viernes, 25 de diciembre de 2015

HISTORIA DEL SIGLO I

Esculturas del siglo I

El Baco de Aldaya es una representación el dios romano Baco que se halló en La Ereta dels Moros (AldayaValencia) por fragmentos, entre 1884 y 1924.1 El dios aparece con corona de flores, desnudo a excepción de una piel de ciervo y calzando sandalias. La escultura se expone en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid.

Hallazgo

La parte inferior de la escultura se halló en 1884 en la finca de La Ereta dels Moros, en Aldaya, mientras Pascual Simón araba sus campos. La familia decidió conservar los restos encontrados, creyendo que formaban parte de una imagen de san Roque. Alrededor de 1924, ya fallecido el autor del descubrimiento, su hijo tropezó con el resto de la escultura al labrar el mismo campo.1 Fue entonces, al ver la escultura completa al desnudo, cuando advirtieron que no podía tratarse de la imagen de un santo y la vendieron a un erudito valenciano. En 1931 ya formaba parte del catálogo de Museo Arqueológico Nacional de España, donde se reconstruyó y restauró.1

Descripción y datación

El Baco de Aldaya está elaborado en mármol blanco, a una escala algo menor que la natural (109 cm de altura).2 El dios aparece representado como un joven, portando una corona de flores y una cinta (taenia) en la cabeza. Está desnudo, a excepción de una piel de ciervo que le cruza el torso, y calza sandalias. En la mano derecha porta un jarro para vino, bajo el que aparece vigilante una pantera. En la mano izquierda portaría un bastón (tirso).1
El movimiento del cuerpo es reducido, sin desplazamiento de caderas a pesar de que se apoya en el pie derecho. Los brazos tampoco implican un movimiento de los hombros, por lo que la figura adolece de cierta pesadez.1 Por sus características, se ha descartado que la obra se base en un modelo griego. Por ello, además, se le puede datar con probabilidad en el siglo II, aunque algunos autores lo adelantan hasta el siglo I.1 2
Al ser una divinidad los rasgos pueden ser los de una idealización. Sin embargo, ya que los rasgos y la expresión son indudablemente los de un hombre joven, ciertos autores especulan con que se trate del retrato de una persona con los atributos de la divinidad, hecho relativamente común dentro de la tradición estatuaria greco-romana.1

Origen y uso

No se ha analizado el mármol, por lo que no se puede saber sin lugar a dudas si se trata de una piedra habitual en los talleres de la Tarraconense o bien es de importación. Con todo, y aunque el material fuera importado, sería difícil comprobar si se esculpió tras la importación o se compró la pieza ya esculpida.1 Por su tamaño ha de atribuírsele un uso privado, ya que el culto público prefería mayores escalas.1 Además, al haberse hallado en el terreno de una villa rural romana, su espacio de uso estaría en el programa escultórico decorativo del jardín o peristilo de una casa, lugares donde se situaban las eculturas de este dios siempre relacionado con la naturaleza.







La estela de Luriezo es una estela cántabra discoidea de 136 centímetros de diámetro hallada en el pórtico de la iglesia de Luriezo(CantabriaEspaña). Está datada entre el siglo I aC y el siglo I dC.
La estela destaca por indicar que dos hermanos, Ambatus y Doiderus, se la dedican a su padre Ambatus Pentoviecus, hijo de Pentovius, del "clan" de los Ambati. Esto ha sido argumento y objeto de estudio al tratar la sociedad cántabra, en especial la estructura familiar, al verse de qué manera se aplicaban los nombres (sistema equivalente al de nombre y apellidos de hoy).








La Estela de Zurita es una estela cántabra discoidea gigante hallada en Zurita (municipio dePiélagosCantabria). Es un disco de piedra arenisca labrada con bajorrelieves de 2 metros de diámetro. Es prerromana; está datada entre finales del siglo I aC y principios del siglo I dC, no sabiéndose si se trata de un monumento genuinamente cántabro o de una Cantabria escasamente romanizada; en cualquier caso la factura es tosca y no presenta signos de romanización. Se ha relacionado constantemente con la religión de los antiguos cántabros, y ha servido de argumento para diversas hipótesis acerca de la existencia en Cantabria de diversas costumbres celtíberas o de formas similares de las mismas. Forma parte del escudo del municipio, aunque se sabe que fue transportada a Zurita desde otro lugar, probablemente desde el valle de Buelna, cuyas estelas gigantes presentan grandes similitudes con la de Zurita.
Uno de sus lados representa entre círculos concéntricos un caballo y dos guerreros armados que parecen estar cubiertos con pieles de animales. Tras estudiar detenidamente los detalles de esta escena, se cree que puede estar relacionada con la costumbre de algunos pueblos prerromanos que realizaban sacrificios de caballos a modo ritual. Tras realizar un calco de las extremidades inferiores del animal, se observó que parece tener atadas las patas entre si, además situar los cascos de las mismas un poco por encima del suelo. Este dato unido a la posición de su cuello y cabeza, ligeramente echada hacia atrás, hacen pensar que el caballo intenta recular, circunstancia determinante para interpretar esta escena apoyada perfectamente en las fuentes clásicas. Según citaban Horacio (Carmina III, 4, 34) y Silio Itálico (Púnica III, 360) una de las tribus cántabras más conocidas, los concanos, se enfervorizaban al tomar sangre de caballo, dándoles vigorosidad y fuerza. Encontramos símiles de este tipo de muertes citadas por Estrabón (III, 3, 7) en los pueblos del norte de Lusitania y una curiosa cita según Plutarco (Plut. Quaest. Rom. 83) en la que hace referencia a que la paz entre los bletonenses se sellaba con la muerte de un hombre y un caballo. Curiosamente esta escena podría coincidir con el plano superior de la estela.
En un plano inferior se observa un guerrero muerto siendo devorado por un buitre. Esta última escena está asociada tanto al culto solar de tradición celta como al séquito de una deidad de la guerra, y se repite en otros monumentos ibéricos, como en ciertas cerámicas deNumancia; en este caso representaría una costumbre prerromana por la cual se dejaban los cuerpos de los guerreros caídos en combate sin enterrar, como muestra de honor. De esa manera el hombre llegaría al Cielo. El otro lado, también entre círculos concéntricos contiene unos motivos geométricos de simbología astral, representando cuatro lunas crecientes. Probablemente se tratase del paraíso al cual llegaría el guerrero.
Actualmente es propiedad del Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, con sede en Santander.










El Neptuno cántabro es una estatuilla prerromana encontrada en el término municipal de Castro Urdiales (Cantabria), que muestra a una divinidad con un delfín sostenido sobre su mano izquierda, algo sobre la derecha, abierta y alzada, que no se ha encontrado (probablemente un tridente) y un collar de oro en forma de media luna cerrada. El dios es un hombre joven, desnudo, sin barba y con bastante cabello. La escultura mide 12,6 cm de altura y está realizada en bronce. Se data entre los siglos I y III.
Se cree que pertenece a los sámanos, un supuesto pueblo de cierto avance cultural, prerromano e indígena de Cantabria, descrito por Plinio el Viejo en su Historia Natural.

La escultura fue hallada en 1955 cerca de la cumbre del Monte Cuento, donde se enclava un castro de finales del Bronce o principios del Hierro. La estatuilla se presta a dos teorías: la primera dice que es romana y represente a un Neptuno, mientras que la segunda sugiere que se trata de una divinidad local identificada, sólo más tarde, con Neptuno, lo que vendría avalado por el descubrimiento de Portus Amanos. Por otro lado, los cántabros, afianzados a la tierra y a las montañas, apenas se adentraron en el mar, de modo que hay una gran falta de dioses y mitos relacionados con el océano, de los cuales el Neptuno cántabro es una gran excepción.
Actualmente la estatua se encuentra en el Museo regional de prehistoria y arqueología, en Santander.
La figura cántabra es joven, imberbe y con el cabello, aunque abundante, corto, mientras que las representaciones romanas presentan a un hombre de edad avanzada con cabello y barba largos. Estas diferencias sugieren una tercera teoría: que la estatua representa al dios Apolo, y no a Neptuno.

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