BATALLAS DEL SIGLO I
La batalla del bosque de Teutoburgo, también llamada batalla de la selva de Teutoburgo o desastre de Varo, fue un enfrentamiento armado que tuvo lugar en zona montañosa cerca de la ciudad alemana de Osnabrück, en Baja Sajonia, en el otoño del año 9 d. C., entre una alianza de pueblos germanos encabezada por los queruscos y su caudillo Arminio, y un ejército romano mandado por Publio Quintilio Varo, gobernador de la provincia de Germania Inferior, que entonces se extendía hasta el Elba.
Ante las intenciones de Varo de romanizar por la fuerza a los germanos, Arminio reunió un ejército cuyos efectivos se desconocen, y mediante engaños hizo dirigirse a los romanos al bosque de Teutoburgo, una zona de complicadaorografía ideal para una emboscada y en el cual permanecían apostados los queruscos. Varo, que dirigía unas fuerzas compuestas por tres legiones romanas (la Legión XVII, la XVIII y la XIX), seis cohortes auxiliares y tres alas decaballería, cayó en el engaño y la emboscada se saldó así con una catastrófica derrota de los romanos y con el suicidio del propio Varo. Tras esta batalla ninguna legión del Imperio romano volvió a llevar los números XVII, XVIII y XIX.
Tras esta derrota, Tiberio, el nuevo emperador, mando a su sobrino Germánico a vengar a Roma y recuperar el territorio.
La frontera del Rin tras la muerte de César
Si bien Julio César había conquistado la Galia y la había anexado al Estado romano como provincia, eso no significaba que la situación fuera definitivamente pacífica en todo su territorio.2 La provincia tenía una larga frontera con Germania, y los pueblos germanos, que estaban tan habituados a guerrear, la atravesaban constantemente, sembrando la destrucción no sólo entre los galos, sino entre los propios romanos. En 16 a. C. un ejército formado por tropas de los sicambrios,téncteros y usípetes tendió una emboscada al ejército del gobernador Marco Lolio y lo derrotó, provocando incluso la pérdida del estandarte de la Legio V Alaudae, lo que por entonces era considerado motivo de vergüenza militar.3
Como reacción a todas estas incursiones, Roma comenzó operaciones de castigo en territorio transrenano. Druso avanzó hasta los márgenes del río Elba mientras queTiberio combatió durante tres años al rey de los suevos, Marbod, tras reunir un enorme ejército compuesto por diez legiones, setenta cohortes de infantería auxiliar, catorce alas de caballería y un gran número de aliados, esto es, cerca de 100.000 hombres.4 Según Veleyo Patérculo, esta larga campaña daba muestra de la «ferocidad» y sentido de la independencia del pueblo suevo.5
Antecedentes
Aunque los ejércitos romanos cruzaron el Rin y llegaron al Elba, no se puede pensar que ejercieran un dominio sobre todo ese territorio, sino más bien sobre algunas zonas dispersas y por ello debían mantener una fuerte presencia militar en el área.6
Siguiendo la política de nombrar para puestos de responsabilidad solamente a parientes, Augusto había elegido como gobernador romano de Germania a Publio Quintilio Varo (Publius Quinctilius Varus), que se había casado con una hija de su general Marco Agripa aunque provenía de una familia que había dado apoyo al bando de Marco Antonio en la Cuarta Guerra Civil de la República de Roma. Aun no siendo un general destacado, Varo había servido ya en Siria como gobernador y había sofocado una rebelión de los judíos.7 Según Veleyo Patérculo, Varo era una persona codiciosa, lento de mente y cuerpo, más dado a la molicie que a la disciplina del campamento y que pensaba que se podía someter a los germanos con la fuerza de la ley más que con la de la espada, aunque es evidente que este retrato tan poco favorecedor debe verse desde una óptica crítica.8
En el 9 d. C., Varo cruzó el Rin con sus tropas y estableció los campamentos de verano de sus tres legiones (la XVII, XVIII y la XIX, de unos 5.000 hombres cada una) en territorio querusco. Dos legiones quedaron en la otra orilla del río. Sus propios cuarteles avanzados estaban en la orilla occidental del río Weser (probablemente cerca de la actual ciudad de Minden).
Las causas últimas de la rebelión, además del ánimo independiente que caracterizaba a los germanos según los autores clásicos,9hay que buscarlas en el intento que hizo el propio Varo por imponer el sistema jurídico romano y por una excesiva presión impositiva.10
Según las fuentes, Varo trabó particular relación con los queruscos (tribu que ocupaba la zona en torno a la moderna ciudad deHannover), incluido un destacado joven de ella, Arminio, de 25 años; éste era jefe de un contingente de auxilia, y, además, ciudadano romano y miembro de la clase de los equites.11 Quizás por ello no adivinó que el germano lo veía como un invasor y conspiraba contra él con los jefes de otros grupos germanos: marsos, catos y brúcteros. Algunos de los jefes trataron de prevenirle,12 pero Varo prestó más atención a Arminio y los queruscos, llegando a conceder a los conspiradores destacamentos de legionarios, bajo la excusa de que los necesitaban para guarnecer ciertos puestos y escoltar los convoyes de suministro para el ejército romano.7
Cuando acabó el verano y llegó el momento de levantar los cuarteles para trasladarse hacia el Rin a fin de pasar el invierno, recibió un informe acerca de un levantamiento local que le indujo a dar respuesta inmediata, en la mejor tradición romana, aunque tenía que efectuar un rodeo hacia el noroeste a través de una agreste región boscosa al frente de un ejército entorpecido por una enorme cantidad de equipaje, y al que había que añadir una buena cantidad de civiles que seguían a las legiones en sus desplazamientos (desde comerciantes de todo tipo a prostitutas) amén de esclavos personales y algunas de las familias de los oficiales.13
El orden de marcha del ejército de Varo es desconocido, pero según el autor Flavio Josefo, que describe el orden de marcha típico del ejército romano,14 cabe esperar que fuese el siguiente:
- Arqueros y auxiliares, que actuaban como exploradores.
- La vanguardia: una legión (cerca de 5.000 hombres) apoyados por 120 jinetes.
- Pioneros o zapadores, que mejoraban el camino y al final del día construían el campamento.
- La primera parte del bagaje: las posesiones del general y de los oficiales.
- El general y sus extraordinarii o guardia de corps.
- La caballería de las siguientes dos legiones (240 jinetes).
- La segunda parte del tren: mulas con la artillería romana.
- Los suboficiales y los portaestandartes (aquilifer).
- La fuerza principal: dos legiones (cerca de 10.000 hombres).
- La tercera parte del tren: el bagaje de los soldados.
- La retaguardia: tropa auxiliar.
La emboscada
Tanto Arminio como los exploradores germanos habían abandonado la formación, y la columna romana avanzaba muy lentamente debido a la cantidad demasiado grande de hombres, sirvientes y equipajes y además posiblemente iban derribando árboles y haciendo senderos y caminos sobre los pantanos, hasta que llegaron a un espeso bosque.1516
Al parecer, los germanos habían cortado los troncos de los árboles a los lados de la marcha del ejército romano, aunque de tal manera que aún se sostenían en pie, y aprovechando que se desató una tremenda tormenta, los empujaron de tal modo que cayeron sobre las legiones provocando el consiguiente desorden en sus filas;17aprovechándose de dicho desconcierto, los germanos se lanzaron al ataque, en primer lugar mediante una lluvia de dardos, pero una vez sembrada la confusión, se trabaron en un cuerpo a cuerpo que los romanos no pudieron resistir debido al desorden que no les había permitido formarse correctamente.18 Los hallazgos arqueológicos en Kalkriese parecen apoyar esta versión de Dión Casio y señalar un primer choque, quizá contra el destacamento del legado, pero, según este autor latino y otras fuentes, Varo no murió ese día.
Tras el primer asalto que, aunque debió haber sido una gran sorpresa, no pudo ser de la contundencia necesaria para vencer a tres legiones compuestas de profesionales que no podían ser derrotados de un solo golpe, ni siquiera cuando estaban siendo atacados en terreno difícil, las legiones intentaron reagruparse y salieron a terreno despejado,19 pero en cuanto penetraron de nuevo en los densos bosques que les rodeaban, los germanos volvieron al ataque. El pesado equipo de las legiones (elscutum, dos pila, la espada, la lorica, etc.) era muy apropiado para los enfrentamientos en terrenos despejados, pero en lugares como Teutoburgo no eran más que estorbo. Sin embargo, los germanos mucho más ligeramente armados tenían una movilidad mayor que les permitía atacar y alejarse rápidamente antes de sufrir considerables daños.20
Ante esta situación el jefe de la caballería romana, Numonio Vala,21 perdió la calma y huyó a la cabeza de su regimiento con la esperanza de alcanzar el Rin, pero tanto él como su destacamento fueron alcanzados y aniquilados.22 Varo fue herido y se dio cuenta de lo que le harían los germanos si lo capturaban con vida. Para evitar tal destino, se suicidó,23 y algunos miembros de su Estado Mayor siguieron su ejemplo. Los dos legados que quedaron al mando no sobrevivieron mucho tiempo: uno de ellos, Lucio Egio, ofreció equivocadamente una capitulación, que se convirtió en matanza, y el otro, llamado Cejonio,21 cayó luchando cuando los queruscos entraron al asalto de su campamento, que había formado con carros de la impedimenta.22 Los germanos quemaron el cadáver de Varo, le cortaron la cabeza y se la enviaron a Augusto en Roma, donde a pesar de todo, fue enterrada con honores en el panteón familiar.24 Otras fuentes (recogidas por Wells) señalan que fueron los propios romanos quienes medioquemaron (por la difícil situación) el cuerpo de Varo, y los germanos lo desenterraron y decapitaron. Arminio envió al rey marcomano Marbod la cabeza y este, tras dudar qué hacer, la envió a Roma.
El resto de las tropas, diseminadas y sin oficiales o jefes, intentaron una retirada que les llevó a pasar por la plaza fuerte de los germanos, en las laderas de la colina Kalkriese, lugar cercano a la actual Osnabrück,7 pero no debieron haber podido destruir la posición germana. Los restos arqueológicos sugieren que hubo luchas al pie de la colina y que los legionarios siguieron a lo largo de la elevación, por lo que los guerreros germánicos debieron haber matado a muchísimos de ellos desde arriba. El registro arqueológico indica que debió haber luchas en el desfiladero y que los romanos fueron expulsados; los legionarios abandonaron el bagaje o lo quemaron y los grupos dispersos por la región fueron cazados y exterminados a lo largo de las jornadas siguientes.7
El joven oficial Casio Querea, que se haría famoso en la Historia por matar al emperador Calígula,25 dirigió la huida de algunos legionarios amparados por la oscuridad de la noche, gracias a los cuales se conoció la historia del desastre. Es imposible calcular las bajas que se produjeron en uno y otro campo. Las romanas debieron ser enormes, ya que las legiones estaban compuestas por unos 5.000 a 6.000 hombres, mas las cohortes auxiliares y los civiles: la mayoría fueron muertos o capturados y ofrecidos como sacrificio,26 como era costumbre entre los pueblos germanos y celtas. En cuanto a las bajas germanas, resultan absolutamente incuantificables.
No lejos estaba el bosque donde se decía que los restos de Varo y de sus legiones quedaron sin sepultura. A Germánico le vino el deseo de tributar los últimos honores a Varo y a sus soldados. Esta misma conmiseración se extendió a todo el ejército de Germánico, pensando en sus parientes y amigos, en los azares de la guerra y en el destino de los hombres. En medio del campo blanqueaban los huesos, separados o amontonados, según que hubieran huido o hecho frente. Junto a ellos yacían restos de armas, y miembros de caballos y cabezas humanas estaban clavadas en troncos de árboles. En los bosques cercanos había altares bárbaros, junto a los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los primeros centuriones.Tácito27
La reacción de Roma
La clades variana ('la derrota de Varo') alteró al Emperador Augusto más que ninguna otra cosa en su larga vida. El historiador romanoSuetonio señaló que aquél se tomó el desastre tan a pecho que «siempre celebró el aniversario como un día de profundo pesar» y «a menudo se golpeaba la cabeza contra una puerta y gritaba: "Quintili Vare, legiones redde! = ¡Varo, devuélveme mis legiones!"».28 Se extendió un temor a que la derrota provocara una invasión de los germanos y una rebelión de los galos —que no se produjo—,10 ante lo que el emperador Tiberio, sucesor de Augusto, tomó medidas enérgicas: destituyó a todos los germanos y galos que había en su guardia personal y adoptó la decisión de mandar a su sobrino Julio César Germánico a rescatar las águilas de las tres legiones (objetos sagrados para los romanos) enviándolo al mando de ocho legiones (unos 50.000 hombres),29 para hallar el lugar de la batalla, dar a los muertos el destino necesario, recuperar lo posible y, sobre todo, para no dar una imagen de debilidad. Germánico cumplió con todo lo encomendado, en especial encontrando el sitio del desastre.30
Julio César Germánico, aunque no logró capturar ni matar a Arminio, lo derrotó en la batalla de Idistaviso y aplastó su levantamiento. Tras recuperar los objetos sagrados (sobre todo, los estandartes, de los que recuperó dos), volvió a Roma en triunfo y depositó las águilas y demás objetos encontrados en el Templo de Júpiter.31
Rastros arqueológicos
El sitio exacto de la batalla de Teutoburgo fue desconocido durante mucho tiempo, habiéndose propuesto un gran número de emplazamientos posibles. El historiador alemán Theodor Mommsen ubicó la batalla cerca de las fuentes del Hunte, al norte deOsnabrück y lejos de las colinas; pero la mayoría de los eruditos preferían algún sitio en la parte central de la cadena montañosa boscosa de Teutoburgo (de 110 km de largo y de unos 10 km de ancho).
Hasta que en 1987 un arqueólogo aficionado británico, Anthony Clunn, halló 162 monedas romanas conocidas como denarios y tres bolas de plomo del tipo usado en las hondas del ejército romano, y la posterior investigación a cargo de los arqueólogos profesionales dirigidos por Wolfgang Schlüter, condujo a una prueba convincente de que la batalla tuvo lugar al norte de la colina Kalkriese, (52°24′23″N 8°07′50″E) entre los pueblos de Engter y Venne, en el borde norte del bosque de Teutoburgo (Teutoburger Wald), 15,5 km al nornoroeste de la moderna ciudad de Osnabrück (180 km al noreste de Colonia, Alemania). El sitio es uno de los pocos lugares donde los arqueólogos han descubierto el lugar de una batalla abierta. Estas excavaciones y los hallazgos efectuados han contribuido decisivamente a la comprensión de lo que pasó en la emboscada.
En el lugar de la emboscada se ha construido un museo que alberga buena parte de los descubrimientos hechos en las excavaciones, así como representaciones de la batalla y dioramas.
Consecuencias
Cabe decir que la batalla fue realmente importante, pero menos de lo que tradicionalmente se ha venido en considerar, la provincia fue fortalecida mediante un sistema de empalizadas y torres de vigilancia, alternados con auténticos campamentos legionarios, lo que se denominó limes, desde donde examinaban con atención los acontecimientos transrenanos y, de vez en cuando, hacían incursiones en terreno germano.32
El prestigio militar de Roma no se vio en realidad muy mermado, ya que lo recuperó en gran medida gracias a las expediciones y victorias de Julio César Germánico, pero la matanza sí constituyó un hecho luctuoso de gran magnitud, y en su momento incluso de alarma, hasta tal punto que los números de las legiones derrotadas (XVII, XVIII y XIX) jamás fueron vueltos a utilizar en toda la historia militar del Imperio romano.30
Mito del nacionalismo alemán
En el contexto del surgimiento nacionalista alemán de la segunda mitad del siglo XIX, los propagandistas convirtieron a Arminio y a Varo en símbolos de una eterna oposición entre los «nobles salvajes» germánicos y sus enemigos latinos, evocando la rivalidad entre elImperio Alemán y Francia afirmada tras la Guerra Franco-prusiana en 1870. En 1875 se construyó en Grotenburg33 una estatua de Arminio de 17 m cuya espada apunta hacia Francia, obra de E. von Bandel, sobre un pedestal de 30 m, conocida popularmente por el nombre de Hermann (versión alemana de Armin o Arminio).
La batalla en la ficción
- El poeta alemán F. G. Klopstock escribió una trilogía de obras acerca de Arminio.
- Jörg Kastner dedicó varias novelas a las generaciones de queruscos, empezando por Arminio, con un amplio episodio dedicado a esta decisiva batalla.
- Amediche escribió una novela, El brillo del águila, en la que recrea en parte la expedición de Germánico.
- Nicola Porpora compuso una ópera basada en estos hechos: Germánico in Germania, hecha para la tesitura de Cafarelli.
La batalla del Bosque (o selva) de Teutoburgo es probablemente una de las mayores derrotas romanas y uno de los desastres bélicos mas rememorados de la historia del hombre, tanto es asi que a esta se le denomino el Desastre de Varo, en honor al incompetente gobernador romano de la Germania Romana: Publio Quintillo Varo.
Los antecedentes a esta batalla y las guerras romanas contra las tribus germánicas se hallan ya en las Guerras de las Galias, donde Julio Cesar tuvo que guerrear contra varios pueblos germánicos que acosaban a tribus galas aliadas de Roma como los eduos, llegando a cruzar el Rin numerosas veces para expulsarlos del noreste galo. Esto provoco que con la anexión de la Galia, la nueva frontera romana se hallara en el Rin y en el Danubio. Tras esto, Tiberio, en la época que aun era pretor, expandió al mando de 10000 hombres (2 legiones) la frontera hasta el río Elba, aunque este territorio nunca fue totalmente romano y se componía de zonas aisladas romanas rodeadas de bosques y pantanos (Germania era especialmente odiada como destino por los legionarios, ya que su clima y físico era muy desagradable para gente nacida y criada en el Mediterráneo), lo que obligaba a mantener numerosos destacamentos en la zona.
En el reinado de Augusto, se puso el mando de esta zona en manos de Publio Quintillo Varo, marido de la hermana de su general Agripa (Durante el Imperio se solía otorgar cargos de importancia únicamente a parientes sanguíneos o políticos). Varo era un hombre poco adecuado para el puesto, ya que su habilidad eran las fianzas y administrar leyes y esto le funciono en Siria, donde aplaco una rebelión judía, pero en Germania imperaba la ley de la espada. Establecido en territorio querusco, empezó a motivar reformas agrarias, comerciales y legislativas, siendo esto ultimo un gran golpe en el orgullo germano. Esto provoco que las tribus locales conspirasen contra el lideradas por uno de sus generales, Arminio (latinización del nombre germánico Hermman), un auxilia germano que gracias a su destreza militar alcanzo el rango de equite y la ciudadanía romana.
Varo fue advertido en numerosas veces por otros generales y jefes afines a la romanización, pero este se mostraba ciego ante Arminio, que supo engañar a Varo haciéndose pasar por traidor a su pueblo y un hombre leal a Roma. Al llegar el invierno y tener que trasladar los ejércitos hacia el Rin para no pasarlo en un clima hostil, Varo recibe un mensaje hablando de un levantamiento local que debía ser aplacado. Varo ordeno un rodeo por el noroeste, lo que provoco que un gran ejercito se moviera lento y mal organizado por los bosques y pantanos germanos, a lo que hay que añadir que con estos siempre viajaban civiles (en especial mercaderes y prostitutas) lo que entorpeció aun mas la marcha. En total la marcha la cerraban unos 20000 individuos.
Situándose la auxilia y los exploradores en primer lugar, Arminio y sus equites abandonaron rápidamente la marcha para unirse a los ejércitos bárbaros de las tribus confederadas rebeldes. Estos prepararon numerosas trampas, basadas en tirar los largos y gruesos árboles del bosque sobre las legiones y repartieron una cantidad enorme de dardos. La casualidad (o una buena capacidad para prever el clima) también ejerció su puesto en la batalla: una poderosa tormenta norteña se desato sobre el bosque, embarrando los caminos, dificultando asi aun más la marcha, y asustando a las legiones. Sabiendo que era el momento de actuar, Arminio desato una lluvia de proyectiles (flechas, jabalinas, piedras…) sobre las incautas legiones. Se necesitaron tres asaltos de infantería para derrotar a las legiones de Varo, que a pesar de su escasa organización y de que poseían un equipo muy incorrecto para la lucha (la armadura pesada no hizo mas que dificultar el movimiento de estos y su rapidez en un relieve hostil, cosa que los guerreros germanos, de escasa armadura, supieron aprovechar con contundencia) eran profesionales en el arte de la guerra y pudieron ofrecer una resistencia notable.
El miedo pronto se apodero de los líderes romanos. Numonio Vala, perdió la cabeza e intento huir al Rin, lo que los germanos aprovecharon para perseguir la desbandada y aniquilarla totalmente. Varo, conociendo el destino que le esperaba en Roma, se suicido junto a sus generales y resto de su Estado Mayor. Los dos legados que siguieron dirigiendo a las tropas, uno se rindió y fue asesinado y el otro cayo luchando hasta el final. También destaca la historia del joven oficial Casio Querea, que aprovechando la oscuridad de la noche y dando un rodeo, llego hasta el Rin con un pequeño grupo de legionarios y asi contó la historia de la batalla. Este joven pasaría a la historia como el pretoriano que asesino al emperador Caligula.
El emplazamiento de la batalla se halla en la actual Osnabrück, donde se han encontrado miles de cadáveres incinerados. Esto denota que tras la batalla, los germanos sacrificaron a muchos prisioneros a sus dioses mediante piras rituales similares a los celtas. El propio Varo fue inmolado y decapitado, siendo su cabeza enviada a Octavio como advertencia. Prácticamente los 20000 hombres fueron aniquilados por parte de Roma, de los germanos se desconoce cualquier dato de unidades que componían el ejercito tanto las bajas que sufrieron, pero se estima que el ejercito se compuso por un numero similar al romano. También se usaron en muchos rituales los mayores trofeos adquiridos por Arminio: los tres estandartes de las legiones que dirigía Varo; la XVII, la XVIII y la XIX.
La derrota en Roma tuvo una reacción aterradora. Octavio, a pesar que enterró la cabeza de Varo en el panteón familiar, cayo en una depresión que le encorrería el resto de su vida y que muchas veces se dejaba ver cuando se golpeaba la cabeza con una puerta gritando “¡Quintillo Varo, devuélveme mis legiones!”. A pesar de esta locura, Octavio demostro otra vez su inteligencia y fuerza de voluntad ordenando a su sobrino Julio Cesar Germánico que dirigiera una rápida expedición de castigo en la que el objetivo era recuperar las tres águilas y que se diera sepultura a sus hombres. Dirigiendo 50000 hombres cumplió lo encomendado, encontrando el lugar del desastre, enterrando a los fallecidos, recuperando las águilas y derrotando a Arminio en Idistaviso (aunque este no fue asesinado ni capturado, siendo junto a Viriato el único gran enemigo romano que Roma no pudo matar con sus propias manos). Tras esto volvió a Roma en medio de un sonoro triunfo y deposito las águilas en el Templo de Júpiter.
A pesar de que Cesar Germánico pacificara en su expedición la zona, esta nunca fue repoblada por Roma y se volvió a usar el Rin y el Danubio como limite del Imperio. En la franja de terreno que hay entre estos se construyeron numerosos fuertes y murallas para aislar a los bárbaros, denominándose este sector como los Campos Decumanos, desde los que se protegía este sector de los continuos ataques germanos y de vez en cuando se lideraban incursiones de castigo. Tampoco se vio mermado el prestigio militar romano, ya que las culpas recayeron en la escasa capacidad militar (e incluso mental) de Varo y la consecuente y victoriosa expedición de Cesar Germánico señalo que era un fracaso aislado. Aun asi los números y estandartes de las legiones de Varo no se volvieron a utilizar en el ejercito imperial.
Se conoce como batalla de Watling Street o batalla de Paulerspury al enfrentamiento militar que tuvo lugar en el año 60/61 d. C., en la provincia romana de Britania, que integraba los territorios que hoy conforman Gran Bretaña. Enfrentó a una alianza de tribus indígenas, dirigida por la reina de los icenos, Boudica, contra los ejércitos romanosestacionados en la provincia, los cuales estaban comandados por el gobernador, Cayo Suetonio Paulino.
Aunque ampliamente superadas en número, las tropas romanas compuestas por unos 10 000 soldados, según Tácito, lograron mantener sus posiciones frente a las britanas. El número de hombres que componía la facción britana varía en función de las fuentes, siendo estimadas en unos 100 000 por Tácito, y en 230 000 según Dión Casio. La victoria romana en esta batalla supuso el punto final a la prolongada resistencia britana a la romanización. Se calcula que unos 80 000 britanos murieron, mientras que los romanos apenas sufrieron 400 bajas.
No es conocida la localización precisa de la batalla, pero la mayoría de los historiadores la ubican entre Londinium(Londres) y Viroconium (Wroxeter en Shropshire), en la ruta que actualmente se conoce como Watling Street. La moderna denominación de la batalla es anacrónica, además de ser un poco especulativa, ya que el actual nombre de la calzada se originó en la época anglosajona.
Antecedentes
Véase también: Invasiones de César a Britania
Desde que en los años 55 a. C. y 54 a. C. Julio César desembarcara a la cabeza de sus tropas en las islas británicas, no se había realizado intento alguno de anexionar Britania al Imperio. No obstante, en el año 43 d. C., el emperador Claudio ordenó al general Aulo Plaucio tomar la isla. El ejército romano, liderado por Plaucio, invadió el sudeste de Britania, comenzando de ese modo la conquista romana de Britania.2 La ocupación de dicho territorio se produjo de manera gradual; al tiempo que determinadas tribus hostiles eran derrotadas, otras permanecieron nominalmente independientes en calidad de aliados del Imperio.3
Uno de estos pueblos aliados era el de los icenos, asentado en la actual región de Norfolk. Su rey, Prasutago, pensó garantizar su independencia reconociendo en su testamento como heredero de sus tierras, junto a sus hijas, al emperador romano. Sin embargo, al morir el rey, alrededor del año 61, su última voluntad fue ignorada. Los romanos incautaron sus tierras, aumentaron los tributos sobre los icenos y humillaron gravemente a su familia: cuando su viuda, la reina Boudica, protestó por las acciones emprendidas, fue azotada y sus hijas violadas.4 Mientras esto ocurría, el gobernador de la Britania romana Cayo Suetonio Paulino, ignorante de lo acontecido, estaba en campaña en la isla de Mona, hoy Anglesey, al norte de Gales.5
Aquella muestra de brutalidad provocó que los icenos se sublevaran dirigidos por Boudica. Buscaron aliados entre las tribus vecinas, encontrando rápidamente apoyo entre los Trinovantes, cuya antigua capital, Camulodunum, había sido convertida ahora en una colonia romana de veteranos. Además, los romanos habían construido en la ciudad un templo en honor del emperador Claudio a expensas de los nativos, lo que había aumentado el malestar. Excitados por todas estas afrentas y por la encendida oratoria de Boudica, los rebeldes descendieron sobre Camulodunum, que estaba indefensa sin muros ni guarnición, y la destruyeron, matando a todos aquellos que no pudieron escapar.6
Ante el inesperado éxito, Boudica y su ejército se dirigieron entonces a la capital de la provincia, Londinium, la actualLondres, con la intención de tomarla a sangre y fuego para expulsar a los romanos. Para proteger la ciudad apenas había tropas, sólo un destacamento, quizá tan solo una cohorte, de la Legio IX Hispana, que inicialmente fue enviada para parar la rebelión. Por lo mismo, la IX Hispana había sido enviada a detener a los rebeldes en Camulodunum. Sin embargo, durante el camino fue emboscada por Boudica antes de llegar a la ciudad. Su infantería, unos 2000 legionarios, fue rodeada y completamente masacrada; su caballería, 400 a 500 jinetes, con su comandante, Quinto Petilio Cerial, escaparon como pudieron.7
Mientras tanto, un mensajero había llegado con las noticias hasta Suetonio, que enseguida ordenó a sus tropas dirigirse a Londinium; sin embargo, no podía hacer uso de las dos legiones con las que contaba, puesto que no podía dejar sin guarnecer el campamento, y las tropas legionarias de las que sí podía disponer no podían desplazarse con la rapidez requerida, por lo que él mismo, al mando de la caballería y de una tropa escogida, se adelantó a marchas forzadas, ordenando al resto de las fuerzas esperarle en un lugar determinado. Suetonio, pese a llegar antes que los rebeldes, y tras analizar las defensas de la ciudad, llegó a la conclusión de que no tenía el número de hombres necesario para defender el emplazamiento y ordenó su evacuación antes del ataque. Londinium siguió el destino de Camulodunum: fue quemada hasta los cimientos y todos los habitantes, ancianos, mujeres y niños que no pudieron huir, fueron asesinados.8
Mientras el ejército de Boudica continuaba su rebelión, atacando Verulamium, donde procedieron de igual manera que en Camulodunum y en Londinium, los romanos se intentaban reorganizar. Los historiadores romanos dicen que unos 70 000 colonos romanos y britanos aliados fueron masacrados en el saqueo de las tres ciudades.9 nota 1 La guarnición romana permanente en la isla estaba conformada por 16 000 legionarios y probablemente un número similar de auxiliares.10 Según Tácito, Suetonio reunió un ejército formado por un total de 10 000 hombres, incluidas la Legio XIV Gemina, un vexillatio —destacamento compuesto de una o dos cohortes— de la Legio XX Valeria Victrix, y todas lastropas auxiliares que pudo encontrar.11 La Legio II Augusta, acantonada cerca de Isca Dumnoniorum, no logró reunirse con él debido a que su prefecto de campo no acató las órdenes del gobernador.12 Una cuarta legión, lo que había quedado de la IX Hispana, fue enviada a Camulodunum para levantar el cerco y contener a los posibles refuerzos.
Fuerzas enfrentadas
El tamaño del ejército de Boudica no está establecido de manera fiable. Tácito relata que los britanos eran unos 100 000 y Dión Casio sube la cifra hasta los 230 000; tampoco se sabe a ciencia cierta si esas cifras son las de los combatientes o las de las tribus enteras puestas en marcha, ya que los britanos tenían la misma costumbre que los germanos y sus guerreros, al ser acompañados al campo de batalla por las mujeres y los niños. Las estimaciones modernas rebajan la cifra a 50 0007 o 60 000 guerreros britanos.13 En todo caso, el ejército britano era varias veces mayor que el romano,14 por lo menos en una proporción de 5 a 1 y probablemente entre 10 a 1 y 20 a 1.
Inicialmente la mayoría de los britanos estaban armados con herramientas de cultivo o de caza ya que muchas de sus armas habían sido decomisadas por los romanos años antes, haciéndose posteriormente con armamento obtenido de los saqueos.7
Las fuerzas romanas eran sin dudas bastante inferiores: la mayor parte de la Legio XIV Gémina, y parte de la Legio XX, con infantería y caballería auxiliar, lo que sumaba un total de no más de 15 000 hombres,15 probablemente 10 000 solamente.nota 2
La batalla
Superados en tan gran proporción, Suetonio buscó cuidadosamente un campo de batalla en el que sus tropas pudieran contrarrestar la superioridad britana. Para ello, eligió un estrecho desfiladero cerrado a las espaldas por un bosque y abierto a una amplia llanura. El desfiladero protegía de un ataque los flancos romanos, mientras que el bosque impedía la aproximación del enemigo por la retaguardia y la amplia llanura hacía imposible las emboscadas. Esto eliminó la ventaja numérica de Boudica.
Para evitar la primera embestida de las tropas britanas, Suetonio colocó a la Legión XIV y el vexillatio de la Legión XX en el centro formadas en orden cerrado y duplex acies, a las tropas auxiliares ligeras las dividió en dos y colocó una mitad en el flanco derecho y la otra en el izquierdo de las legiones y, finalmente, apostó la caballería en las alas.16
Los britanos emplazaron sus carros en forma de media luna a lo largo del campo de batalla, desde donde sus familias pudieran observar lo que ellos esperaban que sería una abrumadora victoria, y el resto de los guerreros, mayoritariamenteinfantería, formaron una masa indiferenciada al frente de la línea de carros.17 Dos dirigentes germanos, Boiorix de loscimbrios y Ariovisto de los suevos, ya habían adoptado la misma formación de combate en sus batallas contra Cayo Mario y Cayo Julio César, respectivamente, siendo derrotados.18
Así organizados sus ejércitos, los comandantes trataron de motivar a sus soldados. El historiador romano Tácito, que describió la batalla cincuenta años después, nos informa del discurso de Boudica a sus tropas: «Nada está a salvo de la arrogancia y del orgullo romano. Desfigurarán lo sagrado y desflorarán a nuestras vírgenes. Ganar la batalla o perecer, tal es mi decisión de mujer: allá los hombres si quieren vivir y ser esclavos».19
Tácito también consignó el discurso de Suetonio a sus legionarios: «Ignorad los clamores de estos salvajes. Hay más mujeres que hombres en sus filas. No son soldados y no están debidamente equipados. Les hemos vencido antes y cuando vean nuestro hierro y sientan nuestro valor, cederán al momento. Aguantad hombro con hombro. Lanzad los venablos, y luego avanzad: derribadlos con vuestros escudos y acabad con ellos con las espadas. Olvidaos del botín. Tan sólo ganad y lo tendréis todo».20
Aunque Tácito, como muchos historiadores de su época, era dado a inventar conmovedores discursos en estas situaciones, el de Suetonio es en esta ocasión inusualmente directo y práctico, lo que le otorga visos de verosimilitud. El suegro de Tácito, el futuro gobernador Cneo Julio Agrícola, formaba parte del estado mayorde Suetonio en ese momento y pudo haberle informado con bastante exactitud. Según Dión Casio, Suetonio da otro discurso muy diferente.21
Suetonio no tenía intención de atacar, pues deseaba que fueran los britanos los que cargaran corriendo hacia ellos, pues así estarían más cansados que sus tropas. Tras una tensa espera, Boudica ordenó el ataque y sus tropas, gritando, avanzaron corriendo a través de la llanura y del desfiladero en un masivo ataque frontal. A medida que avanzaban, entre las paredes del desfiladero, fueron canalizados en una densa y apretada masa; a aproximadamente cuarenta metros de la línea romana, su avance fue recibido por salvas escalonadas de pila, el venablo romano. El pilum fue diseñado para doblarse cuando se clavara en un escudo, lo que lo hacía imposible de extraer; así, el enemigo podía elegir entre cargar con una pesada lanza de hierro en su escudo o deshacerse de él y luchar sin esa protección.22 El daño fue enorme, ya que muy pocos britanos llevaban alguna clase de armadura. A esa primera lluvia de dardos le siguió una segunda, puesto que cada romano portaba dos pila.23 Esta táctica desarmó el ataque lanzado por los britanos, dejando el frente plagado de cuerpos, en tal cantidad que los atacantes empezaron a retroceder en desorden.
Con los britanos en desbandada, Suetonio ordenó a sus legionarios y auxiliares avanzar en la formación de combate llamada caput porcinum («cabeza de cerdo»), en la que el centro del frente se adelantaba un cuerpo con respecto a los flancos, de manera que recordaba el morro y las orejas de un cerdo, y dispuestos así, cargaban; además, a una orden de Suetonio, la caballería, con las lanzas en ristre, se lanzó al galope. Con una disciplina mayor, una clara ventaja en armaduras y armas, una formación ordenada, más descansados y la victoria al alcance de la mano, los romanos fueron capaces de seguir luchando con la misma ferocidad del principio.24
Los britanos habían convertido la retirada en una huida, pero su fuga fue bloqueada por el semicírculo formado por los carros, por la caballería romana que atacaba los flancos y por el avance de las legiones y los auxiliares por el centro: fueron detenidos, cercados y masacrados. Según las fuentes, los romanos mataron no solo a los guerreros, sino también a las mujeres, a los niños e incluso a los animales, en lo que era práctica habitual al aplastar una rebelión. Tácito dice que, de acuerdo con una estimación, murieron 80 000 britanos por sólo 400 fallecidos entre las tropas romanas. Tras la victoria los romanos esclavizaron a los icenos sobrevivientes y destruyeron sus alimentos para matar de hambre a aquellos que huyeron. El historiador John Warry (1980) cifró el número de muertos en al menos 50 000 britanos y hasta 500 romanos.13
La localización exacta del campo de batalla no ha sido facilitada por ningún historiador, aunque Tácito da una breve descripción. Si bien han sido sugeridos una gran variedad de lugares, sin un acuerdo total, sí existe consenso en que el ataque del ejército britano se produjo desde la zona de Londres hacia la concentración de las fuerzas romanas, en dirección a Cornualles y al país de Gales. Una leyenda lo sitúa en el camino de Battle Bridge en King's Cross, Londres, pero conforme a lo narrado por Tácito es poco probable que Suetonio regresara a la ciudad.25
La mayoría de los historiadores son partidarios de un lugar en la región de West Midlands, probablemente a lo largo de la calzada romana de Watling Street entre Londinium y Viroconium (hoy Wroxeter en Shropshire), que es actualmente la autopista A5. Otras posibles sugerencias incluyen Manduessedum (Mancetter), en los alrededores de Atherstone (Warwickshire), un sitio cercano a High Cross en Leicestershire,26 una pequeña depresión en Cuttle Mill, dos millas al sudeste de Lactodorum (Towcester) en Northamptonshire,27 o en un sitio cerca de Kings Norton Metchley Camp en Birmingham.28
Consecuencias
Se dice que el emperador Nerón se conmocionó tanto con estos hechos que consideró retirarse definitivamente de Britania,29 pero con la revuelta aplastada y tras mostrar los romanos su contundencia en acabar con las rebeliones, la ocupación de Britania continuó. Nerón sustituyó al gobernador por Publio Petronio Turpiliano, más conciliador, ante el temor de que las políticas punitivas acarrearan más problemas.30
Respecto de Boudica, su final no es claro, pues según Tácito se envenenó; sin embargo Dión Casio cuenta que cayó enferma y murió y le fue dado un lujoso entierro.31
En cuanto a Poenio Póstumo, prefecto de la Legio II Augusta, al mando de la misma por carecer ésta de legado, y que le había impedido unirse a la batalla, después de haber privado a sus hombres de una parte de la gloria, se suicidó cayendo sobre su espada. A raíz de la rebelión, la guarnición de la provincia aumento a 50 000 soldados, un octavo de toda la fuerza militar imperial.7
La provincia de Britania se mantendría dentro de los límites del Imperio romano durante siglos, sin que se produjeran levantamientos de consideración, a excepción de los protagonizados por los brigantes: el de Venutio, que llevaría a cabo otra revuelta menos documentada, en el año 69 d. C.,32 el de Argiragus en el 100 y el 105, y posteriormente otros levantamientos en el 115,33 118 y 154 (el último documentado).
Boudica se convertiría, con el paso de los siglos, en una figura venerada en Gran Bretaña, sobre todo en la época victoriana, una heroína que desafió un poder mucho más grande que el suyo para conservar la libertad y un paradigma de las virtudes británicas.
Grandes Batallas de la Historia. La Batalla de Watling Street. Julio César en su afan por conquistar todo el mundo antiguo, puso su vista más allá de la Galia y desembarcó con sus legiones en Britania (actual Gran Bretaña) en el 55 a.C. Pero no fue hasta casi 100 años después, en el 43 d.C. cuando el emperador Claudio se tomó en serio la idea de conquistar toda Britania para anexionarla al Imperio Romano. De esta forma el ejército romano avanzó por el sur de lo que hoy en día es Inglaterra dando comienzo a la conquista de Britania que se consumaría en el año 90 d.C. Durante la conquista los romanos optaron por llevar a cabo una política de tributos, exigiendo el pago de un impuesto a las aldeas conquistadas a cambio de que puedan conservar sus propias autoridades locales y ser independientes del Imperio. Uno de estos pueblos eran los Icenos que a la muerte de su rey y pese a la promesa romana de que la situación seguiría de la misma manera, fueron conquistados y maltratados por el ejército romano, la viuda del difunto rey, Boudica, fue azotada y sus hijas fueron violadas.
Ante tal situación, los Icenos se sublevaron contra la dominación romana con un gran éxito, de forma que atacaron y mataron a todo romano de tres de las ciudades más importantes de Britania: Camulodunum, Verulamium y Londinium (actual Londres y capital de la provincia de britania) ciudades que apenas estaban defendidas por falta de hombres. Suetonio, encargado de las tropas romanas, reunió a casi dos legiones completas para hacer frente a la rebelión, en total unos 10.000 hombres que eligieron un emplazamiento estratégico para presentar batalla en el que un desfiladero, hacía de cuello de botella y se abría a una llanura. Además un bosque protegía la retaguardia romana para evitar el flanqueo por parte britana, la única mala noticia es que el invierno se acercaba, y los romanos apenas tenían suministros, por lo que los britanos deberían aparecer pronto.
Guerra: Conquista romana de Britania.
Batalla: La Batalla de Watling Street.
Fecha: En Otoño del 60 d.C.
Lugar: En algún punto entre Camulodunum y Londimium, actual Gran Bretaña.
Resultado: Victoria romana.
Clave: Superioridad técnica romana y terreno apropiado.
Beligerantes | |||
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Bajas:
Romanos: 400 muertos y heridos.
Britanos: 80.000 entre muertos heridos y prisioneros.
El ejército britano era 10 veces más numeroso que el romano ya que estaba formado por casi 100.000 hombres venidos de distintos pueblos o clanes que se habían unido a la rebelión con mayoría Icena. Si bien eran muy numerosos, casi ningún soldado tenía formación militar ni el ejército atesoraba más recursos que la infantería ligera. La mayoría del ejército estaba formada por campesinos que no habían visto en su vida ninguna guerra más allá que los saqueos que se habían producido desde el inicio de la rebelión, en las que realmente no llegaron a combatir, tan solo llegaron a tomar parte en pequeñas escaramuzas contra diminutos contingentes de romanos.
No obstante la falsa confianza que los saqueos generaron en los Icenos hicieron que en cuanto tuvieron constancia del emplazamiento exacto de las legiones romanas, acudieran veloces a su encuentro, justo lo que los romanos deseaban. Es importante señalar que las legiones eran en aquella época las mejores tropas del mundo, con una disciplina, unas técnicas, un equipamiento y una preparación que ningún otro ejército poseía, además los romanos tenían caballería cosa con la que los rebeldes no contaban. En pocos días los ejércitos ya estaban frente a frente, la perfecta formación de las legiones romanas, todos en silencio esperando confiados el combate con la infantería en el centro, la infantería ligera en los flancos y la caballería en las alas, contrastaba con la anarquía en la formación de los britanos, que recurrían antes del combate a continuos cánticos intimidatorios y con un único frente dividido en clanes o tribus.
Los britanos confiados en su fácil victoria situaron todos los suministros, carruajes e incluso a sus familias en forma de arco en la retaguardia para que pudiesen observar la gloriosa batalla ignorando que el terreno donde se desarrollaría la batalla hacía prácticamente inútil la ventaja numérica britana. Suevos y cimbrios en el pasado ya habían claudicado en condiciones parecidas contra las tropas romanas, pero los icenos tenían fé ciega en la victoria. Suetonio, que comandaba las operaciones de la batalla, espetó un discurso con unos grandes consejos para sus legionarios: «Ignorad los clamores de estos salvajes. Hay más mujeres que hombres en sus filas. No son soldados y no están debidamente equipados. Les hemos vencido antes y cuando vean nuestro hierro y sientan nuestro valor, cederán al momento. Aguantad hombro con hombro. Lanzad los venablos, y luego avanzad: derribadlos con vuestros escudos y acabad con ellos con las espadas. Olvidaos del botín. Tan sólo ganad y lo tendréis todo».
La espera por el combate se estaba alargando, nadie quería atacar primero para tener a sus tropas mas descansadas, pero la impaciencia entre las filas britanas y las presiones de los otros jefes tribales hicieron que Boudica ordenara una ataque general que consistía en una primitiva carga frontal con la mayor parte de sus efectivos, los britanos salieron con decisión hacia la formación romana dando comienzo a la batalla de Watling Street.
La carga que comenzó con mucho ímpetu se detuvo cuando a una distancia de 30 metros los romanos realizaron una gran descarga de pílums, unas lanzas de dos metros de longitud que resultaban muy efectivas en la media distancia. Tras esta primera gran descarga que resultó tremendamente mortífera por la escasez de protecciones del lado britano, la carga vaciló y prácticamente se detuvo, la segunda descarga realizada inmediatamente después fue decisiva, gran parte de las tropas britanas dieron media vuelta e iniciaron una huida desorganizada rompiendo el frente, pero la retirada se veía bloqueada por los propios carros britanos desde donde que los civiles icenos veían la batalla. Esto provocó una situación de caos en el que los britanos no presentaban ninguna intención de atacar la formación romana, de hecho ni siquiera en la primera y única carga habían llegado a chocar las primeras líneas de ambos ejércitos.
Aprovechando el caos existente, Suetonio mandó un gran ataque de la infantería por el centro, y nada más este comenzó la caballería se lanzó ferozmente contra los flancos britanos. Apoyados en su superioridad técnica, su disciplina y su armamento superior, la infantería cortó lo que quedaba de la formación britana por la mitad a la vez que la caballería romana arrasó literalmente los flancos britanos que pronto se vinieron abajo.
La retirada ya de por sí caótica se convirtió en un sálvese quien pueda, pero los carros seguían bloqueando dicha huida lo que empeoraba la situación puesto que las fuerzas romanas habían sido capaces de cercar a cuatro quintos de las tropas britanas, mientras que los restantes habían conseguido huir en desbandada hacia localidades cercanas. Para los que no tuvieron esa suerte comenzó una masacre que no se detendría hasta la muerte de prácticamente todos los britanos incluyendo mujeres y niños, ya que esa era la forma romana de escarmentar de cara a futuras revueltas.
Tras la batalla, Boudica, la reina rebelde se suicidó envenenándose y dejando libre el camino a Roma para la conquista de toda Britania en la que no volvería a haber grandes revueltas hasta un siglo después. Con la conquista de Britania, Roma aumentaba sus fronteras, y comienza a estirar ya en exceso sus líneas de suministro, no obstante el Imperio Romano experimenta durante el siglo I, una etapa de gran esplendor, en estos momentos nada ni nadie en el mundo antiguo puede hacer frente a Roma
Aprovechando el caos existente, Suetonio mandó un gran ataque de la infantería por el centro, y nada más este comenzó la caballería se lanzó ferozmente contra los flancos britanos. Apoyados en su superioridad técnica, su disciplina y su armamento superior, la infantería cortó lo que quedaba de la formación britana por la mitad a la vez que la caballería romana arrasó literalmente los flancos britanos que pronto se vinieron abajo.
La retirada ya de por sí caótica se convirtió en un sálvese quien pueda, pero los carros seguían bloqueando dicha huida lo que empeoraba la situación puesto que las fuerzas romanas habían sido capaces de cercar a cuatro quintos de las tropas britanas, mientras que los restantes habían conseguido huir en desbandada hacia localidades cercanas. Para los que no tuvieron esa suerte comenzó una masacre que no se detendría hasta la muerte de prácticamente todos los britanos incluyendo mujeres y niños, ya que esa era la forma romana de escarmentar de cara a futuras revueltas.
Tras la batalla, Boudica, la reina rebelde se suicidó envenenándose y dejando libre el camino a Roma para la conquista de toda Britania en la que no volvería a haber grandes revueltas hasta un siglo después. Con la conquista de Britania, Roma aumentaba sus fronteras, y comienza a estirar ya en exceso sus líneas de suministro, no obstante el Imperio Romano experimenta durante el siglo I, una etapa de gran esplendor, en estos momentos nada ni nadie en el mundo antiguo puede hacer frente a Roma
Mapa de la batalla
Legionarios romanos
Boudica, reina icena
Boudica, reina icena
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