sábado, 27 de enero de 2018

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América

San Martín de Porres Velázquez O.P. o San Martín de Porras Velázquez O.P. (LimaVirreinato del Perú9 de diciembre de 1579 - Ibídem3 de noviembre de 1639) fue un fraile peruano de la orden de los dominicos. Es el primer santo mulato de América.1​ Es conocido también como «el santo de la escoba»por ser representado con una escoba en la mano como símbolo de su humildad.

San Martin de Porres huaycan.jpg


Biografía[editar]

Infancia[editar]

Fachada de la casa donde nació San Martín de Porres, actualmente sede de la casa Hogar que lleva su nombre y en donde se realizan actividades de bien social.
Estatua de San Martín de Porres en la Iglesia de Santa Rosa de Lima.
Martín de Porres o Porras12​ fue hijo de un noble burgalés, caballero de la Orden de Alcántara, Juan de Porres (según algunos documentos, el apellido original fue Porras) natural de la ciudad de Burgos, y de una negra liberta (horra), Ana Velázquez, natural de Panamá que residía en Lima.
Su padre no podía casarse con una mujer de su condición, porque era muy pobre, lo que no impidió su amancebamientocon Ana Velázquez. Fruto de esta relación nació Martín y, dos años después, Juana, su única hermana. Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579 en la Iglesia de San Sebastián de Lima.
Ana Velázquez dio cuidadosa educación cristiana a sus dos hijos. Juan de Porres estaba destinado en Guayaquil, y desde ahí les proveía de sustento. Viendo la situación precaria en que iban creciendo, sin padre ni maestros, decidió reconocerlos como hijos suyos ante la ley. En su infancia y temprana adolescencia sufrió la pobreza y limitaciones propias de la comunidad de raza negra en que vivió.1

Vida religiosa[editar]

Se formó como auxiliar práctico, barbero y herborista.1​ En 1594, a la edad de quince años, y por la invitación de Fray Juan de Lorenzana, famoso dominico, teólogo y hombre de virtudes, entró en la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de «donado», es decir, como terciario por ser hijo ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos trabajos como criado). Así vivió nueve años, practicando los oficios más humildes. Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar de la oposición de su padre, y en 1606se convirtió en fraile profesando los votos de pobrezacastidad y obediencia.
De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el Convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos valiosos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para ayudar a remediar la crisis, el Prior conmovido, rechazó su ayuda. Ejerció constantemente su vocación pastoral y misionera; enseñaba la doctrina cristiana y fe de Jesucristo a los negros e indios y gente rústica que asistían a escucharlo en calles y en las haciendas cercanas a las propiedades de la Orden ubicadas en Limatambo.
La situación de pobreza y abandono moral que estos padecían le preocupaban; es así que con la ayuda de varios ricos de la ciudad - entre ellos el virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y BobadillaIV Conde de Chinchón, que en propia mano le entregaba cada mes no menos de cien pesos - fundó el Asilo y Escuela de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación.
Martín siempre aspiró a realizar vocación misionera en países alejados. Con frecuencia lo oyeron hablar de FilipinasChina y especialmente de Japón, país que alguna vez manifestó conocer. El futuro santo fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo dos o tres horas, mayormente por las tardes. Usó siempre un simple hábito de cordellate blanco con una capa larga de color negro. Alguna vez que el Prior lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro fraile lo felicitó risueño, Martín, le respondió: «pues con éste me han de enterrar» y efectivamente, así fue.3

Ideal de santidad[editar]

Altar dedicado a San Martín de Porres levantado en el lugar donde estuvo su celda - Basílica y convento de Santo DomingoLima.
Glorificación de San Martín de Porras del artista italiano Fausto Contiencargada por el papa Juan XXIII para la canonización en San Pedro de Roma. Se encuentra actualmente en la basílica del Santísimo Rosario, en el Convento de Santo Domingo de Lima.
Martín fue seguidor de los modelos de santidad de Santo Domingo de GuzmánSan JoséSanta Catalina de Siena y San Vicente Ferrer. Sin embargo, a pesar de su encendido fervor y devoción, no desarrolló una línea de misticismo propia.
Martín de Porres fue confidente de San Juan Macías fraile dominico, con el cual forjó una entrañable amistad. Se sabe que también conoció a Santa Rosa de Lima, terciaria dominica, y que se trataron algunas veces, pero no se tienen detalles históricamente comprobados de estas entrevistas.
La personalidad carismática de Martín hizo que fuera buscado por personas de todos los estratos sociales, altos dignatarios de la Iglesia y del Gobierno, gente sencilla, ricos y pobres, todos tenían en Martín alivio a sus necesidades espirituales, físicas o materiales. Su entera disposición y su ayuda incondicional al prójimo propició que fuera visto como un hombre santo.
Aunque él trataba de ocultarse, la fama de santo crecía día por día. Fueron varias las familias en Lima que recibieron ayuda de Martín de Porres de alguna forma u otra. También, muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era: «Que venga el santo hermano Martín». Y él nunca negaba un favor a quien podía hacerlo.

Su muerte[editar]

Casi a la edad de sesenta años, Martín de Porres cayó enfermo y anunció que había llegado la hora de encontrarse con el Señor. La noticia causó profunda conmoción en la ciudad de Lima. Tal era la veneración hacia este mulato, que el virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, fue a besarle la mano cuando se encontraba en su lecho de muerte pidiéndole que velara por él desde el cielo.
Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz alta el Credoy mientras lo hacían, falleció. Eran las 9 de la noche del 3 de noviembrede 1639 en la Ciudad de los Reyes, capital del Virreinato del Perú. Toda la ciudad le dio el último adiós en forma multitudinaria donde se mezclaron gente de todas las clases sociales. Altas autoridades civiles y eclesiásticas lo llevaron en hombros hasta la cripta, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular se mostró tan excesiva que las autoridades se vieron obligadas a realizar un rápido entierro.
En la actualidad sus restos descansan en la Basílica y Convento de Santo Domingo de Lima, junto a los restos de Santa Rosa de Lima y San Juan Macías en el denominado «Altar de los Santos Peruanos».

Milagros atribuidos[editar]

Tradicional procesión de San Martín de Porres en el centro histórico de Lima.
Imagen de San Martín de Porres en el distrito de Barranco.
Pintura anónima de San Martín de Porres.
Las historias de sus milagros son muchas y sorprendentes, estas fueron recogidas como testimonios jurados en los Procesos diocesano (1660-1664) y apostólico (1679-1686), abiertos para promover su beatificación. Buena parte de estos testimonios proceden de los mismos religiosos dominicos que convivieron con él, pero también los hay de otras muchas personas, pues Martín de Porres trató con gente de todas las clases sociales.
Se le atribuye el don de la bilocación. Sin salir de Lima, se dice que fue visto en México, en África, en China y en Japón, animando a los misioneros que se encontraban en dificultad o curando enfermos. Mientras permanecía encerrado en su celda, lo vieron llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos o curarlos. Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. En ocasiones salía del convento a atender a un enfermo grave, y volvía luego a entrar sin tener llave de la puerta y sin que nadie le abriera. Preguntado cómo lo hacía, respondía: «Yo tengo mis modos de entrar y salir».
Se le reputó control sobre la naturaleza, las plantas que sembraba germinaban antes de tiempo y toda clase de animales atendían a sus mandatos. Uno de los episodios más conocidos de su vida es que hacía comer del mismo plato a un perro, un ratón y un gato en completa armonía. Se le atribuyó también el don de la sanación, de los cuales quedan muchos testimonios, siendo los más extraordinarios la curación de enfermos desahuciados. «Yo te curo, Dios te sana» era la frase que solía decir para evitar muestras de veneración a su persona.
Según los testimonios de la época, a veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan solo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación. Normalmente los remedios por él dispuestos eran los indicados para el caso, pero en otras ocasiones, cuando no disponía de ellos, acudía a medios inverosímiles con iguales resultados. Con unas vendas y vino tibio sanó a un niño que se había partido las dos piernas, o aplicando un trozo de suela al brazo de un donado zapatero lo curó de una grave infección.
Muchos testimonios afirmaron que cuando oraba con mucha devoción, levitaba y no veía ni escuchaba a la gente. A veces el mismo virrey que iba a consultarle (aún siendo Martín de pocos estudios) tenía que aguardar un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que terminara su éxtasis. Otra de las facultades atribuidas fue la videncia. Solía presentarse ante los pobres y enfermos llevándoles determinadas viandas, medicinas u objetos que no habían solicitado pero que eran secretamente deseadas o necesitadas por ellos.
Se contó además entre otros hechos, que Juana, su hermana, habiendo sustraído a escondidas una suma de dinero a su esposo se encontró con Martín, el cual inmediatamente le llamó la atención por lo que había hecho. También se le atribuyó facultades para predecir la vida propia y ajena, incluido el momento de la muerte.
De los relatos que se guardan de sus milagros, parece deducirse que Martín de Porres no les daba mayor importancia. A veces, incluso, al imponer silencio acerca de ellos, solía hacerlo con joviales bromas, llenas de donaire y humildad. En la vida de Martín de Porres los milagros parecían obras naturales. Se dice que en algunos momentos de su vida, tuvo que lidiar con el diablo; especialmente en el día de su muerte, donde presuntamente el diablo terminó siendo vencido.14

Beatificación y canonización[editar]

En 1660 el arzobispo de LimaPedro de Villagómez, inició la recolección de declaraciones de las virtudes y milagros de Martín de Porres para promover su beatificación, pero a pesar de su biografía ejemplar y de haberse convertido en devoción fundamental de mulatosindios y negros, la sociedad colonial no lo llevó a los altares. Su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1837 cuando fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad.
El Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canonizó en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962 ante una multitud de cuarenta mil personas procedentes de varias partes del mundo nombrándolo «Santo Patrono de la Justicia Social», exaltando sus virtudes con las siguientes palabras: «Martín excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que el merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudó a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama ‘Martín, el bueno’.»
La proclamación de Martín de Porres como santo fue sustentada por las milagrosas curaciones que ocurrieron a una anciana gravemente enferma en Asunción (Paraguay) en 1948 y a un niño con una pierna a punto de ser amputada por la gangrena en Tenerife (España) en 1956.56
Su festividad en el santoral católico se celebra el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento. En diversas ciudades del Perú se efectúan fiestas patronales en su nombre y procesiones de su imagen ese día, siendo la procesión principal la que parte de la Iglesia de Santo Domingo en Lima, lugar donde descansan sus restos mortales.

Martín de Porres en el cine y la televisión[editar]

Filmografía[editar]

  • 1961 - Fray Escoba (España)
  • 1963 - Milagros de San Martín de Porres (México)
  • 1974 - Un mulato llamado Martín /San Martín de Porres (México, Perú)
Películas para televisión
  • 2006 - Fray Martin de Porres [TV-Movie]
  • 2016 - Los ratones de Fray Martín (Perú) [TV-Movie]
TV-Novelas


SAN MARTÍN DE PORRES (1579-1639)
(conocido como Fray Escoba) Su fiesta se celebra el 3 de Noviembre.
Fray Escoba San Martín de Porres nació en Lima el año 1579. Era hijo de un hidalgo español, D. Juan de Porres, y de una muchacha mulata, Ana Velázquez. Martín fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, en la misma pila bautismal en que siete años más tarde lo sería Santa Rosa de Lima.
Desde niño fue Martín muy generoso con los pobres, a los que daba parte del dinero cuando iba de compras. Su madre lo llevaba con frecuencia al templo. Su padre, gobernador de Panamá, le procuró una buena educación.
Martín aprendió el oficio de barbero, que incluía el de cirujano y la medicina general. Cumplía bien su oficio, sobre todo en favor de los pobres, y aprovechaba la ocasión para hablarles de Dios, y era tal su bondad que conmovía a todos. Por el día trabajaba. Por la noche se dedicaba a la oración.
A los quince años entró como terciario dominico en el convento del Rosario de Lima. Allí fue feliz, sirviendo con humildad y caridad a los de dentro y a los de fuera. Convirtió el convento en un hospital. Recogía enfermos y heridos por las calles, los cargaba sobre sus hombros y los acostaba en su propia cama. Los cuidaba y mimaba como una madre. Algunos religiosos protestaron, pues infringía la clausura y la paz. La caridad está por encima de la clausura, contestaba Martín. Sus rudimentarias medicinas, y más aún sus manos, obraban curaciones y milagros. Su caridad se extendía a los pobres animalitos que encontraba hambrientos y heridos.
Había muchos vagabundos por Lima. Buscó dinero y fundó el Asilo de Santa Cruz para niños y niñas. Allí les cuidaba y enseñaba una profesión.
Sus devociones preferidas eran: Cristo Crucificado, y en recuerdo de los sufrimientos de Cristo en la Cruz se daba tres disciplinas diarias. Jesús Sacramentado, y pasaba horas ante el Santísimo con frecuentes éxtasis. La Virgen María -sobre todo bajo la advocación del Rosario- con la que conversaba amorosamente. Y el ángel de la guarda, al que acudía con mucha frecuencia. Luchaba tenazmente contra el sueño en la oración.
Cuando la viruela empezó a causar estragos en Lima, la actividad y los cuidados de Martín se multiplicaron. A todas partes llevaba consuelo y remedio. Se cuenta que gozó del privilegio de la multilocación (estar en varios lugares a la vez), pues le veían curando y consolando simultáneamente en varios sitios. Todos acudian a él. Todos le tenían por santo. Era el ángel de Lima.
Aquel esfuerzo sobrehumano llegó a debilitarle peligrosamente. Cayó enfermo. Él sabia que no saldría de aquella enfermedad. Sufrió entonces muchos ataques del demonio, pero sintió el consuelo y compañía de la Virgen.
Cuando vio que se acercaba el momento feliz de ir de gozar de Dios, pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Era el 3 de noviembre de 1639.
Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de todos, singularmente de los más pobres. Todos se disputaban por conseguir alguna reliquia. Toda la ciudad le dio el último adiós.
Su culto se ha extendido prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró Beato el 1837. Fue canonizado por Juan XXIII en 1962. Recordaba el Papa, en la homilía de la canonización, las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo: su profunda humildad que le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por parte de todo el pueblo, el hermoso apelativo de "Martín de la caridad".
Fiestas en honor a San Martín de Porres
En Perú, gracias a los frailes dominicos de Lima, las celebraciones en honor a San Martín de Porres se celebran durante 40 días. Mediante esta extensa celebración, el objetivo de los dominicos es fomentar la devoción a este querido gran santo.
Las festividades comienzan el 31 de octubre dado que es el día previo en el que se coloca la imagen del santo durante todo el mes de noviembre en un trono especial en el convento de Santo Domingo, donde vivió y murió. Las celebraciones terminarán el 9 de diciembre, dado que ese día se conmemora el nacimiento de San Martín de Porres.
Las actividades programadas para esos 40 días están inspiradas en las obras de caridad del santo peruano y en su importancia cultural. Estas son algunas de las actividades que se realizarán en el Convento de Santo Domingo y en la Basílica del Santísimo Rosario ubicada allí:
El día 31 a las 6:00 p.m. se entronizará la imagen de San Martín de Porres y se celebrará una Misa en la Basílica del Santísimo Rosario.

El 3 de noviembre, día de la fiesta del santo, se celebrará una Eucaristía en el convento a las 7:00 p.m.

El 4 de noviembre se premiará a las 6:00 p.m. a los ganadores del Concurso de Pintura Rápida dedicado a San Martín de Porres, que se realizará el 29 de octubre en el claustro del convento.

El 9 de noviembre a las 8:00 p.m. se celebra un cóctel benéfico titulado “Pan y Vino” que ha sido organizado por la Casa San Martín de Porres, una institución que atiende a los ancianos pobres. Los interesados en participar en la cena pueden escribir al correo casadesanmartindeporres@gmail.com.

El 10 de noviembre a las 8:00 p.m. el Nuncio Apostólico en el Perú, Mons. Nicola Girasoli, inaugurará en el convento de Santo Domingo una nueva capilla dedicada a Santa Rosa de Lima, que fue amiga de San Martín de Porres. Ese día también comenzará en la basílica el rezo de una novena al santo que terminará el 18 de ese mes.

El 12 de noviembre se celebrará a las 9:00 a.m. una Misa de Romería en el cementerio “El Ángel” en memoria de todos los miembros fallecidos de la Hermandad de Caballeros de San Martín de Porres y San Juan Macías O.P (Orden de Predicadores).

A la 1:00 p.m. en el atrio de la basílica miembros de la Asociación de Peluqueros y Estilistas cortarán el cabello gratis a quienes lo deseen y a las 3:00 p.m. los niños que pertenecen a la Hermandad de Caballeros de San Martín de Porres y San Juan Macías O.P realizarán una procesión por las calles cercanas al convento.

El 19 de noviembre a las 7:00 a.m. el Obispo Auxiliar de Lima, Mons. Adriano Tomasi, presidirá una Eucaristía en la basílica y una procesión con la imagen de San Martín de Porres por las calles del centro histórico de Lima.

El 25 de noviembre a la 1:30 p.m. en el atrio del convento se brindará atención médica gratuita. Al día siguiente habrá una campaña gratuita de atención veterinaria a la misma hora.

El 8 de diciembre se realizará a las 8:00 p.m. una “Serenata a San Martín de Porres” y al día siguiente los dominicos celebrarán una Misa Solemne por el aniversario del nacimiento del santo y como cierre de los 40 días de festejos.

En los días 31 de octubre y 4, 11,18 y 25 de noviembre se realizarán por la noche conciertos gratuitos y los dominicos han pedido que las personas traigan víveres que se destinarán a la Casa San Martín de Porres.

Además, durante ese periodo de tiempo, se instalará un muro de peticiones en el atrio de la Basílica del Santísimo Rosario.


ORACIÓN A SAN MARTÍN DE PORRES
San Martín de PorresSeñor Nuestro Jesucristo, que dijiste "pedid y recibiréis", humildemente te suplicamos que, por la intercesión de San Martín de Porres, escuches nuestros ruegos.
Renueva, te suplicamos, los milagros que por su intercesión durante su vida realizaste, y concédenos la gracia que te pedimos si es para bien de nuestra alma. Así sea.

ORACIÓN PARA PEDIR UN FAVOR 

En esta necesidad y pena que me agobia acudo a ti, mi protector San Martín de Porres.
Quiero sentir tu poderosa intercesión. Tú, que viviste sólo para Dios y para tus hermanos, que tan solícito fuiste en socorrer a los necesitados, escucha a quienes admiramos tus virtudes.
Confío en tu poderoso valimiento para que, intercediendo ante el Dios de bondad, me sean perdonados mis pecados y me vea libre de males y desgracias.
Alcánzame tu espíritu de caridad y servicio para que amorosamente te sirva entregado a mis hermanos y a hacer el bien.
Padre celestial, por los méritos de tu fiel siervo San Martín, ayúdame en mis problemas y no permitas que quede confundida mi esperanza.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
NOVENA
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Dios misericordioso, que nos disteis en el Bienaventurado Martín un modelo perfecto de humildad, de mortificación y de caridad; y sin mirar a su condición, sino a la fidelidad con que os servía, le engrandecisteis hasta glorificarle en vuestro Reino, entre los coros de los ángeles! Miradnos compasivo y hacednos sentir su intercesión poderosa.

Y tú, beatísimo Martín, que viviste sólo para Dios y para tus semejantes; tú, que tan solícito fuiste siempre en socorrer a los necesitados, atiende piadoso a los que, admirando tus virtudes y reconociendo tu poder, alabamos el Señor, que tanto te ensalzó. Haznos sentir los efectos de tu gran caridad, rogando por nosotros al Señor, que tan fielmente premió tus méritos con la eterna gloria. Amén.

Rezar a continuación la meditación y la oración del día que corresponda




DÍA PRIMERO
ORIENTACIÓN
Al instruirse el niño Martín en las primeras nociones propias de su edad, comenzaba también a conocer a Dios que ya desde entonces vino a ser la razón y divisa de su conducta. Púsose luego bajo la enseñanza de un maestro que era barbero-cirujano, que en aquel tiempo no sólo sabían el arte propio de la barbería, sino también el de curar las enfermedades más Corrientes... Preveía Martín el bien que podía prestar a sus prójimos, y así gustaba de tal oficio gozoso de poder ser un día útil a sus semejantes. Donde se ve, cómo la Divina Providencia iba orientando a su Siervo, preparándolo para los fines a que lo destinaba.


Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh feliz Martín, que, contento en tu condición de hijo de una esclava, te dejabas guiar por la mano de Dios ya en tu niñez; haz que nos resignemos en todo a los designios de la Providencia! A imitación tuya aceptamos gustosos la voluntad del Señor y sus designios sobre nosotros. Tú nos enseñas que si somos buenos con Él, Él será generoso con nosotros; he aquí que queremos servirle fielmente. Ayúdanos tú, Martín bondadoso, y ruega por nosotros a tu amado Jesús, Dios verdadero, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.




DÍA SEGUNDO
FE EN DIOS
Era tan firme la fe de fray Martín, que suspiraba pidiendo a Dios la gracia de morir por defenderla. Por su parte empleaba el tiempo que le quedaba libre, en enseñar la doctrina cristiana a los indios y negros en Lima; luego se iba a Limatambo, distante media legua de la ciudad, y a otras haciendas vecinas, donde enseñaba a los humildes trabajadores y esclavos, consolándolos en sus trabajos y enfermedades, e inspirándolos amor a la Cruz. Hubiera querido multiplicarse, para llevar a todas partes el conocimiento de Dios. El Señor le concedió la gracia especialísima, de actuar al parecer a la vez en dos lugares en cuya virtud, le vemos instruyendo y consolando a los sufridos negros en el Africa y otros lugares apartados.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh glorioso fray Martín, que desde tus primeros años aprendiste a andar por los caminos del Señor, firme siempre tu fe en Dios, celoso por su gloria y salvación de las almas; haz que vivamos esa misma fe, como hijos de Dios que somos! Ruega por nosotros, para que te imitemos en la fidelidad, y alcánzanos las gracias particulares que sabes necesitamos, ya que tanto puedes ante nuestro Rey Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.




DÍA TERCERO
MORTIFICACIÓN
Fray Martín, no obstante el conservarse en la gracia bautismal, se consideraba el peor de los nacidos, e indigno del hábito que llevaba; y a imitación de su Santo Patriarca, oraba casi toda la noche, disciplinándose hasta por tres veces de un modo cruel. No perdía ocasión de humillarse, gozando cuando se veía despreciado o insultado. Cuando le honraban personas distinguidas, corría a un lugar oculto, y se disciplinaba duramente; si no se le proporcionaba lugar a propósito, se abofeteaba diciendo:

-Pobre infeliz ¿cuando mereciste?.., No seas soberbio; bien conoces que eres un ruin, que naciste para esclavo de estos señores, y que sólo por amor a Dios pueden sufrirte tantos religiosos santos.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh Dios misericordioso, que nos diste al humilde fray Martín, como ejemplo de penitencia y mortificación; sednos propicio y olvidad nuestras infidelidades! Y tú, purísimo Martín, que no sólo sufrías resignado tus trabajos y enfermedades, sino que mortificabas duramente tu inocente cuerpo; alcánzanos del Señor el espíritu de penitencia, con el cual, al menos, suframos con alegría les mortificaciones de nuestros semejantes y nuestros propios males, para que, purificados de nuestros pecados, seamos aceptables a Dios y acreedoras a tu poderosa protección. Amén.




DÍA CUARTO
EL TAUMATURGO
Eran continuos los prodigios del bienaventurado Martín socorriendo necesitados y curando enfermos. Algunos eran remediados al invocarle estando ausente, y otros con sólo tocar su ropa. Entre éstos, sucedió que visitando a don Mateo Pastor, que le ayudaba en el socorro de los pobres, se hallaba su señora, doña Francisca Vélez, con un agudísimo dolor de costado sin conseguir aliviarse con ninguna medicina. Al llegar el Siervo de Dios, tomó el borde de su capa y lo acercó a la parte dolorida, sintiéndose enteramente sana. Atónita exclamó:

- ¡ Ah! Gran Siervo de Dios es fray Martín pues el solo contacto de su ropa me ha sanado.

Confundido fray Martín, le dijo:

-Dios sólo ha hecho esto, señora. Dé las gracias a Dios, pues yo soy un miserable y el mayor pecador del mundo, Dios sea bendito, que toma tan vil instrumento para consolarla a usted, y para que no pierda su valor el hábito de mi padre Santo Domingo, aunque lo lleve tan gran pecador como yo.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh glorioso San Martín; bendecimos al Señor por el gran poder que se dignó otorgarte concediéndote dominio sobre la vida y la muerte! Animados por la generosidad con que derramas los dones de Dios, recurrimos a Ti con la mayor confianza. Pide para nosotros más fe, más amor a Dios y les gracias que necesitamos. ¡Todo lo esperamos de tu intercesión! y por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.




DÍA QUINTO
PADRE DE LOS POBRES
Por la prontitud con que socorría fray Martín a los necesitados, le llamaban Padre de los Pobres. En multitud de casos acudió milagrosamente al que le llamaba, enfermo o necesitado. Entre otros, una pobre a la que él solía socorrer, se vio necesitada, con urgencia, de cierta cantidad. No pudiendo ir a encontrarse con el Siervo de Dios, clamó en estos términos, repetidas veces.
-Hermano fray Martín, tu socorro me falta, y no puedo participarte la gran aflicción en que me hallo.

Al cabo de una hora se presenta el caritativo bienhechor, precisamente con la cantidad que ella necesitaba, diciéndole que no se afligiese pues Dios conocía las necesidades de los pobres y sabía remediarlas.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

Glorioso San Martín, siempre compasivo, padre de los pobres y necesitados; míranos con piedad y ruega siempre por nosotros, que te invocamos con fe absoluta en tu bondad y en tu poder. No nos olvides ante este Dios, a quien siempre serviste y adoraste. Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien nosotros también queremos servir y adorar ahora y por toda la Eternidad. Amén.




DÍA SEXTO
AMOR DE DIOS
Todo cuanto fray Martín hacía en sus prácticas y obligaciones y en relación con sus semejantes, era efecto de su amor a Dios. Cuando oraba, pues, se hallaba como en su centro: con frecuencia perdía el uso de los sentidos, quedando largo rato en éxtasis. Muchos testigos dieron testimonio, de haberle visto repetidas veces elevado algunas varas sobre el suelo, en su celda, en la Iglesia, y en la sala capitular conversando con la imagen de Cristo Crucificado. Si a esto añadimos la sublimidad del momento en que recibía a Jesús Sacramentado en que se sentía como en una gloria anticipada, conversando íntimamente con su Dios, no nos extrañará el que, aceptando Dios tan grande amor, hiciera tan poderoso a su fiel y amante Siervo.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh Dios mío, que tan generoso sois con quien os ama con sinceridad de corazón; os amarnos, pero deseamos amaros más y más! Haced que por intercesión de San Martín, aumente nuestro amor a Vos. Y tú, Martín benditísimo, ruega por nosotros, alcánzanos el amor puro de Dios, que nos hará dulce el vivir según su ley. Consíguenos también las demás gracias que sabes necesitamos y esperáramos por tu intercesión poderosa y los méritos de Nuestro Señor. Amén.




DÍA SÉPTIMO
AL CIELO
Reveló Dios al bienaventurado Martín el día y hora de su muerte mostrándose él, desde entonces, más jovial y contento.

Cayó enfermo, y ya no pensó más que en su Dios, sobre todo después de recibir el Santo Viático, sin engreírle las visitas que llegaban a su penitente lecho de tablas. Autoridades, prelados, dignidades eclesiásticas y hasta el mismo Virrey Don Luis Fernández de Bobadilla, iban a dar sus últimos encargos para el Cielo a aquel humildísimo siervo fiel, que con frecuencia estaba en éxtasis, arrobado en el amor de Dios, a quien siempre había servido.

Se cantó el credo y al decir aquellas palabras "se encarnó por el Espíritu Santo de la Virgen María y se hizo hombre", acercó al pecho el Crucifijo que tenía en sus manos, y cerró suavemente los ojos. Todos lloraban.. El Arzobispo exclamó: Aprendamos a morir.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh dichoso San Martín, que viste coronados tus trabajos, tus mortificaciones, tu caridad y tu amor a Dios con una muerte feliz!, ¡ten compasión de nosotros! Todos te lloran. Los necesitados y enfermos creen perder un padre compasivo y el remedio de sus males, y dan rienda a su dolor llorando tu muerte; pero luego ven que tú no los abandonas; te llaman y tú sigues socorriéndolos y aliviando sus males. El estar más cerca del Señor, glorioso San Martín ha aumentado tu poder. Oye, pues, también nuestras humildes súplicas, pidiendo al Señor por nosotros para que atienda nuestros ruegos. Y que nuestra muerte sea la de los justos por tu intercesión y los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.




DÍA OCTAVO
DESPUÉS DEL TRANSITO
Después de la muerte de fray Martín, los milagros se multiplican. El propio Notario del proceso, don Francisco Blanca, se hallaba con una llega en un pie, con gran hinchazón en la pierna y grandes dolores. Tenía que actuar al día siguiente. Invocó al Santo y al momento quedóse dormido; al amanecer se halló perfectamente bien, sin hinchazón, y la llaga seca y sana.

Entre otros prodigios, fueron muchos los casos de señoras que, no pudiendo naturalmente dar a luz lo consiguieron con felicidad al encomendarse al Siervo de Dios fray Martín. Así aconteció a una esclava de doña Isabel Ortiz de Torres, a doña María Beltrán, otra señora de Arequipa, desahuciada de los médicos, a la que aplicaron una carta de fray Martín, y particularmente, a doña Graciana Farfán de los Godos, a quien libró de una infección y muerte segura.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh bienaventurado Martín! Si, en la tierra vivías sólo para Dios y para tus semejantes, hoy, que te hallas ya junto al trono de la bondad y la misericordia, puedes disponer mejor de sus tesoros. Si aquí conocías donde estaba la necesidad para remediarla, mejor la ves desde el Cielo donde moras. Mira, pues, Martín bondadoso, a los que a ti acudimos con la segura confianza de ser oídos. No defraudes las esperanzas de los que nos gozamos en verte ensalzado en la tierra, como Dios te ensalzó llevándote a su gloria.




DÍA NOVENO
APOTEOSIS
Examinada en Roma la portentosa vida del Siervo de Dios fray Martín y a instancia del Rey Felipe IV y de todos los elementos vitales de la ciudad de Lima, envió el Pontífice las cartas remisoriales, nombrando jueces apostólicos para formar el proceso solemne. Se comunicó a la ciudad tan fausta noticia en la Catedral, en solemne función, con asistencia del Virrey, Arzobispo, demás autoridades civiles, militares y eclesiásticas e inmensidad de público que no cabía en el gran templo; todos derraman copiosas lágrimas de gozo, pues se acercaba el tiempo de ver beatificado y canonizado a su querido fray Martín. Unos y otros referían sus virtudes y los milagros obrados por Dios para confirmar el concepto de Santo en que todos le tenían.

Hecho el proceso, y firmado por más de ciento sesenta testigos de hechos milagrosos, se cerró y selló ante el pueblo. Emocionado el Arzobispo derramando abundantes lágrimas, dijo: Así honra Dios a este hombre de color que supo servirle y amarle de corazón.

El 29 de octubre de 1837 fue beatificado por el Papa Gregorio XVI.
La gloriosa canonización ha sido el digno remate de un laborioso trabajo intensificado en los últimos treinta años. S. S. Juan XXIII inscribió en el catálogo de los santos a fray Martín, el 6 de mayo de 1962.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh Dios, que tan gloriosamente levantas a los abatidos y humildes, y tan generosamente premias el sufrimiento y la caridad! Miradnos postrados ante Vos y glorificad a vuestro humilde siervo San Martín, atendiéndonos en nuestras súplicas. Y tú, hermano nuestro benditísimo, que ya te ves glorificado ante el trono del Señor, ruégale por nosotros, tanto más dignos de compasión cuanto más necesitados. Consíguenos las gracias que te pedimos, y que un día logremos la gloria del cielo, donde vives bendiciendo a Dios en compañía de los Angeles y Santos por toda la eternidad. Amén.

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