sábado, 22 de abril de 2017

Cuadros por estilo

cuadros del barroco

El retrato de María de Austria, Reina de Hungría fue pintado por Velázquez en 1630 y se conserva en el Museo del Prado.

María de Austria (1606 a 1646) era hija del rey Felipe III de España y de su esposa Margarita de Austria, hermana, pues, del siguiente rey, Felipe IV de España. Durante el reinado de este último, en 1631, María contrajo matrimonio con Fernando III de Habsburgo que era rey de Hungría y de Bohemia y que sería más tarde emperador de Alemania.
Se trata de una obra muy lograda en que el autor capta perfectamente la psicología de la futura emperatriz. Tal y como venía haciendo en retratos anteriores, Velázquez pinta sobre un fondo neutro para resaltar la figura. Todo está tratado con gran calidad: el traje verdoso, la lechuguilla (indumentaria) gris y sobre todo el cabello, realizado con gran esmero y detalle minucioso.
En 1630 el pintor Diego Velázquez se encontraba de viaje por Italia. Ya de regreso para España pasó los últimos tres meses de ese año en la ciudad italiana de Nápoles y fue durante esa estancia cuando realizó el retrato de María Ana de Austria, todavía infanta pues aún no había tenido lugar su casamiento con Fernando III. El objeto de hacer este retrato era el de traérselo consigo para España y entregárselo a Felipe IV como recuerdo de su hermana, a la que no volvería a ver. Desde la época del emperador Carlos I hubo la costumbre de pintar retratos de parentela entre los reyes y sus allegados, en la mayoría de los casos como presentación del personaje a otras personalidades, con motivo de futuras bodas o simplemente para recuerdo de familia.
Esta obra se encuentra actualmente en el Museo del Prado de Madrid.








La Matanza de los inocentes es una pintura del pintor Barroco italiano Guido Reni, creada en 1611 para la Basílica de Santo Domingo en Bolonia, pero ahora en la Pinacoteca Nazionale en aquella misma ciudad.

La pintura está basada en el episodio bíblico de la Matanza de los Inocentes, descrito en el Evangelio de Mateo. El trabajo muestra una serie de episodios al mismo tiempo, pero está compuesto de manera clásica, con cada elemento cuidadosamente reflejado en una respuesta.1
Dos soldados están matando a los niños, uno retratado desde detrás, está corriendo tras una mujer que grita, y el otro está arrodillado hacia las madres con sus niños: ambos mantienen cuchillos en la mano derecha. Las madres están reaccionando de maneras diferentes: una está chillando e intentando huir de los soldados,  que han agarrado su cabello; otra está huyendo hacia la derecha, mientras abraza a su niño, mientras que otra, en la esquina izquierda de abajo, está aguantando al niño en sus hombros. Otra madre intenta parar a un soldado con su mano izquierda, y una mujer arrodillada está rezando al cielo por encima de los niños que ya han sido sacrificados.








El Matrimonio de la Virgen es un cuadro al óleo sobre tela (155×355 cm) de Luca Giordano, fechado en 1688 y conservado en el museo del Louvre de París.

La obra deriva probablemente de una serie de escenas de la vida de la Virgen ideada para el Palacio Real de Aranjuez del mismo Giordano.
En el cuadro se muestra a la Virgen en el centro, en pie, con vestido rosa y manto azul, recibiendo una ceremonia del sumo sacerdote junto a ella, el cual oficia la función leyendo sobre un grueso libro sostenido por un chico que está debajo de éste. Más en allá, a la izquierda, san José, con vestido violeta y manto amarillo, aguanta en la mano una rama florecida. María de hecho, según los evangelios apócrifos, había crecido en el Templo de Jerusalén (es decir, con un estilo de vida casto, parecido al de las monjas) y cuando llegó a la edad de matrimonio, fue dando a cada uno de los pretendientes una rama seca, a la espera de un signo divino: el único que floreció, fue el de José. A la derecha, se ve un grupo de mujeres arrodilladas que observan en oración la ceremonia. La escena se desarrolla bajo un arco del templo con querubínes en vuelo.
La actitud de la Virgen recuerda en muchos aspectos la obra maestra de François Duquesnoy para la iglesia de Santa Maria de Loreto (Roma), la Santa Susana.1 El equilibrio de las formas, la gama de colores fríos y el formato horizontal evocan el clasicismo de Nicolas Poussin.

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