martes, 29 de mayo de 2018

EVANGELIOS

CANÓNICOS - SAN LUCAS

Lucas el Evangelista, referido por la tradición cristiana como el autor del Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles.
Lucas-Hechos es el nombre dado generalmente por los eruditos bíblicos a la obra compuesta por el Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstolesen el Nuevo Testamento. Los dos juntos describen el ministerio de Jesús, el subsecuente ministerio de los apóstoles y la edad apostólica.
Ambos libros, Lucas y Hechos, son relatos escritos anónimos a un hombre llamado Teófilo.1​ El libro de Hechos comienza con: «En el primer tratado, oh Teófilo», probablemente refiriéndose al Evangelio de Lucas.1​ Casi todos los estudiosos creen que fueron escritos por la misma persona, referida como Lucas el Evangelista.2​ Lucas-Hechos en ocasiones ha sido presentado como un solo libro publicado en la Biblia o Nuevo Testamento, por ejemplo, en The Original New Testament (1985)3​ y The Books of the Bible (2007).
El punto de vista tradicional sostiene que ambos libros fueron escritos por Lucas, nombrado en Colosenses 4:14, un médico y seguidor del apóstol Pablo, pero algunos eruditos modernos rechazan ese punto de vista. La obra está helenizada y dirigida a un público gentil. Marción, un famoso hereje del siglo II, utilizó una forma modificada de Lucas conocida como el Evangelio de Marción pero no hizo uso de los Hechos, tal vez no lo conocía o intencionalmente lo excluyó de su canon bíblico; Ireneo, un apologista proto-ortodoxo, fue el primero en utilizar y mencionar Hechos, específicamente contra el marcionismo.
Algunos estudiosos señalan que hay dos versiones de Lucas-Hechos, la versión no canónica es 10-20 % más larga que la versión canónica. Los estudiosos no están de acuerdo sobre cual fue la primera.








El Papiro 75 (75Papiro Bodmer XIV-XV) es un papiro del Nuevo Testamento en griego antiguo.

Descripción[editar]

Originalmente «contenía cerca de 144 páginas... de las cuales 102 han sobrevivido, ya sea en su totalidad o en parte».1​ Contiene cerca de la mitad del texto de dos Evangelios:2​ el de Lucas (Papiro Bodmer XIV) y el de Juan (Papiro Bodmer XV) en griego. Está fechado en Nestle-Aland(27a. edición, NA27) como un manuscrito a principios del siglo III. Este es uno de los manuscritos más antiguos (junto con el 4)3​ del Evangelio de Lucas. 'El fragmento sobreviviente contiene Lucas 3:18-24:53...'34​ Una característica inusual de este códice es que cuando el Evangelio de Lucas termina, el Evangelio de Juan comienza en la misma página.5
Este carece del texto de agonía de Cristo en Getsemaní (Lucas 22: 43–44).

Texto[editar]

El texto griego de este códice es una representación del tipo textual alejandrinoKurt Aland lo ubicó en la Categoría I.6​ El texto está más cerca al Códice Vaticano que al Códice Sinaítico. La coincidencia entre 75 y el Códice B es de 92% en Juan,7​ y 94% en Lucas.8​ Este coincide con el 111.9
Según Kurt Aland, el 75 es la llave para entender la historia textual primitiva del Nuevo Testamento.10
En Lucas 8:21 se lee αυτον en lugar de αυτους; la lectura coincide con minúscula 705 y el Códice Veronense.11

Variantes textuales[editar]

En Lucas 11:4, la frase αλλα ρυσαι ημας απο του πονηρου (mas líbranos del mal) es omitida. La omisión de esta frase también coincide con los siguientes manuscritos: SinaíticoVaticanoCódice Regiof1700vgsirscopsa, bo, arm, geo.12
En el manuscrito Lucas 16:19 se lee Ανθρωπος δε τις ην πλουσιος, ονοματι Ν[ιν]ευης, και ενεδιδυσκετο "Había un hombre rico, con el nombre N[in]eue, que se vistió",13​ Esta Lectura coincide desde la versión Sahidic y los dos manuscritos griegos en minúsculas 36 y 37, además tiene un escolio de fecha incierta ευρον δε τινες και του πλουσιου εν τισιν αντιγραφοις τουνομα Νινευης λεγομενον.14
Lucas 22:43-44 es omitido, como en los códices א *, A, B, T, 1071.15
En Lucas 23:34, el 75 tiene omitidas las palabras: "Y Jesus dijo: Padre, perdónalos, ellos no saben lo que hacen." Esta omisión coincide con los manuscritos Sinaíticoa, B, D*WΘ0124, 1241, ita, dsirs, copsa, copbo.16
Lucas 24:26
δοξαν – en mayoría de los mss,
βασιλειαν – en el 75.17
Al manuscrito también le falta la perícopa de la Adúltera, usualmente ubicada en las traducciones en Juan 7:53-8:11. Esta omisión coincide con los manuscritos Códice SinaíticoCódice Vaticano y el 66.
El Manuscrito está actualmente en la Biblioteca Vaticana (P. Bodmer XIV-XV) en Roma.18
El descubrimiento del 75 ha tenido un profundo efecto en la crítica textual del Nuevo Testamento, debido a su gran acuerdo con el Códice Vaticano.
En Lucas 8:21 se lee αυτον en lugar de αυτους; la lectura coincide con Minúscula 705 y el Códice Veronense.








La parábola de la moneda perdida,1234​ también conocida como parábola de la dracma perdida,56789​ es una comparación (mashal) del Nuevo Testamento que se encuentra únicamente en el Evangelio de Lucas (15, 8-10). El autor presenta el relato en labios de Jesús de Nazaret, junto con la parábola de la oveja perdida y la del hijo pródigo, como respuesta a la murmuración indignada de los fariseos y escribas, quienes cuestionaban la conducta de Jesús de recibir a los pecadores y admitirlos a su mesa.5​ El conjunto de las tres parábolas recibe la denominación tradicional de parábolas de la misericordia —o parábolas de la alegría—,1011​ ya que caracterizan la figura y el mensaje misericordioso de Jesús de Nazaret tal como lo muestra el evangelista Lucas. Llegó a considerárselas «el corazón del tercer evangelio».12
Esta parábola —o, según la definición de Bultmann, «semejanza»—13​ es una narración breve que describe vivamente el interés manifestado por una mujer que al perder una de sus diez dracmas —moneda considerada de escaso valor—, la busca afanosamente, y la alegría que siente al hallarla. En el cristianismo, la parábola es figura de la actitud de Dios Padre hacia cada pecador: lo busca cuidadosamente, y se alegra cuando encuentra lo que se consideraba perdido.




La parábola[editar]

La parábola de la moneda perdida se presenta únicamente en el Evangelio de Lucas. Existen papiros y códicesde los tiempos del cristianismo primitivo que contienen la parábola, entre los que destaca el Papiro 75, el más antiguo que la incluye, datado de 175-225 y catalogado según la clasificación de Aland y Aland en la Categoría I.15​ El texto de la parábola es el siguiente:
«O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: “Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.” Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
Evangelio de Lucas 15, 8-10
Traducción de la Biblia de Jerusalén

Origen y significado[editar]

Joseph A. Fitzmyer consideró que Lucas pudo tomar la parábola de la moneda perdida de la fuente L,16​ antecedente hipotético del Evangelio de Lucas —quizá una colección oral o un conjunto de notas— que habría contenido muchas de las parábolas propias del tercer evangelio, y que se habría caracterizado por sus notas de misericordia y de aliento hacia los más sencillos.
La parábola conforma junto con la parábola de la oveja perdida lo que los especialistas denominan una «parábola doble», ya que las dos muestran una idea similar con distintas imágenes.61718​ Además destaca que el personaje central es femenino, algo característico del evangelista Lucas.19​ Con ella se representa a Dios Padre19​ o, por extensión, al propio Jesucristo.

La pobreza de la mujer[editar]

La pobreza de la mujer se evidencia a través de los pocos datos suministrados en el relato y analizados por los especialistas.3​ La mujer «enciende una luz», no necesariamente porque sea de noche, sino porque las casas pobres carecían de ventanas y la escasa luminosidad podría llegar a través de una puerta baja.20213​ La mujer «barre» la casa, probablemente con una hoja de palma,20​ porque el suelo es rocoso20​ o de tierra apisonada7​ y, al barrer, podría escucharse el sonido de la moneda en la oscuridad.3​ Las diez dracmas que tiene son una posesión modesta, lo que explicaría su interés por hallar la moneda perdida.22
En efecto, la antigua «dracma ática» era una moneda de plata, cuyo valor equivalía a un cuarto de siclo, patrón plata, moneda de circulación corriente en Palestina (cf. Flavio JosefoAntigüedades judías III, 8, 2, n. 195). Equivalía aproximadamente al salario de un día de trabajo.23​ Los soldados rasos del ejército de Herodes el Grande cobraban ciento cincuenta dracmas (cf. Flavio Josefo, La guerra de los judíos I, 16, 3, n. 308).24​ Durante el mandato de Nerón, en el marco de una economía caracterizada por la inflación,25​ se devaluó el peso del denario que además sustituyó la dracma. Cuando la parábola se escribió, diez dracmas no era una suma importante de dinero.26​ En el Nuevo Testamento solamente se emplea la palabra «dracma» en este pasaje.27

La memoria de la mujer[editar]

Parábola de la dracma perdida (ca. 1618), obra del pintor italiano Domenico FettiGemäldegalerieDresde.
Fue san Agustín de Hipona en su obra Confesiones quien destacó el aspecto de la memoria de la mujer de la parábola de la moneda perdida, como forma de remarcar la memoria de Dios sobre cada hombre. Llamó la atención de san Agustín que entre la cantidad de cosas que alberga la memoria se incluye el olvido: es posible recordar que se ha olvidado,28​ el olvido no es lo contrario de la memoria sino uno de sus elementos.29​ Según san Agustín, si la mujer no tuviera memoria, no podría reconocer la moneda. La mujer puede aspirar a recuperar la moneda porque puede reconocerla.28
Había perdido la mujer su dracma y la buscó con la candela, y si no hubiese recordado no la hubiese encontrado. Y así, después de haberla encontrado, ¿cómo hubiera sabido si era o no esa misma, si no hubiese guardado recuerdo de ella?30
Confesiones, Libro x, capítulo xviii
La reflexión de san Agustín culmina en una oración con matiz marcadamente autobiográfico en la que liga la memoria con la misericordia de Dios. Con ella se inicia el libro xiii de sus Confesiones:
Te invoco a ti, Dios mío, misericordia mía, que me has hecho y no te has olvidado de quien se olvidó de ti.31
Confesiones, Libro xiii, capítulo i

La insistencia de la mujer[editar]

Al igual que sucede con el pastor en la parábola de la oveja perdida, aquí es la mujer la que toma la iniciativa y las acciones para encontrar la moneda: enciende la lámpara, barre la casa, busca con cuidado. Como sucedía con la oveja extraviada, la moneda —que simboliza al pecador— no hace nada para ser encontrada. Por esa razón, ni la oveja ni la moneda tienen posibilidad de recuperación por sí mismos.
El texto señala que la mujer «busca cuidadosamente», con lo que enfatiza que la búsqueda es intensa, solícita, concienzuda. En la parábola de la oveja perdida no hay un vocablo correspondiente a este adverbio. Pero en ambos textos se expresan el ahínco y la perseverancia, prácticamente en los mismo términos: «hasta que la encuentra».21​ La psicología de la mujer es la misma que la del pastor en la parábola de la oveja perdida.7

La alegría de la mujer[editar]

El pasaje del Evangelio de Lucas especifica que la mujer se dispone rápidamente a compartir su alegría.32​ La alegría es la nota clave de esta parábola, al igual que la de la parábola de la oveja perdida y la del hijo pródigoque la acompañan.33​ En la bula Misericordiae Vultus con la que se convocó el Jubileo extraordinario de la misericordia, el papa Francisco hizo referencia a la alegría como aspecto fundamental de la parábola de la moneda perdida:
En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.34
Francisco, Misericordiae Vultus, 9
José María Cabodevilla enfatiza aún más los alcances interpretativos de las parábolas de la misericordia, en particular la de la oveja perdida y la de la moneda perdida.
El capítulo 15 de Lucas, entero, trata de la misericordia del Señor. […] Tres parábolas acerca del perdón. Aunque, a decir verdad, las dos primeras parábolas, mejor que la misericordia, presentan en primer plano otra cosa distinta. Se nos habla en ellas de una oveja extraviada y de una dracma perdida. Si en algún sentido un animal que se descarría puede ser capaz de culpa y perdón, nada de esto es posible pensar acerca de una moneda que a ido a parar bajo la cama. Hay algo, pues, en este par de parábolas que es más evidente que la misma clemencia de Dios, más visible, quizá también más impresionante: la alegría de Dios.35
José María Cabodevilla

Representaciones en el arte[editar]

En su obra Parábola de la dracma perdida (óleo sobre tabla de 75 × 44 cm, ca. 1618; ver imagen en este artículo), Domenico Fetti representó a la mujer pobre de la parábola del evangelio habiendo revuelto todos sus enseres en su búsqueda de la moneda perdida, acompañada por el parpadeo de la débil luz de una lámpara de aceite. Las gigantescas sombras sin forma que genera la llama de la lámpara parecen expresar la dimensión de su búsqueda, una metáfora de la ferviente y sincera preocupación por el pecador extraviado descrita por Jesús de Nazaret.36​ La obra pone de manifiesto la influencia de Caravaggio, tanto en el manejo drástico de la oscuridad en el claroscuro como en el carácter realista de la escena,37​ todo lo cual otorga cierto dramatismo a la representación de la parábola bíblica.

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