domingo, 25 de junio de 2017

Años por países - España

año en el 1151 - arquitectura

El Real Monasterio de Santa María de la Caridad de Tulebras (NavarraEspaña) es un cenobio de monjas trapenses que acoge vida religiosa ininterrumpidamente desde su fundación hacia 1157. Artísticamente destaca por los elementos de estilo románico-cisterciense en su iglesia, la parte más antigua del conjunto, e históricamente por tratarse de la primera fundación femenina del Císter en España, siendo la casa madre de otros monasterios de monjas cistercienses en la península.

Esta casa monacal de concesión real tiene su origen en el ofrecimiento hecho por el monarca navarro García Ramírez para establecerse en sus dominios de Tudela a las monjas cistercienses de la Abadía de Lumen-Dei (Lum Dieu), en Fabas, Diócesis de Comminges, en el Languedoc francés (hoy, en el departamento de Alto Garona). Fue por tanto en Tudela, o en sus próximos aledaños, donde comenzó, en 1147, la vida comunitaria del que se convirtió en el primer monasterio femenino del Císter en tierras españolas y, gracias a las donaciones y privilegios concedidos por príncipes, reyes y papas, en la casa madre de otros cenobios de la orden en el país.
Las monjas de Santa María de la Caridad, hasta entonces conocidas bajo la advocación de Santa María de las Dueñas, se trasladaron entre 1156 y 1157 con realengo de Sancho VI el Sabio a una nueva ubicación unos 11 kilómetros al sur de Tudela, una zona fértil a orillas del río Queiles, cerca de las fronteras con Aragón y Castilla. Fue a partir de esa fecha cuando empezó a construirse el actual edificio, en estilo románico cisterciense. Las primeras décadas de existencia del Monasterio de Tulebras fueron ricas en fundaciones. Así, comenzaron sus andaduras como filiaciones del cenobio navarro los monasterios de Perales (Palencia1160), Gradefes (León1169), Cañas (La Rioja1170), Vallbona de las Monjas (Lérida1173), Trasobares (Zaragoza1182) y Las Huelgas (Burgos1187). Esta última fundación, convertida en cabeza de los monasterios cistercienses femeninos de Castilla por iniciativa del rey Alfonso VIII, arrebató a Tulebras el control de Perales, Gradeles y Cañas.
Compás exterior del Monasterio.
Santa María de la Caridad sufrió las consecuencias de emplazarse en un lugar de frontera, tan propenso a la inestabilidad política. En 1378 tropas castellanas destruyeron el pueblo que se había formado a su alrededor y a mediados del siglo XV el Monasterio se encontraba en un estado ruinoso, aunque con vida. La nobleza laica local se arrogó el nombramiento de las abadesas y la normalidad clerical no se restableció hasta mediados del siglo XVI. A lo largo de la Edad Moderna se construyeron nuevas dependencias y se contrataron diversos trabajos artísticos, aunque el Monasterio nunca superó su humildad en cuanto a posesiones materiales y económicas, siendo su importancia sobre todo de índole espiritual e intelectual. Sobrevivió a la Desamortización de Mendizábal de 1835, aunque entonces su archivo fue transferida al Archivo General de Navarra. En 1957 Tulebras abrazó la ramificación Cisterciense de la Estrecha Observancia (OCSO), u Orden de la Trapa. La última fundación en tiempos recientes data de 1990, cuando un grupo de hermanas partieron a EsmeraldasEcuador, por petición del obispo de dicha diócesis. Se fundó así, en 1991, el Monasterio de Santa María de la Esperanza.
La comunidad de Santa María de la Caridad de Tulebras, compuesta actualmente por 26 hermanas, elabora dulces, miel y productos de cosmética natural, así como trabajos de artesanía y encuadernación, y regenta una pequeña hospedería. Hace unos años las monjas acometieron personalmente una profunda restauración de las dependencias monacales y del compás exterior.

Descripción[editar]

Iglesia[editar]

Portada románica en el muro norte de la iglesia.
Construcción original de finales del siglo XII pero reformada en siglos posteriores, presenta un muro exterior de doble alzado. En el muro norte o del Evangelio se abre una portada románica abocinada con tres arquivoltas de medio punto, la exterior ornamentada con labra floral, que descansa en columnas acodilladas con capiteles decorados con motivos vegetales geometrizados. El arco interior de ingreso apea en pares de columnas adosadas similares a las anteriores; se trata de un primitivo elemento arquitectónico muy restaurado.
De pequeñas dimensiones, la planta es sencilla, de nave única, con el eje muy desviado. Destaca por su sobriedad arquitectónica y por su desnudez cisterciense, que rehúye todo ornato. Sus cinco tramos están marcados con pilastras, a las que se adosan medias columnas suspendidas; sólo las correspondientes al arco triunfal que precede la cabecera alcanzan su desarrollo. Sus capiteles son lisos o se cubren de palmetas y hojas esquemáticas.
Dentro del templo llama la atención la bóveda, tendida en el siglo XVI para sustituir, al hundirse ésta, la cubierta primitiva, que probablemente era de cañón apuntado, jalonada por potentes arcos fajones de sección rectangular que apeaban en las semicolumnas que todavía subsisten en los muros. La segunda bóveda contrasta con los muros y el ábside semicircular románico-cistercienses, de manera doble: por el estilo, ya que se trata de una estructura nervada renacentista con resabios tardogóticos, con florones en las claves decorados con las armas del eclesiástico cisterciense Hernando de Aragón y de Gurrea, quien fuera arzobispo de Zaragoza en 1539-1575) y virrey de Aragón en 1566-1575; y por el material, al estar hecha con una piedra de un tono mucho más claro.
Es el presbiterio son de destacar el altar primitivo, del siglo XIII, con ara de piedra de una sola pieza, sostenida por cinco columnillas con basas y capitales de estilo vegetal, y la imagen de la Virgen de la Caridad, de estilo gótico del siglo XIV.

Claustro[editar]

El Monasterio fue construido de una sola planta, probablemente románica, como lo demuestran dos arcos aparecidos en el muro este del claustro o ala capitular. Las galerías se continuaron en el siglo XVI en ladrillo y con bóvedas de crucería que hoy se muestran enlucidas de blanco. Los arcos del exterior, hallados y abiertos en la última restauración, presentan ritmo mudéjar.
Galería del claustro.

Palacio abacial[editar]

Erigido en el siglo XVIII en estilo barroco y con fachada de ladrillo, conserva el balcón construido en la reforma del siglo XVI, desde donde la madre abadesa emitía bandos y pregones a sus vecinos enfeudados. Sobre la puerta principal aparece un escudo de alabastro.

Museo monacal[editar]

Con objeto de hacer accesible al público la colección de arte sacro del Monasterio de Tulebras, se ha instaló, con la ayuda del Gobierno de Navarra, un Museo, distribuido en tres salas, que exponen obras de pintura, escultura, orfebrería y algunos libros de coro de los siglos XVI a XVIII, así como algunas piezas de interés arqueológico. Una de las salas corresponde al antiguo dormitorio monacal del siglo XII, que se utilizó como tal hasta el siglo XVII.

Sala I[editar]

En ella se encuentran expuestos tres retablos barrocos del siglo XVII. El de San Bernardo presenta un lienzo central con la Aparición de la Virgen al santo titular, quedando atestiguado en la cornisa de remate que fue encargado por Catalina Royo, religiosa del Monasterio, en 1649. El retablo de Nuestra Señora del Rosario fue donado por la familia Oñate y presenta una predela con lienzos de Santa Ana, Santo Domingo y San Pablo, un lienzo central con la imagen de la Virgen del Rosario, y un remate con otro lienzo que representa a Dios Padre. Esta sala acoge además un escudo en madera policromada con las armas del arzobispo Hernando de Aragón, del siglo XVI, así como cuatro libros corales que se exponen en la vitrina central de la estancia, más una colección de relicarios barrocos.

Sala II[editar]

Esta sala contiene las obras más importantes de la colección:
Retablo de la Dormición[editar]
Su traza es renacentista manierista y sus tres pinturas, obras de Jerónimo Cósida, quien fuera consejero artístico de Hernando de Aragón, han sido datadas hacia 1570. Esta obra está considerada entre las mejores que se conservan de la etapa de madurez de este pintor renacentista zaragozano. En el banco aparecen, pintados sobre tabla, San Juan Bautista y San Juan Evangelista. En el cuerpo principal, el Tránsito de la Virgen, rodeada de apóstoles, entre Santa María Magdalena y San Nicolás de Bari. En el ático, el Calvario. Desde la reforma del siglo XVI el retablo presidió la Capilla Mayor de la iglesia y en 1970 fue descolgado para su restauración, pasando posteriormente a su ubicación actual.
Tabla de la Trinidad[editar]
Tabla de la Trinidad, de Jerónimo Cósida (c. 1570).
Obra también de Jerónimo Cósida, y quizá parte del Retablo de la Dormición, se trata de un trabajo particularmente interensante, al representar a la Santísima Trinidad como figura trifacial, empleando para ello la fisonomía que la iconografía ha destinado tradicionalmente al Hijo. La figura trinitaria aparece sedente y sosteniendo un diagrama triangular en el que, con intención didáctica, el autor explica que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son diferentes entre sí pero que los tres son Dios. La inusual representación trifacial, no del todo infrecuente en el Renacimiento, y el comentario teológico (que además no resulta del todo aclaratorio, ya que Cosida no explicita en qué medida el Padre "no es" el Hijo, y éste "no es" el Espíritu Santo, como este último "no es" el primero, si en cuanto a personalidad o en cuanto a naturaleza) empujaron a la autoridad eclesiástica a retirar de la vista de los fieles tan conceptual obra. Así, 1628, año en que el papa Urbano VIII prohibió esta iconografía por considerarla herética, pudo ser el momento en que el abadesa mandó retirar esta tabla semicircular del Retablo mayor de la iglesia.
Retablo de San Francisco de Paula[editar]
Con un gran lienzo central del santo titular, aunque son de mayor mérito las pinturas laterales que representan mártires, papas, obispos y evangelistas.
Lienzo de la Inmaculada Concepción[editar]
Del siglo XVIII, realizado por encargo de Doña Francisca de Argayz y Ribera.
La sala II expone además un rico fondo de orfebrería, dispuesto en siete vitrinas:
Vitrinas 1 y 3[editar]
Contienen varios cálices de plata dorada, destacando uno de ellos de estilo purista y fechable en la primera mitad del siglo XVII, así como seis relicarios y una bandeja oval de estilo rococó, fechable a finales del siglo XVIII.
Vitrina 2[editar]
Acoge dos lámparas, de 1613, y, de la ciudad de Tudela, un grupo de cinco fuentes o fruteros de la segunda mitad del siglo XVIII, y una bandeja de plata dorada de fines del XVI y de estilo tardorrenacentista.
Vitrina 4[editar]
Junto a una naveta, dos candeleros y un puntero se exponen un pequeño acetre de plata de hacia 1600, un incensario de plata reformado en diferentes épocas y estilos, y tres sacaras de plata parcialmente dorada, de estilo rococó, fechables en la segunda mitad del XVIII.
Vitrinas 5 y 6[editar]
Custodian una monumental arqueta eucarística barroca, realizada en plata en la localidad riojana de Alfaro en 1684, más un cáliz y un ostensorio de plata dorada, barrocos del siglo XVIII.
Aspecto de la Sala II del Museo.
Vitrina 7[editar]
Contiene dos báculos, de los que destaca uno hecho en plata, de estilo purista y sobria decoración, fechable a comienzos del siglo XVII. En la misma vitrina se guarda una gran cruz procesional tardorrenacentista.

Sala IIII[editar]

Junto a dos pequeñas tallas de la Asunción y la Inmaculada, destaca la imagen de vestir articulada de la Virgen de la Cama, realizada probablemente a principios del siglo XVII. Descansa en un lecho en el interior de una urna bellamente policromada, fechada en 1784, que forma conjunto con seis candeleros de madera.

Torre romana[editar]

En este recinto se exponen varios capiteles románicos, muy sobrios y de espíritu cisterciense, y cuatro estelas discoidales funerarias, una de época prerrománica, en torno a los siglos X y XI, y las otras tres medievales. Estas estelas presentan una sencilla decoración, de cruz de malta y pétalo floral, y están labradas con técnicas de bajorrelieve, abiselado e incisión.

Acceso[editar]

Al tratarse de un monasterio de clausura, el monumento no es visitable, salvo las salas acondicionadas como Museo, el cual ofrece los siguientes horarios de visitas: del 1 de octubre al 30 de abril, los sábados y domingos entre las 16 y las 18 horas; del 1 de mayo al 30 de septiembre, de martes a domingo entre las 11 y las 13,30 horas y entre las 16 y las 18 horas.

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año 1160
Los Fratres de Cáceres es una orden religiosa y militar que se crea tras la reconquista de la ciudad de Cáceres en 1169 por el rey Fernando II de León, que se la había arrebatado a los musulmanes.
Para proteger la ciudad ante un posible intento de reconquista por parte de los árabes (como a la postre ocurrió en 1173), Fernando II asigna su defensa a un grupo de caballeros que en 1170 se constituyen como orden religiosa y militar con votos de obediencia y lucha. A esta fraternidad se la conoció como los Fratres de Cáceres (posteriormente como Hermanos de la Espada y más tarde como Caballeros de la Orden del Señor Santiago), que a la postre serían la semilla de la que nacería la Orden de Santiago.
Aunque existe mucha controversia, muchos atribuyen a la torre cilíndrica que está adosada al Palacio de Carvajal, que forma parte de las murallas de Cáceres, como su torre insignia.
En 1174, el califa de Sevilla Abu Yacub Yusuf logra vencer la resistencia de los Fratres y reconquista la ciudad de Cáceres para los musulmanes, tras derrotar a los últimos miembros de dicha orden en la histórica resistencia de la torre de Bujaco.

Los Frates de Cáceres – Una visión histórica de la ciudad

Cruz de Santiago
Cruz de Santiago
ANTECEDENTES: RECONQUISTA LEONESA DE CÁCERES
La historia de Cáceres se remonta a la colonia romana Norba Caesarina, ubicada junto a una importante vía de comunicaciones cuyo tramo principal comunicaba Mérida con Astorga y que pasó a denominarse Vía de la Plata.
En torno al siglo V d.C. el asentamiento hispanorromano fue arrasado por los visigodos no volviendo a figurar en ningún escrito hasta los siglos VIII y IX, momento en que recuperó población residual bajo domino musulmán.
En la batalla de Zalaca o Sagrajas (cerca de Badajoz) donde los adelantados cristianos del rey Alfonso VI de León y Castilla fueron derrotados en el año 1086 por los almorávides que habían acudido en ayuda de las taifas andalusíes. Desde entonces Cáceres quedó integrado al imperio almorávide. En el año 1147, con el cambio de poder dinástico del imperio norteafricano, el primer califa Almohade Abd al-Mumin refundó la ciudad sobre los restos hispanorromanos y visigodos.
En el 1165 Gerardo Geráldez, apodado Sempavor (“sin miedo”), el ”Cid” portugués, con un ejército de mercenarios toma la ciudad de Évora. Comienza entonces una carrera imparable de conquistas contra los musulmanes, ganándoles territorios y arrebatándoles plazas tan importantes como Trujillo, Montánchez o Cáceres.
Cuatro años después, en el 1169, asentadas dichas plazas, Gerardo Sempavor junto a Alfonso I de Portugal, en su afán insaciable de conquista, marcha y sitia la Taifa de Badajoz. Ante esta expansión portuguesa, Fernando II de León temeroso del poder que el rey portugués iba alcanzando y molesto por la anexión de territorios que según el Tratado de Celanova firmado por ambos reinos, pertenecían al reino de León, pacta con los almohades y acude en auxilio de ellos. Derrotados los portugueses, Gerardo Sempavor es obligado a entregar Cáceres al rey leonés, junto a otros territorios conquistados que correspondían al Reino de León según dicho tratado.
 FUNDACION DE LA ORDEN
Tras tomar posesión de la ciudad de Cáceres y para protegerla de un intento de reconquista musulmana, Fernando II encomienda su custodia y defensa a un grupo de 12 caballeros liderados por Pedro Fernández, Señor de Fuentencalada de la alta nobleza del reino de León.
En el año 1170 estos caballeros fundan la Congregación de los Fratres de Cáceres, también posteriormente conocida como Hermanos de Cáceres o los Fratres de la Espada por tener como emblema una cruz roja en el pecho en forma de espada. Transformándose desde ese instante en una milicia religiosa, cuna y origen de la Orden de los Caballeros de Santiago. La fundación de la orden es confirmada por bula del Papa Alejandro III en el año 1175.
Su función principal era la defensa del territorio de la expansión del Islam, aunque también se encargaron de proteger a los peregrinos en ruta al camino de Santiago, y estaban en reserva para apoyar futuras campañas cristianas.
El primer Maestre de la Orden fue el propio fundador don Pedro Fernández, Señor de Fuentencalada, en cuya ascendencia figuran los Reyes de Navarra y de los Condes de Barcelona. Junto a él estaban grandes nobles leoneses, como Pedro Arias, el conde Rodrigo Álvarez de Sarriá, Rodrigo Suárez, Pedro Muñiz, Fernando Odoarez, señor de la Varra y Arias Fumaz, señor de Lentazo.
Situaron los Frates su sede en la que hoy es la Iglesia de Santiago aprovechando un templo cristiano ya existente. Alrededor de esta situaron sus dependencias, dejando huellas que sobreviven hasta nuestros días como Cuesta del Maestre, Torre de los Espaderos o el propio apellido Espaderos.
Los años siguientes fueron prósperos para la Orden, cada vez eran más los caballeros de León, de Castilla o de Navarra los que se unían a esta cruzada donando sus bienes, tierras, villas o castillos a la congregación, incluso el propio monarca leonés les otorgó tierras y castillos. En 1172 la Orden ya contaba con posesiones también en el Reino de Castilla.
La rápida propagación de la Orden se inició debido a que su Regla era menos rígida que las de las demás órdenes (era la única orden militar cuyos caballeros podían casarse), eclipsando a las más antiguas de Calatrava y Alcántara.
2 PÉRDIDA DE LA CASA MATRIZ EN CÁCERES Y CAMBIO DE NOMBRE
Ya llegado el año 1174, la suerte dejó de estar del lado de los caballeros, el Califa almohade Abú Yacub Yusuf emprende su campaña de reconquista de los territorios arrebatados por los cristianos 5 años atrás, subiendo con sus huestes por la Vía de la Plata. El gran ejército almohade va tomando las Villas y los castillos que encuentra en su camino, unas a fuego y sangre, otras, sitiadas, por hambre. Medellín, Mérida, Trujillo y Montánchez, van sucumbiendo ante el poderío musulmán, hasta llegar a Cáceres, la casa matriz de los Caballeros de la Espada. La toma de Cáceres es encargada al Emir Abú Hafs Omar que subía desde Mérida con las tropas de refuerzo y pone sitio a la villa.
Cuenta la leyenda que los últimos 40 caballeros supervivientes de la guarnición, tras una defensa numantina se refugian en la única torre aún en su poder, se dice que fue en la Torre de Bujaco a la que asocian su nombre con el del mencionado Emir (aunque es improbable que fuese allí ya que su diseño albarrano la hacen posterior a los acontecimientos), otros historiadores mencionan la torre redonda del palacio de los Carvajal, o en una de las del ya desaparecido alcázar. Sea cual fuera todos los 40 caballeros que había allí mueren defendiendo la torre por la Orden y por la Villa de Cáceres, no quedando prisioneros ni supervivientes.
Con la pérdida de Cáceres, la casa matriz de la Orden pasó ese año a la Villa de Uclés a modo de diócesis, gracias a la donación por parte de Alfonso VIII de Castilla. Además pasan a denominarse la Orden de Santiago, pero nunca perdieron la esperanza de reconquistar la cuna de su origen, la Villa de Cáceres.
La primera acción militar notoria en la que intervinieron los ahora llamados Caballeros de Santiago fue para ayudar al ejército de su protector castellano Alfonso VIII en la toma de la ciudad de Cuenca, en 1177. Su contribución en dicha conquista fue tan importante que el rey añadió, en el terreno recién conquistado, nuevas donaciones patrimoniales a la Orden. Muchas más acciones habrían de seguir, llegando a participar en todas las batallas importantes de la reconquista cristiana desde este momento.
La congregación prosperó además adquiriendo bienes y territorios repartidos principalmente por los reinos de Castilla y León e incluso Portugal. Hacia 1200 la Orden de Santiago sola tenía más posesiones que las órdenes de Calatrava y Alcántara juntas con 83 encomiendas, 2 villas, 178 condados y aldeas, 200 parroquias, 5 hospitales, 5 conventos y la Universidad de Salamanca. Los caballeros ascendían entonces 400 y podían reunir hasta a 1.000 infantes bajo su mando.
DISPUTA POR CÁCERES
En 1183 Fernando II recupera Cáceres con asistencia de la propia orden, pero la conquista duró breve periodo de tiempo y fue perdida de nuevo en el año 1213, permaneciendo musulmana hasta que el 23 de abril del año 1229, momento en que es reconquistada definitivamente, con la ayuda de las Ordenes Militares. Esta acción fue dirigida por Alfonso IX, monarca del reino de León y de Galicia.
En ese momento Alfonso IX no estaba precisamente en buenos términos con el Papa y la Iglesia, por lo que no es de sorprender que una vez reconquistada la Villa, se negase a entregársela a los Fratres como era su deseo. Cáceres queda así bajo la autoridad directa del rey (Villa de realengo) ya que el monarca no poseía ninguna otra villa en aquel extremo sur del reino, y ésta estaba ubicada en un enclave estratégico. Pese a la decisiva contribución de los Fratres en su reconquista y la presión del Papado, el rey les “invita” a marcharse a cambio de los pueblos de Villafáfila, Castrotorafe y 2000 maravedíes. A regañadientes, los caballeros acceden y se marchan de la ciudad.
Con el paso de los siglos el símbolo que les caracterizaba comienza a evolucionar para adoptar la famosa espada en forma de cruz con flores de lis, estas últimas suponen un elemento ya común de ver en los emblemas de otras órdenes religiosas como los calatravos.
Evolución Cruz de Santiago
Evolución Cruz de Santiago
DISPUTA POR CÁCERES
En 1183 Fernando II recupera Cáceres con asistencia de la propia orden, pero la conquista duró breve periodo de tiempo y fue perdida de nuevo en el año 1213, permaneciendo musulmana hasta que el 23 de abril del año 1229, momento en que es reconquistada definitivamente, con la ayuda de las Ordenes Militares. Esta acción fue dirigida por Alfonso IX, monarca del reino de León y de Galicia.
En ese momento Alfonso IX no estaba precisamente en buenos términos con el Papa y la Iglesia, por lo que no es de sorprender que una vez reconquistada la Villa, se negase a entregársela a los Fratres como era su deseo. Cáceres queda así bajo la autoridad directa del rey (Villa de realengo) ya que el monarca no poseía ninguna otra villa en aquel extremo sur del reino, y ésta estaba ubicada en un enclave estratégico. Pese a la decisiva contribución de los Fratres en su reconquista y la presión del Papado, el rey les “invita” a marcharse a cambio de los pueblos de Villafáfila, Castrotorafe y 2000 maravedíes. A regañadientes, los caballeros acceden y se marchan de la ciudad.
Con el paso de los siglos el símbolo que les caracterizaba comienza a evolucionar para adoptar la famosa espada en forma de cruz con flores de lis, estas últimas suponen un elemento ya común de ver en los emblemas de otras órdenes religiosas como los calatravos.

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