miércoles, 19 de abril de 2017

Edificios religiosos por países - España

colegiatas

La Colegiata de san Isidro, también llamada Colegiata de san Isidro el Real, es un templo católico situado en el casco histórico de Madrid (España), en el número 37 de la calle de Toledo.
Fue la catedral provisional de esta ciudad española hasta 1993, año en el que abrió sus puertas la catedral de la Almudena.
La colegiata fue construida en el siglo XVII como iglesia del antiguo Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, que se encuentra anexo al edificio. En ella se custodian los restos mortales de san Isidro, patrón de Madrid, y de su esposa, santa María de la Cabeza.

Historia

El templo se debe a un diseño de 1620 del arquitecto Pedro Sánchez. Las obras, que comenzaron dos años después, fueron dirigidas por este maestro hasta 1633 y continuadas posteriormente por Francisco Bautista y Melchor de Bueras, quienes finalizaron la construcción en 1664.
La iglesia sustituyó a la parroquia de san Pedro y san Pablo, del siglo XVI, que fue demolida, junto al primitivo Colegio Imperial, siguiendo las instrucciones dejadas en su testamento por María de Austria (1528-1608), hija de Carlos I. La Emperatriz legó su fortuna a la Compañía de Jesús con el propósito de que se construyera un edificio de nueva planta sobre el solar de la iglesia derribada.
El templo fue consagrado el 23 de septiembre de 1651, trece años antes de su conclusión, quedando adscrito a la citada orden religiosa e inicialmente dedicado a san Francisco Javier. En 1767, con la expulsión de los jesuitas, se transformó en colegiata.
Dos años después, por orden del rey Carlos III quedó bajo la advocación de san Isidro, coincidiendo con el traslado de las reliquias del santo desde la iglesia de san Andrés, donde se custodiaba desde el siglo XVI en la Capilla del Obispo. También fueron trasladadas las reliquias de su esposa, santa María de la Cabeza), su esposa, quedando bajo la custodia de la Real y muy ilustre y primitiva congregación de san Isidro de naturales de Madrid.
Su interior fue entonces reformado por Ventura Rodríguez, que proyectó un nuevo presbiterio y el retablo del altar mayor, además de una rica decoración.1
Estatuas de san Isidro y santa María de la Cabeza, en la fachada.
En 1885, con la constitución de la diócesis de Madrid, pasó a ser la catedral provisional de esta ciudad, rango que ostentó durante más de un siglo, hasta 1993, cuando se concluyó la actual Catedral de la Almudena y ésta recuperó la categoría de colegiata.
En 1936, el edificio fue incendiado nada más comenzar la Guerra Civil Española. El fuego destruyó numerosas obras de arte, entre ellas el retablo mayor, así como lienzos de Francisco Rizi o Luca Giordano. El incendio también provocó el hundimiento de la cúpula, la primera encamonada de la arquitectura española (estructura de madera –a base de camones– y casquete de yeso colgado). Las crónicas posteriores, en su afán literario por engrandecer la tragedia, hablan de manera incierta de la destrucción de toda la cubierta. Esto se demostró falso a raíz de una investigación llevada a cabo por alumnos de la Escuela de Arquitectura de Madrid: solo se hundió el casquete y la linterna de la cúpula, el resto de cubiertas son originales.2
Tras la contienda, todo el templo fue restaurado. El proceso se desarrolló lentamente a lo largo de dos décadas, intentando recuperar en lo posible los elementos originales, hasta culminar en la década de 1960 con la elevación de un tramo nuevo en las torres de la fachada principal, según proyecto del arquitecto Javier Barroso, quien dirigió todo el proceso. Asimismo se hizo una réplica fiel del retablo mayor de Ventura Rodríguez.
El templo albergó, hasta la finalización de las obras de la catedral de la Almudena, las imágenes de la Virgen de la Almudena patrona de Madrid, así como el Cristo de la Buena Muerte, obra magistral de Juan de Mesa. Ambas imágenes fueron trasladadas a la nueva catedral tras su inauguración.
Desde 1978 el templo es sede canónica de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena, que recoge el testigo de estas dos devociones sevillanas y efectúa su salida procesional en la tarde del Jueves Santo.

Descripción

Interior del templo hacia la cabecera.
Cúpula de la capilla de Jesús del Gran Poder.
La colegiata de san Isidro es uno de los edificios más representativos de la arquitectura religiosa madrileña del siglo XVII. Fue levantado en estilo barroco por arquitectos jesuitas, que siguieron el modelo definido en la Iglesia del Gesù, de Roma. Su planta de cruz latina de una sola nave, con capillas laterales, crucero y cúpula, denota esta influencia.
La fachada principal, que da a la calle de Toledo, destaca por su aire monumental con reminiscencias palaciales. Realizada en granito, integra un cuerpo central de cuatro columnas corintias, presidido por un grupo escultórico con las efigies de san Isidro y su esposa santa María de la Cabeza. Los capiteles que coronan las columnas son los característicos de Francisco Bautista, quien utilizó en los mismos elementos decorativos personales, como la doble hilera de hojas de acanto con molduras de ovas. A ambos lados de este cuerpo central se alzan dos pares de pilastras, igualmente corintias, que configuran la vertical de las torres. Estas son de planta cuadrada y presentan balaustrada intermedia. Están rematadas por chapiteles octogonales, que terminan en aguja, añadidos durante la reforma del siglo XX.
Sobre el crucero se levanta la cúpula, igualmente diseñada por Bautista. Es el primer ejemplo de cúpula encamonada, un tipo de falsa cúpula trazada sobre un armazón de madera recubierto de yeso, que, dada su ligereza, facilita su apoyo sobre muros de escaso grosor. La fórmula, ideada por Bautista como medida de abaratamiento de costes, se extendió rápidamente a otras construcciones madrileñas del siglo XVII.
El interior del templo, rico en obras de arte, perdió gran parte de las mismas en el incendio de principios del siglo XX.
Se salvaron, no obstante, el sarcófago con las reliquias de san Isidro, que se custodia en el retablo mayor, y algunas pinturas y esculturas; así, un excelente retablo presidido por La Sagrada Familia, también llamado Las dos Trinidades, de Sebastián Herrera Barnuevo, considerada la obra maestra de este artista, en la capilla del Pilar; o varios cuadros del maestro barroco Francisco Rizi, entre ellos el que representa La conversión de san Francisco de Borja, en el retablo del brazo izquierdo del crucero.3
Es interesante también el púlpito, realizado en una combinación de mármoles polícromos. El grandioso retablo mayor, que había sido trazado por Ventura Rodríguez en estilo Neoclásico, fue pasto de las llamas y sustituido después de la Guerra Civil por una copia exacta; en su parte central alberga sendos sarcófagos que contienen las reliquias del santo patrón de Madrid y de su esposa.
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