domingo, 20 de diciembre de 2015

Monasterios por países - España

Conventos y monasterios de la provincia de Castellón

El monasterio jerónimo de Santa María de la Esperanza se encuentra en la cima de un monte de 445 metros a dos kilómetros y medio de Segorbe, provincia de Castellón.
Se encuentra en la carretra CV-216 en dirección a Navajas y a los pies del monte brota, rodeado de pinares, el Manantial de la Esperanza, de apreciadas aguas que riegan las huertas circundantes. Lo erigió el primer duque de SegorbeEnrique de Aragón y Pimentel, conocido como "el Infante Fortuna" (1445-1522), primo de Fernando el Católico y primer lugarteniente de Cataluña, junto a una antigua ermita de Nuestra Señora de la Esperanza. Hay quien remonta la devoción a la Virgen de la Esperanza hasta el s. VII, pero lo que está probado documentalmente es que ya existía esta ermita poco después de la Reconquista; a finales del siglo XIV se construyó una pequeña ermita dedicada a la Esperanza y a Santa Bárbara. El monasterio comenzó a construirse en 1495; los jerónimos no llegaron a instalarse en él hasta el 1573 y mantuvo su actividad hasta 1835, cuando quedó abandonado con la desamortización. Fue dañado en las Guerras Carlistas y ahora se encuentra en ruinas, pero aún impresionan sus vestigios: dos paredones con ventanales, lo único que queda. En los últimos años se han hecho excavaciones. A su lado se levanta una nueva capilla de la Esperanza.









El convento de Capuchinos de Jérica (Provincia de CastellónEspaña) se localizaba en la calle D. Pablo Barrachina.
Hasta no hace mucho se alzaban en pie diversas construcciones pertenecientes al mismo, pero durante la Guerra Civil fueron destruidas, además, Regiones Devastadas construyó un grupo de casas en el lugar donde se localizaba éste.

Historia

En el año 1578 vinieron a España los Capuchinos, fundando el primer convento en Sarriá (Barcelona). El beato San Juan de Ribera (Sevilla, 1532 - Valencia, 1611), «buscando siempre auxiliares eficaces para la conversión de los moriscos, pidió Capuchinos para Valencia, en donde inauguró su iglesia el 5 de agosto de 1598».1
En el año 1618, Marco Martín, vecino de la villa de Jérica, solicita del P. Provincial Fr. Miguel de Valencia la fundación del Convento con objeto de que los Capuchinos se establecieran en la población, ofreciéndose a costear todos los gastos de las obras y la solicitud de permiso del Ayuntamiento para que los Capuchinos fundasen el Convento y se establecieran en Jérica, permiso que el Ayuntamiento concedió con agrado. El P. Provincial acepta el ofrecimiento y se encarga de tramitar la solicitud de autorización eclesiástica por parte del obispo, que también fue concedida.
El 4 de enero de 1619, en las afueras de la villa (la actual Calle Don Pablo Barrachina), se colocó la primera piedra del Convento de los Capuchinos (decimocuarto de la orden), asistiendo el Padre Provincial Fray Miguel de Valencia, capuchinos que ya se encargarían de las obras de construcción del convento, Marco Martín, quien como dijimos anteriormente, costeó la edificación del mismo y que posteriormente tomó los hábitos como F. Tomas de Xérica,2 las autoridades y la población en general.
En los años 1647 y 1648, Jérica sufrió los azotes de la peste bubónica "de Levante (Los síntomas que caracterizaban la enfermedad era: calentura fuerte, espasmos, palpitaciones, letargo, delirio, con bubones en las ingles, debajo de los brazos y a veces detrás de las orejas y manchas lívidas en la piel; las muertes eran por lo común rápidas y violentas y no pocas repentinas)"3 y las autoridades acordaron que el Convento de los Capuchinos se convirtiera en hospital para los apestados.
Convertido el Convento en hospital, éste estuvo atendido por los Capuchinos, siendo un sacerdote y un corista los responsables de cuidar a los enfermos, tarea a la que se entregaron con gran dedicación y caridad. Una vez desaparecida la peste, se desinfectó el Convento y los Capuchinos volvieron a habitarlo como tal, por lo que las autoridades y pueblo reconocieron con gratitud los beneficios recibidos.
El famoso escultor y arquitecto Nicolás Camarón (Huesca, 1692 - Segorbe, 1767) entre los años 1716 y 1767 mientras vivió en Segorbe realizó la Divina Pastora de Jérica,4 la Pastorica, que estuvo en la Iglesia Arciprestal y donde los Capuchinos y el pueblo le rendían devoción.
En 21 de marzo de 1764 se pidió mediante el Nuncio de Su Santidad un estado de las rentas de los conventos, y si alguno tenía más individuos de los que con ellas o con las limosnas comunes podían mantenerse. El obispo pasó circular a todos los de la diócesis, y de las respuestas que dieron están sacados los siguientes datos:
Convento Capuchinos en Jérica. Había 24 religiosos. Renta, la limosna calculada en 20 cahíces de trigo, 10 libras de seda, 15 arrobas de lana, 300 cántaros de vino, cahiz y medio de alubias, 2 cahíces de panizo».5
«Perseguidos en su país, vinieron a España muchos franceses y en 2 de noviembre de 1792 se prohibió que los sacerdotes franceses vivieran en casas particulares y mandó a los capitanes generales que los distribuyesen por los conventos de los pueblos, repartiendo un total de 54, de los cuales les correspondieron a los Agustinos y Capuchinos de Jérica tres en cada convento».6
En 1811, con la entrada de los franceses, los Capuchinos después de salvar todo lo que pudieron huyeron del Convento, al igual que la población de Jérica y las poblaciones vecinas, que ante el gran número de fuerzas francesas las comunidades religiosas, las mujeres, niños y ancianos, huyeron a los montes próximos. Los franceses, al llegar a Jérica, hicieron al igual que en otras partes, robar, destrozar y profanar la iglesia, que convirtieron en caballeriza.
Al expulsar a los franceses de España en 1813, los Capuchinos quisieron restaurar de nuevo el convento, lo que les fue impedido por haber decretado las Cortes de Cádiz que los conventos que hubieran cerrado con motivo de la presencia de los franceses, no se abriesen más. Pero con la llegada al poder de Fernando VII, todos los conventos se abrieron, así como el de los Capuchinos de Jérica.
El 14 de febrero de 1821, el Obispo de Segorbe solicitó del Gobierno que entre otros se conservara el Convento de Capuchinos de Jérica, lo que fue concedido, pero el día 20 del mismo mes, el jefe político envió las órdenes de supresión y reducción, suprimiendo el de Capuchinos de Jérica y sus individuos incorporados al de Segorbe.7 El Convento ya permaneció cerrado hasta que en el año 1835 fue clausurado definitivamente. Este convento fue de tercera clase y perteneció a la Custodia de Valencia.







El convento del Carmen de Onda (Provincia de CastellónEspaña) es el Santuario Nuestra Señora de la Esperanza, de la cual tenían los ondenses fuerte devoción, y que sería proclamada Patrona de la Villa a principios del siglo XVI, siendo Papa, Julio II. El convento fue construido sobre una antigua ermita, que según Pascual Madoz, dataría del año 1328,1 los Carmelitas la reedificarían alrededor del año 1437.
Fue abandonado por exclaustración forzosa de los frailes carmelitas que estaban allí, obligados por la desamortización de Mendizábal, en 1836; ese mismo año, el 2 de agosto, sufrió un incendio provocado por soldados de la Legión Portuguesa, integrados en las fuerzas liberal-cristinas, en plena Guerra Carlista. Se inició su restauración en 1879, cuando volvieron los frailes carmelitas, y se comenzó, el 26 de abril de 1891, bendecida por el Obispo de la Diócesis de Tortosa, la edificación del templo de estilo neogótico, inaugurándose para su uso y culto el 15 de julio de 1903, en víspera de la festividad de Ntra. Sra. del Carmen.
El 27 de julio de 1936 sufrió otro incendio, provocado esta vez por el saqueo y pillaje de milicias ligadas a una facción del Frente Popular, asesinando además a 12 hermanos carmelitas. Los frailes carmelitas que quedaron, no volvieron hasta el 5 de agosto de 1938, todo ello dentro del contexto de la Guerra Civil Española.
El conjunto de edificaciones que constituyen el Convento del Carmen está emplazado en una pequeña elevación junto al río Sonella. Las sucesivas construcciones no permiten tener una imagen clara del conjunto, del que destacan la iglesia primitiva y su campanario, así como la iglesia moderna y su correspondiente torre. Entre ellas un largo cuerpo de edificio de celdas y dependencias de la comunidad y, al otro lado de la iglesia, el Museo de Ciencias Naturales.
De la primitiva iglesia quedan tres tramos, habiéndose derribado los restantes tras su destrucción en 1836. Fue utilizada de nuevo en1880 hasta la construcción del nuevo templo.
La iglesia nueva es de estilo neogótico, de una nave con cinco capillas laterales y coro sobre el acceso. Interiormente es construcción de bastante elevación, toda de mampostería y ladrillo. En la capilla quinta del lado del Evangelio existe, sin embargo, un arco de sillería de traza gótica embutido en el muro, que pudiera ser uno de los escasos restos de las construcciones primitivas del Convento.







El convento de Santa Catalina de Onda (Provincia de CastellónEspaña), también llamado deConvento de San Francisco, se encuentra enclavado en un cerro próximo a la ciudad, a unos 220 metros sobre el nivel del mar, al sur del río Sonella y gemelo al del Castillo de Onda, dominando un amplio territorio.
Fue fundado en 1455 a petición del pueblo, y habitado por monjes franciscanos. Solamente quedan en pie la Ermita de Santa Catalina y la Capilla del Calvario, que se encuentra a la derecha de lo que sería la puerta principal del convento, añadida en el siglo XVIII como almacén y destinada en 1836 a capilla. El resto de muros del convento no permiten deducir ningún tipo de funcionalidad concreta; solamente una edificación de tres pisos al sur del yacimiento con una arcada en el piso superior, característica de las construcciones valencianas de los siglos XVI al XVIII.
También se detecta la presencia de subterráneos y de lo que sería una cisterna. El historiador Mundina nos dice que la iglesia, de orden corintio, era muy espaciosa.
Durante la Guerra de la Independencia fue utilizada como cuartel de los españoles y como hospital, ocupado después por los franceses. Mientras tanto, los religiosos se trasladaron a la población y volvieron a ocuparlo después de la guerra.
En 1836 fue desamortizado con una exclaustración forzosa de los frailes, e incendiado ese mismo año por voluntarios portugueses que estaban encuadrados en el ejército liberal-cristino bajo el mando del general Manuel Bretón del Río y Fernández de Jubera, destruyéndose definitivamente y quedando solamente la ermita actual (1982).

No hay comentarios:

Publicar un comentario