sábado, 28 de junio de 2014

ARQUITECTURA GÓTICA


ARTE GÓTICA .-

En cuanto a los símbolos mismos, se encuentran en gran número aquellos que han sido interpretados como símbolos alquímicos de transformación, y también abundan dragones, demonios, caduceos, seres mitológicos, laberintos, esfinges, representaciones cristianizadas de cultos egipcios, griegos y otras culturas anteriores, como asimismo representaciones zodiacales. Hasta nuestros días, los Cuatro Evangelistas han sido simbolizados en los cuatro signos fijos zodiacales mediante un Toro, un León, un Águila y un hombre, en torno a la imagen de Cristo, como los cuatro pilares constructores de esa religión. Pero en las catedrales góticas aparece en varias escenas Cristo, tanto esculpido en piedra como en vistosos vitrales, rodeado de los doce signos zodiacales, como transposición simbólica de los doce apóstoles, lo que es una asignación esotérica no aceptada oficialmente por la Iglesia. Y no siempre los signos aparecen en la secuencia normal – como ocurre en la fachada Oeste de la catedral de Chartres, por ejemplo -, lo que ha dado lugar a otro torrente de exégesis y teorías diversas. Se repite, en muchas catedrales góticas, la representación de Baphomet, un supuesto ídolo herético que ha derivado en acepciones diabólicas a partir de E. Lévi (1854), pero cuya etimología griega significaría sólo bautismo de sabiduría. Por último, en algunas se han conservado y forman parte de la misma, menhires y/o dólmenes de cultos previos en los sitios de fundación (5).

Pero así como la iglesia o la catedral puede ser considerada como una gran matriz para concebir una nueva vida a otro nivel de consciencia, en sí misma, físicamente, también es la representación de un cuerpo humano, facilitada por la forma cruciforme de muchas de ellas. Desde la puerta de entrada, en la sombra, coronada en lo alto por el rosetón único, o uno central con dos laterales, que constituyen el primer chakra (rueda) mayor de los cuerpos sutiles del hombre, o chakra raíz, en la base de la columna vertebral, con sus dos chakras medianos a los costados. Muchas veces hay una doble puerta, y la persona que ingresa queda en la zona oscura entre ambas, la cancela, como un foyer o antesala. A este nivel, o pasando la segunda puerta, suele haber una pila de agua bendita para purificarse del mundo exterior o de lo que queda atrás, para avanzar, en una hipotética realización suprema, hasta el fuego espiritual (los dos bautismos). Cada segmento del recorrido interior de la nave representa un centro energético de los cuerpos sutiles, hasta llegar al séptimo, el chakra coronario, en el ábside o la cúpula sobre el altar, y en la coronilla de la cabeza del hombre. Es a este nivel que puede suceder la fecundación por el espíritu, si se han superado adecuadamente los niveles precedentes de los chakras anteriores. En teoría, el recorrido por la nave – en sentido contrario a cómo fue construida -, expresa un viaje iniciático de transmutación energética, aunque pocos lo comprendan o recuerden. En el camino, tanto ángeles como demonios velan, protegen los secretos, advierten los peligros y guían simbólicamente al buscador durante su trayecto hacia Cristo, acompañando su transformación y renacimiento.

Los cabalistas han asignado a cada segmento de la catedral, de forma semejante, un Sephirot, desde Kether, Kjokmah y Binah en la cabecera, asociados en el Cristianismo a los núcleos Padre, Hijo y Espíritu Santo, hasta Malkuth, el mundo físico, en la antesala de la entrada (4).
La simbología resulta interminable y su estudio puede durar años; es imposible de abarcar en un artículo sólo referencial. Para sólo mencionarla, existe la interpretación gemátrica de las catedrales, en la cual cada símbolo o cifra numérica tiene su equivalencia en letras del alfabeto griego o hebreo, de modo que las magnitudes numéricas de una estructura se transforman en una palabra significativa o un concepto sagrado que señala una realidad más allá de la apariencia de las cosas. En suma, así como la catedral gótica pretendía ser la Jerusalén Celestial, de forma análoga es el ser humano, con toda su divinidad potencial. Con este propósito, los maestros constructores elaboraron su gran obra de modo que sirviera a la construcción del templo íntimo de cada uno de nosotros.

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