Asesinos en serie de Alemania
Peter Kürten (Mülheim am Rhein, 26 de mayo de 1883 - Colonia, 2 de julio de 1931) fue un asesino en seriealemán, más conocido como El vampiro de Düsseldorf1 (Der Vampir von Düsseldorf). Alcanzó fama mundial por los asesinatos en serie y los asaltos sexuales que llevó a cabo entre febrero y noviembre de 1929 en la ciudad deDüsseldorf, los cuales también hicieron famosa a esta ciudad fuera de Alemania. Kürten ganó la fama de "vampiro" al afirmar durante su juicio que había bebido la sangre de unas de sus víctimas.
Biografía
Primeros años
Kürten nació en la localidad de Mülheim (ahora distrito de la ciudad alemana de Colonia) y fue el tercero de trece hermanos en el seno de una familia extremadamente pobre. Peter presenció cómo su padre, un alcóholico y violento trabajador en paro, maltrataba a su madre e, incluso, violaba con total impunidad a algunas de sus hermanas menores. Así fue como a la edad de ocho años, Kürten se escapó de su hogar familiar y dirigió sus pasos al mundo de la delincuencia en la ciudad deDüsseldorf.
A los 9 años, realiza sus primeros asesinatos cuando ahogó a dos amigos mientras se bañaban en el Rin. A excepción de estos dos casos aislados, Kürten fue intercalando sus pequeños actos de delincuencia con breves pasos por la cárcel para pagar sus fechorías. También fue contratado como perrero donde experimentó el "placer" de torturar, violar y matar a perros abandonados. No fue el único caso en la vida de Kürten donde experimentaría experiencias sexuales y torturas a animales.
Sus violentas tendencias se fueron incrementando a medida que se iba haciendo mayor. Paralelamente, Kürten necesitaba trasladar esas experiencias sanguinarias de animales a humanos. El 13 de mayo de 1913, Kürten merodeaba una casa presuntamente vacía para robar. Pero en ella se encontraba Khristine Klein, una niña de trece años que dormía en su habitación. Peter, tras comprobar que no había nadie en la casa, estranguló a la joven para terminar degollándola.
Durante la Primera Guerra Mundial, Kürten fue condenado por sus habituales delitos de hurto y alguna que otra agresión sexual. Pero en 1921, Kürten se trasladó aAltenburgo donde se casó con una mujer de buena reputación al mismo tiempo que conseguía un trabajo como Chófer de camión .
Nace el "Vampiro de Düsseldorf"
En 1925, Kürten volvía a Düsseldorf para empezar su serie de crímenes. Una de sus víctimas (Rosa Ohlijer, de ocho años de edad) fue apuñalada trece veces con unas tijeras y tras beber su sangre, quemó su cuerpo con gasolina.
En 1929 llegó el año más sangriento de Kürten. El 13 de febrero, asesinó a una niña de ocho años. El 7 de noviembre, mató a dos hermanas de cinco y catorce años. En septiembre, mató a una mujer con un martillo. Y el 29 de agosto, llegó al punto álgido de su locura al matar a una niña de cinco años y enviar a un periódico local el mapa de la tumba de la asesinada.
Estos asesinatos hicieron que la ciudad de Düsseldorf viviera en un continuo estado de histeria. Nadie se atrevía a caminar solo por las calles de la ciudad. Las autoridades ofrecían una suculenta recompensa por quien diera pistas sobre la identidad del asesino y la polizei llegó a recibir hasta 900.000 nombres de posibles asesinos.
El Vampiro es cazado
En mayo de 1930, Kürten cometió el error garrafal que le acabaría condenando. Kürten engañó a Maria Budlick, una empleada doméstica, para llevarla a Grafenberger, un bosque de las cercanías. El malhechor estranguló a su víctima para agredirla sexualmente pero la dejó con vida después de experimentar el orgasmo. Al marcharse el asesino, Budlick acudió a la policía donde pudo dar información precisa sobre Kürten. Poco después, aparecía el retrato robot del hombre más buscado de Alemania.
Víctima de un gran miedo, Kürten ofreció a su esposa la posibilidad de delatarle, con la creencia de que recibiría la suculenta suma de dinero que suponía la recompensa por su cabeza. Así, el 24 de mayo el vampiro de Düsseldorf fue localizado y arrestado. Kürten confesó haber cometido 79 delitos, aunque sería acusado solamente de nueve asesinatos y de siete intentos de asesinato. En el juicio posterior (abril de 1931), inicialmente se declaró inocente. Pero a medida que iba transcurriendo el pleito, cambió de idea. De hecho, los psicoanalistas trabajaron duro para deshacer cualquier tipo de enajenación que le pudieran salvar de la pena de muerte. La sentencia fue morir guillotinado por nueve asesinatos, siete intentos frustrados y no menos de 80 agresiones sexuales.
La última frase de Kürten, casi coincidente con el estreno de la película de Fritz Lang en 1931, demostró el alcance de su obsesión por la sangre y su atracción por la muerte: "Dígame, cuando me hayan decapitado ¿podré oír siquiera un momento el ruido de mi propia sangre saliendo del cuello?".[cita requerida]
Tras su ejecución, su cabeza fue diseccionada y momificada, y en la actualidad se conserva en un museo de Wisconsin Dells, en los Estados Unidos.4
Importancia criminológica de Kürten
El caso Kürten es importante en el mundo de la criminología al dar a la policía de todo el mundo elementos que son clave en la evolución de cualquier asesino en serie. Fue la primera vez que un cuerpo de seguridad nacional pudo determinar la actividad criminal en miles de sospechosos. De hecho, muchos asesinos después de Kürten imitaron su conducta y muchos otros presuntos delincuentes fueron absueltos por la policía al no encajar con el modus operandi del vampiro de Düsseldorf.
Los motivos de la actitud de Kürten todavía son objeto de estudio. Él arguyó como la principal razón para cometer los asesinatos su pasión desenfrenada por beber la sangre de sus víctimas (de ahí su apodo del Vampiro de Düsseldorf) y su placer sexual en el momento de la ejecución. Aunque durante el juicio, el asesino también reconoció que su principal motivación consistía en "aleccionar a una sociedad opresiva".
Referencias culturales
En 1931, Fritz Lang dirigió la película M, el vampiro de Düsseldorf basada en estos sucesos y en la figura de Kürten. El escritor Kim Newman incluyó a Peter Kürten como un personaje secundario en su novela El sanguinario barón rojo.
PETER KURTEN: Nació el 26 de mayo de 1883, en Kóln-Mülheim. Fue el quinto hijo de trece hermanos que vivían hacinados en un solo cuarto, razón que desencadenó una importante promiscuidad sexual e incluso incesto. Su padre tenía como ocupación el moldeado de arena y era adicto a la bebida, además de golpear frecuentemente a los miembros de su familia. Su madre, además, lo acosaba sexualmente.
Cuando su padre es condenado a trabajos forzados en 1897 por intento de incesto, Peter comienza a criarse vagabundeando y con poca atención; amaba a los animales que se criaban en su granja pero un día comprendió que sentía más placer degollándolos.
Peter tuvo que educarse en la calle, comenzando así su vida criminal muy tempranamente. A los cinco años de edad además de la crueldad con los animales mató a un perro y a uno de sus compañeros de juegos que no sabía nadar lo tiró desde una barca en la que navegaban, intentando ahogarle. A los 8 años, después de una paliza que le dio su madre, huyó de la casa, viviendo del producto de sus robos. Regresó a casa y trabajó como aprendiz en una fábrica.
Su contacto con lo criminal fue a temprana edad, ya que cuando sólo contaba con cinco años intenta ahogar a un compañero que jugaba con él en una pequeña embarcación, asimismo le gustaba colaborar con el empleado municipal que atrapaba perros vagabundos, quien le enseñó a masturbarlos y torturarlos llegando en una oportunidad a matar él mismo a uno de los pobres animales.
Practicó la zoofilia con cabras, ovejas y cerdos, descubriendo que obtenía mayor placer si los acuchillaba durante el acto sexual. Además, estaba fascinado con los incendios y se dedicaba a leer extasiado sobre Jack el Destripador y sus asesinatos.
En 1894 se muda con su familia a la ciudad de Düsseldorf, don de trabaja como aprendiz de moldeador enuna fábrica, a los 14 años asalta a una joven. que casi estrangula en los bosques de Grafenberger. Esa zona sería luego el escenario de sus crímenes. De allí en más deambulará por el río Rin con una prostituta.
Durante ese período es condenado por arios delitos pero finalmente vuelve a Düseldorf. Unas vez allí consigue alojamiento en la casa de la señora M, que tenía una hija de 16 años. Esta mujer era adicta al sadismo, lo que aumentó el innato gusto por el maltrato que poseía Peter. Esta relación no prospera y la mujer lo denuncia, motivo por el cual vuelve a la cárcel, por este y otros delitos como robo y deserción de sus obligaciones militares. Kürten pasa casi 20 años en prisión o realizando trabajos forzados.
Su primer homicidio tuvo lugar en 1913 cuando ingresa a la casa de Peter Klein con intenciones de robo. Al entrar al dormitorio, buscando joyas o dinero, encuentra a una niña de 8 años —Christine Klein— y sin poder controlarse la estrangula y luego le corta la garganta. El contacto con la sangre tibia le produjo satisfacción, y limpió el cuchillo con su pañuelo, que llevaba el monograma PK. Las sospechas, por supuesto, recayeron sobre el padre de la niña, que poseía las mismas iniciales.
Peter contrae matrimonio en 1923 se instala en una casa de la calle Mettmanner Strasse Nro 71. No tuvo hijos y era considerado por sus vecinos como una persona seria, honesta y amable, con la única particularidad de maquillarse para disimular sus edad. Desde su casamiento y hasta 1929, asaltó y casi estranguló a varias mujeres, pero estas no lo denunciaron por vergüenza.
Su sed de sangre no se detendría y el 9 de enero de 1929, en horas de la noche, atacó a Apollonia Kuhn hundiéndole unas tijeras que se rompieron por la presión impuesta por Peter. Los gritos desgarradores de la mujer alertaron a unos paseantes, que pudieron rescatarla pero Kürten lograría escapar. El 8 de febrero engaña a RosaOhlinger de 9 años a quien lleva a una zona oscura de las cercanías de la iglesia Vinzenz, la rede violentamente con las tijeras hasta mala. Horas más tarde regresa al lugar del crimenpara verter petróleo sobre el cuerpo y lo incendia, logrando así nuevamente el orgasmo.
Otras de sus víctimas sería Rudolf Scheer, quien deambulaba alcoholizado y tiene un encuentro con Kürten. Tras un airado cruce de palabras, el asesino lo ataca con las tijeras y bebe la sangre que mana de las heridas. Un domingo de agosto de 1929 organiza una cita con la prostituta María Hahn. Durante el encuentro la estrangula, le clava las tijeras en la garganta, y absorbe la sangre de la víctima. El cuerpo de la joven es encontrado gracias a un carta que envía el propio Kürten a la policía con un poema y un plano indicando el lugar exacto. Siempre se alejaba del lugar de los hechos con una sonrisa o canturreando una canción ya que no era la penetración o el contacto físico erótico lo que lo satisfacía sino el asesinato y la sangre,
Vuelve a matar el 24 de agosto, cuando seduce a las jovencitas Luise Lenzem de 13 años y Gertrud Hamacher de 5, que son llevadas a un campo cercano donde las estrangula y las apuñala, seccionando la garganta de una de ellas. Posteriormente intenta asesinar a una criada, Gertrud Schulte, quien recibe varias heridas. En el mes de septiembre mata a Ida Reuter a golpes de martillo, después de haberla violado. La siguiente desafortunada fue Elizabeth Dorrier, que recibió golpes de martillo, y finalmente Gertrud Alberman de 5 años, a quien estrangula y acuchilla con las tijeras 35 veces.
Su mayor traspié lo comete cuando se encuentra en la calle con Maria Butlies. Ese 14 de mayo de 1930 la joven llegaba a Düsseldorf en busca de un albergue estudiantil. Temerosa, porque ya se conocían las andanzas del «vampiro», buscaba la dirección del lugar en sus bolsillos y un señor que observaba la escena se acerca para ayudarla, pero es interrumpido por Peter, quien se ofrece a acompañar a la muchacha. Así, la joven caía en sus garras. Kürten la lleva primero a su casa, donde nunca había llevado a ninguna víctima, le ofrece pan y leche, y luego, con la excusa de conducirla hasta el albergue, la lleva a un bosque cercano donde intenta estrangularla. Después de un forcejeo, ella logra librarse y él se da cuenta que logró alcanzar el goce y su víctima estaba viva y se retira del lugar murmurando: «Así es el amor».
Sólo podía excitarse sexualmente matando mujeres. El Prof. Berg describió a Kürten como “el rey de los pervertidos sexuales”, necrófilo, sádico, incendiario y practicaba el bestialismo. Bebía la sangre de sus víctimas. Sentía gran admiración por Jack “El Destripador”.
La joven finalmente llega a la dirección de la pensión, pero tarda varios días en denunciarlo. Peter consideró, frente a los acontecimientos que debía contarle toda la verdad a su esposa y así lo hace una mañana de mayo de 1930, con voz serena le dice que él era la Bestia que estaban buscando, le describe el placer que sentía al cometer sus horribles asesinatos, la utilización de tijeras o martillos que guardaba en el bolsillo, de su saco.
Por supuesto, su mujer no podía cree lo que escuchaba. Su esposo, un modesto empleado y amable vecino no podía ser un homicida. Finalmente él le propone un pacto debido a que la Informacion sobre el Vampiro o la Bestia de Düsseldorf tenía precio muy alto, le pide que lo entregue. De esta manera la recompensa serviría como indemnización por todos los sufrimientos vividos por su culpa. Ambos tenían un plan y la mañana del 24 de mayo de 1930 se presenta a la policía la señora
Kürten, que dijo saber a quién buscaban y que los guiaría hasta él. Los agentes estuvieron de acuerdo, y a las tres de la tarde fueron acompañados hasta la Iglesia de Saint Rochus. Allí se encontraba Peter, de 47 años que, mirando a los policías, dijo: «No tienen por qué temer», y se entregó.
El juicio se abrió el 13 abril de 1931, el imputado alegó locura y su abogado intentó convencer al jurado de que su cliente había estado dominado por una fuerza diabólica que lo obligaba a cometer los repugnantes asesinatos. Guando el juez le pregunta en una oportunidad si tenía conciencia de sus actos, Kürten le responde: «No tengo ninguna. Nunca he sentido un mal presentimiento en mi alma; nunca pensé que lo que hice estuviera mal, a pesar de que la sociedad humana me condene. Mi sangre y la sangre de mis víctimas caerán sobre la cabeza de mis torturadores. Debe haber un Ser supremo que dio en primer lugar la primera chispa vital a mi vida. Ese ser supremo considerará mis buenas acciones porque vengué la injusticia.
Los castigos que he sufrido han destruido todos mis sentimientos como ser humano. Es por ello que no tuve piedad para mis víctimas)). Y agregó: «No tengo ningún remordimiento. Cuando recuerdo mis actos no me avergüenzo, recordar todos los detalles me hace disfrutar.
El 22 de abril fue declarado culpable de asesinato en nueve casos, y de intento de asesinato en siete. Fue sentenciado según el Código Penal alemán de esa época a morir nueve veces y a una condena de quince años. Su ejecución se produjo el 2 de julio de 1931, cuando fue guillotinado en la prisión de Klingelputz previa confesión con el capellán y la redacción de varias cartas a los familiares de sus víctimas.
Después de que me decapiten, podré oír por un momento el sonido de mi propia sangre al correr por mí cuello… Ese será el placer para terminar con todos los placeres.
La policía trató de averiguar quién era el hombre que aterrorizaba a la ciudad, sin conseguirlo, hasta que en cierta ocasión, viendo que iba a ser descubierto cualquier día, confesó sus crímenes a su mujer, que horrorizada le denunció a la policía. Así pudo ser capturado, y juzgado en un proceso que comenzó el 13 de abril de 1931, durante el cual intentó su abogado defensor probar que era un demente para salvarle de la pena capital. No le sirvió de nada y el 2 de julio de 1931 fué ejecutado en la guillotina a las seis de la mañana. Durante los días que estuvo en prisión recibió miles de cartas, muchas de ellas cartas de amor y en la mayoría de las cuales le pedían su autógrafo.
ALGO MAS SOBRE ESTE ASESINO….
¿De dónde venía entonces esta necesidad de asesinar y a veces de beber la sangre de sus víctimas? Es el mismo Kürten quién aporta las explicaciones. Kürten era hijo de un padre alcohólico que lo había batido a golpes desde sus primeros años. Además había sido testigo de la violación de su padre a su hermana mayor y de las palizas rutinarias que propinaba^ a su madre. Esta realidad fue la que contemplaron sus ojos durante toda su niñez. Este patético relato explica en buena parte las cosas y según el mismo Kütner, lo absuelve de todo cargo ya que él no es otra cosa que una víctima de la sociedad y que sólo ha actuado en consecuencia. Kürtner defenderá esta tesis hasta el último instante.
A los treinta años Kütner había logrado dejar su pasado. Encontró trabajo en una empresa de camiones y se casó con una dulce y candida muchacha que trabajaba en una cervecería. Su vida era un ejemplo de la existencia rutinaria y plana de la baja burguesía alemana. Esto al menos, hasta el mes de febrero de 1929, en que algo se gatillo en la mente de este hombre. Algún oscuro comportamiento, relegado en las zonas más sombrías del pensamiento, se abrió dando paso a este caudal sanguinario que no saciaría sino con su fatal reguero de víctimas.
En la prisión, Kütner se arrepintió de sus actos ante el capellán Fassbaender, sin renunciar nunca, eso sí, a la idea de que él era solo un producto lógico del sistema. La última noche la pasó en una larga plática con el capellán. Al parecer su estado de ánimo era del todo reconciliado. No solo encontraba justo el castigo sino lo creía necesario. En la penitenciaría de Colonia, hasta donde había sido trasladado desde Dusseldorf, el condenado reconoció haberse desembarazado de las fuerzas del demonio que pugnaban en él. Ese 8 de julio de 1931, en el cadalzo, segundos antes que la guillotina cayera sobre su cuello, Peter Kürten expresó su último deseo: “Solo quiero -dijo- oír la sangre como mana de mi cuerpo”.
Peter Kürten, el Vampiro de Dusseldorf, se había inscrito en la negra lista de los criminales más abominables de la historia, esos que vienen a plantear una y otra vez los enigmas no resueltos de los oscuros designios de alma humana.
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