El joven Gobernador de Lusitania, Salvio Otón, había sido uno de los hombres más persuasivos para que Servio Sulpicio Galba tomara las riendas de un Imperio que, en tema de finanzas, estaba al borde de la bancarrota. A esto hay que sumarle las locuras de Nerón, que habían convertido la corte en un sinvivir: el Senado temiendo las acometidas de la Guardia Pretoriana y el Emperador, metido en su mundo de demencia, tocando la lira y recitando poemas.
Tras la humillante derrota de Julio Vindex por las legiones de Verginio Rufo, General leal al Emperador, se hizo correr la voz de que el cabecilla de la revuelta era Galba; Nerón obligó al Senado a declararlo enemigo público y, éste, fue el empujón que el veterano Gobernador necesitaba; en principio, Galba, no estaba muy interesado en esta aventura: un hombre anciano, que no podía ni montar en caballo debido a su gotosa enfermedad, lo que quería, era acabar sus días en la tranquila Tarraco. Sus hombres más cercanos, con una falsa carta, le hicieron creer que el tirano lo había sentenciado a muerte. La, en teoría, inquebrantable fidelidad de Otón, que había sido el más influyente y tentador, es probable que no lo fuera tanto; el “lusitano” tenía puesta la vista en Roma, en el trono: Galba tenía 72 años y Otón 36; la esperanza de vida en el siglo I, rondaba los 40 años. La certidumbre de Salvio Otón, era, ser adoptado por Galba cuando este fuera proclamado Emperador por el Senado.
Tras la humillante derrota de Julio Vindex por las legiones de Verginio Rufo, General leal al Emperador, se hizo correr la voz de que el cabecilla de la revuelta era Galba; Nerón obligó al Senado a declararlo enemigo público y, éste, fue el empujón que el veterano Gobernador necesitaba; en principio, Galba, no estaba muy interesado en esta aventura: un hombre anciano, que no podía ni montar en caballo debido a su gotosa enfermedad, lo que quería, era acabar sus días en la tranquila Tarraco. Sus hombres más cercanos, con una falsa carta, le hicieron creer que el tirano lo había sentenciado a muerte. La, en teoría, inquebrantable fidelidad de Otón, que había sido el más influyente y tentador, es probable que no lo fuera tanto; el “lusitano” tenía puesta la vista en Roma, en el trono: Galba tenía 72 años y Otón 36; la esperanza de vida en el siglo I, rondaba los 40 años. La certidumbre de Salvio Otón, era, ser adoptado por Galba cuando este fuera proclamado Emperador por el Senado.
Marco Salvio Otón nació en Ferentino, ciudad 80 km. al Sureste de Roma, el 25 de Abril de 32; se suicidó el 15 de Abril de 69, después de la Batalla de Bedriacum (actual Calvatone (Cremona) – Lombardía -, 500 km. al Norte de Roma), clavándose un puñal en el pecho, tenía 37 años.
En la familia de Otón, por parte de padre, todos habían formado parte del gobierno imperial: su abuelo, Marco Otón, fue Pretor en tiempos de Octavio; su padre, Lucio Otón, un reconocido político en época de Tiberio, Calígula y Claudio. Su madre, una noble patricia emparentada con miembros de la corte.
En la familia de Otón, por parte de padre, todos habían formado parte del gobierno imperial: su abuelo, Marco Otón, fue Pretor en tiempos de Octavio; su padre, Lucio Otón, un reconocido político en época de Tiberio, Calígula y Claudio. Su madre, una noble patricia emparentada con miembros de la corte.
La niñez y adolescencia de Otón transcurrió en palacio, de hecho, era el mejor amigo de Nerón: durante la juventud compartieron juergas y aficiones; el problema surgió cuando la bella y ambiciosa esposa de Otón, Popea Sabina, se convirtió en la amante del Emperador. A partir de ahí, el vínculo amistoso entre Nerón y Otón fue de odio y alejamiento. Salvio Otón, se vio obligado a repudiar a su esposa y cedérsela a su “amigo”. El Emperador, podía haber hecho desaparecer a su colega Otón, algo en lo que ya tenía experiencia, pero prefirió asignarle el gobierno de Lusitania; una especie de destierro.
Los 10 años (58-68) que Otón estuvo al frente del gobierno de Lusitania, los manejó con bastante solvencia; sobre todo, teniendo en cuenta su edad y que se había criado en un ambiente lleno de caprichos junto a Nerón. Cuando llegó a Emérita Augusta tenía 26 años. En tema militar no tuvo, prácticamente, problemas; no era un hombre afectuoso ni extrovertido, pero tampoco era un déspota. El asunto económico, se le dio algo peor, quizá, porque estaba acostumbrado al despilfarro que había conocido en la corte; cuando Otón llegó a Roma, ya iba precedido de un desmesurado albedrío por el derroche.
Cuando las trompetas de rebelión contra el tirano Nerón sonaron por la Galia y la Tarraconense, Otón fue el primero en sumarse a la causa, la venganza estaba servida. Salvio Otón acompañó a Galba hasta Roma con la esperanza de ser nombrado su sucesor, pero la decepción fue mayúscula cuando adoptó a Calpurnio Pisón; la Guardia Pretoriana, que se sintió engañada al no recibir la dádiva prometida por Galba, se apresuró a nombrar Emperador a Otón.
Al grito de “Otho Imperator“, los pretorianos buscaron y asesinaron a Galba; previamente, habían ejecutado a su Comandante Nimfidio Sabino, que se quiso coronar Emperador aduciendo que era descendiente directo de la dinastía Julio-Claudia, decía ser, hijo de Calígula. El Senado, ante el bullicio y aterrados por la masacre, ratificaron a Marco Salvio Otón como nuevo Emperador de Roma.
Al grito de “Otho Imperator“, los pretorianos buscaron y asesinaron a Galba; previamente, habían ejecutado a su Comandante Nimfidio Sabino, que se quiso coronar Emperador aduciendo que era descendiente directo de la dinastía Julio-Claudia, decía ser, hijo de Calígula. El Senado, ante el bullicio y aterrados por la masacre, ratificaron a Marco Salvio Otón como nuevo Emperador de Roma.
Otón sabiendo del conflicto económico que Galba tuvo con los pretorianos, ya les había sobornado generosamente y, para evitar contrariedades dentro de la Guardia hizo prender y desterrar (luego se suicidó) al otro Prefecto del Pretorio, a Cayo Ofonio Tigelino. Acto seguido, dio a los soldados la opción de elegir a sus comandantes: Plotio Firmo y Licinio Próculo. Esta disposición y la ley por la cual amnistiaba a senadores que habían sido expropiados, hizo que Otón fuera bien recibido por el Pueblo y el Senado; sobre todo, después de las malversaciones de Nerón y las restricciones a las que les estaba sometiendo Galba. Pero, la guerra civil continuaba, los ejércitos de Germania y parte de la Galia habían exaltado a Aulo Vitelio que marchaba sobre Roma para arrebatar el trono a Otón.
Los ejércitos romanos estaban divididos en dos: Oriente apoyaba a Otón y Occidente a Vitelio. Salvio Otón, preparó una táctica defensiva con la Guardia Pretoriana más dos legiones formadas por esclavos y gladiadores. Confiado que en breve llegarían las siete legiones de Oriente, marchó al encuentro de Vitelo; las primeras escaramuzas estuvieron del lado de Otón, derrotando a dos comandantes de Aulo Vitelio y haciéndoles retroceder hasta los márgenes del Po. El consejo de los Tribunos de Otón era mantener una guerra de desgaste hasta que llegara el grueso de las legiones de Oriente; pero el Emperador, después de las dos victorias, se sentía enérgico, inexpugnable. Con esta certeza y el aliento del Prefecto Licinio Próculo, acudió Otón a lo que sería su combate final: la Batalla de Bedriacum (lugar situado entre Cremona y Verona). Las legiones de Vitelio infligieron una severa derrota a las tropas de Otón; aun así, la guerra no estaba perdida, quedaban las legiones del Danubio y parte de las suyas. Si el Emperador se hubiera dejado asesorar por sus generales habrían tenido muchas posibilidades de ganar la guerra a Vitelio, pero Marco Salvio Otón estaba alicaído por el fracaso, no aguantó la presión. Se retiró a su tienda con la idea de descansar, a la mañana siguiente, sus oficiales lo encontraron muerto con un puñal en el corazón, se había suicidado; el tiempo imperial de Otón fue de tres meses y cinco días. Cuando la noticia de su muerte llegó a Roma, el Senado sancionó Emperador a Aulo Vitelio Germánico.
A pesar de su corto reinado y de haber sido en su juventu uno de los más desenfrenados amigos de Nerón, Otón demostró gobernar con una nobleza y dignidad pocas veces vista en los emperadores romanos.
Marco Salvio Otón nació en el año 32, en el seno de una familia que tenía importantes conexiones políticas con la dinastía Julio-Claudiana y su linaje se remontaba hasta antiguos príncipes etruscos. Su padre, Lucio Otón hizo una importante carrera política bajo el tutelaje de Tiberio y Claudio. Marco Otón pasó gran parte de su juventud como compañero de juergas y excesos de Nerón con quien lo unía una profunda amistad.
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