viernes, 27 de junio de 2014

ARQUITECTURA BIZANTINA


ARTE BIZANTINO .-

En el eje norte – sur, la fuerza es absorbida por cuatro inmensos contrafuertes dispuestos por parejas, con columnas de color verde antiguo, pórfido rojo y mármol blanco.






Las formas complicadas de sus recintos y bóvedas ofrecen perspectivas extraordinariamente ricas, la amplitud, la abundancia de luz y la armonía del recinto principal, se contrastan con las tremendas tensiones de los bovedajes y de los verticales pilares.
La decoración policroma ayuda en Santa Sofía como en toda la arquitectura bizantina, a desmaterializar el organismo arquitectónico, dándole un sentido de irrealidad y una mágica apariencia que siempre ha dominado a la religiosidad oriental.




Estas características ayudan a exaltar lo maravilloso del fenómeno espacial y lumínico. Además con la ingeniosa manera de emplear los recursos constructivos y de ocultar el sistema de contrarrestos, la decoración arquitectónica de revestimiento colabora con la impresión buscada. Esta decoración no recalca las líneas matrices y expresivas de la arquitectura como en Occidente, sino que las diluye en una deslumbrante vibración de superficie que cubre por igual todo el ámbito.
En Santa Sofía, como en los demás interiores bizantinos, lo que se trata de provocar en el espectador es la impresión de la presencia de la Divinidad, provocando asombro, y llevándolo por igual hacia el encantamiento y al temor ante la majestad divina.
La decoración de revestimiento era también un legado de Roma, donde las grandes salas termales, una vez llevada a cabo la construcción masiva, se decoraban con mármoles policromos en busca de un acabado que asombre por su lujo y magnificencia, sin otra intención que la de significar la grandeza de una civilización. Esta decoración de revestimiento en Oriente se transforma en un carácter totalmente diferente, dejando de ser espejo de una civilización para convertirse en auxiliar de un culto.
Los bizantinos tuvieron la audacia de liberar el mosaico elevándolo de su humilde condición de suelo pisadero a la majestad casi celestial de los ábsides y las cúpulas. La temática alcanzó también la misma elevación en cuanto a rango. Ya no eran simples dibujos geométricos, símbolos y alegorías de la vida cotidiana, sino que se trataba de las escenas más sublimes de la religión, las figuras más monumentales y apocalípticas, fragmentos bíblicos, y relatos hagiográficos.
La luz en los interiores bizantinos con su tenebrosidad, con los centenares de lámparas que cuelgan formando una especie de techo centellante, provocaba infinitos reflejos en la superficie colorida de los grandes mosaicos haciéndolos brillar, como si realmente se miraran los ojos de Cristo, de los apóstoles o de los profetas.
La iglesia de Santa Sofía constituye la cumbre absoluta de un arte clásico en el que han alcanzado su punto culminante dos corrientes o tradiciones artísticas distintas: de un lado, las tradiciones arquitectónicas y decorativas del arte clásico (helenístico y romano), y de otro, el estilo de los edificios abovedados del arte paleocristiano y del Asia Menor; al mismotiempo, en el sistema de la distribución de espacio y paredes se establecen las bases de la arquitectura medieval.






 

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