lunes, 11 de febrero de 2019

SONETOS


A cierta dama que se dejaba vencer antes del interés que del gusto
de Luis de Góngora y Argote 


Mientras Corinto, en lágrimas deshecho,
la sangre de su pecho vierte en vano,
vende Lice a un decrépito indïano
por cien escudos la mitad del lecho.

¿Quién, pues, se maravilla deste hecho,
sabiendo que halla ya paso más llano,
la bolsa abierta, el rico pelicano,
que el pelícano pobre, abierto el pecho?

Interés, ojos de oro como gato,
y gato de doblones, no Amor ciego,
que leña y plumas gasta, cien arpones

le flechó de la aljaba de un talego.
¿Qué Tremecén no desmantela un trato,
arrimándole al trato cien cañones?






Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.



CXIX[editar]

Á CLARÍN [1][editar]


Dios te guarde bufón de la tragedia,
tú que yeldas el llanto con la risa;
cuando la muerte al corazón asedia
la frente nos enjuga fresca brisa,

tu alegre aliento que el pesar remedia
siquiera por un rato y en tal guisa
cabe vivir, pues que sin tí la acedia
acabaría con el alma á prisa.

Eres, bufón, la sal de la congoja,
gracias á tí perdura el alimento
que es de la vida espiritual sustento;

sólo dispara el arco que se afloja;
para poder vivir, sufrir, reimos,
riamos, pues, ya que á sufrir nacimos.









Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


A CLEMENTINA.[editar]


En la llanura inmensa de los mares
Suelen dos barcas que lanzó el destino
Con rumbo opuesto, hallarse en el camino
Arrostrando una y otra sus azares.

Los nautas, olvidando sus pesares,
Entonan con acento peregrino
Su más dulce canción; mas ¡ay! el lino
A hincharse vuelve, y cesan los cantares.

Y un ADIÓS nada más; pero tan triste
Como un suspiro que arrebata el viento.
Se dicen con dolor y al mar se entregan.

Así, hermosa, en mi senda apareciste,
Y hoy nuestras barcas, juntas un momento,
Con rumbo opuesto por mi mal navegan.









Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


A CLEMENTINA.[editar]


Y partes, golondrina emigradora,
Y por otra region á Anáhuac dejas?
Comprendes que te adoran, y te alejas
Sin ver que el alma por tu ausencia llora.

Mañana, cuando brille de la aurora
El sonrosado albor, junto á tus rejas
En vano tu cantor sus tristes quejas
A repetirte volverá, señora.

¡Cuánto es amargo del adios postrero
El eco triste que en el alma suena
En este del partir instante fiero!

¿Cómo la vida trascurrir serena
Veré, sin escuchar el hechicero
Arrullo de tu voz de encanto llena?









A Corina ausente
de Juan Nicasio Gallego 


 Mi solo y dulce amor, Corina hermosa,   
 anhelada mitad del alma mía,   
 de cuyos bellos ojos nace el día   
 puro como en abril purpúrea rosa:   
 

 El alma que sin ti jamás reposa,   
 sin ti, su única gloria y su alegría,    
 en un gemido el para bien te envía,   
 pues Febo dio su vuelta presurosa.   
 

 Vuelan los años ¡ay! y sin estruendo   
 fugaz los sigue juventud florida,  
 su mágica ilusión con ella huyendo.   
 

 ¡Feliz quien goza el sol de su querida!   
 ¡Y triste aquel, que en soledad gimiendo,   
 ausente pasa el mayo de la vida! 

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