leyenda de los amantes de Teruel cuenta la historia de amor entre dos jóvenes turolenses, Isabel de Segura y Juan Martínez de Marcilla (también identificado como Diego de Marcilla), conocido a partir de las recreaciones del teatro barroco como Diego. Desde 1996 se celebra en Teruel, como recordatorio de la tradición, la festividad de Las Bodas de Isabel de Segura.
La leyenda[editar]
Hubo una vez, en Teruel durante el siglo XIII, un rico mercader que tenía una hija muy bella. La muchacha, de nombre Isabel de Segura, y un muchacho pobre pero honrado de nombre Diego de Marcilla, se encontraron un día en el mercado y se enamoraron profundamente. Los jóvenes se amaban mucho, hasta el punto de que se hablaron de su amor, y el joven le dijo que deseaba tomarla por esposa. Ella respondió que su deseo era el mismo, pero que supiese que nunca lo haría sin que su padre y madre lo aprobasen. Por desgracia, pese a que Diego Marcilla era un joven de buenas prendas, no poseía riquezas ni hacienda alguna. Él le dijo a la doncella que, como su padre tan solo lo despreciaba por la falta de dinero, si ella quería esperarlo cinco años, estaría dispuesto a salir a trabajar allí donde fuera necesario para poder ganar dinero y hacerse digno de matrimonio. Ella se lo prometió.
Peleando contra los moros, ganó pasados cinco años cien mil sueldos y durante este tiempo Isabel fue muy importunada por su padre para que tomase marido. Logró impedir que la casara diciéndole que había hecho voto de virginidad hasta que tuviese veinte años y sosteniendo que las mujeres no debían casarse hasta que pudiesen y supiesen regir su casa. Pasados los cinco años el padre le dijo: «Hija, mi deseo es que te cases». Y ella, viendo que el plazo de los cinco años estaba a punto de concluir y su novio no comparecía ni daba razón de sí, terminó por creer que estaba muerto. Enseguida el padre organizó la boda con un rico pretendiente. No obstante, en ese mismo día regresó Diego de Marcilla, que había sido importunado por todo tipo de contratiempos.
Esa noche, Diego logró entrar sin ser visto a la recámara en que los esposos dormían, y suavemente la despertó, rogándole «Bésame, que me muero», y ella le respondió dolida: «Quiera Dios que yo falte a mi marido; por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si a Dios no ha complacido, tampoco me complace a mí». Él dijo otra vez: «Bésame, que me muero». Repuso ella: «No quiero». Entonces él cayó muerto.
Ella, que lo veía como si fuera de día por la gran luz de la habitación, se puso a temblar y despertó al marido diciendo que roncaba tanto que le hacía sentir miedo, que le contase alguna cosa. Y él contó una burla. Ella dijo que quería contar otra. Y le contó lo ocurrido y de cómo con un suspiro Diego había muerto. Dijo el marido: «¡Oh, malvada! ¿Y por qué no lo has besado?». Repuso ella: «Por no faltar a mi marido». «Ciertamente, dijo él, eres digna de alabanzas». Él, todo alterado, se levantó y no sabía qué hacer. Decía: «Si las gentes saben que aquí ha muerto, dirán que yo lo he matado y seré puesto en gran apuro». Acordaron esforzarse y lo llevaron a casa de su padre. Lo hicieron con gran afán y no fueron oídos por nadie. A la joven le vino al pensamiento de cuánto la quería Diego y de cuánto había hecho por ella, y que por no quererlo besar había muerto. Acordó ir a besarlo antes de que lo enterrasen; se fue a la iglesia del señor San Pedro, que allí lo tenían. Las mujeres honradas se levantaron por ella. Ella no se preocupó de otra cosa más que de ir hacia el muerto. Le descubrió la cara apartando la mortaja, y lo besó tan fuerte que allí murió. Las gentes que veían que ella, que no era parienta, estaba así yacente sobre el muerto, fueron para decirle que se quitase de allí, pero vieron que estaba muerta. El marido contó el caso a todos los que había delante, según ella se lo había contado. Acordaron enterrarlos juntos en una sepultura. Juntos para siempre.
Escritores[editar]
Multitud de autores han reescrito esta historia, entre ellos los siguientes:
- Antonio Serón
- Andrés Rey de Artieda
- Tirso de Molina
- Tomás Bretón
- Juan Eugenio Hartzenbusch
- Mariano Miguel de Val
Escultores[editar]
Diversos escultores han creado obra artística sobre el tema de los Amantes:
- Aniceto Marinas (1866-1953), escultor segoviano autor de un altorrelieve en la «Escalinata de la Estación» en Teruel (1920-1921), obra de ingeniería de José Torán de la Rad.
- Juan de Ávalos y Taborda (1911-2006), escultor extremeño autor de un conjunto monumental, ideado desde 1955.
Pintores[editar]
Algunos pintores han creado obra artística sobre el tema de los Amantes:
- Juan García Martínez (1828-1895), pintor bilbilitano, dedicó en 1857 un óleo a Los amantes de Teruelconservado en el Museo del Prado.
- Antonio Muñoz Degrain (1840-1924), pintor valenciano autor de Los amantes de Teruel (1884), óleo sobre lienzo, primera medalla en la Exposición Nacional.
Juan Martínez de Marcilla no cayó muerto porque Isabel de Segura se hubiera casado en su larga ausencia y se negara a darle un beso. Tampoco la joven cayó desplomada sobre el cadáver del caballero cuando en su funeral le mostró finalmente su amor. Así al menos lo cree el historiador Fernando López Rajadel, quien asegura que la historia de los Amantes de Teruel forma parte de un códice muy mutiladoque conserva la Biblioteca de Cataluña, el manuscrito 353, que mandó escribir la familia Marcilla a finales del siglo XV para ensalzar su linaje. Se trata, según el experto, de un relato de ficción y no de una narración histórica.
«La leyenda de los Amantes de Teruel, con su amor romántico, y la dela Enterrada Viva de Alfambra, sobre un adulterio, son leyendas complementarias que formaban parte del manuscrito que hoy se conserva en Barcelona», afirma López Rajadel.
Las tres hojas originales del códice con el relato de los amantes se perdieron. Sin embargo, el notario, secretario y archivero del Concejo de la ciudad de Teruel Yagüe de Salas pudo copiarlas a principios del s. XVII.
«Yagüe de Salas había publicado en 1616 un libro muy pesado para el gusto de ahora llamado "Epopeya trágica", que fue prologado por Cervantes y Lope de Vega, en el que recogió la historia de los amantes», explica el investigador turolense. El cronista oficial de Aragón Vicencio Blasco de Lanuza puso en duda que el relato hubiera existido realmente y Yagüe de Salas, ofendido, buscó en los archivos de Teruel. Allí encontró el famoso libro de linaje de la familia Marcilla, que ya estaba bastante deteriorado y al que se le habían desprendido varias hojas, entre ellas las de la historia de los amantes que copió.
Los Marcilla, que fueron señores de Escriche, al quedar sin descendencia habían legado sus bienes a la institución de la Santa Limosna fundada por Francés de Aranda, cuya administración tutelaba el concejo de Teruel. De ahí que Yagüe encontrara el manuscrito en los archivos.
Al escrito original se le habían añadido, sin embargo, notas adicionales como una fecha, la que sitúa los hechos en 1217, que Yagüe copió fielmente como el resto del documento. «Todas las fechas aparecen en el libro en números romanos, menos ésa», cuenta López Rajadel.
La Armengola es un personaje ficticio de la historia de Orihuela, provincia de Alicante (España). La leyenda cuenta que La Armengola se llamaba Hermenegilda-Eugenia y era la mujer de Pedro Armengol, de ahí el apodo de "La Armengola". Es una de las figuras más importantes de Orihuela. Desde 1991, para conmemorar la hazaña de La Armengola, cada año es elegida una mujer oriolana para representarla en las Fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela.
Historia[editar]
Cuenta la leyenda que allá por principios del siglo XIII, la ciudad de Orihuela estaba invadida por musulmanes. En el castillo de esta ciudad, vivía el alcaide Benzaddon con su familia. Hermenegilda-Eugenia, alias «La Armengola», era la nodriza de los hijos de Benzaddon, por este motivo ella tenía acceso libre al Castillo de Orihuela. Un día, los mudéjares locales se reunieron con los del Reino de Murcia para asesinar a los cristianos residentes en la mozarabía del Arrabal Roig. Se concretó que dicha matanza se llevaría a cabo el 16 de julio. La Armengola era cristiana, pero Benzaddon le contó sus planes para que fuera a refugiarse al castillo junto con su familia.
La Armengola decidió advertir de los planes del alcaide al pueblo cristiano de la masacre que iba a cometer. Así pues, en la noche del 16 de julio disfrazó a dos robustos jóvenes llamados Aruns y Ruidoms para que parecieran sus hijas. De este modo, llegaron al castillo y entraron, emprendiendo a cuchillazos contra todos los que se encontraban por el camino hasta llegar a Benzaddon. Al asesinarle, tomaron el castillo. Al ser al día siguiente el de las Santas Justas y Rufina, patronas de Orihuela, se colocaron dos luceros en el castillo en su honor, y también para avisar al pueblo oriolano de que era libre.
Al día siguiente, 17 de julio, Jaime I de Aragón terminaría por echar a los musulmanes de Orihuela.
Desde entonces, el 17 de julio es el día en el que se conmemora la hazaña de esta mujer guerrera y de la Reconquista de Orihuela.
Armengolas de Orihuela[editar]
Desde 1991 se nombra todos los años a una mujer oriolana para representar la figura de La Armengola durante las Fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela.
La Armengola en el cine y el teatro[editar]
La Armengola ha sido adaptada al teatro por el dramaturgo Atanasio Díe Marín.
También el director de cine oriolano, Pablo Riquelme, ha adaptado esta leyenda en su largometraje "Armengola, la leyenda" en el año 2011.
La Armengola en el arte[editar]
La Armengola ha sido representada en el arte de la mano de Vicente Navarro. Es un cuadro que data de 1901, y es un óleo sobre lienzo. Actualmente, este cuadro está expuesto en el Museo de las Fiestas de la Reconquista (Orihuela). En este cuadro, podemos ver en un primer plano La Armengola con el Estandarte del Oriol, muy representativo de la ciudad de Orihuela. En un segundo plano, podemos apreciar a las Santas Justa y Rufina, dos santas muy veneradas por los oriolanos. Estas representan la aparición en el cielo y su identificación por el pueblo por medio de dos luces posadas en el castillo.
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