Idiófonos de concusión
1. Kartals (bloques). Consiste en un par de bloques de madera con sonajas o crótalos (kartales, propiamente dicho). El ejecutante sostiene este par en una sola mano. Se pueden percutir juntas a velocidad rápida para hacer complejos patrones rítmicos.
2. Kartals (laminillas). Consiste en un par de piezas de madera dura y delgada, usando un par por mano, que producen un sonido similar a las castañuelas. Se usa en Rajastán, India.
3. Kartals (crótalos). Consiste en un par de crótalos o címbalos de metal, usados para acompañar cantos devocionales.
Los karátalas o kártalos son un instrumento de percusión formado por dos platillos unidos por una cuerda o una cinta de tela. Son de uso frecuente en las tradiciones del hinduismo para acompañar el canto kirtan (canto en voz muy fuerte) o el bhayan (canto en voz suave). Frecuentemente se utilizan con el Mridanga de terracota (o ―actualmente― de plástico) y a veces con un armonio.
Los devotos de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna utilizan kártalos para realizar járinam (canto en las calles de canciones dedicadas a Jarí-Krishna).
La ejecución se logra golpeando suave o fuertemente los kártalos entre sí: se atan con cintas de tela al dedo medio de cada mano y se entrechocan. Generalmente al tocar durante demasiado tiempo o con demasiada fuerza, se lastima la segunda falange de estos dedos.
Etimología sánscrita[editar]
- kará-tāla, en el sistema AITS (alfabeto internacional para la transliteración del sánscrito).
- करताल, en escritura devanagari del sánscrito.
- Pronunciación: /karátala/1 o actualmente /kártalo/ (más parecido a su pronunciación en bengalí).
- Etimología: kará-tāla significa ‘marcar el tempo (tala) mediante un aplauso rítmico (kará: manos)’.
Palabras afines[editar]
- kará-tala: la palma de la mano.
- kará-tala-tāla: aplaudir rítmicamente con las palmas de las manos.
- kará-tala-sthá: que está sobre la palma de la mano.
- kará-tāla: instrumento musical, un platillo.
- kará-tālaka: plato.
- kará-tālikā: marcar el tiempo mediante un aplauso rítmico.
- kará-tālikā: un tipo de platillo
Instrumentos similares[editar]
Aunque a menudo se los confunde con los chinchines o Crótalos, los kártalas son más parecidos a los platillos, aunque su construcción es más pesada y producen un sonido más puro.
El látigo es un instrumento musical perteneciente al grupo de percusión, concretamente al de los idiófonos. Consta de dos láminas de madera unidas por una bisagra. Cuando estas dos láminas se entrechocan, producen un sonido similar al de un látigo, de ahí su nombre.
Hay dos tipos de látigos:
- Los que constan de una bisagra en un extremo, por lo que sólo tienen dos láminas de madera y unos pequeños salientes por donde agarra el percusionista las láminas o unas gomas que se sujetan a la mano hacia la mitad de las tablas y que permite entrechocarlas.
- Los que están formados por una lámina de madera más larga que la otra, que se unen mediante una bisagra que posee un muelle, lo que permite tocarlo con una sola mano.
El látigo se utiliza a menudo en bandas y orquestas, además de en el cine para realizar efectos sonoros.
Uso del látigo en la música clásica[editar]
- John Barnes Chance: Incantation y Danza
- Modest Músorgski: Cuadros de una exposición (el látigo es usado por las orquestaciones de Maurice Ravel, Vladimir Jurowski y la versión Henk de Vlieger para percusión unida)
- Gustav Mahler: Sinfonías nº 5 y 6
- John Coolidge Adams: Nixon in China (ópera)
- Maurice Ravel: Concierto para piano en sol y L'heure espagnole (La hora española)
- Dmitri Shostakóvich: Sinfonía n º 13, 14 y 15
- Leroy Anderson: Navidad Standard "Sleigh Ride", donde el instrumento tiene la intención de imitar un látigo real sobre un caballo
- George Gershwin: Concierto de Piano en Fa
- Aaron Copland: Rodeo (Buckaroo Holiday)
- William Walton: festín de Baltasar
- Olivier Messiaen: Des Canyons aux etolies, San Francisco de Asís y Eclairs sur l'au-delà
- Edgar Varèse: ionización
- William Mathias: Vistas y Laudi En Arcadia
- Alun Hoddinott: fioriture
- Benjamin Britten: Guía de los jóvenes a la Orquesta, Fludde Noye's, Sinfonia da Requiem, San Nicolas (Britten) , Sinfonía de Primavera y Réquiem de Guerra
- Michael Tippett: Año Nuevo (la ópera y la versión suite), The Knot Garden, Break The Ice, La Visión de San Agustín, Canciones para Dov y la suite Shires
- Bernd Alois Zimmermann: Die Soldaten
- Juan María Solare: Un ángel de fuego y hielo
- Krzysztof Penderecki: Sinfonía nº 1 (que comienza con nueve golpes del látigo entre varias pausas)
- Alexander Vustin: Devil in Love
- Daron Hagen: Luminoso Cejas
- Huw Watkins: Concierto para piano
- Thomas Adès: Living Toys y La tempestad
- Adam Guettel: La Luz en la plaza (musical)
- Frank Ticheli: Fortaleza
- James MacMillan: El Sacrificio
- Samuel Barber: Concierto para piano
- Ramón Ramos: Llanto por una ausencia
Se requiere habilidad y tacto para obtener de este instrumento una agradable secuencia de sonidos. Sin embargo, existen chasqueadores profesionales que consiguen arrancarle acentos musicales. En los últimos años estos profesionales del látigo han renovado su tradición, y ya durante los juegos olímpicos de 1972 fueron una de las atracciones más admiradas.En sus demostraciones se dividen en grupos, cada uno de los cuales forma una especie de orquesta. Se colocan alineados como si de tubos de un órgano se tratase, pero a conveniente distancia uno de otro para no herirse mutuamente. A la voz de mando del director, que se encuentra a la cabeza, comienza a tocar esta banda de cuero. El primero golpea el látigo que produce el sonido más agudo y así sucesivamente hasta el chasquido más bajo y, luego, vuelta a empezar.
Hay que emplear bastante fuerza para manejar el látigo, para hacerlo girar cadenciosamente y, sobre todo, para dar el fuerte tirón que es lo que producirá el chasquido. Se trata de una fuerza desencadenante totalmente contraria al suave movimiento inicial del látigo. Los físicos lo explican diciendo que al hacer girar el látigo con un ritmo regular se va bombeando en él cada vez más fuerza, por lo que al dar el potente y corto tirón se genera una onda que se mueve en sentido contrario y que libera su energía al final del látigo con un fuerte chasquido supersónico.
El ruido puede llegar a ser tan grande que en algunas reglamentaciones antiguas, como la del juez Kuttner de Laufen, fechada el 4 de febrero de 1829, estaba "totalmente prohibido hacer restallar los látigos después del toque vespertino de oración y durante el servicio divino". También estaba prohibido hacerlo en calles y plazas.
Como habrá de soportar elevadas tensiones, el látigo se fabrica a base de tiras de cuero o de cáñamo trenzado sometidas antes a un tratamiento especial. Para acentuar el chasquido, una vez que el látigo ha sido impregnado con cola de pez, se entreteje un pedazo de corteza que es lo que producirá el restallido semejante a un disparo. Antes se empleaba hilo de seda de colores y curiosamente, parece ser que el rojo era el que más estruendo hacía.
Hay que emplear bastante fuerza para manejar el látigo, para hacerlo girar cadenciosamente y, sobre todo, para dar el fuerte tirón que es lo que producirá el chasquido. Se trata de una fuerza desencadenante totalmente contraria al suave movimiento inicial del látigo. Los físicos lo explican diciendo que al hacer girar el látigo con un ritmo regular se va bombeando en él cada vez más fuerza, por lo que al dar el potente y corto tirón se genera una onda que se mueve en sentido contrario y que libera su energía al final del látigo con un fuerte chasquido supersónico.
El ruido puede llegar a ser tan grande que en algunas reglamentaciones antiguas, como la del juez Kuttner de Laufen, fechada el 4 de febrero de 1829, estaba "totalmente prohibido hacer restallar los látigos después del toque vespertino de oración y durante el servicio divino". También estaba prohibido hacerlo en calles y plazas.
Como habrá de soportar elevadas tensiones, el látigo se fabrica a base de tiras de cuero o de cáñamo trenzado sometidas antes a un tratamiento especial. Para acentuar el chasquido, una vez que el látigo ha sido impregnado con cola de pez, se entreteje un pedazo de corteza que es lo que producirá el restallido semejante a un disparo. Antes se empleaba hilo de seda de colores y curiosamente, parece ser que el rojo era el que más estruendo hacía.
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