sábado, 8 de abril de 2017

Cuadros por estilo

cuadros del barroco

Isaac y Jacob es un cuadro de José de Ribera, «El Españoleto», pintado al óleo sobre lienzo y con unas dimensiones de 129 x 289 cm. Firmado y datado en 1637, actualmente se conserva en el Museo del Prado de Madrid.

Historia

Nada se sabe de quién encargó el cuadro para las Colecciones Reales, pero en 1734 la obra estaba en el Real Alcázar de Madrid, posiblemente en la Sala de los Espejos,1 lugar del que tuvo que ser trasladado debido a un incendio acaecido en aquel año. Pasó entonces al Palacio Real donde estuvo hasta después de la Guerra de la Independencia que fue llevado a la Academia de San Fernando para definitivamente pasar al Museo del Prado en 1854.2

Descripción y estilo

Detalle del bodegón
El cuadro representa lo ocurrido en el Génesis (27, 1-29), momento en el que Jacob, ayudado por su madre Rebeca, engaña a su padre ciego Isaac para recibir la bendición destinada a su hermano mayor, Esaú. Para llevar a cabo el engaño, Jacob se forra un brazo con una piel de cordero imitando los velludos brazos de su hermano.
En la obra, que toda la crítica considera una de las más maduras de Ribera, vemos a los personajes de medio cuerpo, con Isaac tendido en la cama palpando el brazo, Jacob sentado en el lecho y la madre, de aires "velazqueños",1 animando a su hijo a cometer el engaño. A la izquierda vemos también a Esaú que regresa de caza.
Ribera crea una escena casi teatral en donde con su habilidad cromática y el portentoso uso de una vibrante luz consigue hacernos sentir el ambiente, casi palpar los objetos y transmitirnos el tacto de las telas, de la piel de cordero y conferir a los rostros de los personajes un asombroso naturalismo. Destacable es el bodegón a la derecha del lienzo que, aunque fue un género que Ribera apenas practicó, fue punto de referencia seguro para los trabajos en este tema de pintores posteriores.1
El punto de vista de la obra, cuyo punto focal se sitúa considerablemente bajo, y el formato alargado del cuadro, hace suponer que fue pintado para ser contemplado desde abajo, tal vez situado como sobrepuerta o sobreventana.





Jeremías prevé la destrucción de Jerusalén o Jeremías lamenta la destrucción de Jerusalén es una obra del pintor holandés Rembrandt. Está realizado en óleo sobre madera, y fue pintado en el año 1630. Mide 58 cm de alto y 46 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Rijksmuseum de Ámsterdam (Países Bajos).
La obra está firmada y datada "RHL 1630". Es una obra juvenil del artista.
La obra representa a un anciano ricamente vestido sentado a los pies de una roca: al fondo se ve una ciudad destruida por un incendio. Esta figura ha sido identificada con los personajes de Lot y Anquises, pero la opinión generalizada es que se trata de Jeremías, que se encuentra entristecido por la visión de Jerusalén destruida. Confirmando esta tesis aparece una figura que huye del fuego cubriéndose los ojos: sería el rey Sedecías, capturado y cegado por los soldados de Nabucodonosor. Además, Jeremías tiene cerca de sí objetos preciosos, que le fueron dados por Nabucodonosor, según el relato de Flavio Josefo.
La figura está situada en diagonal, en un entorno infinito. El fondo está pintado en tonos marrones, en general sombrío. Sin embargo, destacan las vestiduras bordadas, los objetos de bronce y la intensa iluminación de su rostro apesadumbrado.









Job restaurado a la prosperidad es un cuadro del pintor barroco francés Laurent de La Hyre, realizado en 1648, que se encuentra en el Chrysler Museum of Art1 de Norfolk (Virginia)Estados Unidos.

El tema

La obra representa a Job, hombre recto y temeroso de Dios quien en principio gozaba de una posición económica holgada. En una asamblea celestial, el demonio retó a Dios a retirarle su protección como vía para que este le repudiara. Concediéndoselo, Satanás trajo una serie de desgracias sobre el siervo de Dios, quitándole tierras, ganado, matando a sus siervos y a sus hijos. Una repugnante enfermedad colmó sus males. Hasta su mujer le empujó a maldecir a Dios, pero no lo consiguió. Compadeciéndose de él, Dios le compensó por todas sus pérdidas: recuperó su salud, formó una nueva familia, aumentaron sus bienes considerablemente y se prolongó su vida, que es lo que se escenifica en la obra.

Descripción de la obra

En un entorno de edificios renacentistas derruidos, para escenificar la caída en desgracia de Job, se le presenta recuperado de sus males gracias a la bendición divina obtenida por su lealtad a Dios. La obra se aparta de la iconografía común de Job desde el arte paleocristiano que le atribuye la imagen de un anciano de cabellos largos, con un cuerpo ulcerado y semidesnudo, al que el diablo, sus amigos e incluso su esposa someten al escarnio.






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