El Papiro 37 designado como 37 (en la numeración Gregory-Aland) es una copia antigua del Nuevo Testamento en griego. Es un manuscrito en papiro del Evangelio de Mateo fechado al siglo III, en algún momento alrededor de 250-260 e.C. debido a su afinidad con el 53 (fechado al 260 e.C.), la correspondencia de Heroninos (fechada un poco antes o después del 260 e.C.) y una carta de Kopres (P. Greco-Egizi 208, fechada al 256 e.C).
Actualmente está guardado en la Biblioteca Ann Arbor de la Universidad de Míchigan (inventario #1570), tras ser comprado en El Cairo, Egipto, en 1924. Su origen exacto es desconocido, pero es muy probable que viniera de Egipto. El manuscrito es un fragmento de una hoja única que consiste en una columna de 33 líneas (40 a 50 caracteres por línea), aproximadamente de 12.1 cm por 22.4 cm. El fragmento está dañado en todas partes con lagunas considerables, es probable que originalmente tuviera 15 cm por 25.5 cm. El texto sobreviviente de Mateo son los versículos 26:19-52. Esta porción de Mateo describe la última cena, la traición de Judas y el inicio del arresto de Jesús.
El papiro usa una escritura legible, como la cursiva con uniones irregulares en los caracteres. Las letras cursivas se parecen a las cursivas que eran comunes entre los años 200 y 350. Tiene varias variantes en las letras que hacen un fechado preciso basado en la dificultosa paleografía. Lo más probable es que el escritor era alfabetizado y educado porque las letras no parecen rústicas o imitativas, pero las irregularidades sugieren que el escritor no era un escribaexperimentado. La escritura es similar a la de las cartas y documentos personales de la mitad del siglo III.
Se emplean los nombres sagrados (ΚΕ ΙΗΣ ΠΝΑ ΙΗΣΥ) con certeza en el texto. No tiene puntuación o acentos. Sin embargo, tiene puntos que parecen en intervalos irregulares, ubicados en el texto por una escritura posterior, aparentemente para ayudar a leer. Esto sugiere que el manuscrito fue utilizado en una iglesia. Debido a que el manuscrito es muy corto, es difícil calcular con certeza la regularidad de esos puntos, o su propósito.
El tipo textual es más acorde a las lecturas occidentales. Según la cuenta de Sander, hay 85 variantes existentes en la porción de Mateo. 18 de esas lecturas coinciden en casi todos los manuscritos. 11 son únicas del manuscrito. Las 56 restantes entran a los textos occidental, alejandrino y cesareo. El texto ha sido reconstruido en varias lecturas en los espacios de las lagunas mediante la comparación de la cantidad de espacio faltante con el número de letras. Basados en las variantes, es más probable que el texto se originó en Egipto.
Aland ubicó este manuscrito en la Categoría I.
El Papiro 104 (en la numeración Gregory-Aland), designado con el símbolo 104, es un fragmento que es parte de una hoja de un códiceen papiro, sus medidas son de 2.5 por 3.75 pulgadas (6.35 by 9.5 cm) en su parta más ancha. Se guardó en el lugar de Papirología en la Biblioteca Sackler, Oxford, RU. El frente (recto) contiene líneas de los versículos 21:34-37 del Evangelio de Mateo en griego, el reverso (verso) contiene probablemente rastros de líneas del versículo 43 y 45.
Las filas de los papiros contienen los primeros textos de Mateo. Consiste en seis versículos del Evangelio de Mateo, en una condición fragmentada, y está fechado a finales del siglo II.23 El texto del manuscrito coincide completamente con NA27/USB4 (griego del Nuevo Testamento), con la excepción que no incluye Mateo 21:44, este versículo es omitido en los manuscritos: Códice de Beza, Minúscula 33, algunos manuscritos en latín antiguo, Siríaca sinaítica (sirs), Diatesarón, Sinaítico, Vaticano, Ephraemi, Regio, Washingtoniano, y el Dublinensis. Este versículo pertenece a lo que llamamos no interpolaciones occidentales, haciendo de el 104 el primer testimonio de la índole espuria de esta interpolación.
Texto griego[editar]
El papiro está escrito en ambos lados, y la porción que sobrevive también incluye parte de los márgenes superior y exterior de la página. Debido a que el texto del verso es casi ilegible, únicamente el texto del recto es conocido. Los caracteres que están en negrilla son los que pueden ser vistos en el Papiro 104.
Evangelio de Mateo 21:34-37 (recto)
AΠE-ΣTEIΛEN
ΣTEIΛEN TOYΣ ΔOYΛOYΣ AYTOY ΠPOΣ
TOYΣ ΓEΩPΓOYΣ ΛABEIN TOYΣ KAP-
ΠOYΣ AYTOY KAI ΛABONTEΣ OI ΓEΩP-
ΓOI TOYΣ ΔOYΛOYΣ AYTOY ON MEN
EΔEIPAN ON ΔE AΠEKTEINAN ON
ΔE EΛIΘOBOΛHΣAN ΠAΛIN AΠE-
ΣTEIΛEN AΛΛOYΣ ΔOYΛOYΣ ΠΛEIO-
NAΣ TΩN ΠPΩTΩN KAI EΠOIHΣAN
AYTOIΣ ΩΣAYTΩΣ YΣTEPON ΔE AΠE-
ape-steilen
steilen tous doulous autou pros
tous geōrgous labein tous kar-
pous autou kai labontes oi geōr-
goi tous doulous autou on men
edeiran on de apekteinan on
de elithobolēsan palin ape-
steilen allous doulous pleio-
nas tōn prōtōn kai epoiēsan
autois ōsautōs usteron de ape-
...el envió a sus siervos alo mismo. Pero por último el envió...
los viticultores para recolectar la cosecha
que era suya. Y los viticultores tomaron
a sus siervos; de hecho,
golpearon a uno y mataron a otro,
y a otro lo apredrearon. De nuevo, El envió
a otros siervos, más que a
los primeros: y les hicieron
Son visibles un total de 110 letras en el lado recto del fragmento, presentando 18 de las 24 letras del alfabeto griego; las letras dseta, theta, xi, fi, ji, y psi se perdieron. "El escriba utilizó espíritu áspero, pero no se encuentra ningún otro elemento de puntuación o característica lecional".4 La escritura es 'antigua', por ejemplo, antes del c. 250. Está escrito muy cuidadosamente, con un amplio uso de trazos de pie.
El Papiro Magdalena o Papiro Magdaliniense es el conjunto de los fragmentos: , y probablemente también el (en la numeración Gregory-Aland). Estos fragmentos en papiro transmiten parte del capítulo 26 del Evangelio según Mateo.
Fue comprado en Luxor, Egipto, en 1901 por el Reverendo Charles Bousfield Huleatt (1863–1908), identificó los fragmentos en griego como porciones del Evangelio según Mateo (26:23, 31) y los presentó al Colegio Magdalena, Oxford, en donde los catalogaron como P. Magdalen Greek 17 (P. Magdalena griego 17) (Gregory-Aland 64), a partir de entonces tienen este nombre. Finalmente, cuando los fragmentos fueron publicados por Colin H. Roberts en 1953, mostrados en una fotografía, la escritura se caracterizó como "un antecesor antiguo de los llamados 'Unciales bíblicos'" que comenzaron a surgir a finales del siglo II. El estilo uncial se muestra en el Códice Vaticano y el Códice Sinaítico. El análisis paleográfico comparativo ha sido clave para la datación del manuscrito: el resultado es c 200 e.c.
Los fragmentos están escritos en ambos lados, esto prueba contundentemente que venía de un códice más bien que de un rollo. Otros fragmentos publicados en 1956 por Ramon Roca-Puig catalogados como P. Barc. Inv. 1(Gregory-Aland 67), también fueron determinados por Roca-Puig y Roberts de venir del mismo códice, al igual que los fragmentos Magdalena, este es un punto de vista que ha mantenido el consenso erudito.
Fecha[editar]
La fecha para el 64 originalmente se asignó al siglo III por Charles Huleatt, quién donó el manuscrito al Colegio Magdalena, luego el papirologista A. S. Hunt estudió y fechó el manuscrito para finales del siglo IV. Pero debido a que pensaba que era un fechado demasiado posterior para el manuscrito, Colin Roberts publicó el manuscrito y le dio una fecha para el c. 200, que fue confirmada por otros tres papirologistas importantes: Harold Bell, T. C. Skeat y E. G. Turner,1 y desde entonces esta ha sido la fecha aceptada en general para el 64.
Pero más tarde en 1994, mucha publicidad rodeó al nuevo fechado de Carsten Peter Thiede del papiro Magdalena para mediados del del siglo I (37 a 70 E.C.). Su artículo oficial apareció en Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik (Diario de papirología y epigrafía) el año siguiente. El texto para el lego fue coescrito con Matthew d'Ancona y presentado como The Jesus Papyrus (El Papiro Jesús), Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1996. (también publicado como: Eyewitness to Jesus (Testigo ocular de Jesús), 1996, Nueva York: Doubleday). Después de comparar los fragmentos con una antigua carta comercial que se encontró en Egipto, el profesor Thiede afirmó que el documento egipcio “se parece al Papiro Magdalena casi como un mellizo... en apariencia general y en la forma y disposición de las letras individuales”.2 El nuevo fechado de Thiede, en general, ha sido visto con escepticismo por los Eruditos bíblicos ya establecidos.
Philip Comfort y David Barret en su libro Text of the Earliest NT Greek Manuscripts (El texto de los manuscritos griegos más antiguos del NT) sugieren una fecha más general de 150–175 para el manuscrito, también para 4y 67, de los cuales ellos argumentan que vienen del mismo códice. El 4 fue utilizado como material para la unión de "un códice de Filón, escrito a finales del siglo III y encontrado en una jarra que había sido tapiada en una casa, en Coptos [en 250]".3 Si el 4 fue parte de este códice, entonces el códice podría haber sido escrito aproximadamente 100 años antes, o más antes.4 Comfort y Barret también mostraron que este 4/64/67 tiene afinidad con un número de papiros de finales del siglo II.5
Comfort y Barret "suelen afirmar una fecha más temprana para varios manuscritos incluidos en su volumen que podrían ser admitidas por otros paleógrafos".6 El Novum Testamentum Graece (Nuevo Testamento Griego), una referencia estándar para los testimonios griegos, enlista al 4 y al 64/67 por separado, dando una primera fecha al siglo III, aunque por último se asignó al a. 200.7 Más recientemente Charlesworth ha concluido 'que el 64+67 y el 4, aunque escritos por el mismo escriba, no son del mismo ... códice'.
La parábola de la oveja perdida, llamada a veces parábola de la oveja extraviada,12 o parábola de la oveja descarriada,3 es una comparación(mashal) contenida en el Evangelio de Lucas (15, 3-7) que tiene en un pasaje del Evangelio de Mateo (18, 12-14) un texto con paralelismos evidentes que ilustra la misma idea general. En ambos casos la parábola se presenta puesta en labios de Jesús de Nazaret. Si bien esos dos pasajes del Nuevo Testamentotienen marcos diferentes y algunas características propias, presentan un núcleo central con tres elementos en común:
- Un hombre que tiene cien ovejas pierde una.
- Al darse cuenta, deja las otras noventa y nueve para ir en busca de la oveja perdida.
- Al encontrarla siente alegría por ella, con mayor gozo que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
En el Evangelio de Lucas, la parábola de la oveja perdida es una de las parábolas de la misericordia —también llamadas parábolas de la alegría—,45 junto con la parábola de la moneda perdida y la del hijo pródigo. El conjunto de esas tres parábolas caracteriza la figura y el mensaje misericordioso de Jesús de Nazaret tal como lo muestra el evangelista Lucas, a punto tal que llegó a considerárselas «el corazón del tercer evangelio».6 En el Evangelio de Mateo, la parábola es más breve y forma parte de una regla de vida que tiene por objeto mostrar a los pastores de la Iglesia el espíritu con el que deben ejercer su ministerio, particularmente hacia los más pequeños y desprotegidos.7
También existe una versión en el extracanónico Evangelio de Tomás –el logion107–8 que, por los cambios que presenta, se diferencia del carácter más novedoso del mensaje de la parábola tal como lo transmiten las versiones de Lucas y de Mateo: que se ha de buscar a quien está extraviado, no porque sea bueno sino porque se ha perdido.9 Una cuarta versión de la parábola, con formato de comentario y lenguaje manifiestamente gnóstico, aparece en el Evangelio de la Verdad.10
El cuidado individual de que es objeto la oveja perdida por parte del pastortiene su correlato en el Evangelio de Juan, donde Jesús se presenta como el Buen Pastor que llama una por una a sus ovejas por su nombre (Juan 10, 3b). Así, suele asociarse la parábola de la oveja perdida con la advocación de Jesucristo como Buen Pastor:11 «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas» (Juan 10, 11). Joseph A. Fitzmyer sugirió que la atención del pastor por la oveja perdida depende de la tradición del Evangelio de Juan.12
En palabras de otro teólogo y biblista contemporáneo:
No se debe del todo a confusión de ideas el que, desde el comienzo de la tradición cristiana, se identifique al Buen Pastor con la figura que lleva un cordero a hombros, que procede de la parábola de la oveja perdida.13
Entre las expresiones artísticas que en número considerable aluden a la parábola de la oveja perdida destacan las referencias que a ella hicieron varios literatos de primer orden del Siglo de Oro español: Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Francisco de Quevedo, entre otros, encontraron en esta parábola una fuente de inspiración.
La parábola de la oveja perdida se encuentra en dos evangelios del Nuevo Testamento, el de Lucas (15, 3-7) y el de Mateo (18, 12-14), cuyos textos originales se escribieron en griego koiné. Existen papiros y códices muy antiguos que contienen la parábola, entre los que destacan particularmente los siguientes, catalogados según la clasificación de Aland y Aland en la Categoría I:
- Papiro 75 (datado de 175-225), contiene la versión lucana de la parábola y constituye, entre los papiros del Nuevo Testamento que han llegado hasta el presente, el más antiguo que la incluye.14
- Los cuatro grandes códices unciales de la Biblia en griego contienen ambas versiones, mateana y lucana: el Codex Vaticanus (c. 325-350), el Codex Sinaiticus (c. 330-360), el Codex Alexandrinus (c. 400-440), y el Codex Ephraemi Rescriptus (siglo v).Nota 1
Esta parábola —o, en palabras de Bultmann, «semejanza»—15 es un relato que describe breve pero vivamente el interés que muestra una persona que al perder una oveja —considerada quizá por otros como insignificante en comparación con el conjunto del rebaño— sale en su búsqueda, y la alegría que siente al encontrarla. Las dos versiones canónicas de la parábola son las siguientes:
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Originalidad y origen[editar]
No existe unanimidad de criterios sobre cuál de las dos versiones canónicas de la parábola es la más próxima a la versión inicial. Rudolf Karl Bultmann,15 Eta Linnemann,16 y Joseph A. Fitzmyer17 sugirieron que la versión mateana es la más cercana a la original. Por su parte, Joachim Jeremias y Josef Schmid señalaron que la forma más próxima a la original es la del Evangelio de Lucas.18 Claude Montefiore comentó que la forma original de la parábola podría conservarse de manera compartida: en algunos puntos el Evangelio de Mateo y en otros el de Lucas podrían preservar el material original de forma más precisa.19 Por su parte, Charles Harold Dodd y François Bovon consideraron que posiblemente ninguna de las versiones que llegaron hasta nosotros sea la original,20 aunque Dodd sugiere que la versión lucana parece ajustarse mejor a los términos de la parábola.21
La mayoría de los especialistas actuales acepta que la parábola de la oveja perdida tendría por origen la fuente Q,222324252627 una fuente hipotética común al Evangelio de Mateo y al de Lucas.
Auditorio, motivo y características de la parábola en Mateo y Lucas[editar]
En el Evangelio de Lucas, Jesús formula la parábola de la oveja perdida como respuesta a la murmuración indignada de los fariseos y escribas, quienes cuestionaban su conducta de recibir a los pecadores y admitirlos a su mesa.28 Se trata del escenario y del motivo de la parábola,29 es decir, en el Evangelio de Lucas la parábola está dirigida a los enemigos y críticos de Jesús.30 Es una respuesta a los rabinos fariseos que mantenían un principio de no relación con aquellas personas consideradas pecadoras por su oficio o condición: «El hombre no debe relacionarse con el impío ni para enseñarle la Ley».31
En el Evangelio de Mateo la parábola presenta un auditorio diferente, puesto que Jesús no la dirige a los fariseos adversos a él sino a sus propios discípulos. En el marco histórico en el que se escribe ese evangelio, datado de los años 80 a 90 por la mayoría de los biblistas,323334 «los discípulos» significan los jefes de la comunidad cristiana.35 Según Joachim Jeremias y Josef Schmid, la situación real que dio origen a la parábola se aproxima más a la descripta en el Evangelio de Lucas.3618
Ambos relatos tienen un punto llamativo en común: ninguno de los dos nombra explícitamente el término «pastor» o «buen pastor», lo que sí hace el Evangelio de Juan (10, 11-14). Por otra parte, existen otros detalles diferentes en ambas versiones de la parábola. En Mateo, el pastor deja a sus ovejas en la montaña, mientras que en Lucas lo hace en el desierto. El Evangelio de Lucas es el único que presenta al dueño llevando a la oveja descarriada en sus hombros. Los autores cristianos de los primeros siglos tendieron a aunar las dos versiones para crear una nueva versión de la parábola con elementos obtenidos, en distinta proporción, tanto de los textos de Mateo y de Lucas como del Evangelio de Juan. Los relatos de Mateo y de Lucas se impusieron en los primeros siglos del cristianismo, mientras que el pasaje del Evangelio de Juan empezó a tener más notoriedad a finales del siglo iv y comienzos del siglo v.37
La parábola en el Evangelio de Tomás y en el de la Verdad[editar]
La parábola de la oveja perdida está también presente en el extracanónico Evangelio de Tomás (logión 107),8 y existe consenso en que ese pasaje del evangelio apócrifo guarda cierto paralelismo con las parábolas de los evangelios sinópticos de Lucas y de Mateo. Podría haberse generado en una tradición independiente de la de los sinópticos.38 Algunos autores han supuesto que este pasaje es más antiguo que los de Lucas y de Mateo,3839 pero Joseph A. Fitzmyer desestima esa opinión.12 Otros autores consideraron este pasaje del Evangelio de Tomás, como derivado de los de Lucas y de Mateo,40 y hasta como una distorsión de aquellos.41
La versión del Evangelio de Tomás presenta varias diferencias respecto de la parábola de los evangelios sinópticos de Lucas y de Mateo.
Jesús dijo: «El Reino es como un pastor que tenía cien ovejas. Una de ellas, la mayor (*), se perdió. Dejó a las noventa y nueve y fue a buscar esa una hasta que la halló. Tras haberse esforzado, dijo a la oveja: "Te quiero más que a las noventa y nueve".»42
(*) En otras traducciones: "la más grande", "la más gorda".943Evangelio de Tomás, 107
En primer lugar, no se trata tanto de una parábola apologética signada por la misericordia como en el Evangelio de Lucas, ni una parábola de carácter eclesial como en el Evangelio de Mateo, sino de un pasaje kerigmático, 10 con el formato de una parábola del Reino: «El Reino se asemeja a un pastor...».8
Además, añade que la oveja perdida era la más gorda, 4443 y la más amada,45 con lo que encuentra una justificación diferente para la búsqueda de la oveja: era la más apreciada por el pastor, la mejor.945 Esa aclaración elimina el aspecto más original, paradójico y hasta escandaloso de la parábola de Jesús tal como la presentan los evangelios de Mateo y Lucas, en los cuales el pastor buscaba la oveja, no porque fuera buena o valiosa sino porque estaba perdida.945
Existe una cuarta versión, que aparece en el Evangelio de la Verdad,4647 atribuido a Valentín el gnóstico. En palabras de François Bovon, esta versión «parece más un comentario que una cita».10
La imagen del pastor y las ovejas en tiempos de Jesús[editar]
En la época de Jesús de Nazaret se conceptuaba a los pastores de forma muy dispar.48 Se los mencionaba en varias listas de trabajos considerados despreciables: se trataba de uno de los oficios que un padre no debería enseñar a sus hijos por ser «oficios de ladrones».49
Si bien en varios pasajes de la Biblia hebrea se presentaba a Moisés, a David y al propio Yahvé como pastores, la literatura rabínica en general contenía juicios desfavorables sobre quienes ejercían ese oficio.49 De hecho, se igualaba a los pastores con los publicanos y recaudadores de impuestos. Se decía: «A los pastores, a los recaudadores de impuestos y a los publicanos les es difícil la penitencia», debido a que supuestamente no podían conocer a todos aquellos a quienes habían dañado o engañado como para hacer una reparación.49 En el Evangelio de Lucas Jesús se presenta criticado por los escribas y fariseos en razón de que acoge a los publicanos. En respuesta, pronuncia una parábola en la que el protagonista misericordioso es un pastor, figura igualmente menospreciada. De allí que se haya llamado a este conjunto el «Evangelio de los marginados», ya que parece tener como uno de sus objetivos mostrar la cercanía de Dios y su misericordia para con quienes viven agobiados por el desdén y el rechazo de los demás.50
Temas y significados de la parábola[editar]
Comprendamos, pues, la realidad escondida bajo estas imágenes. Esta oveja no era realmente una oveja, y este pastor es diferente a un pastor.51
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La parábola de la oveja perdida fue objeto de variadas interpretaciones desde el cristianismo primitivo hasta el presente. Entre los significados más atribuidos y los matices más comentados destacan los siguientes.
El perdón y la misericordia de Dios[editar]
Tradicionalmente se considera que la parábola de la oveja perdida –particularmente en la versión del Evangelio de Lucas– constituye un pasaje que tiene por nota la misericordia de Dios para con los pecadores,52 y una referencia directa al carácter positivo del perdón, en el marco de una enseñanza que diferencia el pecado del pecador.53
Según Agustín de Hipona, la misericordia es la compasión que experimenta el corazón humano ante la miseria del otro, sentimiento que compele a socorrer si está a nuestro alcance.54 En la teología cristiana, se considera la misericordia como el atributo de Dios por excelencia: la misma misericordia está presente en todo su actuar.55 Cuando Tomás de Aquino se preguntó cuál es la virtud más eminente, concluyó que en el ser humano es la caridad teologal porque es la que une al alma con Dios, el ser supremo; pero en Dios, que no tiene superior, la virtud más eminente es la misericordia (Suma Teol. II-II, q. 30, a.4).56 Hans Urs von Balthasar hace referencia a Karl Barth al decir que «el Dios de Jesucristo es, en su esencia, misericordioso» y «que en su propio y libre poder (es), en su esencia más íntima, abierto, dispuesto, inclinado (propensus) a la compasión por el dolor ajeno y, por lo tanto, al apoyo, a la propia intervención ante este dolor ajeno».57
Este aspecto supone una subversión de ciertos procederes establecidos. En palabras de José María Cabodevilla, entre los hombres suele practicarse una variante de la parábola que no es trivial, la de «la oveja sarnosa»,Nota 2 que manifiesta que para evitar el contagio debe arrojarse tal oveja fuera del aprisco.58 Cabodevilla sugiere con sutileza el aire de superioridad de quien así opera, «el celoso guardián de las ovejas sanas y robustas, orgullo de su redil». Tal principio de intransigencia no halla respaldo alguno en las páginas del evangelio, sino que entra en abierta oposición con la enseñanza de Jesús de Nazaret,58 expresada en parábolas como la de la oveja perdida.
La búsqueda de lo perdido y la alegría por lo encontrado[editar]
[…] el perdón es la más alta expresión del amor y la más genuina. Pero lo que asombra en el perdón evangélico es otra cosa: que más alegría siente el que perdona que el que es perdonado. […] Si se pierde una oveja entre los riscos, el Padre no se desentiende de ella […]59
—Ignacio Larrañaga, Del sufrimiento a la paz
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La parábola no se interesa tanto por la historia de la oveja, que según el propio relato simboliza al hombre pecador caído en desgracia («Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta...»). El personaje central de la parábola es el pastor, con el que se representa a Dios Padre («De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños») o por extensión al propio Jesucristo. La psicología del pastor se manifiesta en dos cuadros:60
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- en el primero se pone en evidencia su afán por buscar lo perdido, y
- en el segundo, su alegría por haberlo encontrado.
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[…] el relato (y la otra parábola de la moneda perdida sigue la misma línea) describe con vivos colores el interés de una persona cuando pierde algo que un tercero podría juzgar relativamente insignificante, así como su correspondiente gozo cuando lo encuentra. […] las parábolas se refieren al extraño interés (así lo estimaban algunos) que Jesús mostraba por las clases deprimidas de la comunidad judía. Y posiblemente por algunos habitantes de Galilea que no eran judíos. No necesitamos preguntar si el que busca lo perdido es Jesús mismo o Dios. El reino de Dios ha llegado en el ministerio de Jesús, y uno de los rasgos de esa llegada era este inédito interés por lo «perdido».61
Al percibir la pérdida de la oveja, el pastor no manifiesta sentimientos de cólera, simplemente la preocupación por encontrarla. La pena y el dolor lo obligan a entrar en acción, a buscar afanosamente.62 Charles Péguy enfatizó el tema en estos términos: «El pecador, que se apartó y estaba a punto de perderse, ha provocado la angustia en el corazón de Dios» [...] «La angustia de no encontrar la oveja perdida. De no estar seguro.»63
Si bien la búsqueda en el primer cuadro de la parábola refiere el amor del pastor por lo extraviado, la alegría por haber encontrado lo perdido constituye el núcleo central del relato.64 En la bula Misericordiae Vultus con la que se convocó el Jubileo extraordinario de la misericordia, el papa Francisco hizo referencia a la alegría como aspecto fundamental de la parábola de la oveja perdida:
En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.66Francisco, Misericordiae Vultus, 9
José María Cabodevilla enfatiza aún más los alcances interpretativos de las parábolas de la misericordia, en particular la de la oveja perdida y la de la moneda perdida.
[…] me sorprende mucho que tanto los comentaristas que he leído como los predicadores que he escuchado se detengan todos ahí, en la ponderación de la misericordia divina, y no digan nada sobre ese otro punto que para mí es mucho más asombroso y maravilloso: la alegría de Dios cuando recupera a un pecador. Y la verdad es que en las dos primeras parábolas (la de la oveja perdida y la de la moneda perdida) es eso precisamente lo único que cabría resaltar. Aun admitiendo que una oveja puede ser responsable de su extravío, cosa que me parece improbable, convendrá usted conmigo en que una moneda no tiene ninguna culpa de haber ido a caer debajo de la cama; lo único que ahí se pone de manifiesto es la alegría, la felicidad de la mujer al recobrar su moneda perdida. En cualquier caso, aunque la alegría de Dios suponga el ejercicio de su misericordia, ciertamente añade otra cosa más, añade algo que la simple noción de misericordia no implica, algo que no es menos admirable sino más admirable: el hecho de que Dios se alegre tanto cuando un hombre vuelve sus ojos a Él, el hecho de que una criatura pueda dar alegría a su Creador.67José María Cabodevilla
Figura del «descenso de Jesucristo»[editar]
Los padres de la Iglesia consideraron con frecuencia la parábola como una figura del «descenso de Cristo»,Nota 3 es decir, como una figura de su encarnación,6869 de su pasión y de su descenso a los infiernos.7071 Así como en el Evangelio de Mateo el pastor deja los montes y desciende para buscar la oveja perdida, Jesucristo descendió en su encarnación y se anonadó en su pasión para salvar a cada hombre, al género humano. Algunos ejemplos son los siguientes:
El Señor ha venido a buscar a la oveja que había perecido y es el hombre el que había perecido.72Ireneo de Lyon, Demostración de la predicación apostólica, 22
Una oveja había perecido pero el buen pastor, dejando las noventa y nueve restantes en la montaña, descendió a nuestro valle de lágrimas, la buscó, y al encontrarla la puso sobre sus hombros.72Orígenes, Homilías sobre los números 19, 4
(Cristo) «aunque de condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios, sino que se anonadó, tomando la condición de esclavo, haciéndose obediente hasta la muerte e incluso la muerte de cruz» (Filipenses 2, 6-8). Descendió a la tierra precisamente para salvar a la única sola ovejita perdida, es decir, al género humano.73Jerónimo de Estridón, Comentario a Mateo 18, 12
Descendió porque nosotros estábamos abajo y subió para que nosotros no nos quedáramos abajo.74Agustín de Hipona, Sermón Dolbeau 26, 48
Llamado a la atención pastoral[editar]
Entre los padres de la Iglesia, la parábola también fue ocasión de prédica para instar a no dejar en el desamparo a los demás ni desentenderse de su suerte.51 En el Evangelio de Mateo la parábola se dirige a los discípulos como parte de una «regla de vida» de las primeras comunidades cristianas y una de las obligaciones de los pastores de la Iglesia. La parábola evoca que los responsables de las comunidades cristianas deben cuidar de los más desprotegidos, de igual forma que Dios cuida de esos «pequeños».7
En la Iglesia católica, el cuidado de los máximos pastores hacia los destinatarios de su ministerio se simboliza con el uso del palio, una faja o banda circular tradicionalmente hecha con lana de cordero. Se coloca sobre los hombros del sumo pontífice y de los arzobispos como símbolo del pastoreo y recordatorio de que deben cargar con las ovejas como el pastor lo hizo en la parábola de la oveja perdida.75
Así lo recordó Benedicto XVI, en la misa de inicio de su ministerio petrino, al asociar la imposición del palio con la invitación de llevarnos unos a otros sobre los hombros:
La parábola de la oveja perdida, que el pastor busca en el desierto, fue para los padres de la Iglesia una imagen del misterio de Cristo y de la Iglesia. La humanidad —todos nosotros— es la oveja descarriada en el desierto que ya no puede encontrar la senda. El Hijo de Dios […] la pone sobre sus hombros, carga con nuestra humanidad, nos lleva a nosotros mismos, pues Él es el Buen Pastor, que ofrece su vida por las ovejas. El palio indica primeramente que Cristo nos lleva a todos nosotros. Pero, al mismo tiempo, nos invita a llevarnos unos a otros.76Benedicto XVI
La parábola en las artes plásticas y literarias[editar]
Junto con los numerosos análisis que se hicieron de la parábola de la oveja perdida, se puso de manifiesto su profundidad, que supera el marco estrictamente religioso y que, a través del tiempo, alcanzó diversos campos de la cultura y de las artes.
Desde los tiempos del cristianismo primitivo se asoció la imagen del pastor que sale en busca de la oveja perdida con la de Cristo como Buen Pastor.13 La profusión de representaciones escultóricas y pictóricas del tema del pastor y la oveja en el arte paleocristiano es notable:77 se identificaron hasta 892 representaciones,78 datadas en su mayoría de los siglos iii y iv. La representación del Buen Pastor comenzó a menguar en su frecuencia hacia fines del siglo iv y prácticamente desapareció en el siglo v.79
Más tarde, el tema del Buen Pastor y de la oveja perdida se entrecruzaron nuevamente en representaciones pictóricas como El Buen Pastor de Bartolomé Esteban Murillo. Tiene su inspiración en el Evangelio de Juan (10, 11-14) donde Jesucristo se identifica con el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas. En el primer plano de esa obra, Jesús niño apoya su mano izquierda sobre una oveja. Madrazo sugirió que esa oveja haría referencia a la oveja perdida del Evangelio de Mateo (18, 12).8081
En la literatura, distintos elementos de la parábola sirvieron de modelo a varios autores de primer orden del Siglo de Oro español. La parábola de la oveja perdida facilitó la incorporación de elementos dramáticos a un subgénero pastoril ya popularizado por las églogas de Gómez Manrique, Juan del Encina, y Garcilaso de la Vega.82
Miguel de Cervantes aludió a la parábola de la oveja perdida en el final de la jornada primera de su obra La Gran Sultana, Doña Catalina de Oviedo (1615), en la que Sultana se asimila a una cordera alejada del aprisco que puede ser presa fácil de la «infernal serpiente».8384 En el romance A la oveja perdida, Lope de Vega presentó a Cristo como un pastor enamorado en busca de su oveja extraviada, que es el alma.85 Lope era un poeta de una espiritualidad intensa, razón por la que el tema de la oveja perdida aparece además como central en El pastor lobo y cabaña celestial,86 y como tema de segundo orden en La venta de la zarzuela, La fianza satisfecha y La buena guarda.87 Tirso de Molina se inspiró en la parábola del buen pastor para la composición de algunos pasajes de la obra El condenado por desconfiado.88 También Calderón de la Barca destacó por los varios autos sacramentales en los que hizo referencia a la parábola de la oveja perdida,89 entre ellos, El pastor Fido.90
En uno de sus Salmos del Heráclito cristiano, Francisco de Quevedo utilizó el «yo poético» a través de pronombres, verbos y posesivos para presentarse como la oveja perdida que se aleja del rebaño:91
¡Cuán fuera voy, Señor, de tu rebaño,
llevado del antojo y gusto mío!
Llévame mi esperanza el tiempo frío,
y a mí con ella un disfrazado engaño.92
Notas[editar]
- ↑ Las dos versiones canónicas de la parábola se encuentran también presentes en otros códices antiguos no alejandrinos: en el Códice de Beza (c. 400; categoría IV), en el Códice Washingtoniano (siglo v; categoría III), etc.
- ↑ San Jerónimo de Estridón utilizó la expresión «oveja sarnosa» en Commentariorum in Epistolam ad Galatas Libri3,5.9 (ML 26,430): «[…] a la oveja sarnosa hay que separarla del aprisco, no sea que toda la casa arda, la masa se corrompa, la carne se pudra y el ganado se pierda.» Santo Tomás de Aquino utilizó la misma expresión en su Suma Teológica (II-II, q. 11, a.3) al referirse a los herejes. Sin citar, Cabodevilla hizo uso de esta expresión como contraria a los valores evangélicos.
- ↑ La contemplación de la vida de Jesús como un continuo «descenso» se presentó en diferentes teólogos y místicos a través de la Historia del cristianismo, hasta las reflexiones contemporáneas de Carlos de Foucauld:«Jesús no hizo otra cosa que bajar: bajar en la encarnación, bajar haciéndose criatura, bajar obedeciendo, bajar haciéndose pobre, abandonado, desterrado, perseguido, ejecutado, poniéndose siempre en el último lugar.»
Ver: Six, Jean-François (1988). Carlos de Foucauld. Itinerario espiritual (4ª edición). Barcelona: Editorial Herder. p. 76. ISBN 978-84-254-0048-3. Consultado el 28 de enero de 2016.
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