sábado, 8 de abril de 2017

Cuadros por estilo

cuadros del barroco

La Adoración de los Magos es un tema bíblico varias veces pintado por Pedro Pablo Rubens. Ilustra el pasaje de la Epifanía, uno de los preferidos por la Iglesia católica para ornamentar sus templos. La pintura que se comenta aquí es un óleo sobre lienzo de 218 por 280 centímetros conservado en el Museo Real de Bellas Artes de Amberes.

Versiones del tema

Rubens, al igual que otros artistas anteriores como Tiziano y Veronés, pintó varios cuadros sobre este tema. Este lo pintó en 1624 y se conserva en el Museo Real de Bellas Artes de Amberes, y hay otro en el Louvre de París. Posiblemente la versión más famosa, o al menos la más grande, es el cuadro del Museo del Prado de Madrid (España), que pintó en 1609 y que amplió entre 1628 y 1629, durante su segundo viaje a la capital española.

Tratamiento del tema

El cuadro de la Adoración de Rubens refleja una fuerte atracción por lo oriental y el exotismo, plasmada con una policromía impregnada por colores fuertes y cálidos, como el rojo y el reflejo dorado de las armaduras y armas.
Al igual que en otras obras de este autor se puede apreciar la presencia de soldados y personajes secundarios (en este caso porteadores), frente a la ausencia de paisajes, que evita reflejando la hoja de la puerta del establo cerrada.
La luz parte de la figura central: el niño Jesús, iluminando especialmente a la Virgen María. Esta luz llega más atenuada a los tres Magos y deja oscurecidos a los personajes secundarios, incluido San José. El tratamiento de la luz, tan importante en Rubens, no deja duda de cómo pretendió focalizar la mirada del espectador.
Igualmente, los rasgos están más y mejor definidos en los personajes principales pasando finalmente a meros esbozos.

Personajes

La Virgen María extiende su mano hacia el rey Melchor, que ofrece oro al niño, transmitiendo serenidad y placidez con su mirada y su gesto; mientras, con la otra mano, mantiene al niño ligeramente erguido, mientras mira al primero de los magos.
San José está tras la Virgen, apenas bocetado, pero con el gesto de quien está admirado ante los acontecimientos.
Baltasar y Gaspar miran el ofrecimiento de Melchor con curiosidad, sin perder detalle, mientras aguardan su turno. Igualmente los porteadores y soldados observan la escena, excepto uno, que mira al espectador.

Modelos

A menudo se ha querido reconocer en la Virgen María el retrato de la primera esposa de Rubens, Isabella Brant.





La adoración de los pastores es un cuadro del pintor Georges de La Tour, realizado en 1644, que se encuentra en el Museo del Louvre.

El tema

Grabado de Jan Harmensz Muller y Bartholomeus Spranger sobre este tema, 1606.
Este es uno de los temas más representados en la Historia del Arte, no solo por pintores como CaravaggioEl Greco o Giorgione, sino también por escultores como por ejemplo Damián Forment. Está basado en el episodio evangélico narrado en Lucas 2:15-20 en el que, tras recibir el mensaje de los ángeles de que el Mesías ha nacido, los pastores acuden al portal de Belén para confirmar la noticia.

Descripción de la obra

La escena está en una penumbra muy realista ocasionada por la luz tenue de una vela que sujeta el anciano José. Junto a él rodean al niño los pastores, una mujer y la madre de JesúsMaría. Un cordero parece entregar una ramita de hojas a modo de ofrenda al niño.









La Adoración de los Reyes Magos, perteneciente a la colección del Museo del Prado (MadridEspaña), es un cuadro del pintor flamenco del barroco Peter Paul Rubens, considerado desde antiguo como una de sus obras maestras. Fue ejecutado en 1609, aunque posteriormente el propio Rubens lo repintó y amplió entre 1628 y 1629,1durante su segundo viaje a España.

Historia

A finales de 1608 Amberes se preparaba para recibir a los delegados que iban a negociar una tregua en las hostilidades entre España y las Provincias Unidas (Guerra de los Ochenta Años), conversaciones que se desarrollaron en el Ayuntamiento de la ciudad (Stadhuis) desde el 28 de marzo de 1609 y condujeron a la firma el 9 de abril del Tratado de Amberes, con el que se inició la Tregua de los Doce Años. El ambiente que se vivía era por ello de gran optimismo ante las expectativas de recuperar la prosperidad económica, ya que Amberes era un importante centro comercial, y la guerra y el bloqueo de los neerlandeses la habían abocado a la crisis. La corporación municipal decidió a principios de 1609 encargar un cuadro para decorar la sala en la que iban a tener lugar las negociaciones, la Cámara de los Estados (Statenkamer), y el elegido fue Rubens, que acababa de regresar de una estancia de ocho años en Italia pero que rápidamente se había convertido en el pintor más prestigioso de la ciudad. Los honorarios que percibió por él ascendieron a la considerable suma de 1.800 florines.2 El tema que se escogió era precisamente una alusión a los beneficios que la ciudad esperaba obtener con la firma del Tratado. Existe un boceto en el Groninger Museum de GroningaPaíses Bajos, así como varios estudios preparatorios, entre ellos una Cabeza de Mago negro (colección privada, Londres), un Retrato de hombre con barba (Galleria Nazionale d'Arte Antica di Palazzo Corsini alla LungaraRoma) y otros dos del Museo Boymans Van Beuningen de Róterdam. También hay una copia de taller del cuadro definitivo en una colección particular londinense, que permite conocer el aspecto original de la obra.
En la primavera de 1612 Rodrigo Calderón, sobrino y hombre de confianza del duque de Lerma, llegó a los Países Bajos Españoles como embajador extraordinario del rey de España, presumiblemente con la misión de convertir la Tregua de los Doce Años en una paz permanente. En Amberes el Ayuntamiento le regaló esta obra, que él envió a España, a donde llegó a principios del año siguiente. En 1621 Calderón cayó en desgracia y fue ejecutado. En 1623 el rey Felipe IV adquirió la pintura en la almoneda de sus bienes y la instaló en el Real Alcázar de Madrid.
En septiembre de 1628 Rubens viajó por segunda vez a España, donde permanecería hasta el 29 de abril del año siguiente, con el fin de informar al rey sobre la situación de las negociaciones de un tratado de paz con Inglaterra. Se le alojó en el Real Alcázar madrileño, y tuvo así oportunidad de reencontrarse con su obra. Francisco Pacheco relata en su libro El arte de la pintura que en el tiempo que permaneció en España «mudó algunas cosas en el cuadro de la Adoración de los Magos de su mano que está en palacio». Rubens rehizo la obra: la repintó por completo, modificando numerosos detalles y ajustándola al estilo que desarrollaba en aquella época, muy influido por Tiziano, y además amplió sus dimensiones añadiéndole una tira en la parte superior y otra en la derecha. La versión inicial de la obra medía alrededor de 259 cm de alto por 381 de ancho, pudiéndose apreciar fácilmente las costuras que unen los trozos de tela añadidos.
Fue una obra muy apreciada dentro de la Colección Real. Así, cuando la reina Mariana de Neoburgo intentó enviarla a Alemania como regalo para su padre, Felipe Guillermo de Neoburgo, elector del Palatinado, el rey Carlos II lo vetó.3
El cuadro permanecía en el Real Alcázar de Madrid cuando se produjo el incendio de 1734. Pudo ser salvado, pero hubo que cortarlo de su marco con un cuchillo, enrollarlo y luego lanzarlo por una ventana (los cortes en la tela son todavía visibles). Además, aunque no se llegó a quemar, sí que estuvo expuesto al calor, lo que causó la aparición de pequeñas ampollas en la superficie pictórica.
Fue instalado posteriormente en el Palacio Real de Madrid y de él pasó luego al Museo del Prado, en cuyos inventarios aparece por primera vez en 1834.
En 2004, el cuadro fue sometido a una restauración completa, que le devolvió buena parte de su belleza.

Descripción

La pintura, la mayor de Rubens que posee el Prado y una de las de mayores dimensiones de toda la colección del Museo, se caracteriza por su colorido —en el que destacan los amarillos, rojos y violetas—, movimiento y fastuosidad. A pesar de ser una de las más aparatosas y desbordadas de su autor, está nítidamente organizada, con un eje diagonal que parte simbólicamente del Niño Jesús y llega hasta el ángulo opuesto, en el extremo superior derecho. También con un claro simbolismo el pintor sitúa en la figura del Niño el foco de luz que ilumina toda la escena.
En la franja añadida a la derecha Rubens incluyó su autorretrato. Se representó montado a caballo, con espada y cadena de oro, reflejando con ello la condición nobiliaria que le había concedido en 1624 Felipe IV. Fue además la única vez que incluyó un autorretrato suyo inequívoco en una pintura narrativa.

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