DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA .-
Los orígenes del dispersalismo iban más atrás de la consolidación de la teoría evolutiva, pues al igual que la noción de una Tierra fija, la dispersión es algo intuitivo. Carlos Linneo (1707-1778), por ejemplo, hablaba de cómo una vez acabado el diluvio universal, las especies refugiadas en el Arca de Noé se habían dispersado desde el Monte Ararat, en Turquía. Idea para nada nueva, pues el Génesis 8, 4 sirvió de base para explicar el origen de la diversidad desde los tiempos de Athanasius Kircher (1602-1680). La idea provenía desde que entre los años 1545 y 1563 se reunió la Iglesia Católica en el Concilio de Trento y decretó la interpretación literal de la Biblia, con la interpretación que San Agustín de Hipona (354-430) había hecho sobre el Diluvio Universal y la dispersión de todas las especies a partir de un centro de origen común.
Las ideas de Darwin y Alfred Russell Wallace (1823-1913) se consolidaron sobre esta superficie terrestre fija sobre el lecho del océano, sobre el cual evolucionó toda la biota del planeta. Esto supuso en los primeros biogeógrafos la creación de teorías muy complejas y difíciles de probar que solían incluir dispersiones sucesivas a través de barreras físicas infranqueables (cordilleras u océanos) mediante migraciones larguísimas o con antiguos puentes de tierra. Es decir, debían explicar los mecanismos por los cuales una especie de planta, por ejemplo, podría encontrarse a un lado y otro de la Cordillera de los Andes, pero no sobre estos. Si bien el Monte Ararat dejó de ser el centro de origen único, los biogeógrafos buscaban ahora centros de origen para cada una de las especies.
El concepto de los puentes de tierra es generalmente atribuido a Jules Marcou (1824-1898), un geólogo francés, suizo y americano, en una obra titulada Cartas sobre las rocas del Jura y su distribución geográfica en los dos hemisferios(1857-1860) («Lettres sur les roches du Jura et leur distribution géographique dans les deux hémisphères»). El mismo libro que atribuye a Marcou la idea original, Misterios debajo del Mar, escrito por William R. Corliss (1975), escribió que durante el siglo XIX: «cuando los geólogos y paleontólogos estaban perdidos para explicar las similitudes transoceánicas de vida que ellos deducían del registro fósil, afilaban sus lápices y dibujaban puentes de tierra entre los continentes apropiados».
En 1876, Alfred Russel Wallace publicó una obra titulada La distribución geográfica de los animales («The geographical distribution of animals»), y fundó el inicio del dispersalismo dentro del contexto evolutivo. Wallace observó que en América del Sur existían evidencias de que en algún momento las faunas y floras de América del Norte y del Sur se mezclaron y, en múltiples casos, se intercambiaron. En 1907, el biólogo argentino Florentino Ameghino (1854-1911) elaboró una teoría innovadora sobre el intercambio de las especies en el continente americano. Para Ameghino, los mamíferos habían surgido en la Patagonia, en Argentina, y desde allí se dispersaron sobre el resto de la superficie terrestre en cuatro migraciones a lo largo del Cenozoico.
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