Juan José Domenchina Moreu (Madrid, 18 de mayo de 1898 - México, 27 de octubre de 1959) fue un escritor y crítico literario español perteneciente a la Generación del 27.
Biografía[editar]
Hijo de una familia de ingenieros de caminos, en su ciudad natal estudió bachillerato y Magisterio en la Escuela Normal de Toledo, donde obtuvo un título de maestro nacional que nunca llegó a ejercer. Desde muy joven colaboró como crítico literario en periódicos y revistas tan importantes como Los Lunes de El Imparcial, España, La Pluma (dirigida entonces por el que sería su cuñado, Cipriano Rivas Cherif, y Manuel Azaña), Revista de Occidente (fundada por Ortega y Gasset) y El Sol. Fue crítico literario de este último diario, para el que usó el seudónimo de Gerardo Rivera. Durante la República fue asiduo de la tertulia del Hotel Regina.
Conoció a Azaña en 1921 en la redacción de La Pluma, y cuando éste funda el Grupo de Acción Republicana en 1925, cuenta con el poeta Domenchina, al igual que hará en 1934, cuando se funda Izquierda Republicana; elegido presidente, fue secretario particular suyo. Pero dimitió en 1935 por razones de salud, ya que padecía fuertes dolores reumáticos que en ocasiones llegaban a dejarle paralizado.
En junio de 1936 fue nombrado delegado del gobierno del Instituto del Libro Español. En noviembre de 1936 se casó con la también poeta Ernestina de Champourcín, a la que había conocido en 1930. Al ser nombrado jefe del Servicio Español de Información creó el Boletín de Información y el Suplemento Literario del Servicio Español de Información, en el que colaboró Antonio Machado. En enero de 1938 fue nombrado secretario del Gabinete Diplomático de Azaña hasta su dimisión. Cuando ya terminaba la Guerra Civil estuvo en Valencia con el gobierno republicano y Domenchina fue miembro del Consejo de Colaboración de la revista Hora de España; ya en Barcelona, colaboró en las páginas de La Vanguardia.
Domenchina y su mujer se exiliaron en febrero de 1939, primero a Francia (estuvieron tres meses en Toulouse, luego en París y por fin en México, donde Azaña le consiguió un puesto en la Casa de España dirigida por Alfonso Reyes), y allí, acompañado por su mujer, su madre y su hermana, ambas viudas ,y sus sobrinos Rodrigo y Encarnación, trabajó en labores editoriales, de traductor sobre todo; murió de enfisema pulmonar el 27 de octubre de 1959 y está enterrado en el cementerio español de la capital mexicana.
Obra[editar]
Como poeta recibió una sólida formación y tuvo un estilo muy personal vinculado al conceptismo y al barroco (fue un gran lector de Quevedo), y fue de los más tempranos al publicar un libro de versos, Del poema eterno, 1917, con prólogo de Ramón Pérez de Ayala. Siguieron Las interrogaciones del silencio (1918) y alcanzó la fama con La corporeidad de lo abstracto (1929), en su mayor parte una serie de sonetos de complicado lenguaje, sobre todo por su léxico, con prólogo de Enrique Díez Canedo, y donde intenta dar cuerpo a una serie de emociones y conceptos, siguiendo el precepto de Valery de que la poesía debe ser "una fiesta del intelecto". Ya Melchor Fernández Almagro, al reseñar en 1930 este libro, señaló que «son muchos los versos de Domenchina que quedan inválidos»; les faltaría «sentimiento e intuición»; les sobraría feísmo expresionista, involuntaria comicidad: «Abdominia (¡!),dispepsia, polisarcia. / (Diagnóstico moderno.) ¡Es natural! / Rotos cacharros de su ajuar, ¡qué jarcia! / Abulia. Ignavia. Vacuidad mental». Continuó en la lírica con El tacto fervoroso (1930) y Dédalo (1932), próximo al surrealismo y escrito en versículos. Dividido en treinta partes, cada una correspondiente a las letras del alfabeto, en Dédalo se asiste al desfile de todas las pasiones humanas que, ocultas en lo más recóndito del subconsciente, estallan en forma de los siete pecados capitales: gula, avaricia, pereza, lujuria, ira, envidia y vanidad. Esta preocupación por atraer al mundo material los entes que dominan el espíritu humano ya se había manifestado en el poemario anterior, La corporeidad de lo abstracto (1929), especialmente en la sección titulada “Caprichos”, que exponía en treinta y dos estampas las virtudes y vicios.
En 1933 publicó Margen y en 1934 reunió sus Poesías completas (1915-1934) con sólo 36 años. Gustó especialmente de la poesía de Juan Ramón Jiménez, Paul Valéry y Miguel de Unamuno; poeta frío, culterano, barroco, muy intelectual, sobre todo antes de la Guerra Civil. Esta etapa puede considerarse cerrada con la selección de sus poemas que llevó el título de Poesías escogidas (1915-1939), publicada por la Casa de España en México, en 1940, con un curioso retrato del autor por José Moreno Villa.
El exilio le vuelve un poeta existencial y doliente, retoma el estrofismo clásico (sonetos y décimas sobre todo y algún romance). Cambia por completo: con empaque quevediano, añora la patria perdida (su natal Madrid, muy especialmente), lamenta la fugacidad de la vida, aguarda con estoicismo la embestida de la muerte. Hay sobriedad léxica (renuncia, por fin, a rebuscar en los sótanos del diccionario). Con El diván de Abz-ul-Agrib juega al apócrifo inventándose un poeta oriental que compensa bien, con sus alardes coloristas y metafóricos, la monótona y obsesiva sequedad de su poesía última. De la desesperación viene a sacarle la fe; aparece el tema religioso en sus últimos versos. Puede decirse, pues, que dentro de la larga etapa del exilio hay una subdivisión; si los primeros libros muestran a lo vivo la angustia del que se siente arrancado de su suelo y sufre, hay un momento que respira dentro del mismo cuadro nostálgico y evocador una tregua de paz, de esperanza, que viene a apuntalar la fe recobrada:
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- No me pueden quitar la primavera
- en que mi juventud ha florecido
- ni el otoño o sazón en que me muera.
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Sin embargo su vida en el exilio fue triste y vacía. El poeta se consideraba una sombra viviente, sin posibilidad de reflejarse en nada ni en en nadie. No obstante, publicó libros significativos: Destierro (1942), Pasión de sombra (1944), Tres elegías jubilares (1946), la segunda de ellas dedicada a Azaña; La sombra desterrada (1950) y El extrañado (1958), considerado el mejor libro de esta fase y que algunos aprecian más que la primera. Gracias a su empeño, se difundió la obra de los exiliados españoles y hay que recordar la serie de artículos que publicó en el diario Hoy, con el título general de Pasión y muerte de la República Española. En ellos se narra su experiencia al lado de Manuel Azaña y se aportan datos de interés para conocer el conflictivo panorama de aquellos años. También en su Antología de la poesía española contemporánea, que difundió la poesía moderna española entre los hispanoamericanos.
Como novelista, es muy original en estilo y técnica, aunque breve: El hábito, novela corta (1920) y sobre todo La túnica de Neso (1929), novela vanguardista y humorística dentro de la estética del Surrealismo.
Bibliografía[editar]
Obras poéticas del autor[editar]
- Del poema eterno, Madrid, Ediciones Mateu, 1917. Prólogo de Ramón Pérez de Ayala.
- Las interrogaciones del silencio, Madrid, Ediciones Mateu, 1918.
- Poesías escogidas. Ciclo de mocedad, 1916-1921, Madrid, Ediciones Mateu, 1922.
- La corporeidad de lo abstracto, Madrid, Renacimiento, 1929. Prólogo de Enrique Díez-Canedo.
- El tacto fervoroso, 1929-1930, Madrid, C.I.A.P., 1930.
- Dédalo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1932. Con una caricatura lírica de Juan Ramón Jiménez.
- Margen, Madrid, Biblioteca Nueva, 1933.
- Poesías completas (1915-1934), Madrid, Signo, 1936.
- Poesías escogidas (1915-1939), México, La Casa de España en México, 1940.
- Destierro. Sonetos. Décimas concéntricas y excéntricas. Burlas y veras castellanas, México, Editorial Atlante, 1942. Prólogo de Azorín.
- Tercera elegía jubilar, México, Editorial Atlante, 1944.
- Pasión de sombra (Itinerario), México, Editorial Atlante, 1944.
- Tres elegías jubilares, México, Editorial Centauro, 1946.
- Exul umbra, México, Stylo, 1948.
- Perpetuo arraigo, México, Signo, 1949.
- La sombra desterrada, México, Almendros y Cía., 1950.
- Nueve sonetos y tres romances con una carta rota, incoherente e impertinente a Alfonso Reyes, México, Editorial Atlante, 1952.
- El extrañado, 1948-1957, México, Tezontle, 1958.
- Poemas y fragmentos inéditos, 1944-1959, México, Ecuador 0º, 0', 0, 1964. Transcripción de Ernestina de Champourcín.
- La sombra desterrada (1948-1950), Málaga, El Guadalhorce, 1969.
- El extrañado y otros poemas, Madrid, Rialp (col. Adonais), 1969. Prólogo de Gerardo Diego.
- Poesía (1942-1958) (ed. Ernestina de Champourcín), Madrid, Editora Nacional, 1975.
- La sombra desterrada y otros poemas, Madrid, Torremozas, 1994. Introducción de Ernestina de Champourcín.
- Obra poética (ed. e intr. Amelia de Paz), 2 tomos, Madrid, Castalia/Comunidad de Madrid, 1995. Prólogo de Emilio Miró.
Antonio Espina García (Madrid, 29 de octubre de 1891 - íd., 15 de febrero de 1972)3 fue un escritor —poeta, narrador y ensayista— y periodista español, de significación inicialmente vanguardista. De ideología republicana de izquierdas, ocasionalmente desempeñó cargos políticos durante la Segunda República Española. Cronológicamente pertenece a la llamada generación del 27, aunque él rechazó esa adscripción, por lo que ha sido incluido entre los escritores del novecentismo.
Biografía[editar]
Hijo del pintor y grabador Juan Espina y Capo, cursó la enseñanza media en el Instituto de San Isidro de Madrid. Entró en la Facultad de Medicina por tradición familiar (nieto y sobrino de médicos y académicos), pero dejó la carrera cuando estaba en cuarto curso. Tras hacer el servicio militar en África, se dedicó a la literatura y el periodismo. Fue redactor de Vida Nueva y Heraldo de Madrid y en los diarios de Nicolás María de Urgoiti El Sol, Crisol y Luz. Espina fue un temprano autor polifacético que practicó la novela, la poesía y la crítica literaria y de arte. Escribió además biografías y se mostró amante de las vanguardias estéticas, frecuentando la tertulia del Café Pombo en torno a Ramón Gómez de la Serna. Sus obras no siempre fueron bien recibidas por la crítica, pese a que Juan Ramón Jiménez (en sus Españoles de tres mundos)4 y otros autores llegarían a adularle; le perjudicó, al parecer, su independencia y resolución de no ser encasillado ni que se le adscribiera a corriente alguna; se relacionó, sin embargo, con autores como Mauricio Bacarisse y Juan José Domenchina, cercanos a veces al ultraísmo, al creacionismo y al surrealismo, aunque sin llegar a adherirse a ninguna de estas escuelas.
En la década de los veinte escribió varios artículos contra Miguel Primo de Rivera y apoyó la postura contestataria de Miguel de Unamuno. Viajó por Francia, Portugal y Marruecos. Colaboró en las revistas España, La Pluma y se ganó el mérito de ser uno de los ensayistas de la Revista de Occidente, y tertulianos habitual de las reuniones de Ortega con sus admiradores. Como crítico de arte, colaboró también en La Gaceta Literaria desde su fundación en 1927, aunque acabó rompiendo con la publicación a partir de 1929 a causa de las discrepancias ideológicas con su director, Ernesto Giménez Caballero, cuyas simpatías por el fascismo rechazó abiertamente.5 Dirigió con José Díaz Fernández y Adolfo Salazar (que más tarde sería sustituido por Joaquín Arderíus) la revista de izquierdas Nueva España, aparecida el 30 de enero de 1930, nada más producirse la caída de la dictadura de Primo de Rivera, hasta su desaparición en 1931.6 En 1934 publicó la colección de ensayos El nuevo diantre. Escribió además las biografías del bandolero Luis Candelas y el famoso actor decimonónico Julián Romea, y después de la guerra las de Baldomero Espartero, Antonio Cánovas, Francisco de Quevedo, Ángel Ganivet. También compuso una antología de oradores decimonónicos españoles. Entre sus ensayos se han destacado El alma Garibay, publicado en Renuevos de Cruz y Raya de José Bergamín y El genio cómico. Con carácter póstumo se editará su libro Las tertulias de Madrid.
En 1933 fue denunciado por el cónsul alemán cuando publicó en El Liberal de Bilbao el artículo «El caso Hitler», con el argumento de que vertía injurias contra un jefe de Estado. Por esa razón fue procesado y condenado a un mes y un día, que cumplió en la prisión bilbaína de Larrinaga.7 Fue defendido por el prestigioso jurista Felipe Sánchez-Román8 y su reclusión levantó las protestas del doctor Marañón, Pío Baroja, Ortega, Juan Ramón Jiménez y otros escritores e intelectuales, que firmaron un manifiesto redactado por Azorín.9 El triunfo de la segunda República le había animado a participar más intensamente en política y militó en el partido de Manuel Azaña, Izquierda Republicana; fue gobernador civil de Ávila y más tarde se trasladó con el mismo cargo a Baleares, pocas semanas antes del levantamiento del 18 de julio de 1936. En Ávila le había sustituido el también periodista y escritor Manuel Ciges Aparicio, fusilado al poco tiempo. Espina fue apresado y encarcelado en Palma; a mediados de 1937 se intenta cortar las venas para escapar de su penosa situación; el juez alegó enajenación mental y ordenó su ingreso en el psiquiátrico provincial, donde permaneció hasta 1939, concluida ya la guerra civil; fue condenado a muerte y conmutada su pena.
Hacia 1944 se le documenta en Madrid frecuentando el Instituto Británico, donde ha simpatizado con su director Walter Starkie del que luego será traductor de algunas obras. También asiste, a partir de 1945, a la tertulia de la Revista de Occidente, donde se reencuentra con sus amigos Fernando Vela y Valentín Andrés Álvarez. En 1946, tras algunos intentos furtivos fallidos, consigue salir clandestinamente de España con la ayuda de unos contrabandistas. En París toma contacto con la organización del exilio republicano y colabora en La Nouvelle Espagne; comienza a escribir para la prensa mexicana gracias a la ayuda del antiguo secretario de Azaña, Santos Martínez Saura. Termina exiliado en México con su familia a fines de 1948; allí colaboró en las revistas literarias del exilio republicano: Realidad/Revista de ideas, Las Españas, Los Sesenta, Cabalgata, Comunidad Ibérica y La Novela Española. Fue nombrado secretario de literatura del Ateneo Español de México.
Vuelto a España en 1953, trabaja para la Editorial Aguilar, como otros intelectuales y periodistas republicanos depurados, elaborando biografías de personajes célebres destinadas a un público juvenil, y componiendo la autobiografía dieciochesca Vida de Diego Torres y Villarroel. En esta editorial publicó además El cuarto poder. Cien años de periodismo español (1960). Su amistad con Luis Calvo, le permitió colaborar asimismo en ABC, bajo el seudónimo de «Simón de Atocha» –aunque terminarían prescindiendo de él–, y en la segunda época de la Revista de Occidente. En esos años se une a la tertulia que reúne en el Café Lion (junto a Cibeles), a otros regresados del exilio como Francisco Ayala o José Bergamín. En mayo de 1968, tuvo que presentarse ante el Tribunal de Orden Público, denunciado por Gregorio Marañón Moya, hijo del médico afecto al franquismo, por publicar artículos contra la dictadura española en periódicos hispanoamericanos, sin que se le llegase a procesar.
Obra y temas[editar]
Poesía[editar]
Entre sus obras de poesía destacan Umbrales (1918) y Signario (1923), de temática introspectiva. Los poemas de Espina están escritos con levedad y gracia, habiendo sido comparados con los estilos de José Moreno Villa y Ramón Gómez de la Serna, autores con quienes mantuvo cierta afinidad.
Prosa[editar]
La interpretación habitual de la prosa novelística de Espina ha venido haciéndose con criterios empleados para el estudio de la narrativa decimonónica. Tales criterios no son los adecuados para acercarse a libros que se organizan en unidades narrativas cuyo descifrado reclama la operatividad de un lector no limitado a la recepción pasiva del texto. Su estilo narrativo se ha definido como violento y atrevido.
José Ortega y Gasset, pensando en la poesía y en la prosa de los años veinte, habló de un álgebra superior de las metáforas. Ciertamente las imágenes rigen la prosa de Espina, cargada de una intención que no se limita al estilo sino que, muy al contrario, alcanza a la sociedad de su tiempo; Espina escribe contra la chabacanería y la vulgaridad. En estas ficciones hay una mezcla muy propia del momento vanguardista, notándose el predominio de la inteligencia y la preferencia por la imagen poética.
También abordó temas populares, como la biografía del bandolero madrileño Luis Candelas, el Robin Hood español, peleón pero sin delitos de sangre, que trataba a sus víctimas con cortesía, y murió ejecutado por garrote vil.12
Bibliografía de Espina[editar]
Lírica[editar]
- Umbrales, Madrid: Ángel Alcoy, 1918.
- Signario, Madrid: Biblioteca de Índice, 1923.
- Obras escogidas, 2 vols. Selección y presentación de Gloria Rey Faraldos, Madrid, Fundación Santander Central Hispano, 2000.
Narrativa[editar]
- Pájaro Pinto, Madrid: Revista de Occidente, 1927. Reedición a cargo de Gloria Rey, Madrid: Cátedra, 2001.
- Luna de copas, Madrid: Revista de Occidente, 1929. Reedición a cargo de Gloria Rey, Madrid: Cátedra, 2001
- Diez triunfos en la mano, Barcelona: Ed. Destino, 1944.
Ensayo[editar]
- Divagaciones. Desdén, Madrid: Pueyo, 1919.
- Lo cómico contemporáneo, Madrid: La Lectura, Imp. Ciudad lineal, 1927.
- El nuevo diantre, Madrid: Espasa-Calpe, 1934.
- El libro del aire, Madrid: Aguilar, 1957.
- El cuarto poder. Cien años de periodismo español, Madrid: Aguilar, 1960.
- El alma Garibay, Santiago de Chile/Madrid: Cruz del Sur (Renuevos de Cruz y Raya, nº 13-14), 1964.
- El genio cómico y otros ensayos, Santiago de Chile/Madrid: Cruz del Sur (Renuevos de Cruz y Raya, nº 17-18), 1965.
- Ensayos sobre literatura, ed. al cuidado de Gloria Rey, Valencia: Pre-Textos, 1994.
- La elocuencia, ed. a cargo de Oscar Ayala, Madrid: Libertarias/Prodhufi, 1995.
- Las tertulias de Madrid (póstumo).
Biografías[editar]
- Luis Candelas, el bandido de Madrid, Madrid: Espasa-Calpe, 1929. Reedición a cargo de Jaime Más Ferrer, Madrid, Espasa-Calpe, 1996.
- Romea o el comediante, Madrid, Espasa-Calpe, 1935.
- Ganivet: el hombre y la obra Madrid: Espasa-Calpe, 1942 (4.ª ed., 1972).
- Cervantes, Madrid: Ediciones Atlas, 1943.
- Quevedo, Madrid: Ediciones Atlas, 1945. Reeditado como Quevedo, estudio y antología, Madrid, Cía. Bibliográfica Española, 1962.
- Cánovas del Castillo, Madrid: Pegaso, 1946.
- Espartero o "¡Cúmplase la voluntad nacional!", Madrid: Editorial Gran Capitán, 1949.
- Chopin: el hombre, el artista Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1952.
- Federico el Grande, Madrid: Aguilar, 1956.
- Carlomagno, Madrid: Aguilar, 1957.
- Julio César, Madrid: Aguilar, 1958.
- Juan Sebastián Elcano, Madrid: Aguilar, 1959.
- Shakespeare, estudio y antología, Madrid: Cía. Bibliográfica Española, [1962].
- Seis vidas españolas [María Isidra de Guzmán, Diego de Torres Villarroel, María Luisa de Parma, Isidoro Máiquez, Lola Montes, Julián Romea], Madrid: Taurus, 1967.
- Voltaire y el siglo XVIII, Madrid/Gijón: Ediciones Júcar, 1974.
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