lunes, 9 de junio de 2014

MAPAS CONCEPTUALES DE LOS CÁNTABROS


LOS CÁNTABROS .-

Villa romana de Camesa Rebolledo
A pesar de las dificultades que encontraron las tropas romanas en su conquista del territorio cántabro, debido a la dificultad del terreno y la belicosidad de este pueblo, con un fuerte sentimiento de independencia, tras cruentas guerras culminaron con el someti- miento de estas gentes su larga conquista de la península ibé- rica.

A la conclusión de las guerras, muchos cántabros se alistaron como mercenarios en el ejército romano. Son muy abundantes los vestigios epigráficos de soldados cántabros muertos en lugares tan dispares como Britania, Germania, Palestina o Numidia ( Arge- lia ).

Con la romanización las tribus fueron desapareciendo. Los roma- nos introdujeron poco a poco la civilización y aparecieron las pri- meras ciudades. En la costa se fundan Portus Victoriae ( San- tander ), Portus Blendium ( Suances ), Portus Vereasueca ( San Vicente de la Barquera, en la zona de los Orgenomescos ) y Portus Samanum, junto a Flavióbriga ( colonia para veteranos de la que aún quedan restos en el subsuelo de Castro Urdiales, anti- guo territorio de los Autrigones ) en el año 74 d.C.

Los geógrafos Plinio, Mela Estrabón y Ptolomeo nos dan estos datos de la costa en los que no parece haber discusión actual- mente.
Restos de un antiguo foro, Julióbriga
Ciudades cántabras del siglo II d.C.
Es mucho más complicado saber lo que ocurrió en el interior. Sabemos que los castros fueron desalojados y sus habitantes obligados a vivir en llano. Se fundaron ciudades del interior, no sabemos si todas las tribus formaron ciudades y si es así que nombre les dieron, salvo algún caso evidente.
A la izquierda está el mapa del geógrafo griego Ptolomeo, que aunque geográficamente es muy confuso, nos aporta los nombres de 8 ciudades cántabras de mediados del siglo II d.C.:

Los concanos habitan la ciudad de Konkana, al parecer la más al norte de Cantabria y que, si arriesgamos con los datos de Ptolomeo, pudo estar cerca de Santillana, concretamente de Vispieres, donde aparecieron restos cerámicos y de una calzada. 
Argenomeskon
 es la ciudad de los orgenomes- cos, situada en algún punto del noroeste de Cantabria. En su territorio también estaba el puerto de Vereasueca ( San Vicente de la Bar- quera ).
Vadinia, capital de los vadinenses pudo estar en la parte occidental de Cantabria. Han aparecido 25 lápidas vadi- nenses en el nordeste de León, en la zona de Riaño, lo que hace suponer que por allí pudo estar Vadinia.

Vellika parece que fue la llamada Bergida o Attica, un an- tiguo castro cántabro ( el del Monte Cildá, cerca de Olle- ros de Pisuerga en Palencia ) escenario de una cruenta batalla. Su muralla se reforzó en el siglo V para defender- se de las invasiones germánicas. La ciudad estaría en el llano contiguo ( hoy Mave ) y el antiguo castro sería un puesto defensivo. De Moroika solo se sabe que estaría al sudoeste de Julióbriga. Octaviolca, debía estar cerca de la actual Mataporquera.
Puente romano
Otra ciudad polémica es Camarica, de la que se ha dicho que pudo ser Camargo, Cambarco ( cerca de Potes ) o Tamarika, capital de los Tamaricos que esta- ría junto a las "Fontes Tamarici" ( San juan de Fuen- tes Divinas en Velilla del rio Carrión ).

Julióbriga
 ( ver debajo ), hace la octava ciudad que nombra Ptolomeo, pero el geógrafo Plinio dice que existía una novena ciudad que bien pudo ser Araci- llum ( fortaleza cántabra durante las guerras que des- pués perdió importancia ) o quizás Amaia, una atalaya natural increible que domina la llanura. Señalar por úl- timo, las ciudades de Noiga Ukesia a orillas del Sella ( que no se sabe bien si pertenecía a astures o cánta- bros ) y Tritino Bellunte, de la que solo sabemos que la bañaba el Deva.




Si había alguna ciu- dad digna de men- cionar era, tal y co- mo destacaba Plinio, la de Julióbriga, en Retortillo, Campoo de Enmedio. Funda- da en el año 29 a.C es la mayor de las ciudades romanas en Cantabria.

Quizás fue un anti- guo castro. En todo caso  fue levantada para controlar y ad- ministrar todo el te- rritorio montañés.
Junto con Flavióbri- ga que alcanzó la categoría de colo- nia, eran las únicas ciudades reseñables de Cantabria.
Cantabria romana
Tramo de calzada romana
También se manifestó el dominio romano en la construcción y mante- nimiento de una serie de vías ( Pisoraca - Portus Blendium, Pisoraca - Flavióbriga, Julióbriga - Valle del Ebro y una transversal costera que unía los puertos, llamada Via Agrippa ) que pusieron en contacto las distintas zonas de la región con el resto de la península y del imperio .

Aún se conserva un tramo de 5 km entre Somaconcha y Pie de Con- cha. Las ciudades portuarias como Portus Victoriae y las calzadas sostuvieron la actividad económica y militar del imperio romano.
Ruinas de Portus Victoriae bajo la Cripta del Cristo
No hay que olvidar la ex- haustiva explotación que los romanos hicieron de los recursos mineros de Canta- bria, el hierro, cinc y plo- mo. Plinio hablaba de un monte muy alto en la costa que era todo de hierro, re- firiéndose al parecer a Pe- ña Cabarga. 
Cerámica romana o terra sigillata
Los minerales extraídos serían posiblemente exportados por los numerosos puertos romanos en Cantabria. Además, había una importante relación co- mercial con la Galia a través de estos puertos. Los romanos impusieron su organización política, social, cultural y económica. Introdujeron sus institu- ciones, cultura, leyes, lenguaje, el cristianismo... borrando la identidad del pueblo indígena, a cambio de introducir la cultura greco-latina y el cristia- nismo, aunque de forma bastante limitada por ser la zona menos romanizada.

Para su vigilancia, la Legión IV Macedónica se asentó muchos años en Aguilar de Campoo. En el 39 d.C. fue enviada a Germania y sustituída por la VII Gémina cuyo campamento dio origen con los años a la ciudad de León.

Solo tras el dominio romano, el pueblo cántabro recuperaba su libertad y parte de sus costumbres y hábitos de vida. Volvió en gran medida a habitar los castros que los romanos les habían obligado a abandonar. Resistirían durante siglos a los ataques de los bárbaros, los visigodos y los musulma- nes, fieles a su filosofía de vida indómita y libre.


En la Edad del Hierro, dos grandes pueblos habitaban la Península: Los íberos se extendían por el mediterráneo y Andalucía y se cree que eran de procedencia norteafricana o mediterránea. Comercia- ron con fenicios, griegos y cartaginenses. Tenían un nivel cultural avanzado y fundaron la misteriosa civilización de Tartessos. Los otros pueblos eran celtas, de procedencia centroeuropea y mezclados étnica y culturalmente con los habitantes autóctonos de la Península.
Los celtas ocupaban la parte del interior, norte y occidente de la Península Ibérica. Eran menos cultos y más belicosos que los íberos. La línea roja delimita los territorios que ocupaban estos antiguos pueblos, y la discontínua las actua- les provincias.

Tradicionalmente, los pueblos del norte han sido englobados en el grupo de los celtas, lo cual es obvio en el caso de galaicos y as- tures, pero no tanto en el caso cántabro.
Los pueblos prerromanos

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