La parábola de los viñadores homicidas,1234 llamada también parábola de los labradores malvados,5 parábola de los viñadores infieles,6 parábola de los pérfidos viñadores,7 parábola de la viña o parábola de la viña y los viñadores perversos,89 es una narraciónincluida en los tres evangelios sinópticos (Marcos 12,1-11; Mateo 21, 33-46; y Lucas 20,9-18) que la presentan en labios de Jesús de Nazaret. Con otra forma más breve, la parábola también se encuentra en el extracanónico Evangelio de Tomás.10
Según Charles Harold Dodd y otros autores, la parábola ayuda a esclarecer las sentencias de Jesús en las que él predecía su propia muerte y los desastres que se desencadenarían sobre los judíos; es decir, la parábola expresa un juicio moral sobre la situación, y además implica un anuncio a futuro de la muerte de Jesús y del juicio que caería sobre sus asesinos.
Con algunos matices, los tres evangelios sinópticos presentan la parábola para ilustrar la misma idea general. Un propietario que había plantado una viña la dejó en arriendo a unos cultivadores. Antes de ausentarse, hizo con los viñadores un contrato que estipulaba como pago de la renta una parte proporcional del producto. Llegado el tiempo de la cosecha, el propietario envió a sus servidores para exigir la renta. En respuesta, los labradores maltrataron a los siervos, insultándolos, golpeándolos, o incluso matándolos. En vistas de la gravedad de la situación, el propietario envió a su propio hijo para solucionar la cuestión, suponiendo que inspiraría en los viñadores el respeto que no habían tenido con anterioridad. Pero los arrendatarios percibieron en ello la oportunidad de apoderarse de la propiedad y, de resultas de esa conspiración maliciosa, asesinaron al hijo del propietario y abandonaron su cuerpo insepulto fuera de la viña.13
A continuación se incluyen las tres versiones de la parábola, tal como se encuentran en el Nuevo Testamento(Biblia de Jerusalén, 1998).
Mateo 21, 33-46
"Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: "A mi hijo le respetarán." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia." Y, agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?" Dícenle: "A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos." [Y el que cayere sobre esta piedra se destrozará, y a aquel sobre quien cayere, le aplastará.] Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta. |
Marcos 12,1-11
Y se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a este le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a este le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a este, el último, diciendo: "A mi hijo le respetarán". Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia." Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?" Trataban de detenerle - pero tuvieron miedo a la gente - porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron. |
Lucas 20,9-18
Se puso a decir al pueblo esta parábola: "Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores y se ausentó por mucho tiempo. "A su debido tiempo, envió un siervo a los labradores para que le diesen una parte del fruto de la viña. Pero los labradores le apalearon y le despacharon con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo, pero también a él le apalearon, le insultaron y le despacharon con las manos vacías. Tornó a enviar un tercero, pero también a este lo malhirieron y lo echaron. Dijo, pues, el dueño de la viña: "¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo querido; tal vez le respeten." Pero los labradores, al verle, se dijeron entre sí: "Este es el heredero; matémosle, para que la herencia sea nuestra." Lo echaron fuera de la viña y le mataron. "¿Qué hará ahora con ellos el dueño de la viña? Vendrá, dará muerte a estos labradores y entregará la viña a otros." Al oír esto, dijeron: "¡Dios no lo quiera!" Pero él, clavando en ellos la mirada, dijo: "Pues, ¿qué es lo que está escrito: La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido? Todo el que caiga sobre esta piedra se destrozará, y aquel sobre quien ella caiga quedará aplastado." |
De acuerdo con el método didáctico usado por Jesús de Nazaret al narrar una parábola en los evangelios, el relato finaliza con una pregunta que es muy similar en los tres evangelios sinópticos:
En realidad, la pregunta quiere decir: «¿Qué es lo que merecen esos hombres?».14 Resultaba previsible cómo terminaría la parábola, tanto si Jesús —en contra de su costumbre— respondía su propia pregunta (como se observa en el Evangelio de Marcos y en el Evangelio de Lucas), como si no la respondía (como se presenta en el Evangelio de Mateo). Este tipo de parábola tiene carácter de argumento e invita al oyente a juzgar sobre la situación descripta, desafiándole directamente o en forma implícita a aplicar ese juicio a la materia en cuestión.15 Y la respuesta obvia es que esos viñadores merecían lo peor: su crimen fue tal que todo hombre honesto y honrado lo consideraría un acto detestable por su baja calaña. Al responder, los líderes religiosos de Israel que oficiaban de destinatarios terminaron por autoincriminarse, lo que en el Evangelio de Mateo se pone de manifiesto por las palabras del propio evangelista quien comenta que trataron de detener a Jesús —porque habían comprendido que la parábola era para ellos— pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta (Mateo 21,45-46).
La parábola en el Evangelio de Tomás[editar]
El extracanónico Evangelio de Tomás también trae la parábola como un logion independiente y de forma más sencilla. Allí, el texto es mucho más acotado.
Dijo: «Un hombre honrado tenía una viña; la dio a los viñadores para que trabajaran en ella (y) él pudiera percibir las rentas. Envió a su siervo para que los viñadores le dieran la renta de la viña. Ellos prendieron al siervo, lo golpearon (y) casi lo remataron. El siervo se fue (y) lo contó al dueño. El dueño dijo: "Quizá él no los reconoció". Envió a otro siervo; los viñadores golpearon también a este. Entonces envió el dueño a su hijo, diciendo: "Quizá respeten a mi hijo". Aquellos viñadores, al enterarse de que era el heredero de la viña, lo agarraron y le dieron muerte. El que tenga oídos, oiga.»16Evangelio de Tomás 65
- El texto no contiene el detalle que aparece al comienzo de la parábola en el Evangelio de Mateo y en el Evangelio de Marcos («la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre»). Ese detalle, referido al cuidado de la viña, alude a un pasaje del Libro de Isaías 5,2, que tampoco está presente en el Evangelio de Lucas;
- En su final, el texto tampoco contiene la cita del Salmo 118, 22-23 («La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos»).
Según Gerd Theissen, esta versión parece más próxima al original que la de los sinópticos, porque está libre de referencias al Antiguo Testamento y de rasgos alegóricos.16
Carácter, significado y aplicación[editar]
Se ha discutido si el pasaje de los viñadores homicidas es una alegoría o una parábola propiamente dicha. Una alegoría consiste en tomar una figura o un hecho narrado en un texto y aplicarlo para explicar un concepto abstracto, de manera que cada detalle del texto tenga correspondencia con un aspecto del concepto que se busca ilustrar.17 Se diferencia de la parábola, en la que el lector atiende el hecho que se narra en sí mismo. En la alegoría se desatiende el hecho relatado para buscar el significado de cada uno de los personajes o elementos que se mencionan, y así reedificar una enseñanza fuera del relato.17
Como alegoría[editar]
Algunos biblistas —como Adolf Jülicher primero y Rudolf Karl Bultmanndespués— interpretaron que el relato de los viñadores homicidas debería entenderse solamente como una alegoría creada por la Iglesia primitiva, es decir, «como un producto de la primitiva teología cristiana y no como una noticia auténtica de un discurso polémico de Jesús»,18 «un producto de la comunidad».19
El texto de los viñadores homicidas tal como lo presentan los evangelios sinópticos enlaza con el «Canto de la Viña» (Isaías 5, 1-7) y en tal sentido tiene algunos rasgos alegóricos, tal como enumera Joachim Jeremias:20
- la viña es Israel, y constituye sin dudas el rasgo alegórico más fuerte. En efecto, la imagen de la viña también es puesta en labios de Jesús de Nazaret en la parábola de los dos hijos, y solía utilizarse de forma profética para simbolizar al pueblo de Israel (Isaías 5,1-7; Jeremías 2,21).
- los viñadores arrendatarios son los jefes y dirigentes de Israel;
- el propietario de la viña es Dios;
- los servidores mensajeros enviados por el propietario son los profetas;
- el hijo del propietario es Jesucristo;
- el castigo de los viñadores ilustra la repulsa de Israel;
- los otros labradores a quienes entregará la viña, es decir, el «otro pueblo» (Mateo 21,43) es la Iglesia de los paganos.
Según esta interpretación, la parábola de los viñadores homicidas podría no ser una parábola histórica de Jesús de Nazaret, sino una alegoría creada por la primitiva comunidad cristiana helenista. Favorece esta posición el hecho de que el mensaje es adverso a las autoridades del judaísmo del siglo i. En efecto, el pasaje parece hacer referencia a un juicio contra Israel, con el que la comunidad cristiana primitiva acusaba al judaísmo de entonces de haber sido infiel a la vocación que Dios le había confiado, lo que justificaba su separación de él.3 Un texto interpretado como alegoría puede ofrecer importantes desarrollos teológicos y hasta ser enriquecedor para la fe, pero esto es obra del que hace la exposición.17
La interpretación alegórica del pasaje de los viñadores homicidas presenta algunas dificultades. En efecto, la parábola contrasta con lo acontecido realmente en dos puntos.21
- Primero, en ella los viñadores (la élite religiosa y política de Israel) matan al hijo, es decir, a Jesús. Pero si bien las autoridades religiosas de Israel instigaron la pena de muerte de Jesús, no podían darle muerte por sí mismos (Juan 18:31-32). Jesús fue ajusticiado por mano de los romanos en una cruz romana.
- Jesús no padeció la muerte en Jerusalén, sino a las puertas de la ciudad, y su cadáver no fue «arrojado fuera» ni quedó insepulto como sugiere la parábola de los viñadores homicidas, sino que recibió sepultura (Juan 19:38-42).
De haber sido este pasaje una mera alegoría tardía creada por las comunidades cristianas, cabría esperar una mayor correspondencia entre el destino real de Jesús, que al momento de la redacción de los evangelios era bien conocido, y el relato de la parábola.21
Como verdadera parábola[editar]
La parábola, lejos de ser una alegoría artificiosamente elaborada, puede tomarse como una muestra de lo que pasaba en Galilea durante el medio siglo anterior a la primera guerra judeo-romana14
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La posición de que la parábola de los viñadores homicidas era una mera alegoría fue desestimada por un gran número de biblistas contemporáneos, entre ellos C. H. Dodd, Joachim Jeremias, B. T. D. Smith, V. Taylor, y C. W. F. Smith, quienes indicaron que en su origen la parábola fue realmente pronunciada por Jesús, y que subsiguientemente fue alegorizada y expandida por la comunidad cristiana.22 Dodd sostuvo que «el relato en sus líneas principales es natural y absolutamente realista», aunque puedan existen algunas razones para pensar que la parábola fue objeto de cierta amplificación por parte de la Iglesia primitiva.13
Según C. H. Dodd, el relato no es meramente alegórico: por el contrario, resulta sumamente verosímil si se tienen en cuenta las condiciones de la región en aquel tiempo. Palestina —y Galilea en particular— era una región descontenta que no se había pacificado por completo desde la rebelión de Judas el Galileo en el año 6 d. C. La insatisfacción y hostilidad estaban en parte motivadas por causas económicas:23 las fincas importantes se hallaban frecuentemente en manos de terratenientes que solían practicar el absentismo, es decir, acostumbraban residir fuera de la localidad en que radicaban sus posesiones y propiedades, y usaban sus campos como meras fuentes de explotación.24 Esto permite suponer un descontento agrario incentivado por los sentimientos nacionalistas.13 Los papiros de Zenón del siglo III a. C. ofrecen indicios claros de que el cobro de los impuestos solía generar conflictos.25 La actitud de rebelión de los viñadores y su ataque a los servidores del dueño no parecen ser en modo alguno un producto de la imaginación, sino que responden a la realidad social de aquel tiempo.25
Se presentaban todas las condiciones para que la negativa a pagar la renta fuera el preámbulo del homicidio y de la ocupación violenta de la tierra por los campesinos. El plan de los viñadores para asesinar al hijo del propietario no carece de realismo.26 En efecto, si alguien moría sin hacer testamento, sus propiedades se consideraban terrenos no ocupados que pasaban a dominio del primero que los reclamara; los arrendatarios de la viña estaban en mejor situación que nadie para apoderarse de esas tierras a título de ocupación.27
En ese sentido, Dodd indicó que la parábola coadyuva al esclarecimiento de las sentencias de Jesús que predicen su propia muerte y los desastres que sobrevendrían sobre los judíos: expresa un juicio moral sobre la situación de entonces, y el anuncio de la muerte de Jesús y del juicio que caería sobre sus asesinos.11
Lo mismo que el alevoso asesinato del hijo por parte de los arrendatarios tendrá como consecuencia la intervención cierta del dueño de la viña, así ocurrirá también con el asesinato -planeado- de Jesús, [...] asesinato que provocará el juicio sobre los jefes responsables del pueblo.25Martin Hengel
La comparación de los textos de los tres evangelios sinópticos permite establecer que los rasgos alegóricos, que se encuentran ya en la versión del Evangelio de Marcos pero especialmente en el Evangelio de Mateo, son posteriores a la formulación inicial de la parábola. Ya antes del descubrimiento del Evangelio de Tomás en diciembre de 1945 en el pueblo de Nag Hammadi, a unos 100 km de Luxor, Joachim Jeremías había sugerido que la alegorización de la parábola que se puede observar crecientemente en los evangelios sinópticos constituye una señal de su interpretación secundaria por parte de las primeras comunidades cristianas. Esta hipótesis se consolidó al hallarse la versión del Evangelio de Tomás.28 Distintos biblistas como Joachim Jeremias, Jacques-É. Ménard, Robert McLachlan Wilson y John Dominic Crossan consideraron el esquema global de la parábola conservado en el Evangelio de Tomás como la forma primitiva en la que la habría pronunciado Jesús de Nazaret.29 Joseph A. Fitzmyer piensa que no se puede probar que el Evangelio de Tomássea independiente de la tradición primitiva, pero que es probable que en este caso conserve una tradición autónoma, o sea, una forma más primitiva de la parábola.
La parábola del juicio final,12345 también llamada parábola de las ovejas y los cabritos,67 o mejor, el juicio de las naciones,68 el juicio final,9 o el juicio universal,10 es parte de un discurso de género apocalíptico que el Evangelio de Mateo (25, 31-46) presenta en labios de Jesús de Nazaret, y que constituye una de las cumbres de su predicación y un compendio de su mensaje exigente.8 En este pasaje —considerado por algunos como una «obra maestra»—,8 con el que el evangelista Mateo finaliza el ministerio público de Jesús inmediatamente antes del inicio de su pasión, Jesucristo presenta la compasión como el criterio que decidirá el destino final de los seres humanos. Se trata de una compasión activa, caracterizada por obras de misericordia desarrolladas a favor de los más pequeños –los desheredados, olvidados o desahuciados, los excluidos de la sociedad, los pobres de todo tipo– con los cuales el propio Jesús se identifica.
El pasaje, que se encuentra únicamente en el Evangelio de Mateo, ofrece una descripción del juicio universal. La idea de juicio final universal ya existía en el judaísmo del siglo I, pero la concepción prevalente señalaba que Israel sería juzgado con medidas menos severas mientras que los pueblos paganos serían sentenciados duramente.12 En el cuadro del Evangelio de Mateo, Jesús de Nazaret otorga al juicio final un carácter universal con un único criterio para todos: haber ayudado a los que lo necesitan.13
31«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.32Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; 36estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.” 37Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? 38¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? 39¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” 40Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.”
41Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. 42Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.” 44Entonces dirán también estos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” 45Y él entonces les responderá: “En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.” 46E irán estos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»9
Género literario[editar]
Si bien el pasaje se ha vulgarizado con el título de «parábola del juicio final» o «parábola de las ovejas y los cabritos», no se trata de una parábola propiamente dicha, salvo en los versículos 32 y 33.8 Así lo comenta un teólogo y biblista contemporáneo:
El primer Evangelio [Mateo] presenta un breve apocalipsis (mal denominado con frecuencia «parábola de las ovejas y los cabritos») en el que la escena tradicional del juicio final aparece descrita con vivos colores, con el Hijo del hombre corno juez. Mt 25-31-46 no se ajusta al género «parábola», sino que pertenece a la misma categoría que las escenas de juicio que hallamos en Henoc y en otros apocalipsis. Su único elemento parabólico es el símil del pastor que separa las ovejas y los cabritos, y aun esto es una alusión de pasada; las ovejas y los cabritos no desempeñan ningún papel en la escena principal. El clímax del pasaje se encuentra en las dos sentencias de 25,40.45, que son paralelas de Mateo 10,40-42 y Marcos 9,37. La escena de juicio fue compuesta probablemente para proporcionar un contexto vivo y dramático a estas sentencias.14
Este pasaje forma parte del último de los cinco discursos de Jesús en el Evangelio de Mateo, llamado «Discurso apocalíptico» (Mateo 24,1 – 25,46), que pertenece al género literario del mismo nombre. 15
Antecedentes y originalidad[editar]
Las obras de misericordia que presenta el Evangelio de Mateo 25, 31-46 se hallan en inscripciones conmemorativas más antiguas, donde se citan como buenas obras realizadas por funcionarios egipcios influyentes. Esos epígrafes no solamente buscaban para las personas la fama y el prestigio en vida y el acceso a una morada eterna luego de la muerte, sino que también eran una expresión de la posición aventajada que tales personas ocupaban en la sociedad.16
En la biografía idealizada del gran mayordomo Harwa (c. 710 a.C.), un administrador de alto rango en el Antiguo Egipto durante la dinastía XXV, se incluye entre las obras benéficas el reparto de cargos.17
Yo hice lo que los humanos quieren y lo que los dioses alaban: he sido una persona respetable que no cometió ninguna falta. Yo di pan al hambriento, vestidos al desnudo; desterré sufrimientos y alejé la indigencia, sepulté a los dignos y asistí a los ancianos, remedié la necesidad del que nada tenía; fui sombra protectora de los huérfanos, apoyo de las viudas; concedí un cargo a alguien que estaba aún en pañales […]18
Pero en el mensaje del Evangelio de Mateo no se propugnan las obras de misericordia para que estén al servicio del poder y la dominación, sino como servicio a Jesús como Señor que se encuentra de incógnito en todos los indigentes.18 Plinio el Viejo escribió en su Naturalis historia II, 5, 18: «Deus est mortali iuvare mortalem» [«Dios es para un mortal ayudar a los mortales»] y así se otorgaba categoría divina a los que ayudaban; en contraste, el Evangelio de Mateo presenta a Dios en el papel de indigente.18 Así el cristianismo de origen constituyó el amor al prójimo como una de las obligaciones más graves y exigentes. En el Evangelio de Mateo, junto con señalar el amor a los enemigos con carácter de mandato (Mateo 5, 43-47),19 Jesús proclama que en el juicio final se medirá a todas las personas y a todos los pueblos con el rasero de la ayuda prestada a los hermanos indigentes del Juez universal. Con ello la tradición cristiana primitiva mostraba la tendencia a ampliar la ayuda más allá de las fronteras nacionales y culturales.20
El papel del Hijo del hombre[editar]
En los versículos 34 y 40, el Hijo del hombre recibe el título de «rey» en sus funciones de juez.21 En el Nuevo Testamento, se titula a Jesús como «rey de los judíos» o «rey de Israel» en distintos momentos, incluyendo en algunos pasajes cargados de dramatismo: de hecho, el cargo condenatorio de Jesús fue «rey de los judíos».22 En el pasaje de Mateo, el ejercicio de la facultad judicial como rey no esta exenta de una cierta nota de desagravio, como un enaltecimiento que se corresponde con la humillación que padeció Jesús de Nazaretcuando fue sometido por los hombres a un juicio inicuo.23
Se sentará como juez el que estuvo sujeto al juez; condenará a los verdaderos reos el que falsamente fue reputado reo.Agustín de Hipona, Serm. 127,7: ML 38,711.
El pasaje del Evangelio de Mateo, ubicado inmediatamente antes del juicio y pasión de Jesucristo, deja entrever que aquella experiencia del juicio que sufrió Jesús de Nazaret no estará ausente del juicio final que él mismo instruya y de la sentencia que él pronuncie. En tal sentido, su juicio será particular en extremo, porque la materia sometida a su fallo será la conducta que los procesados observaron respecto de aquellos a quienes él prefirió y con quienes se identificó: los pobres.
De continuo andaba Jesús entre pobres: no por modestia, no por abnegación, no por ejemplaridad, sino sencilla y llanamente porque los prefería.24José María Cabodevilla, Cristo vivo
Las clases de obras de amor[editar]
El pasaje del Evangelio de Mateo menciona seis clases de obras de amor:
- Dar de comer al hambriento («tuve hambre, y me disteis de comer»);
- Dar de beber al sediento («tuve sed, y me disteis de beber»);
- Dar posada al forastero o peregrino («era forastero, y me acogisteis»);
- Vestir al desnudo («estaba desnudo, y me vestisteis»);
- Visitar al enfermo («estaba enfermo, y me visitasteis»);
- Visitar —o redimir— al cautivo («en la cárcel, y vinisteis a verme»).
Esas obras de caridad aparecen también mencionadas en el Antiguo Testamento, en orden similar,25 y vuelven a encontrarse en la literatura tardía, donde se encarece el deber de vestir al que no tiene la ropa necesaria, albergar al forastero y visitar al enfermo (Libro del Eclesiástico 7,15), obras a las que está obligado tanto el rico como la gente sencilla.26
De allí se infiere que Jesús de Nazaret retoma conscientemente lo ya señalado por los libros proféticos y los escritos sapienciales, pero extiende la norma a todos los hombres, y no como meras obras de beneficencia exteriores, sino como obras nacidas de una actitud interior de compasión.27
Pero las clases de obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, que la más antigua tradición cristiana señala en número de catorce, pueden ser muchas más: todo cuanto se haga en beneficio del prójimo y a impulsos de la compasión y la ternura, se considera una obra de amor verdadero.28
Juicio sobre el amor puesto en práctica[editar]
Según el Evangelio de Mateo, los comportamientos que pide el Hijo del hombre los espera al margen de la fe que se tenga en él o de una identificación ideológica con su persona,29 porque en el juicio final el Hijo del hombre juzgará a todos los hombres, no por sus doctrinas o sus declaraciones, sino por el amor que haya o no mostrado en la práctica. Los autores cristianos suelen ver en este pasaje un llamado a un examen de conciencia y a un compromiso.
Según esta parábola el Juez del universo no interroga al hombre acerca del género de teorías que tiene sobre Dios y el mundo. No interroga sobre la confesión de fe dogmática, sino que interroga únicamente sobre el amor. La caridad basta y salva al hombre. […] Un examen serio y honrado de nosotros mismos nos hace tomar conciencia de que este mensaje maravillosamente simple debe liberarnos, pero que también tiene que atormentarnos. Porque, ¿quién de nosotros puede decir que no ha pasado nunca sin detenerse junto a alguien que tenía hambre o sed, o junto a cualquiera que tenía necesidad de su ayuda? ¿Quien de nosotros puede afirmar que hace el bien sin segundas intenciones y que, incluso en su bondad hacia el otro no hay una parte de egoísmo, una parte de autosatisfacción y de interés personal?30
La espiritualidad que expresa Jesús de Nazaret no se edifica individualmente, haciendo caso omiso del dolor y de la lucha circundantes.31 Según el mensaje de este pasaje evangélico, solo el amor desinteresado y comprometido edifica y santifica a las personas, y en tal sentido, el juicio versará en torno de lo que se haya hecho o no en favor de los demás, de su hambre y sed en todas sus formas, de su salud, y de su libertad,31 y esa es la única asignatura en la que todos los hombres serán juzgados.
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