sábado, 28 de junio de 2014

ELEMENTOS DE LA ARQUITECTURA BARROCA


ELEMENTOS DEL BARROCO .-

La arquitectura barroca se caracteriza por el dinamismo y el frecuente contraste de formas. El espacio barroco se desarrolla en profundidad, obliga a la mirada a avanzar y retroceder. Se observan las líneas oblicuas y curvas, superficies alabeadas que destruyen la cuadrícula renacentista de horizontales y verticales. Hay retorcimientos espectaculares, movimientos impetuosos, utilización de efectos luminosos y disolución de determinados contornos en la penumbra. Hay una interrelación del espacio interior y el exterior a la vez que se oponen las formas horizontales a las verticales y las salientes con las entrantes. La arquitectura adquiere precisamente efectos escenográficos, se convierte en un gran teatro. El máximo exponente de la arquitectura barroca fue Francesco Castelli, conocido como Francesco Borromini. Buscaba que las iglesias fueran edificios festivos, de esplendor y movimiento. Su obra principal fue la iglesia de San Carlo alle Quattro fontane o San Carlino, dedicada a San Carlos Borromeo (1638-1641, ver imagen). Toda la iglesia podía caber en uno de los pilares de San Pedro. Borromini evolucionó a partir de la forma geométrica del círculo hacia la forma orgánica de la elipse. Lo mismo sucede en el exterior, donde todos los elementos de la fachada siguen idéntico proceso de adaptación. Se le considera uno de los diseños mas dinámicos de todo el siglo. Las características de su arquitectura: orden gigante, planta central, dinamismo, uso de la luz, incorporación de la escultura, materiales simples y geométricos, esquema geométrico modular. 
La decoración suprema y teatral fue desarrollada por un artista, Gian Lorenzo Bernini. Su desarrollo de la expresión humana era sin igual. Exageraba las emociones dando intensidad a las expresiones faciales, nunca antes visto en el arte. Destacan sus esculturas de Apolo y Dafne y el éxtasis de Santa Teresa (ver imagen) que es quizá su obra mas famosa y admirada por el realismo del rostro y el cuerpo, además de la fusión entre escultura, pintura y arquitectura. Trabajó mucho para la iglesia (lo llaman el arquitecto de la iglesia) y también se dedicó a la arquitectura, continuó con los trabajos en la basílica de San Pedro (la columnata, el baldaquino y la cátedra). La razón de ello es bien sencilla: cuando contaba 31 años fue designado arquitecto pontificio por Urbano VII y desde entonces contó ininterrumpidamente con la protección de otros seis papas más, lo que le permitió desarrollar sin problemas sus múltiples capacidades artísticas en la Ciudad Eterna. Pero no sólo realizó obras para el papado. Aún tuvo tiempo de atender numerosos encargos particulares. Incluso el rey Luis XIV de Francia invitó a Bernini a París para diseñar su palacio. Este proyecto nunca se materializó, en vez se construyó el Palacio de Versalles como muestra o símbolo de su inmenso poder. Diseñado por Mansart, Le Vau (arquitectura), Le Brun (decoración), Le Notre (jardines) a finales s. XVII-principios s. XVIII. Representa la inmensidad del Barroco, es grandísimo: no cabe en una fotografía, tiene 123 ventanas por cada piso. Su parque, terrazas y lagos se extienden sobre millas de terreno. Todo tiene un orden geométrico, ordenado en torno a las habitaciones de Luis XIV (rey sol). 

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