ARTE GÓTICO .-
Condiciones históricas y materiales
Hacia mediados del siglo XIX y debido a los grandes trabajos llevados a cabo de restauración de los monumentos góticos con arquitectos como Johannes Wetter y sobre todo con el eminente Eugène Viollet-le-Duc, llegaron a la conclusión de que todos y cada uno de los elementos de la arquitectura gótica no son puro adorno, sino que desarrollan una función bien concreta. El funcionalismo constructivo tiene su mejor demostración en el estudio de las bóvedas y sus apoyos: la bóveda de aristas, racionalmente provista de arcos cruzados (ojivas) y de arcos de encuadramiento (perpiaños y formeros), cargan su peso no sobre los muros, sino sobre determinados puntos de los apoyos, pudiendo sustituirse los muros por ventanas o delgados tabiques. En razón de la curvatura de las bóvedas y de los arcos, el peso de la cubierta se ejerce oblicuamente, en empujes laterales localizados que los arquitectos del gótico neutralizaban oponiéndoles otros empujes, como por ejemplo los arbotantes, o anulándolos con cargas verticales convenientemente calculadas, como por ejemplo los pináculos. Es por
tanto un sistema elástico en el sentido que soporta las deformaciones de la mampostería por la presión vertical o por desplome, ya que los elementos del edificio son, hasta cierto punto, por la diversidad de sus funciones, independientes unos de otros. El sistema constructivo gótico permite aligerar la masa, ofrece la posibilidad de construir más fácilmente en altura, y ello tuvo como consecuencia una clara distribución de las partes. En resumen, el gótico es un sistemadinámico, opuesto totalmente al románico que es estático.
Los monumentos más numerosos e importantes de la arquitectura gótica fueron destinados a fines religiosos; es perfectamente normal que esta arquitectura haya sido interpretada y aun definida en función de sus significaciones religiosas. El tamaño y la altura de las catedrales de los siglos XII al XVI, así como el fantástico vaciamiento de los muros, que permiten el paso de una luz muy abundante, pueden expresar mejor que en ninguna otra época las virtualidades místicas de la arquitectura religiosa cristiana.
La extensión geográfica de la arquitectura gótica corresponde a la difusión, en Europa, del cristianismo de obediencia a Roma. En efecto, desde el fracaso de las tentativas de unidad cristiana en el siglo XI, la iglesia de Oriente a otra corriente cultural y mística de tradición bizantina; la frontera atraviesa, de norte a sur, la Europa Central. El área del gótico engloba las Islas Británicas y Escandinavia, los Países Bajos y Francia, los estados del Imperio Germánico, Bohemia, Polonia, Hungría, península ibérica e Italia.
Los países o territorios del ámbito del gótico son de una diversidad morfológica, geográfica o climática muy grande lo que implica a veces modos de construir diferentes. Durante el periodo gótico, es decir, entre 1250 y 1450, las condiciones políticas, económicas o sociales de estos países fueron muy distintas. Las densidades demográficas de la Europa de la Edad Media, son de una disparidad casi increíble; la Francia septentrional de los siglos XII y XIII se cubre de iglesias parroquiales y de ricas abadías; en otros países, de construcción urbana
más evolucionada, solo las ciudades de alguna importancia conocen la actividad monumental. Por otro lado surgen situaciones paradójicas: ciudades pequeñas como Amiens son dotadas de edificios fastuosos e inmensos, contrastando con ciudades como Colonia que pese a su ambición, no consigue financiar los equipos de constructores. Solo en el siglo XV cuando ciudades como Flandes, Normandía, y zonas de Alemania meridional o del Rhin, rivalizaron en el esfuerzo arquitectónico, se podrá apreciar claramente el juego de las fuerzas económicas en el arte gótico.
Los monumentos más numerosos e importantes de la arquitectura gótica fueron destinados a fines religiosos; es perfectamente normal que esta arquitectura haya sido interpretada y aun definida en función de sus significaciones religiosas. El tamaño y la altura de las catedrales de los siglos XII al XVI, así como el fantástico vaciamiento de los muros, que permiten el paso de una luz muy abundante, pueden expresar mejor que en ninguna otra época las virtualidades místicas de la arquitectura religiosa cristiana.
La extensión geográfica de la arquitectura gótica corresponde a la difusión, en Europa, del cristianismo de obediencia a Roma. En efecto, desde el fracaso de las tentativas de unidad cristiana en el siglo XI, la iglesia de Oriente a otra corriente cultural y mística de tradición bizantina; la frontera atraviesa, de norte a sur, la Europa Central. El área del gótico engloba las Islas Británicas y Escandinavia, los Países Bajos y Francia, los estados del Imperio Germánico, Bohemia, Polonia, Hungría, península ibérica e Italia.
Los países o territorios del ámbito del gótico son de una diversidad morfológica, geográfica o climática muy grande lo que implica a veces modos de construir diferentes. Durante el periodo gótico, es decir, entre 1250 y 1450, las condiciones políticas, económicas o sociales de estos países fueron muy distintas. Las densidades demográficas de la Europa de la Edad Media, son de una disparidad casi increíble; la Francia septentrional de los siglos XII y XIII se cubre de iglesias parroquiales y de ricas abadías; en otros países, de construcción urbana
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