrutí no se librara el tiste de hacer hú.
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I[editar]
¡Providencia adorable! ¿por qué dejas en manos de la Parca fementida a la más despreciable, hermosa vida del pastor más amante a sus ovejas? Insensible a su llanto ¿por qué alejas al dulce padre, que a sus hijos cuida, a una región en donde nunca oída será la voz de sus sentidas quejas? ¡Oh providencia, árbitra infalible del destino del hombre! tú lo hiciste. Conformes recibimos el terrible desapiadado golpe con que heriste al pastor y al rebaño. Premio eterno al pastor vigilante, al padre tierno.
Que fiel logre mi verso retratarte consiénteme, inmortal Naturaleza, tú que de la verdad y la belleza eres madre en la ciencia y en el arte. Por poco que el mortal de ti se aparte, en su profunda ceguedad tropieza; mas, nunca escarmentada su flaqueza, no cesa en todo tiempo de dejarte. ¡Cuántos vanos errores a porfía reinar ves en tus locas criaturas, muertos y renacientes cada día! Pasan ellos: tú sola eterna duras, siempre brindando al Arte y a Sofía de belleza y verdad las fuentes puras.Ven, noche amiga; ven, y con tu manto mi amor encubre y la esperanza mía; ven, y mi planta entre tus sombras guía a ver de Clori el peregrino encanto; ven, y movida a mi ardoroso llanto, envuelve y llena en tu tiniebla fría el malicioso resplandor del día, testigo y causador de mi quebranto. Ven esta vez no más; que si piadosa tiendes el velo a mi pasión propicio, y el don que pide otorgas a mi ruego, tan solo a ti veneraré por diosa, y para hacerte un grato sacrificio mi corazón dará materia al fuego.
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