domingo, 28 de enero de 2018

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América

Santa Mariana de Jesús, nacida como María Ana de Paredes Flores y Jaramillo (* Quito1618 - † ídem, 1645), fue una virgen penitente y santa quiteña, la primera nacida en el actual territorio de Ecuador canonizada por la Iglesia católica. Es además heroína nacional desde 1946.

SantaMarianaJesus.jpg


Biografía[editar]

Santa Mariana catequista. Óleo del pintor Joaquín Pinto a inicios del siglo XX. Representa a la Santa quiteña en su labor laica de catequizar a los pobres.
María Ana de Paredes Flores nació el 31 de octubre de 1618 en la ciudad de Quito, hoy capital de la República del Ecuador y por aquel entonces de la Real Audiencia homónima, perteneciente al imperio español. Su padre fue el capitán Jerónimo de Paredes Flores y Granobles, y su madre la aristócrata Mariana Jaramillo, descendiendo por línea paterna de conquistadores españoles a los que la Corona reconoció con su propio escudo de armas.1​ Huérfana desde los siete años, fue tutelada por su hermana mayor, de nombre Jéronima y su esposo, el capitán Cosme de Miranda, quienes la criaron como hija suya y comprendieron su inclinación hacia la vida penitente.2
A temprana edad dio muestras de una precoz vida religiosa y de caridad hacia los pobres, invitando a sus sobrinas (de su misma edad) a rezar el rosario, hacer el viacrucis, evangelizar paganos y ayudar a los indigentes.3​ Ayudada por su cuñado, en dos ocasiones intentó ingresar sin éxito a la comunidad religiosa, por lo que decidió servir a Dios de manera laica, viviendo en una habitación que se le construyó en el solar que había heredado su hermana Jerónima1​ y que hoy corresponde al coro del monasterio de El Carmen Alto. Su primer guía espiritual fue el jesuita Juan Camacho, quien la motivó para hacer el voto de virginidad perpetua.2
Mariana de Jesús tenía dotes innatas para la música, por lo que tocaba hermosamente la guitarra y el piano, además de que poseía una armoniosa voz que compartía a través del canto. Había aprendido a leer, coser, tejer y bordar, lo que le permitía mantener su tiempo ocupado y lejos del pecado de la ociocidad.3​ Se propuso cumplir aquel mandato de Jesús: "Quien desea seguirme que se niegue a sí mismo", y desde niña empezó a mortificarse en la comida, en el beber y dormir. Con frecuencia se retiraba a practicar penitencia en su habitación, la cual despojó de todo mueble con excepción de un ataúd y una calavera que le recordaban que iba a morir y tendría que rendir cuentas a Dios; en él dormía varias noches cada semana, y el tiempo restante lo tenía lleno de almohadas que semejaban un cadáver.1
Entre sus guías espirituales más célebres se encontraba el padre Hernando de la Cruz, quien realizó un hermoso retrato de la joven y le dedicó un poema. El 6 de noviembre de 1639, y por consejo de sus confesores, se hizo terciaria de San Francisco de Asís (ya que en la Compañía de Jesús no hay tercera orden, como ella tanto hubiera deseado).2
Murió el viernes 26 de mayo de 1645, a la temprana edad de 27 años. Se encontraba acompañada en sus aposentos por tres sacerdotes jesuitas que la habían cuidado durante sus últimos días. Su entierro fue precedido por un inmenso cortejo fúnebre, y a la misa acudieron los más importantes personajes de la ciudad, así como cientos de pobres a los que alguna vez había ayudado.

Milagros atribuidos[editar]

Lugar exacto donde brotó la milagrosa azucena, en el actual monasterio de El Carmen Alto.
En Quito ocurrieron un conjunto de movimientos telúricos que destruyeron varias casas y ocasionaron la muerte de algunas personas, por lo que un sacerdote de la iglesia de La Compañía dijo durante un sermón: "Dios mío, te ofrezco mi vida para que se acaben los terremotos". A lo que Mariana respondió: "No, Señor, la vida de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas, en cambio yo no soy necesaria. Te ofrezco mi vida para que cesen estos terremotos". La gente admiró el sacrificio que ofrecía la joven, y aquella misma mañana al salir del templo ella manifestó que comenzó a sentirse muy enferma, hecho que coincidió con el cese de los movimientos telúricos de acuerdo a la crónica de la época.2
Es conocida como la Azucena de Quito por un suceso sobrenatural que le es atribuido: durante la convalecencia de la enfermedad que le aquejaba tras el sacrificio ofrecido, parte de los tratamientos médicos consistían en sacarle sangre. Después la muchacha de servicio vertía la sangre en una maceta del huerto, y en la misma nació días después una bellísima azucena. Es por eso que en la mayor parte de sus representaciones aparece con esta flor entre sus manos o cerca de ella.3
Se dice que la joven recibió el don de conocer el futuro, por lo que predijo entre otras cosas, el día de su propia muerte.3

Beatificación y canonización[editar]

Procesión de la imagen de Santa Mariana de Jesús por las calles de Quito (2016).
El proceso de elevación a los altares inició el 20 de julio de 1694, cuando el rey español Carlos II expidió una Real Cédula mediante la cual ordenaba que se pidiese limosnas en todas las colonias americanas para promover la beatificación de Mariana y su sobrina Sebastiana Caso, tal como lo habían sugerido miembros quitenses de la Compañía de Jesús desde hacía tiempo.4​ La beatificación de las dos vírgenes americanas interesó a la Corona española por conveniencia política, pues así se fortalecían los lazos de identidad de la aristocracia criolla del Nuevo Mundo con Madrid, además del simbolismo que la causa reconocía para el catolicismo hispanoamericano.4
Tras la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles, ocurrida en el año 1767, el asunto pasó directamente a manos de la monarquía, por lo que el rey Carlos IIIdesignó al conónigo chileno Juan del Castillo como Regio Postulador de la causa ante la Santa Sede.4​ Para el efecto, el Consejo de Su Majestad le facilitó a Castillo altísimas sumas de dinero para los gastos que la empresa requería, como sueldos, regalos al Vaticano e incluso la propaganda de la imagen de Mariana de Jesús entre los territorios americanos de Santa FeQuitoPerú y Charcas.4
Finalmente Mariana fue beatificada el 20 de noviembre de 1853 por el papa Pío IX, y posteriormente canonizada el 4 de junio de 1950 por Pío XII, siendo la primera santa ecuatoriana y considerada como patrona de su país natal. Desde entonces su festividad se conmemora el 26 de mayo de cada año.

Honores póstumos[editar]

El 30 de noviembre de 1945, la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador le otorgó el título de Heroína de la Patria basados en el sacrificio ofrecido para el cese de los terremotos que asolaban la Sierra en el siglo XVII. Se encuentra enterrada en el altar mayor de la iglesia de La Compañía, cobijada por una bandera nacional y en un féretro de latón tallado y dorado con pan de oro.
Una escultura con su imagen, obra del ecuatoriano residente en Carrara, Mario Tapia, se encuentra en la fachada posterior de la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. La figura se encuentra junto a otras catorce representaciones de santos como Brígida de SueciaCatalina de Siena y María Josefa del Corazón de Jesús. La santa quiteña es, junto a la chilena Teresa de Los Andes, la única latinoamericana en decorar la catedral mayor del catolicismo.5
En su honor existen:



26 de mayo: Fiesta de Santa Mariana de Jesús, la azucena de Quito
(ACI).- “Su pobreza da testimonio gozoso y creíble de Dios como la verdadera riqueza del corazón humano, contesta la idolatría del dinero y se hace voz profética en medio de la sociedad”, dijo San Juan Pablo II sobre Santa Mariana de Jesús Paredes, invocada como la “azucena de Quito” y cuya fiesta es el 26 de mayo.
Mariana de Jesús de Paredes y Flores nació en Quito (Ecuador) en 1618. Desde pequeña mostró inclinación hacia el pudor y la modestia. Quedó huérfana de padres a los cuatro años y estuvo al cuidado de su hermana ya casada.
Tenía talento para la música y para el coser, labrar, tejer y bordar. Además, solía retirarse a orar en algún rincón de la casa y hacer penitencia.
Después de su Primera Comunión hizo voto de perpetua castidad al que luego juntó los de pobreza y obediencia. Posteriormente, con la orientación de sus directores espirituales comprendió que Dios no la quería en un monasterio.
Armó un espacio cerrado en su casa donde oraba con un horario semanal de penitencias y ayunos, saliendo solo para ir a Iglesia en las mañanas. Así mantuvo una vida de austeridad desde la adolescencia.
Su apostolado estuvo en la oración por el prójimo, sus consejos a los que acudían a ella logrando paz entre los que se peleaban y la conversión de muchos pecadores. Más adelante, por consejo de sus confesores, se hizo terciaria de San Francisco de Asís. Además se consideraba discípula espiritual de Santa Teresa de Ávila y, al mismo tiempo, se sentía hija de la Compañía de Jesús.
Un día le dijo a un sacerdote vanidoso, después de un brillante sermón: “mire padre, que Dios lo envió a recoger almas para el cielo, y no a recoger aplausos de este suelo". Así el clérigo dejó de buscar la estimación al predicar.
Una vez que estuvo enferma le sacaron sangre, que fue depositada en una matera en la que floreció una bella azucena.
Por aquel entonces se produjeron terribles terremotos y la Santa ofreció su vida a Dios para que cesen. Al salir del templo empezó a sentirse enferma y ya no se repitieron estas catástrofes que cobraron muchas vidas y destruyeron casas.
Una terrible epidemia también estaba causando la muerte de cientos de personas. Santa Mariana ofreció su vida y sus dolores para que eso se detuviera y desde aquel día ya no murió más gente de ese mal. Por eso el Congreso de Ecuador en 1946 le otorgó el título de “Heroína de la Patria”.
Partió a la Casa del Padre el 26 de mayo de 1645 y a su entierro acudió una gran cantidad de fieles. Fue canonizada por el Papa Pío XII en 1950.






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