martes, 29 de mayo de 2018

EVANGELIOS

APÓCRIFOS

Libro Secreto de Juan (Evangelio Apócrifo de Juan)1​ es un texto de enseñanzas gnósticas del siglo II, al cual se le ha dado un contexto cristiano. Describe una aparición de Jesús de Nazareth en la cual le da información privada al apóstol Juan luego de que Cristo ascendiera al cielo.
Junto con el Evangelio de María Magdalena y el Libro de la Sabiduría de Jesucristo, pertenece a la colección de los Papiros Coptos (egipcios) de Berlín.


En su principal fragmento, se trata de un diálogo entre Jesús y sus discípulos, quienes se cuestionaban qué debían evitar para acceder al reino de los cielos:
Pero ellos (los Discípulos) le contestaron: ¿A dónde iremos, pues contigo están las palabras de Vida Eterna? Dinos cuáles son los pecados que debemos evitar para que nunca más conozcamos la enfermedad y podamos entrar al reino de los cielos.
Jesús les contestó: «Hágase de acuerdo a vuestra fe», y se sentó entre ellos y dijo: «Se ha dicho desde tiempo inmemorial: Honra a tu Padre Celestial y a tu Madre Terrenal, y obedece sus mandamientos, para que tus días sean largos sobre la tierra.
Y luego se les dio el siguiente mandamiento: No matarás, porque la vida es dada a todos por Dios y lo que Dios ha dado no dejen que el hombre lo arrebate. Pues en verdad os digo que de una Madre procede todo lo que vive sobre la tierra. Por tanto quien mata, mata a su hermano. Y de él se alejará la Madre Terrenal y le retirará sus pechos vivificadores, y los ángeles le rehuirán y Satanás tendrá morada en su cuerpo.
Y la carne de los animales muertos en su cuerpo se convertirá en su propia tumba. Pues en verdad os digo que quien mata, se mata a sí mismo, y quien come la carne de animales muertos come del cuerpo de la muerte. Pues cada gota de su sangre se mezcla con la suya y la envenena; su respiración es un hedor; su carne se llena de forúnculos; sus huesos se convierten en yeso; sus intestinos se llenan de descomposición; sus ojos se llenan de costras; y sus oídos de ceras. Y su muerte será la suya propia. Pues solamente en el servicio de vuestro Padre Celestial son vuestras deudas de siete años perdonadas en siete días. Mientras que Satán no os perdona nada y debéis pagarle todo. Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, herida por herida, vida por vida, muerte por muerte. Pues el precio del pecado es la muerte.
No matéis, ni tampoco comáis la carne de vuestras inocentes víctimas, no sea que os convirtáis en esclavos de Satanás. Pues ése es el camino del sufrimientos y conduce hacia la muerte. Pero obedeced la voluntad de Dios, para que sus ángeles os sirvan en el camino de la vida. Obedeced, por tanto, las palabras de Dios: «He aquí,os he dado toda hierba que produce semilla que crece sobre la faz de la tierra, y todo árbol en el cual esta el fruto de un árbol que produce semilla. Para ustedes será como carne; Y a todas las bestias de la tierra, y a toda ave del cielo, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, donde hay aliento de vida, doy toda hierba verde como carne. También la leche de todo lo que se mueve y que vive sobre la tierra será como carne para vosotros. Al igual que a ellos les he dado toda hierba verde, así os doy a vosotros su leche. Pero la carne y la sangre que la vivifica, vosotros no comeréis».
Luego otro discípulo dijo: «Moisés, el más grande de Israel, permitió a nuestros antepasados que comieran carne de bestias no impuras y prohibió la carne de bestias impuras. ¿Porque entonces, nos prohíbes Tú la carne de todas las Bestias? ¿Cuál ley proviene de Dios? ¿La de Moisés o la Tuya?
Y Jesús continuo: «Dios ordenó a vuestros antepasados «No matarás» pero sus corazones se endurecieron y siguieron matando. Entonces Moisés quiso que por lo menos no mataran a los hombres y les toleró que mataran a las bestias. Pero los corazones de vuestros antepasados se endurecieron aún más y mataron a hombres y a bestias por igual».
Pero Yo os digo: «No matéis hombres ni bestias, ni siquiera el alimento que ponéis en vuestras bocas, pues si comes alimento vivo, el mismo os vivificara, pero si matáis vuestro alimento, el alimento muerto os matará a vosotros también. Pues la vida proviene solo de la vida y la muerte proviene siempre de la muerte. Pues todo lo que mata a vuestro alimento mata también a vuestros cuerpos. Y todo aquello que mata vuestros cuerpos mata también a vuestros espíritus. Vuestros cuerpos se convierten en lo que vuestros alimentos son, así como vuestros espíritus se convierten igualmente en lo que vuestros pensamientos son».
Por lo tanto, comed siempre de la mesa de Dios: Las frutas de los árboles, el grano y las hierbas del campo, la leche de las bestias y la miel de las abejas. Porque todo lo que está más allá de esto es Satanás y conduce por el camino del pecado y de las enfermedades hasta la muerte. Pero los alimentos que coméis de la abundante mesa de Dios os darán fortaleza y juventud a vuestro cuerpo y nunca sufriréis enfermedad.










Liber de infantia Salvatoris (libro de la infancia del salvador) o Libro de la Natividad de María es uno de los denominados Evangelios Apócrifos, acerca de la Natividad de María -"Liber Nativitate María", que fue atribuido durante la Edad Media a San Jerónimo,1​ aunque seguramente fue escrito por un autor anónimo durante la época de CarlomagnoAntonio Piñero lo data del siglo IX.1​ Se encuentra íntegramente incluido en la "Legenda Aurea" (Leyenda Dorada). Se trata de una relación apocopada de la misma temática que contenía el llamado "Evangelio del Pseudo Mateo", libro muchísimo más amplio y de origen ciertamente más antiguo. El propio autor inicia la narración explicando que las cosas que va a relatar las leyó en otro lado, aunque confiesa que se le han borrado de la memoria muchos detalles.
El estilo es de una gran llaneza, casi infantil. Se limita a relatar con extremada concisión los hechos principales de la vida de San Joaquín y de Santa Ana, la Natividad de María, su vida en el templo, su matrimonio con San José y, finalmente, la Anunciación y el Nacimiento del Niño Jesús, con cuya sola mención se cierra el libro. Este libro, al contrario que en otros Evangelios Apócrifos, el portal donde tiene el lugar el nacimiento del Niño Jesús se encuentra dentro de la ciudad y es elegido por San José, no porque no haya lugar para quedarse dentro del pueblo, si no debido a la pobreza de la pareja y a la necesidad de tranquilidad por parte de María.













Evangelio secreto de Marcos es un evangelio apócrifo perdido del que se citan dos breves fragmentos en una carta atribuida a Clemente de Alejandría que fue descubierta en 1958 por Morton Smith, y sobre cuya autenticidad existen serias dudas.
Según afirma el autor de la carta, durante el siglo II circularon al menos dos versiones diferentes del evangelio de Marcos en la ciudad de Alejandría. Una de ellas, redactada primero, correspondería al actual evangelio canónicode Marcos; la siguiente, escrita después y dirigida a un grupo de iniciados, sería el evangelio secreto de Marcos, al que corresponden los fragmentos citados en la carta.
No existe ninguna otra referencia a un evangelio secreto de Marcos en la literatura cristiana conocida. Se sabe, sin embargo, que existió un evangelio de Mateo alternativo, que IreneoJerónimo y otros autores denominan Evangelio de los hebreos. Por otra parte, los manuscritos que se conocen del evangelio de Marcos no son exactamente iguales entre sí, por lo que la idea de que un mismo evangelio circulase en varias versiones diferentes no es en absoluto extraña.
Se han puesto en cuestión tanto la autenticidad de la carta como la existencia del evangelio secreto. Por una parte, este evangelio resulta enormemente polémico, ya que contiene posibles implicaciones sobre homosexualidad en Jesús, que muchos cristianos podrían encontrar gravemente ofensivas. Por otro lado, las anómalas circunstancias en que la carta fue descubierta hacen sospechar que pudiera tratarse de una falsificación. Hoy los estudiosos consideran que el documento es una falsificación hecha por Smith, siguiendo la trama de una novela de James Hogg Hunter, El Misterio de Mar Saba, publicada en 1940.












evangelio de María Magdalena a un evangelio apócrifognóstico, escrito entre los años 30 y 180 d. C. Han llegado hasta nuestros días sólo algunos fragmentos.

De este evangelio se conservan sólo tres fragmentos: dos, muy breves, en griego, en manuscritos del siglo III (papiro Rylands 463 y papiro Oxyrhynchus 3525); y otro, más extenso, en copto1​ (Berolinensis Gnosticus 8052,1), probable traducción del original griego. El texto copto fue hallado en 1896 por C. Schmidt, aunque no se publicó hasta 1955, por Walter Till.2​ Los fragmentos en griego fueron publicados, respectivamente, en 1938 y en 1983.
La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que el evangelio original fue escrito en griego durante el siglo II.3​ Sin embargo, el profesor Hollis, del Seminario Harvard, sugiere que fue escrito en tiempo de Cristo.45
En ninguno de los fragmentos hay mención alguna del autor de este evangelio. El nombre que tradicionalmente recibe, evangelio de María Magdalena, se debe a que se cita en el texto a una discípula de Jesús llamada María, que la mayoría de los especialistas identifican con la María Magdalena que aparece en los evangelios canónicos, aunque algunos han sugerido que podría referirse a María, la madre de Jesús.6
No puede ser posterior al siglo III, ya que los manuscritos en griego corresponden a esta época. Por características internas del texto, como la presencia de ideas gnósticas, suele considerarse que fue redactado en el siglo II.

Contenido[editar]

En el fragmento copto, que es el más extenso, faltan varias páginas (concretamente 1-6 y 11-14). Se trata de un diálogo entre Jesús (mencionado como «el Salvador») y sus discípulos. Tras la marcha de Jesús, los apóstoles se encuentran desorientados.
Ellos, sin embargo, estaban entristecidos y lloraban amargamente diciendo: «¿Cómo iremos hacia los gentiles y predicaremos el evangelio del reino del hijo del hombre? Si no han tenido con él ninguna consideración, ¿cómo la tendrán con nosotros?».
Entonces Mariam se levantó, los saludó a todos y dijo a sus hermanos: «No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes bien, alabemos su grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres». Dicho esto, Mariam convirtió sus corazones al bien y comenzaron a comentar las palabras del [Salvador].
laguna del evangelio:
...del Salvador?». Leví dice a Pedro: «Siempre tienes la cólera a tu lado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras, Él, al verla, la ha amado sin duda. Avergoncémonos más bien, y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos aquello que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni legislar, (sino) como dijo el Salvador». Terminado que hubo Leví estas palabras, se marchó y se puso a predicar el evangelio según María.
María, entonces, relata una visión y el diálogo que mantuvo con Jesús en esta visión, lleno de términos propios del pensamiento gnóstico. El testimonio de María es rechazado por Andrés y por Pedro, quienes dudan de que Jesús haya preferido a una mujer antes que a ellos para hacerle revelaciones secretas. Sin embargo, Leví (el apóstol Mateo) decide predicar "el evangelio según María".
Según interpretaciones como la de Karen King,7​ el texto revela las tensiones existentes en las primitivas comunidades cristianas entre los protoortodoxos, representados por Pedro, y los gnósticos, simbolizados por María Magdalena. Una confrontación similar existe en otros textos gnósticos, como el evangelio de Tomás, la Pistis Sophia o el evangelio copto de los egipcios. Además, de acuerdo con este texto, María Magdalena habría sido depositaria de revelaciones secretas de Jesús, y habría tenido un papel destacado en la comunidad cristiana postpascual. Sin embargo, es posible que María Magdalena no sea aquí más que un símbolo de la Sofía de la teología gnóstica.
Pueden encontrarse ciertas analogías entre las ideas expuestas en este evangelio y religiones orientales como el taoísmo y el budismo.
En el texto traducido se muestra que María Magdalena tuvo una relación muy estrecha con Jesús: “de todas maneras, Él, al verla, la ha amado sin duda.” (Pedro); muchas afirmaciones como estas han contribuido a las discusiones religiosas pero aún la verdad no está dicha porque ambas partes tiene argumentos muy fiables para defender sus tesis.











Evangelio del pseudo-Mateo es un evangelio apócrifo de la Natividad e infancia de Jesús de Nazaret. Se considera que es una reelaboración en latín del Protoevangelio de Santiago. Este evangelio suele datarse hacia el siglo VII.











Evangelio de Nicodemo o Hechos de Pilato es un evangelio apócrifo. Contiene el nombre de personajes que han trascendido en la tradición del cristianismo: Dimas, Gestas, Longinos . En él, se relata el episodio de la Anastasis o descenso de Cristo a los infiernos.









Evangelio de Pedro es un evangelio apócrifo que se conoce sólo fragmentariamente, gracias a un manuscrito hallado en Egipto en el invierno de 1886-87. Escrito en primera persona, el narrador se identifica como Simón Pedro (versículo 60), aunque los estudiosos actuales descartan que pudiera ser efectivamente escrito por el apóstol. Sólo se conserva de este relato la parte correspondiente a la Pasión y Resurrección de Cristo, con importantes diferencias con respecto a la narración de los evangelios canónicos. Aunque hay quienes retrotraen su fecha de composición hasta el año 70, con lo cual sería aproximadamente contemporáneo de los evangelios sinópticos, la mayor parte de los investigadores lo sitúa en la primera mitad del siglo II.


La primera referencia a este texto en los escritos del cristianismo primitivo se encuentra en la Historia eclesiástica, de Eusebio de Cesarea, donde se cita una carta que Serapión, obispo de Antioquía entre 190 y 211, escribe a la comunidad cristiana de Rhossos, en Cilicia (Asia Menor). Del texto se deduce que en la comunidad de Rhossos se utilizaba un "evangelio atribuido a Pedro" y que Serapión consideraba que ciertos pasajes podían alentar la herejía docética, según la cual los padecimientos y la muerte de Cristo, en tanto que Dios, habían sido meramente aparentes, bien porque Jesús fuera enteramente divino y sólo había tomado apariencia humana, bien porque el hombre Jesús y el Cristo divino fueran entidades diferentes, que se habrían juntado en el momento del bautismo en el Jordán, y se habrían separado poco antes de la muerte de Jesús. Serapión niega que el evangelio haya podido ser escrito por el apóstol Pedro, extremo en el que coincide plenamente con los estudiosos actuales.

Descubrimiento del manuscrito de Ajmin[editar]

En el invierno de 1886-87 fue hallado en el sepulcro de un monje cristiano en Ajmin, antigua Panópolis, en el Alto Egipto, un libro de pergamino de 66 páginas, datado alrededor del siglo VIII, que contiene fragmentos de varios textos apócrifos. Entre ellos se encuentra (páginas 2-10) una copia fragmentaria del Evangelio de Pedro, en griego. El fragmento conservado es la narración del juicio, crucifixión y resurrección de Jesús. No es posible saber si el evangelio de Pedro original era o no más extenso que el fragmento que actualmente se conserva, pero el hecho es que comienza en mitad de una escena. Comienza así "Pero de entre los judíos nadie se lavó las manos, ni Herodes ni ninguno de sus jueces",1​ lo que implica una referencia anterior al conocido pasaje evangélico (Mateo 27:24) en que Pilatos se lava simbólicamente las manos.

Hallazgos posteriores[editar]

Con posterioridad al hallazgo del manuscrito de Ajmin, se han encontrado tres breves fragmentos correspondientes a este evangelio. Uno de ellos procede aparentemente de una copia del siglo II, o principios del siglo III, y contiene la escena en que José de Arimatea solicita el cuerpo de Jesús para darle sepultura (versículos 23 y 24 del manuscrito de Ajmin). Los otros dos —muy breves— parecen referirse a conversaciones entre Jesús y Pedro, narradas en primera persona por este último. No se corresponden con el manuscrito de Ajmin, y se discute si formaban o no parte del evangelio de Pedro.

Contenido[editar]

El relato de la Pasión de Cristo presenta importantes diferencias con respecto a los evangelios canónicos. Por una parte es Herodes, no Pilatos, el que ordena la ejecución de Jesús, y tanto el monarca como los jueces (vid. texto citado anteriormente) incluyendo a todos los judíos, se niegan a declararse inocentes de la sangre de Jesús. En el relato de la crucifixión se encuentran frases que pueden ser interpretadas desde el punto de vista del docetismo, como cuando se dice (versículo 102​), "Mas él callaba como si no sintiera dolor alguno", o, cuando, en el momento inmediatamente anterior de la muerte, Jesús grita: "¡Fuerza mía, fuerza mía, tú me has abandonado!" (versículo 193​), en lugar de "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Marcos 15:34.
Tras la muerte de Jesús, el relato continúa describiendo su sepultura por José de Arimatea. Cuenta en primera persona la aflicción de los discípulos (versículo 26). Como ocurre en el Evangelio de Mateo, Mateo 27:62-66, los sacerdotes hebreos piden a Pilatos soldados para que vigilen la tumba. Indica detalles sobre estos soldados, como que el centurión se llamaba Petronio.
La diferencia más importante con los evangelios canónicos, sin embargo, es que se relata la resurrección de Jesús, de la que son testigos directos los guardias romanos y otras muchas personas que se habían congregado allí. Durante la noche, se escuchó "una gran voz en el cielo" (versículo 354​), se abrieron los cielos y bajaron de ellos dos varones en medio de un gran resplandor. La piedra que cerraba el sepulcro se retiró a un lado, y los dos varones entraron en él. Los guardias fueron a despertar a su centurión y, cuando le estaban explicando lo que acababan de ver, ven salir del sepulcro a tres hombres, "dos de los cuales servían de apoyo a un tercero, y una cruz que iba en pos de ellos" (versículo 395​). Los tres son de gigantesca estatura. Se escucha una voz proveniente de los cielos, que pregunta: "¿Has predicado a los que duermen?" Y la cruz responde: "Sí" (versículos 41-42).
Los testigos del acontecimiento relatan lo ocurrido a Pilatos, quien reitera la culpabilidad de los judíos (versículo 46). Estos le suplican que se guarde silencio sobre lo ocurrido, lo que el gobernador consiente. Al día siguiente, María Magdalena llegó al sepulcro, lo encontró vacío, con un joven vestido de blanco sentado sobre la sepultura, en un relato que tiene su paralelo en Mateo 28:1-8, aunque existen algunas diferencias entre las dos versiones. El manuscrito termina en medio de un relato que seguramente describía la aparición de Jesús a sus discípulos, en el versículo 60: "Yo, Simón Pedro, por mi parte, y Andrés, mi hermano, tomamos nuestras redes y nos dirigimos al mar, yendo en nuestra compañía Leví el de Alfeo, a quien el Señor..."6​).

Fecha y relación con otros evangelios[editar]

La mayor parte de los autores establece que este evangelio fue redactado hacia el año 150. Es con bastante seguridad posterior a los evangelios canónicos (finales del siglo I), y debió de ser compuesto antes de la época de Serapión, quien lo menciona a comienzos del siglo III. Por otra parte, su antijudaísmo se relaciona con puntos de vista que se desarrollaron en círculos cristianos en el siglo II. Hay bastante coincidencia entre los estudiosos en pensar que el autor del evangelio de Pedro conoció y utilizó como fuentes los sinópticos.

Difusión[editar]

Es difícil extraer conclusiones sobre en qué comunidades -dejando aparte la de Rhossos, en Cilicia, mencionada en la carta de Serapión- se utilizó el Evangelio de Pedro. Sin embargo, Ehrman7​ destaca que desde 1880 se han encontrado tres manuscritos de los siglos II y III correspondientes a este evangelio, en tanto que sólo se ha hallado uno del evangelio, canónico, de Marcos. El hallazgo en 1904 de un ostrakon o pieza de cerámica, del siglo VI o VII, en que se identifica a Pedro como evangelista, parece también un argumento a favor de una extensa difusión del Evangelio de Pedro.

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