viernes, 27 de marzo de 2020

GENERACIÓN DEL 27


Luis Cernuda Bidou o Bidón (Sevilla21 de septiembre de 1902 – Ciudad de México5 de noviembre de 1963) fue un destacado poeta y crítico literario español, miembro de la Generación del 27.

Biografía[editar]

Primeros años y formación[editar]

El abuelo materno de Luis Cernuda, Ulises Bidou, era de origen francés, pero se castellanizó el apellido al instalarse como droguero en Sevilla; luego en el exilio su nieto recobraría el apellido.1​ Su educación fue rígida e intransigente debido al carácter y a la condición militar de su padre, Bernardo Cernuda y Bousa, que se retiró con el grado de coronel de ingenieros. Con motivo del traslado de los restos de Bécquer, a los nueve años de edad empieza a leer poesía y, más tarde, un profesor lo anima a escribir versos y le corrige los que compone. Empieza a estudiar Derecho en la Universidad de Sevilla en 1919, siendo uno de sus profesores Pedro Salinas, quien le ayudó con sus primeras publicaciones. Al año siguiente fallece su padre.
En 1923 deja la universidad para hacer el servicio militar e ingresa en el Regimiento de Caballería de Sevilla. En 1924 volvió para terminar la carrera, lo que consiguió en 1926. Asiste con Higinio Capote y Joaquín Romero Murube a las tertulias literarias organizadas por Salinas, lee a los clásicos españoles y a autores franceses, especialmente André Gide, que supone para él una revelación. En 1925 conoce a Juan Ramón Jiménez y publica sus primeros poemas en Revista de Occidente. En 1926 viaja a Madrid; colabora en La VerdadMediodía y Litoral, la revista malagueña del matrimonio formado por Manuel Altolaguirre y Concha Méndez, a los que siempre le unirá una gran amistad, incluso en el exilio mexicano, pese a su carácter arisco y reservado, que sus amigos (entre ellos, quizá los mayores Concha de Albornoz y Rosa Chacel) soportaban pese a todo, como señaló el pintor Gregorio Prieto.2​ Lee a los surrealistas franceses, y le influyen en especial Pierre Reverdy y Paul Éluard, a quien traducirá más tarde.

Comienzos de su carrera literaria[editar]

En 1927 publica su primer libro lírico, Perfil del aire en la imprenta malagueña de Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, recibiendo una gran mayoría de críticas negativas. Incluso su mentor Aleixandre considera a este libro demasiado influido por Jorge Guillén. En diciembre asiste a los actos celebrados en el Ateneo de Sevilla con motivo del tercer centenario de la muerte de Góngora, pero solo como oyente, aunque ya había conocido a varios miembros de la que sería denominada después Generación de 1927. En 1928 fallece su madre y, tras liquidar la herencia familiar, abandona Sevilla para siempre, visitando antes a sus amigos malagueños (Altolaguirre, Prados, Méndez e Hinojosa); allí tiene un breve affaire amoroso con Gerardo Carmona y marcha a Madrid, donde conoce a Vicente Aleixandre; en noviembre Salinas le ayuda a conseguir un lectorado de español en la Universidad de Toulouse; viaja también a París, donde se aficiona al cine.
Se traslada luego a Madrid en 1929 y allí, desde 1930, trabaja en la librería de León Sánchez Cuesta, asiste a diversas tertulias en compañía de Vicente Aleixandre y de Federico García Lorca. Este último le presenta (1931) a un joven actor gallego llamado Serafín Fernández Ferro y Cernuda se enamora de él; pero este solo le corresponde cuando necesita dinero. Este amor insatisfecho inspirará sus libros Donde habite el olvido y Los placeres prohibidosGerardo Diego lo incluye en su Antología (1932) y, concluida su relación con Serafín, Cernuda se involucra en el proyecto de las Misiones pedagógicas, primero en la sección Bibliotecas y luego en el Museo ambulante. Con ellos recorre los pueblos de Castilla y Andalucía y conoce a Ramón Gaya y al pintor Gregorio Prieto; colabora además en la revista Octubre de Rafael Alberti (1933). Al año siguiente publica Donde habite el olvido y empieza a leer a los poetas del Romanticismo europeo; visita otra vez Málaga. Colabora en la revista Cruz y Raya de José Bergamín y publica en ella sus traducciones de Hölderlin (1934). En 1936, poco antes de estallar la Guerra Civil, interviene en el homenaje a Valle-Inclán y publica la primera edición de su obra poética completa hasta entonces, bajo el título de La realidad y el deseo.
Se entera del asesinato de Federico García Lorca y le escribe una sentida elegía, "A un poeta muerto (F. G. L.)", cuyos dos últimos párrafos fueron censurados. Pasó dos meses como agregado de la Embajada Española en París con su amiga Concha de Albornoz y vuelve a Madrid, donde se alista en el Batallón Alpino; con él es enviado a la Sierra de Guadarrama. En abril de 1937 se traslada a Valencia, donde colabora con Hora de España y publica la citada elegía a Lorca. Participa allí en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, donde conoce a Octavio Paz, a quien volverá a ver más adelante en México, y a su esposa Elena Garro, la cual lo encuentra tomando el sol en la playa, como escribe en sus Memorias de España 1937:
En Valencia, cuando me escapaba a la playa, veía todos los días a un inglés tendido sobre una toalla blanca y con un bañador azul. Nadie se bañaba, sólo aquel solitario y yo. Los chiringuitos estaban cerrados y la playa desolada. No fue él quien me dirigió la palabra, fui yo: "¿Usted es inglés?" "No, soy español." "Pues tiene un color más bonito que el mío", dije. "Es que hace más tiempo que vengo a la playa", contestó. "Yo casi no puedo venir. Estoy casada con un poeta y a esa gente no le gusta el deporte...", dije. El joven rubio enrojeció aún más: "Yo también soy poeta, me llamo Luis Cernuda", dijo. Casi no supe qué decir, pero vi que era verdad que Concha Albornoz era su única amiga.3
En el verano interpreta el papel de Don Pedro en la representación de Mariana Pineda dirigida por Altolaguirre.

Los años de exilio[editar]

En 1938 parte al Reino Unido a dar un ciclo de conferencias y conoce a Rafael Martínez Nadal, quien será luego uno de sus estudiosos. En Oxfordshire ejerce de tutor de niños vascos refugiados, lo que le inspira el poema «Niño muerto». Luego trabaja como profesor en el internado Cranleigh School. Lee a los clásicos ingleses, en especial a los poetas metafísicos y a T. S. Eliot, pero también a Constantino Cavafis.4​ Trabaja como lector de español en la Universidad de Glasgow, la Universidad de Cambridge (1943) y el Instituto Español de Londres (1945), pasando los veranos en Oxford en compañía del pintor Gregorio Prieto. Termina Las nubes y escribe los poemas en prosa de Ocnos. En 1944 un nuevo amor le inspira los poemas de Vivir sin estar viviendo y desarrolla una intensa labor de crítico literario, publicando en el Bulletin of Hispanic Studies varios ensayos sobre poesía española; traduce Troilo y Cresida de Shakespeare (1945).
En 1947 se inicia su exilio norteamericano; allí enseña literatura en el colegio de señoritas de Mount Holyoke (Massachusetts), puesto que desempeñará hasta 1952 y logra por fin la ansiada estabilidad económica. Tres viajes a México en 1949, 1950 y 1951 le hacen desear volver a vivir en una tierra donde se habla el español, en compañía del amplio exilio republicano refugiado allí gracias a la hospitalidad del presidente Lázaro Cárdenas. En 1951 es invitado por la revista Orígenes para dar conferencias en Cuba y amista con el escritor José Lezama Lima; además se reencuentra con María Zambrano.
Por fin consigue dejar su puesto y establecerse en México D.F. en 1952; allí se enamora de un culturista, Salvador Alighieri (1930-), que había conocido en las vacaciones de 1951; a él están dedicados los 16 Poemas para un cuerpo:
Creo que ninguna otra vez estuve, si no tan enamorado, tan bien enamorado, como acaso pueda entreverse en los versos antes citados, que dieron expresión a dicha experiencia tardía. Mas al llamarla tardía debo añadir que jamás en mi juventud me sentí tan joven como en aquellos días en México (L. C., Historial de un libro, 1958). 5
En México vuelve a ver a Octavio Paz y a los Altolaguirre, en especial a su mujer, Concha Méndez, a cuya casa en Coyoacán se muda en 1953. Desde 1954 trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México como profesor por horas e investiga con una beca de El Colegio de México; colabora en diversas revistas mexicanas. El poeta mexicano José Emilio Pacheco lo define con precisión: «Vivió en una arisca soledad, cercada de rencor por todas partes: legítima defensa de un ser vulnerable en extremo, de un caído en el infierno que acepta el mal y, al expresarlo, lo conjura».6​ En México une a su larga lista de sufridas amigas (María Zambrano, Rosa Chacel, Concha de Albornoz, María Teresa León y Concha Méndez) a Nieves Madariaga, hija mayor de Salvador de Madariaga, a Sara Hernández-Catá y a las escritoras María Dolores Arana y Guadalupe Dueñas.7
En 1955 su figura es reivindicada en España por un grupo de jóvenes poetas cordobeses, el Grupo Cántico, lo que supone para él una gran satisfacción; en 1956 emprende la redacción de los primeros poemas de Desolación de la Quimera y en 1957 se imprimen los Poemas para un cuerpo y sus Estudios sobre poesía española contemporánea. Publica en México en la Cultura su biografía literaria, «Historial de un libro», con motivo de la tercera edición revisada y ampliada de La realidad y el deseo (1958). En 1959, con motivo del fallecimiento de Manuel Altolaguirre, se ocupa de editar las Poesías completas de su amigo y empieza a mantener correspondencia con jóvenes poetas españoles. En 1960 Carlos Barral le publica en Barcelona los ensayos contenidos en las dos partes de Poesía y literatura y en verano imparte un curso en la Universidad de California en Los Ángeles. Entre 1961 y 1962 es profesor visitante en San Francisco y en este último año se publica en México Desolación de la Quimera. Entre 1962 y 1963 vuelve a impartir un curso en Los Ángeles y el 5 de noviembre de ese año fallece en la Ciudad de México y es enterrado pocos días después en la sección española del Panteón Jardín.
Nunca negó su condición homosexual, factor que le hizo ser considerado en su patria un «raro» y rebelde, dada la mentalidad poco abierta de la España de entonces, «un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto», como dirá en Desolación de la Quimera. La consciencia de su aislamiento se expresa en una de sus imágenes más conocidas: Cernuda se ve a sí mismo «como naipe cuya baraja se ha perdido».

Poesía[editar]

La poesía cernudiana es una poesía de la meditación, y consta de cuatro etapas, según Octavio Paz: los años de aprendizaje, la juventud, la madurez y el comienzo de la vejez.
  • A la etapa inicial pertenecen las primeras poesías, publicadas en 1927 con el título de Perfil del aire —que muestran a un poeta elegante en su contemplación elegíaca del mundo— y Églogaelegíaoda, escrito entre 1927 y 1928, que rinde homenaje a la tradición clásica a la vez que toca algunos temas muy cernudianos: amor y eros en especial.
  • Comienza el ciclo de la juventud con Un río, un amor y Los placeres prohibidos, escritos entre 1929 y 1931. Esos dos libros revelan la adhesión de Cernuda al surrealismo, que lo libera de sus represiones psíquicas y sociales. Aunque el clasicista que siempre hubo en él atempera muchas veces la ruptura formal, lo esencial de esos poemarios es su espíritu de rebeldía contra el orden establecido: "No sé nada, no quiero nada, no espero nada. Y si pudiera esperar algo, solo sería morir allí donde no hubiera penetrado esa grotesca civilización que envanece a los hombres". En Los placeres prohibidos la rebelión crece con la abierta reivindicación de la homosexualidadDonde habite el olvido (1934) es un libro neorromántico, «superbecqueriano», que desarrolla una elegía amorosa. Invocaciones, de 1934–1935, presenta al neorromántico dilatándose en amplios poemas que celebran las glorias del mundo y exaltan la misión del poeta.
  • El período de madurez arranca con Las nubes (1940 y 1943), uno de los más bellos libros de poesía sobre la Guerra Civil, donde lo elegíaco alcanza su plenitud. Bajo el estímulo de la lírica inglesa, incluye monólogos dramáticos, como «La adoración de los magos». Prolonga tono y estilo en Como quien espera el alba (1947). Obsesionado con sus recuerdos sevillanos, elabora en prosa Ocnos (1.ª ed. en 1942, luego ampliada: 1949 y 1963), esencial para entender su mitología del Edén perdido y de la que en 2002 Huerga y Fierro editores publicó en la exquisita colección Signos con prólogo del Académico Francisco Brines una edición única que incluye además la 1ª edición facsimilar de Dolphin, Londres (1942).
  • En México se desarrolla su última etapa. Allí compondría Variaciones sobre tema mexicano (1952), Vivir sin estar viviendo (1944–1949) y Con las horas contadas, de 1950–1956, que en ediciones posteriores incorporará Poemas para un cuerpo (Málaga, 1957). Es perceptible la sustitución de la anterior musicalidad elegante, garcilasiana, por un ritmo seco, duro, y por la renuncia a toda ornamentación en favor del concepto. Este estilo alcanza su plenitud en Desolación de la Quimera (1962).
Cernuda es autor de una obra crítica (Estudios sobre poesía española contemporánea, 1957, o Poesía y literatura, I y II, 1960 y 1964) que, más allá de algunas arbitrariedades, ha permitido revisar tópicos y estimaciones. En ella, Cernuda reivindica a Campoamor, expresa su admiración por su amigo Federico García Lorca y enjuicia con severidad la obra de Rubén DaríoJuan Ramón JiménezPedro Salinas y Jorge Guillén.
En 1985 se editó su única obra de teatro, La familia interrumpida.

Teoría poética[editar]

Fue el propio Luis Cernuda quien esbozó su evolución poética en «Historial de un libro», trabajo publicado primitivamente en Papeles de son Armadans y recogido posteriormente en su Poesía y literatura. Toda crítica literaria de su obra ha de referirse necesariamente a este trabajo del autor.
Tradición y originalidad
Para Cernuda, el respeto a la tradición literaria y la aportación de originalidad en su obra deben ir en perfecto equilibrio. No se debe dar mayor peso a una o a otra. Para él, el respeto a la tradición es algo fundamental, pero no entiende esa tradición solamente como el respeto a la obra de autores españoles, sino que abarca el conjunto de la literatura europea desde Homero. Entre las presencias de la tradición que más claramente se ven en sus poemas encontramos:
  1. Garcilaso. Tanto por su métrica (como se ve en el libro Égloga. Elegía. Oda), como por sus temas (el amor, la visión idealizada de la naturaleza y la presencia de la mitología clásica).
  2. Bécquer, y los poetas que inician el Simbolismo (BaudelairePaul VerlainePaul ValéryMallarméFriedrich Hölderlin[cita requerida]), que le aportan el concepto del poeta como un ser sobrenatural que tiene la capacidad de percibir lo que otros no pueden.
  3. Los poetas platónicos (Fray Luis de LeónT.S. Eliot[cita requerida]), le aportan la visión de la naturaleza como un mundo de orden y paz, frente al caos humano.
  4. En Historial de un libro señala asimismo el influjo que ejercieron sobre él la poesía de los poetas metafísicos ingleses y la de Hölderlin.
Junto a todas estas presencias de la tradición cultural europea, Cernuda también tendrá en cuenta la obra de sus contemporáneos:
  1. Juan Ramón Jiménez, por la visión subjetiva de la realidad y por la idea de que la verdadera literatura es aquella que se dirige a la esencia de las cosas, eliminando la superficialidad.
  2. Los poetas del 27 le enseñan a enfrentarse a la obra literaria desde la perspectiva del Surrealismo.
En la poesía de Cernuda, en fin, la presencia de la tradición se conjugará con la originalidad de su aportación, fruto de sus peculiaridades biográficas.
La función del poeta
La función del poeta en la obra de Luis Cernuda entronca perfectamente con la tradición romántica, según la cual el artista aparece como un ser solitario dotado de un don sobrenatural que le permite ver y expresar lo que otros no pueden. En esta línea, Cernuda se nos presenta como un integrante de una tradición que arranca con los románticos, sobre todo con los alemanes como HölderlinNovalis o Heinrich Heine y que en España representa la figura de otro sevillano, Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta es, por tanto, un «elegido», bien sea por Dios o por el Demonio. Es un ser maldito, marginado por la sociedad, hecho del que deriva su soledad total. En el caso de Cernuda, esa condición de maldito, de diferente, viene reforzada por su forma distinta de entender el amor. Su homosexualidad choca frontalmente con los usos y las normas propias de la sociedad burguesa a la que pertenece y en la que vive. Como consecuencia del sentimiento de la diferencia, la actitud del poeta sevillano frente al mundo se definirá por la rebeldía y por el sentimiento de frustración provocado por el choque constante entre la realidad que vive y el deseo de vivir, de amar, de forma diferente.
Los temas de la obra poética
El núcleo temático de la obra de Cernuda es la antítesis entre la realidad y el deseo, hecho que explica que a partir de 1936 titulara el conjunto de su poesía con esta oposición. Esta antítesis nace, sin duda, de las peculiares circunstancias vitales del poeta sevillano, pero entronca perfectamente con lo que en los poetas románticos y simbolistas era la colisión entre la libertad individual y la sociedad burguesa, además de ser un tema característico de la poesía del siglo XX, como lo demuestra su aparición en poemas de autores muy variados, desde Antonio Machado, a Federico García Lorca, pasando por Rafael Alberti, por citar solamente a algunos contemporáneos de Cernuda.
El tema de la realidad frente al deseo podemos concretarlo en la obra de Cernuda en una serie de motivos temáticos recurrentes:
  1. Soledad, aislamiento, marginación y sentimiento de la diferencia.
  2. Deseo de encontrar un mundo habitable que no reprima ni ataque al individuo que se siente y se sabe diferente. En el intento por encontrar ese mundo habitable deseado, a veces el poeta se dirige al pasado, a la niñez, con lo que enlazamos con el tema de los «paraísos perdidos», tan característico de la literatura contemporánea.
  3. Deseo de encontrar la belleza perfecta, que no esté ensuciada por la realidad, por la materialidad.
  4. El amor, como el gran tema cernudiano. Este motivo adopta distintos planteamientos a lo largo de su obra que podemos reducir a cuatro momentos:
    • Un amor no disfrutado, pero presentido. Entendido más como experiencia literaria, leída. Es lo que encontramos, principalmente, en el libro Los placeres prohibidos.
    • La experiencia amorosa marcada por la insatisfacción, por el dolor y el fracaso, por la incomprensión. Lo podemos encontrar, principalmente, en el libro Donde habite el olvido.
    • El amor como experiencia feliz, exaltada, pero marcada por la brevedad. Así lo leemos en los Poemas del cuerpo.
    • El tiempo y su discurrir es otro de los grandes temas del poeta sevillano. Vinculados a este motivo temático encontraremos el deseo de juventud eterna, marcada por las experiencias amorosas, por la belleza y por la fuerza de espíritu que le permite mantener una actitud rebelde frente al mundo que le oprime; la nostalgia de la infancia, asociada a la ingenuidad y, por ello, a la felicidad y el deseo de eternidad, de llegar a fundirse con la Naturaleza en un universo perfectamente ordenado.
  5. La naturaleza. Es clara la oposición que se produce en los poemas de Cernuda entre el mundo burgués, contra el que el poeta reacciona de maneras diversas, y el mundo natural, considerado como un paraíso en el que el artista puede vivir en perfecta armonía. Ese mundo social burgués viene marcado por el caos, es la realidad, y frente a él, el orden natural, el deseo. Esa naturaleza cernudiana viene dominada por la espontaneidad y por la proyección libre de los sentimientos y los instintos que en el ámbito burgués deben ser reprimidos.

Obra[editar]

Poesía
  • Perfil del aire (1927)
  • Égloga, Elegía, Oda (1928)
  • Un río, un amor (1929)
  • Los placeres prohibidos (1931)
  • Donde habite el olvido (1933)
  • Invocaciones a las gracias del mundo (1935)
  • La realidad y el deseo (1936) obra poética completa, que ampliará en ediciones posteriores (1940, 1958, 1964).
  • Las nubes (1943)
  • Como quien espera el alba (1947)
  • Vivir sin estar viviendo (1949)
  • Con las horas contadas (1956)
  • Desolación de la Quimera (1962)
Ensayo
  • Estudios sobre poesía española contemporánea (1957)
  • Pensamiento poético en la lírica inglesa (1958)
  • Poesía y literatura I (1960)
  • Poesía y literatura II (1964)

Luis Cernuda: que no habite el olvido












Gerardo Diego Cendoya (SantanderCantabria3 de octubre de 1896-Madrid8 de julio de 1987) fue un poeta y escritor español perteneciente a la llamada Generación del 27.

Biografía[editar]

El propio Gerardo Diego dictó una autobiografía, que se conserva en la fundación que lleva su nombre.1​ Fue el séptimo hijo de Manuel Diego Barquín (que tenía otros tres de un matrimonio anterior del que quedó viudo) y de Ángela Cendoya Uría, propietarios de un comercio de tejidos en Santander y bastante piadosos (Gerardo tuvo dos hermanos jesuitas); en su infancia vio morir a dos de sus hermanos y contempló los paseos de José María de Pereda por el muelle; también frecuentaba la casa de los Menéndez Pelayo, conocidos de su padre, de los que trató sobre todo al bibliotecario Enrique. Desde pronto destacó por su versatilidad en el terreno artístico: aprendió solfeo, piano y algo más tarde pintura y, estimulado por uno de sus profesores, el gran crítico Narciso Alonso Cortés, empezó a leer mucho y a sentir un gran interés por la retórica del libro de texto de Nicolás Latorre.2​ Fue alumno de la Universidad de Deusto, donde hizo la carrera de Filosofía y Letras y conoció a quien sería después un amigo esencial en su vida literaria, Juan Larrea. En 1916 viajó sin embargo a Madrid para examinarse del último curso y hacer el doctorado, y frecuenta el Ateneo, la tertulia itinerante ultraísta de Rafael Cansinos Assens y la de Ramón Gómez de la Serna en el café de Pombo; asiste fascinado al estreno en Madrid de El pájaro de fuego de Stravinski, con coreografía de Diaghilev y no se pierde ni un concierto.
Obtiene un premio literario en 1917 de la Editorial Calleja. Su primera colaboración literaria data de 1918, año en que conoce en Madrid al gran poeta vanguardista chileno Vicente Huidobro; en 1919 publica su primer poema y el 15 de noviembre pronuncia la conferencia «La nueva poesía» en el Ateneo de Santander y desata una polémica sobre el Ultraísmo en la prensa local; la repite el 27 de diciembre en el Ateneo de Bilbao, donde es presentado por Juan Larrea. Con la ayuda de León Felipe y Juan Ramón Jiménez consigue en 1920 imprimir su primer libro de versos, El romancero de la novia, y logra el 9 de abril una cátedra de Lengua y Literatura en Soria, donde late todavía la presencia de Antonio Machado. Luego desempeñará la misma cátedra en GijónSantander y Madrid. También en ese año, guiado por José María de Cossío, a quien acaba de conocer, inicia sus estudios sobre poesía del Siglo de Oro descubriendo el manuscrito de la anónima Fábula de Alfeo y Aretusa en la Biblioteca Menéndez Pelayo; con el tiempo se convertirá en un gran conocedor de la poesía de Lope de Vega y Antonio Machado, que son los autores que más cita, sintiéndose en especial fascinado por las materias mitológicas y taurinas, que tanto interesan a Cossío, pero desde una perspectiva sobre todo iconológica e iconográfica. Empieza su epistolario con Huidobro. Las primeras revistas en las que publicó fueron Revista GrialRevista Castellana y las vanguardistas GreciaReflectorCervantes y Ultra.3​ En Santander dirigió dos de las más importantes revistas del 27, Lola y Carmen; eso le sirvió para entablar relaciones con la plana mayor de la Generación del 27 y darla a conocer en su posterior famosa antología, Poesía española: 1915-1931 (1932). Pero, de momento, en 1922 es invitado por el poeta vanguardista chileno Vicente Huidobro a visitar Francia y Normandía. Allí conoce a los pintores del cubismo Juan GrisFernand LégerJacques Lipchitz y María Blanchard y a gran parte de los otros grandes vanguardistas del momento; de regreso a España se traslada al instituto Jovellanos de Gijón, donde permanecerá hasta 1931; publica su primer poemario vanguardista: Imagen: poemas (1918-1919) (Madrid, 1922), con cubierta de Pancho Cossío; es clara su vinculación al creacionismo: “Crear lo que nunca veremos, esto es la poesía”. En 1923 publica Soria. Visita a Unamuno en Salamanca y luego en su exilio parisino. En 1924 descubre en la biblioteca de Cossío una égloga barroca dedicada a Isabel de Urbina y edita el texto, que es del poeta barroco amigo de Lope Pedro Medina Medinilla; publica otro poemario vanguardista, Manual de Espumas (Madrid: La Lectura, 1924),4​ que recibirá al año siguiente el Premio Nacional de Literatura ex aequo con Rafael Alberti y su Marinero en tierra. El diario ABC lo explica así en su edición de 10 de junio de 1925:
Concurso Nacional de Literatura. El Jurado Calificador, constituido por los Sres. Menéndez Pidalconde de la MorteraMachado (Antonio)Arniches y Moreno Villa, ha dictado fallo en el concurso correspondiente a 1924. El premio de Poesía ha sido concedido a D. Rafael Alberti. El de Teatro quedó desierto, pero su importe ha sido transferido a otra sección y adjudicado a D. Gerardo Diego, por un libro de versos.
Aprovecha el importe del premio para viajar por Andalucía en 1925; el compositor Manuel de Falla, con quien se cartea, le sirve de guía por Granada; publica Versos humanos (Madrid: Renacimiento, 1925), una colección de canciones, sonetos y odas en su vertiente neoclásica. En abril de 1926 fragua en una tertulia de café con Pedro SalinasMelchor Fernández Almagro y Rafael Alberti celebrar el Centenario de Luis de Góngora y un plan de ediciones y conferencias reivindicatorias de la segunda época "oscura" del poeta barroco, que consideran la más moderna y vanguardista; nombran secretario de la comisión a Alberti y se apuntan además Dámaso AlonsoJosé BergamínGustavo DuránFederico García LorcaJosé María HinojosaAntonio Marichalar y José Moreno Villa. Entonces ya era conocido como uno de los principales seguidores de la vanguardia poética española junto a Guillermo de Torre y Juan Larrea, y en concreto del ultraísmo y del creacionismo y participa en la revista parisina que dirigen Juan Larrea y el gran poeta expresionista peruano César VallejoFavorables París Poema (1926). Con motivo de un homenaje del Ateneo de Granada al poeta gongorino Pedro Soto de Rojas, Diego envía un fragmento de su Fábula de Equis y Zeda, que lee Federico García Lorca. Colabora en Revista de Occidente y en Litoral de Málaga. Por fin, en 1927, se desarrollan los actos (entre ellos algunos bastante irreverentes) para honrar la memoria del último Góngora y ofender a sus críticos enemigos, en especial Luis Astrana Marín. En diciembre de ese año sale su revista Carmen, y para hacerle pareja llama también con otro castizo nombre de mujer a su suplemento, Lola. En 1928 viaja por Argentina y Uruguay, dando recitales-conciertos y conferencias, y en 1931 consigue el traslado al Instituto de Santander.5
Elaboró las dos versiones (1932 y 1934) de la famosa antología Poesía española que dio a conocer a los autores de la Generación del 27, pero que es cronológica e incluye a las tres generaciones de la Edad de Plata, empezando por Unamuno y Machado, además de una poética autógrafa de cada autor; pero recibe las críticas de Miguel Pérez FerreroCésar González Ruano y Ernesto Giménez Caballero. Sin embargo, da a conocer a los nuevos poetas del 27. En su segunda edición, a cuyo título añade (Contemporáneos), se autoexcluye Juan Ramón Jiménez y añade además a Rubén DaríoValle-InclánFrancisco VillaespesaEduardo MarquinaEnrique de MesaTomás MoralesJosé del Río SainzAlonso QuesadaMauricio BacarisseAntonio EspinaJuan José DomenchinaLeón FelipeRamón de BasterraErnestina de Champourcín y Josefina de la Torre.6
En 1932 publica en México dos libros: Fábula de Equis y Zeda, una parodia de las fábulas mitológicas en estilo gongorino, y Poemas adrede. Es crítico musical de El Imparcial, y al año siguiente de La Libertad. Como profesor, dio cursos y conferencias por todo el mundo. Fue además crítico literario, musical y taurino y columnista en varios periódicos. Se casó en el año 1934 con una francesa, Germaine Marin, de la que tendrá seis hijos, y al año siguiente viaja a Filipinas con el matemático Julio Palacios para dar conferencias y defender la literatura hispánica; en ese mismo año se traslada como catedrático al Instituto de Santander. Su tarea poética se sigue completando con sus estudios sobre diferentes temas, aspectos y autores de la literatura española, con su labor de conferenciante y su destacada crítica musical, realizada desde diferentes periódicos.
La Guerra Civil estalla cuando se halla de vacaciones en Sentaraille (Francia) con la familia de su mujer, Germaine Berthe Louise Marin, doce años menor que él y a la que había conocido en 1929, y solo vuelve en agosto de 1937, cuando Santander cae en poder del bando nacional. A diferencia de gran parte de sus compañeros, Gerardo Diego tomó partido por el bando sublevado y permaneció en España al finalizar la guerra. Escribió artículos en el diario falangista La Nueva España de Oviedo, participó en la Corona de sonetos a José Antonio Primo de Rivera y en el libro colectivo Laureados dedicado a los héroes del franquismo, además de escribir una Elegía heroica del Alcázar; asimismo, participa en las revistas del régimen: VérticeTajoSanto y SeñaEcclesiaRadio NacionalEl Español, los diarios Arriba e Informaciones y en La Nación de Buenos Aires. Todo esto, y no haber hecho nada para liberar a Miguel Hernández, le valió la condena de Pablo Neruda en unos versos de su Canto general, que fueron respondidos por Leopoldo Panero en su "Canto personal".78​ Pese a todo, escribió en su Autobiografía:
La guerra... no estorbó lo más mínimo para que conservásemos nuestra amistad, e incluso, la divergencia cada vez más acentuada en las poéticas respectivas, porque unos empezaron a hacer una poesía más o menos tipo surrealista, como Aleixandre, que fue el primero que empezó, o Cernuda, y otros dieron también más calor y más pasión a su poesía. Alberti cambió también de pronto y empezó a hacer los libros, Sermones y moradas, más llenos de frases más o menos fuertes contra la burguesía y de tipo político. Sin embargo, nosotros nos seguíamos tratando y estimándonos y queriéndonos como siempre y nos veíamos siempre que había ocasión en cenas o en tertulias. Por ese tiempo es también la llegada de Neruda a Madrid, en el año 1932, si no recuerdo mal. Neruda también tenía tertulia en su casa, aunque otras veces iba a otros sitios, y vino a coincidir con la llegada de Miguel Hernández, que venía aquí a perfeccionar su formación literaria espontánea, pero ya tan rica y llena de dones naturales. Tuvo la suerte de conocer a Cossío que fue el que le ayudó, porque lo colocó en Espasa-Calpe para que le ayudase a hacer el libro de Los toros, con los gráficos y los trabajos de organización. Yo fui uno de los primeros en conocerle porque me había mandado su primer libro, Perito en lunas. Todos le queríamos mucho a Miguel. Vino la República, se fueron enconando más las cosas, dentro de la misma República, en distintos bandos, coincidiendo todo esto con mi marcha de Madrid y mi vuelta a Santander. Fue entonces cuando un grupo de amigos y admiradores de Juan Ramón, fundaron en Sevilla una revista para exaltar el tipo idealista y de belleza de la poesía, tomando como maestro a Juan Ramón, y en cambio, Neruda fundó Caballo verde para la poesía que editaba Manuel Altolaguirre, en que sostenía que la poesía debía tener las manos sucias, mancharse con el léxico de todos los días y estar reflejando todas las realidades del momento. Con este motivo se enzarzó una polémica tremenda...9
Finalizada la contienda civil y no solo la establecida entre poesía pura y poesía impura, se traslada al Instituto Beatriz Galindo de Madrid, en el que permanecería hasta su jubilación en 1966. Durante la posguerra, Diego reitera los poemas políticos en defensa de los sublevados y de los voluntarios falangistas de la División Azul10​ y escribe en LeonardoGarcilasoRevista de IndiasProelSignoLa Estafeta Literaria, la Revista de Estudios Políticos y Música. Reivindica además la obra de Miguel Hernández en varios artículos.11
En 1940 imprime Ángeles de Compostela, un libro muy ambicioso en que las figuras centrales son los cuatro ángeles del Pórtico de la Gloria en la catedral de Santiago de Compostela, que representan las cuatro Postrimerías del hombre: muerte, juicio, infierno y gloria. En 1941 publica Alondra de verdad, una colección de 42 sonetos de extraordinaria factura donde busca una lírica pura y auténtica,12​ dentro del Garcilasismo o poesía arraigada. Desde 1947 fue miembro de la Real Academia Española. Vuelve a la vanguardia con Limbo (1951). Escribe numerosos textos en prosa para la radio. En 1956 obtiene el Premio Nacional "José Antonio Primo de Rivera" por su obra Paisaje con Figuras. En 1962 obtiene el Calderón de la Barca por su retablo escénico El cerezo y la palmera, su incursión en el teatro. Se jubila en 1966. En 1969 se estrenó en el Teatro Real de Madrid una Cantata sobre los Derechos Humanos que llevaba letra suya y música de Óscar Esplá.
En 1979, se le concedió el Premio Cervantes, el cual curiosamente resultó ser la única vez en que se premió a dos personas en un mismo año (el otro premiado fue el argentino Jorge Luis Borges). Murió en Madrid de una bronquitis el 8 de julio de 1987, a los 90 años.

Poética[editar]

Gerardo Diego, a la derecha
Representó el ideal del 27 al alternar con maestría la poesía tradicional y la vanguardista, esta última dentro del ultraísmo y sobre todo el creacionismo, del que se convirtió en uno de los máximos exponentes durante la década de los años veinte. Su obra poética sigue, pues, estas dos líneas. Pero también expuso su convicción de que había dos tipos de poesía: la "relativa" y la "absoluta", en el prólogo a una antología de sus versos de 1941:
Mi sinceridad ha sido siempre absoluta... He puesto en cada uno de mis libros y de mis estrofas la máxima autenticidad de emoción. Que luego se pierda en los roces del mecanismo, ya será culpa de mi insuficiencia verbal y de mi torpeza técnica... Yo no soy responsable de que me atraigan simultáneamente el campo y la ciudad, la tradición y el futuro; de que me encante el arte nuevo y me extasíe el antiguo; de que me vuelva loco la retórica hecha, y me torne más loco el capricho de volver a hacérmela -nueva- para mi uso personal e intransferible. Hay horas para explorar por esos mundos y horas para encerrarse a solas con sus recuerdos. Y todo eso... tenemos que resolverlo con el abecedario. Todas estas inquietudes se reducen en mí a dos únicas intenciones. Las de una poesía relativa, esto es, directamente apoyada en la realidad, y la de una poesía absoluta o de tendencia a lo absoluto; esto es, apoyada en sí misma, autónoma frente al universo real del que solo en segundo grado procede. Esta última, naturalmente, es más difícil y ocupa dentro de mi obra una superficie menos extensa. Pero si más difícil no es en mí menos constante -véanse las fechas- ni menos "humana". El título de uno de mis libros ha podido inducir a error sobre mis intenciones13
Su poesía tradicional comprende poemas de métrica tradicional y clasicista en que recurre al romance, a la décima y al soneto sobre todo, pero también más ocasionalmente a la lira o a la octava real. Es frecuente, sin embargo, que el poeta funda la vanguardia con el barroquismo gongorino hasta no llegar a distinguirse donde empieza uno u otro, como en la Fábula de Equis y Zeda. Los temas son muy variados: el paisaje (Vuelta del peregrino), la religión (los libros devotos de Ángeles de CompostelaVia crucis y Versos divinos), la música (Preludio, aria y coda a Gabriel Fauré), los toros (Égloga de Antonio BienvenidaLa suerte o la muerte), el amor (Amor soloCanciones a ViolanteSonetos a Violante), el humor (Carmen jubilar, 1975) etc. Lo social, si exceptuamos sus Odas morales (1966), casi no aparece, y menos lo político, salvo los ya referidos poemas de circunstancias. También son extrañas en su poesía las preocupaciones metafísicas y trascendentes (el mundo cercano, sus experiencias y recuerdos, las personas conocidas o admiradas, suelen centrar su atención), aunque trata el tema de la muerte en su libro Cementerio civil (1972). Libros complejos y compuestos a lo largo de los años son Biografía incompleta, que algunos llaman surrealista; Paisaje con figurasHasta siempreLa ramaLa luna en el desierto y otros poemas. Es suyo el considerado por muchos el mejor soneto de la literatura española, El ciprés de Silos, así como de otros poemas importantes como NocturnoLas tres hermanas o La despedida. Cultivó también la crítica literaria, recogida en sus Obras completas, pero también en volúmenes exentos como Crítica y poesía (Madrid: Júcar, 1984).
Su inclinación por el nuevo arte de vanguardia le lleva a iniciarse primero en el creacionismo ejerciendo la imaginería deslumbrante pero deshumanizada, la falta de signos de puntuación, el uso del espacio en blanco, la tipografía dinámica en los versos y los temas intrascendentes en una poesía juguetona y autónoma que, como dice en uno de sus poemas, duerme "con el sueño de Holofernes".14
Es de destacar la influencia de Gerardo Diego en otras figuras de relevancia tanto en el ámbito nacional como regional. Destaca entre sus seguidores la poeta cántabra Matilde Camus, de la que fue profesor en el Instituto de Santa Clara en Santander. Gerardo Diego envió en 1969 una poesía cuyo título es Canción de corro para el prólogo del primer libro de Matilde Camus titulado Voces y que fue dado a conocer en el Ateneo de Madrid. Asimismo, pronto se publicará la correspondencia que mantuvo con Matilde Camus.

Obras[editar]

Estatua de Gerardo Diego en Santander.
Estatua de Gerardo Diego en Soria
Publicación sobre Augusto d'Halmar de Gerardo Diego en el número 295-296 (1950) de la revista Atenea.

Lírica[editar]

  • Poesía completa, I y II, preparada por el autor antes de su muerte, 1989; reimpresa en Valencia: Pre-textos, 2017.
  • El romancero de la novia, Santander, Imp. J. Pérez, 1920.
  • Imagen. Poemas (1918–1921), M., Gráfica de Ambos Mundos, 1922.
  • Soria. Galería de estampas y efusiones, Valladolid, Libros para amigos, 1923.
  • Manual de espumas, M., Cuadernos Literarios (La Lectura), 1924.
  • Versos humanos, M., Renacimiento, 1925 (Premio Nacional de Literatura 1924-1925).
  • Viacrucis, Santander, Talleres Aldus, 1931.
  • Fábula de Equis y Zeda, México, Alcancía, 1932.
  • Poemas adrede, México, Alcancía, 1932.
  • Ángeles de Compostela, M., Patria, 1940 (nueva versión completa: M., Giner, 1961).
  • Alondra de verdad, M., Escorial, 1941.
  • Primera antología de sus versos, M., Espasa-Calpe, 1941.
  • Romances (1918–1941), M., Patria, 1941.
  • Poemas adrede, M., Col. Adonais, 1943 (Edición completa).
  • La sorpresa, M., CSIC, 1944.
  • Hasta siempre, M., Mensajes, 1948.
  • La luna en el desierto, Santander, Vda F. Fons, 1949.
  • Limbo, Las Palmas de Gran Canaria, El Arca, 1951.
  • Visitación de Gabriel Miró, Alicante, 1951.
  • Dos poemas (Versos divinos), Melilla, 1952.
  • Biografía incompleta, M., Cultura Hispánica, 1953 (Ilustraciones de José Caballero. 2ª edición con nuevos poemas: M., Cultura Hispánica, 1967).
  • Segundo sueño (Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz), Santander, Col. Tito Hombre, 1953 (Xilografías de Joaquín de la Puente).
  • Variación, M., Neblí, 1954.
  • Amazona, M., Ágora, 1956.
  • Égloga a Antonio Bienvenida, Santander, Ateneo, 1956.
  • Paisaje con figuras, Palma de Mallorca, Papeles de Sons Armadans, 1956 (Premio Nacional de Literatura).
  • Amor solo, M., Espasa-Calpe, 1958 (Premio Ciudad de Barcelona 1952).
  • Canciones a Violante, M., Punta Europa, 1959.
  • Glosa a Villamediana, M., Palabra y Tiempo, 1961.
  • La rama, Santander, La isla de los ratones, 1961.
  • Mi Santander, mi cuna, mi palabra, Santander, Diputación, 1961.
  • Sonetos a Violante, Sevilla, La Muestra, 1962.
  • La suerte o la muerte. Poema del toreo, M., Taurus, 1963.
  • Nocturnos de Chopin, M., Bullón, 1963.
  • El jándalo (Sevilla y Cádiz), M., Taurus, 1964.
  • Poesía amorosa 1918–1961, B., Plaza y Janés, 1965.
  • El Cordobés dilucidado y vuelta del peregrino, M., Revista de Occidente, 1966.
  • Odas morales, Málaga, Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1966.
  • Variación 2, Santander, Clásicos de Todos los Años, 1966.
  • Segunda antología de sus versos (1941–1967), M., Espasa-Calpe, 1967.
  • La fundación del querer, Santander, La isla de los ratones, 1970.
  • Versos divinos, M., Alforjas para la poesía española (Fundación Conrado Blanco), 1971.
  • Cementerio civil, B., Plaza y Janés, 1972.
  • Carmen jubilar, Salamanca, Álamo, 1975.
  • Cometa errante, B., Plaza y Janés, 1985.
  • Decir de La RiojaBiblioteca Gonzalo de Berceo.

Teatro[editar]

  • El cerezo y la palmera. Madrid: Alfil, 1964.

Traducciones[editar]

  • Tántalo. Versiones poéticas. Madrid : Ágora, 1959.

Ediciones[editar]


Gerardo Diego y la poesía nueva | El Cultural


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