lunes, 9 de abril de 2018

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santos del 26 de abril

Isidoro de Sevilla (en latínIsidorus Hispalensis; nacido probablemente en Cartagenac. 556-Sevilla4 de abril de 636) fue un eclesiástico católico erudito polímata hispanogodo. Fue arzobispo de Sevilla durante más de tres décadas (599–636) y canonizado por la Iglesia católica. Es uno de los Cuatro Santos de Cartagena.


San Isidoro de Sevilla
Isidor von Sevilla.jpeg
San Isidoro de Sevilla (1655) de Bartolomé Esteban MurilloCatedral de Sevilla.
Arzobispo, confesor y doctor
Proclamado Doctor de la Iglesia el 25 de abril de 1722 por el papa Inocencio XIII
NacimientoAproximadamente en 556
Cartagena
Fallecimiento4 de abril de 636
Sevilla
Venerado enIglesia católicaIglesia ortodoxa, Comunión anglicana, Iglesias viejo católicas de la Unión de Utrecht
CanonizaciónCulto inmemorial
Festividad
AtributosObispo latino, con un libro y a veces montado sobre un caballo blanco y sosteniendo una espada.
PatronazgoInternet4​, humanidadestopógrafosinformáticaestudiantes.


Biografía[editar]

Origen[editar]

Se desconoce el lugar real de nacimiento de Isidoro, aunque su familia era originaria de Cartagena. Era hijo de Severiano o Severino, el cual pertenecía a una familia hispanorromana de elevado rango social5​ y al cual se le adjudica el título de dux (si bien su hermano Leandro menciona que era simplemente un ciudadano); su madre Teodora o Túrtura, en cambio, de acuerdo con algunos, era de origen visigodo y, según parece, estaba lejanamente emparentada con la realeza, pero todavía los matrimonios mixtos estaban prohibidos.[cita requerida] Su familia era originaria de Cartagena y se distinguió por su contribución a la conversión de los reyes visigodos(arrianos) al catolicismo.
Antonio Hernández Parrales, archivero-bibliotecario del arzobispado de Sevilla afirma que en el “año de 554, Severiano y su mujer, cuyo nombre se ignora, abandonan Cartagena, que había pasado al poder bizantino, y en un exilio forzoso o voluntario, vienen a establecerse en Sevilla acompañados de sus tres hijos, LeandroFulgencio y Florentina. Así nos lo cuenta el mismo San Leandro, al asegurar que la familia de Severiano y Turtur tiene que iniciar su exilio en el año 554 con sus tres hijos, con lo que nos viene a indicar que San Isidoro, el cuarto y menor de los hijos, no había nacido todavía”. Y escribe a continuación: “En Sevilla se señala hasta el sitio de la casa de su nacimiento, que es el lugar donde se levanta la parroquia de San Isidoro. Así lo hizo constar el padre Antonio de Quintana Dueñas, en su libro 'Santos de la ciudad de Sevilla y su Arzobispado', al decir: «Su insigne Parroquial, erigida en el sitio que presumen fue del Palacio de sus padres y de su nacimiento, es fundación del Santo Rey Don Fernando». Y el erudito Nicolás Antonio, en su ‘Biblioteca hispana vetus', dejó consignado que había nacido en Sevilla, porque generalmente se cree que todavía no había nacido Isidoro, cuando su padre Severiano vino exilado a esta ciudad: «Hispali natus vulgo creditur. In eam enim Urbem fama est exulen venisse, nondum eo nato, Severianum». Con lo que queda claro que, a pesar de los constantes e históricos intentos de negar la procedencia hispalense de San Isidoro, el filósofo fue sevillano.”6
Al parecer, la familia de Isidoro huyó a Sevilla tras la conquista bizantina al ser éstos defensores del rey Agila Ifrente a Atanagildo, aliado de los bizantinos.
Miembros de esta familia son su hermano Leandro, su inmediato predecesor en el arzobispado de Sevilla y oponente del rey Leovigildo (llegó al arzobispado al inicio del reinado del nuevo rey, el ya católico Recaredo); su hermano Fulgencio, que llegó a ser obispo de Cartagena y de Astigi (hoy Écija), y también su hermana Florentina, de la que la tradición dice que fue abadesa a cargo de cuarenta conventos. Los cuatro fueron canonizados y se les conoce colectivamente como los Cuatro Santos de Cartagena, siendo los patrones de la diócesis cartagenera. Isidoro también es mencionado como hermano de Teodora o Teodosia, reina de la Hispania visigoda por su matrimonio con el rey Leovigildo. Isidoro y sus hermanos Leandro, Fulgencio y Florentina serían tíos maternos, por tanto, de los hijos de Leovigildo y Teodora: Hermenegildo (posteriormente también canonizado) y Recaredo, el rey visigodo que se convirtió al catolicismo. Todavía, la primera mujer de Leovigildo fue ciertamente una visigoda, de nombre desconocido, puesto que, al tiempo, los matrimonios mixtos eran prohibidos.[cita requerida]

Juventud[editar]

Isidoro de Sevilla presentando su obra a su hermana Florentina. Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia, hacia el año 800.
La maestría de San Isidoro en griego y hebreo le dio reputación de ser un estudiante capaz y entusiasta. Su propio latín estaba afectado por las tradiciones locales visigodas y contiene cientos de palabras identificables como localismos hispanos (el editor de su obra en el siglo XVII encontró 1640 de tales localismos, reconocibles en el español de la época).

Isidoro y el arrianismo[editar]

En una época de desintegración de la cultura clásica, de violencia e ignorancia entre las clases dominantes, Isidoro impulsó la asimilación de los visigodos, que ya llevaban dos siglos en Hispania, a fin de conseguir un mayor bienestar, tanto político como espiritual, del reino. Para ello, ayudó a su hermano en la conversión de la casa real visigoda (arrianos) al catolicismo e impulsó el proceso de conversión de los visigodos tras la muerte de su hermano (599). Presidió el segundo sínodo provincial de la Bética en Sevilla (noviembre de 618 ó 619, durante el reinado de Sisebuto), al que asistieron no sólo prelados peninsulares sino también de la Narbonense (que formaba parte del reino visigodo de Toledo) y Galia.
Estatua de Isidoro de Sevilla por José Alcoverro ubicada en la escalinata de acceso a la Biblioteca Nacional de España.
En las actas del concilio se establece totalmente la naturaleza de Cristo, de acuerdo con los concilios ecuménicos de Nicea del año 325 y de Constantinopla del año 381 y posteriores, rebatiendo las concepciones arrianas.

Vejez[editar]

A edad avanzada, también presidió el IV Concilio de Toledo (633), que requirió que todos los obispos estableciesen seminarios y escuelas catedralicias. Siguiendo las directrices establecidas por Isidoro en Sevilla fue prescrito el estudio del griego y el hebreo, y se alentó el interés por el estudio del Derecho y la Medicina.
También marcó la unificación litúrgica de la España visigoda (rito hispano, mozárabe o isidoriano, utilizado en toda la España cristiana hasta la progresiva imposición del rito romano en el siglo XI) e impulsó la formación cultural del clero. El concilio fue probablemente un reflejo de las ideas de Isidoro. Pero el concilio no sólo produjo conclusiones de carácter religioso o eclesiástico, sino también político. El lugar ocupado por el rey y la deferencia a él debida en el concilio es también destacable: la Iglesia es libre e independiente, pero ligada mediante una solemne lealtad al rey. Para muchos autores fue uno de los primeros pensadores en formular la teoría del origen divino del poder regio: «Dios concedió la preeminencia a los príncipes para el gobierno de los pueblos».[cita requerida]

Muerte y canonización[editar]

Fue el primero de los grandes compiladores medievales. Su cuerpo fue sepultado, según la tradición, en una ermita a las afueras de Sevilla, cuyo uso perduró incluso después del traslado de los restos a León, y sobre la cual se fundó en el siglo XIV el monasterio de San Isidoro del Campo, habitado primero por monjes cistercienses y luego por monjes jerónimos, que fueron precursores de la Reforma en España, y dos de ellos, Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, fueron los autores de la primera versión de la Biblia en español traducida de los idiomas originales.
Desde dicha ciudad, sus restos fueron, en 1063, trasladados a la basílica de San Isidoro de León, donde permanecen desde entonces; ese año el monarca leonés Fernando I comisionó a los obispos Alvito de León y Ordoño de Astorga para obtener las reliquias del rey de la taifa de SevillaAl-Mutadid, tributario suyo. Existen también algunas reliquias suyas en la catedral de Murcia.
En el altar mayor de la parroquia de la Anunciación de Abla (Almería) también se encuentra una reliquia de San Isidoro, donada por la Curia Romana en el mes de diciembre de 2008 con motivo de la consagración de dicho altar.
Fue canonizado en 1598, y en 1722 el papa Inocencio XIII lo declaró doctor de la Iglesia.

Obras[editar]

Mapamundi en una copia del siglo XI de una obra de Isidoro de Sevilla.

Producción literaria[editar]

Fue un escritor prolífico y un infatigable compilador y recopilador. Compuso numerosos trabajos históricos y litúrgicos, tratados de astronomía y geografía, diálogos, enciclopedias, biografías de personas ilustres, textos teológicos y eclesiásticos, ensayos valorativos sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, y un diccionario de sinónimos, así como “Laus Spaniae” (Alabanza de España).
Su obra más conocida son las Etimologías (hacia 634), monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII. Este texto, también llamado Orígenes y dividido en veinte libros, con 448 capítulos, constituye una enorme obra enciclopédica en la que se recogen y sistematizan todos los ámbitos del saber de la época (teologíahistorialiteraturaartederechogramáticacosmologíaciencias naturales...). Isidoro tenía acceso a las importantísimas obras eruditas, hoy perdidas, del romano Marco Terencio Varrón, la principal de su fuentes, por lo cual salvó de la destrucción una parte sustancial de la obra enciclopédica de aquel y gracias a su esfuerzo se hizo posible la perduración de la cultura clásica grecolatina y su transmisión no solo a la España visigoda, sino al resto de Europa durante los siglos siguientes.
Asimismo cabe destacar su Hispana, una colección de cánones conciliares y epístolas episcopales. Los cánones recogidos corresponden a concilios griegos, africanos, galicanos y españoles, mientras las epístolas episcopales, más de un centenar, quedan agrupadas por orden cronológico. La riqueza de contenido y universalidad de sus planteamientos confieren a la Hispana un papel de capital importancia, sin parangón posible con cualquier otra colección canónica de la misma época, perdurando su influencia durante siglos y llegándose a traducir al árabe. La Hispana fue precedida desde mediados del siglo VI por un índice formado por el extracto de los cánones, y constó de tres recensiones: la Isidoriana, correspondiente a la redacción primitiva, la Juliana (de la época de San Julián de Toledo) y la Vulgata, o edición más difundida y utilizada, que habría de ser bien conocida en las Galias y que influyó además en otras colecciones canónicas posteriores.
Casi diez siglos después de su muerte fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa Inocencio XIII.

Producción historiográfica[editar]

Isidoro de Sevilla escribió diversas obras históricas, siendo la más importante Etimologías, una extensa compilación en la que almacena, sistematiza y condensa todo el conocimiento de la época. Otra obra, pero de menor importancia es su Historia de los godos, vándalos y suevos.
Folio 26v miniado del Códice toledano (siglo IX) de las Etimologías(ahora en la Biblioteca Nacional de España, signatura: Vitr. 14-3). Escrito en minúscula visigoda de la escuela toledano-sevillana, procede de la Catedral de Toledo.

Las Etimologías[editar]

Una de las cuestiones que se abordan en este libro es definir el concepto de Historia y diferenciar los tipos de historia que pueda haber. Isidoro de Sevilla coloca a la historia dentro del género de la Gramática, ya que, al igual que en la Antigüedad, la trata como un género literario. Dice que la Historia es la narración de hechos acontecidos y que etimológicamente significa 'ver' o 'conocer'. Esto difiere de la concepción que tenía Heródoto, para el que significaba 'investigar'.
Para Isidoro, los escritores antiguos sólo escribían de lo que habían visto. Él hace una genealogía de la Historia y cita como primer historiador a Moisés, que es el que hace la historia sobre el principio del mundo. Entre los griegos, el primer historiador sería Dares Frigio, que realmente fue un personaje de la Ilíada, un sacerdote de Troya. Isidoro lo considera así porque en el siglo VI aparece una historia apócrifa de la Guerra de Troya, aparentemente escrita por este hombre, y será la fuente más valorada sobre este hecho durante la Edad Media (incluso más que Homero). El siguiente historiador griego en importancia considera que fue Heródoto.
En las Etimologías, Isidoro de Sevilla explica que los antiguos dividieron la Filosofía en tres partes, que según el formato de la tabla de tríadas se puede presentar así: Física, Lógica y Ética. Cada una de ellas se puede subdividir a su vez:
  • división de la Física: Geometría/Aritmética/Música,
  • división de la Lógica: Gramática/Dialéctica/Retórica,
  • división de la Ética: Justicia/Prudencia/Fortaleza/Templanza.
Luego, Isidoro de Sevilla habla de la utilidad de la Historia, que es para la enseñanza del momento presente. Este autor y esta obra serán muy influyentes durante toda la Edad Media.

Historia de los godos, vándalos y suevos[editar]

Es la historia de los pueblos que se asientan en la Península durante el siglo V d. C. Ahora se da un paralelismo con lo ocurrido con Eusebio de Cesarea, porque escribe desde el lado de los visigodos, que son los pueblos que se enfrentan a los romanos. Su tarea debe ser que no se muestre a los visigodos como los malos y a los romanos como los buenos. Por eso dice que durante la conquista, todos los romanos que estuviesen en un lugar sagrado, como dentro de una iglesia, o que simplemente gritasen el nombre de Cristo, no fueron muertos ni hechos cautivos.

De la fe católica contra los judíos[editar]

En medio de un proceso de luchas internas y de reformulaciones ideológicas, la comunidad judía hispana del los siglos VI y VII fue objeto expiatorio de un deseo de consolidación de la monarquía alrededor del catolicismo.7​ En su obra De fide catholica contra Iudaeos amplía las ideas de San Agustín sobre la presencia judía en la sociedad cristiana. Se trata de un opúsculo escrito contra el judaísmo, aunque Isidoro estaba en contra del rey Sisebuto en su idea de que era necesario promover la conversión al cristianismo por la fuerza. Isidoro prefirió convencer a obligar, pero tampoco fue enérgico en rechazar la violencia que sobre los judíos se ejercía en este periodo.8​ Como Agustín, acepta la necesidad de no eliminar la población judía por su papel supuesto en la venida segunda de Jesús.
Isidoro de Sevilla recogió la más relevante tradición polémica antigua, convirtiendo su texto en uno de los más relevantes en materia apologética anti-judía hasta bien entrada la Edad Media. La influencia del postulado del pensador hispalense fue esencial en el armazón ideológico que rodeó la reactivación del antijudaísmo europeo desde finales del siglo XI al siglo XIII.9

Como teórico de la música[editar]

A lo largo de sus escritos encontramos una serie de menciones a diversas cuestiones musicales que resultan trascendentales para conocer tanto el pensamiento como las prácticas musicales de aquella época. En las Etimologías, la música se aborda en el libro III, dentro del Quadrivium, junto con las matemáticasgeometría y astronomía. Allí Isidoro de Sevilla habla sobre el valor de la memoria en música ante la falta de notación musical, al no poderse escribir los sonidos. En esta misma obra encontramos afirmaciones sobre la música como: «Sin la música, ninguna disciplina puede ser perfecta, puesto que nada existe sin ella» (libro III. C. 15), que nos da una idea del valor que se confería a la música entonces. Junto con las Instituciones de Casiodoro constituyen una fuente de información esencial sobre las siete artes liberales, entre las que se incluye la música. Asimismo, Isidoro hace referencias excepcionales sobre el repertorio litúrgico hispano, más acordes con una visión práctica de la música. Esta perspectiva supone un primer paso hacia una nueva concepción de una teoría de la músicamás ligada a la realidad que a la especulación.
Al igual que otros teóricos como BoecioSan Agustín o Casiodoro, Isidoro recoge en sus escritos términos como sinfonía o diafonía, que podrían identificarse como el sonar de varias voces, pero siempre son casos muy oscuros. Parece que este tipo de denominaciones podría hacer alusión a la aparición de dos sonidos sucesivos, en vez de simultáneos. El minucioso estudio de estas fuentes es fundamental para determinar con exactitud el origen de la polifonía en la música clásica occidental.

Otras obras[editar]

Las Sentencias de San Isidoro es posiblemente su trabajo más leído durante la Edad Media ya que se hicieron numerosas copias antes de la invención de la imprenta. Consta de un sumario de fe (libro I) y de moral (libro II). La publicación parece creada en un primer momento para la formación del clero. Fue elaborada entre los años 612 y 615 en apogeo de su capacidad intelectual y pastoral.10​.
Sobre el ejercicio del poder de los príncipes:
Dios concedió a los príncipes la soberanía para el gobierno de los pueblos, quiso que ellos estuvieran al frente de quienes comparten su misma suerte de nacer y morir. Por tanto, el principado debe favorecer a los pueblos y no perjudicarlos; no oprimirlos con tiranía, sino velar por ellos, siendo condescendiente, a fin de que su distintivo del poder sea verdaderamente útil y empleen el don de Dios, para proteger a los miembros de Cristo.
S. Isidoro, Sententiae, 1.3C., 48-4911
El poder temporal, sujeto a sus propias leyes y al poder espiritual:
LA CRISTIANDAD 1) Es justo que el príncipe esté sujeto a sus propias leyes. Pues solo cuando también él respete las leyes podrán creer que éstas serán guardadas por todos. 2) Los príncipes deben someterse a sus propias leyes y no podrán dejar de cumplir las leyes promulgadas para sus súbditos. Y es justa la queja de los que no toleran que se les permita algo que le esté prohibido al pueblo. 3) El poder secular está sujeto a las leyes eclesiásticas y los príncipes aunque posean el gobierno del reino están sometidos sin embargo al vínculo de la fe, de tal manera que están obligados a predicar la fe de cristo en sus leyes y a conservar esta predicación con sus buenas costumbres.
S. Isidoro: Sententiae III, 51.4. 12
Opera omnia, 1797
Estos son algunos otros de sus trabajos, todos escritos en latín:
  • Chronica majora: una historia universal.
  • De differentiis verborum: un breve tratado teológico sobre la doctrina de la Trinidad, la naturaleza de Cristo, del Paraíso, los ángeles y los hombres.
  • De natura rerum (Sobre la naturaleza de las cosas): un libro de astronomía e historia natural dedicado al rey visigodo Sisebuto.
  • Preguntas en el Antiguo Testamento.
  • De ordine creaturarum.
  • Regula monachorum.
  • Sententiae libri tres (Codex Sang. 228; siglo IX).13
  • De viris illustribus.
  • De ecclesiasticis officiis.
  • Un tratado místico sobre los significados alegóricos de los números.
  • Una serie de cartas breves.

Datos de interés[editar]

Leyendas[editar]

Según cuenta la leyenda, en 1063 Fernando I guerreó por tierras de Badajoz y Sevilla, e hizo tributario suyo al rey taifa de Sevilla. De él consiguió la entrega de las reliquias de Santa Justa, pero cuando su embajada llegó a Sevilla a recogerlas, no las encontró. Sin embargo, una vez en Sevilla, el obispo de León, miembro de la embajada, tuvo una visión mientras dormía, gracias a lo cual encontraron milagrosamente las reliquias de San Isidoro. El retorno se hizo por la Vía de la Plata. Cerca ya de León, la embajada se internó en tierras pantanosas, sin que los caballos pudieran avanzar. Al taparles los ojos a los caballos, éstos salieron adelante, dirigiéndose hacia la recién construida iglesia de los Santos Juan y Pelayo, que desde entonces se llamará de San Isidoro.14

Influencia[editar]

Isidoro fue muy leído durante la Edad Media y el Renacimiento (al menos diez ediciones fueron impresas entre 1470 y 1530). Su influencia fue enorme entre sus contemporáneos. Braulio, obispo de Zaragoza, discípulo y amigo de Isidoro, le describió como el hombre elegido por Dios para salvar a los hispanos de la marea de barbarie que amenazaba con inundar la civilización clásica en Hispania.[cita requerida] El VIII Concilio de Toledo(653) manifestó su admiración por la figura de Isidoro con las siguientes palabras elogiosas:
Nostri quoque sæculi doctor egregius ecclesiæ catholicæ, novissimum decus, præaecedentibus ætate postremus, doctrinæ comparatione non infimus, et qoud maius est, in sæculorum fine doctissimus, atque cum reverentia nominandus Isidorus [...]15
El gran doctor de nuestro siglo, la gloria más reciente de la Iglesia católica, el último en el tiempo comparado con ellos, pero no el último comparado en la sabiduría y, lo que es más, el más docto de las últimas centurias, que ha de ser nombrado con toda reverencia, Isidoro...16
Este tributo fue ratificado por el XV Concilio de Toledo, celebrado en 688, al utilizar también el calificativo de doctor egregius para referirse a él.17​ Entre sus discípulos se encuentran el ya mencionado Braulio de Zaragoza e Ildefonso de Toledo.
Todos los escritos históricos medievales de España estuvieron basados en las obras de Isidoro. Hasta el siglo XII, fue transmitido mediante traducciones de fuentes árabes, siendo una de las fuentes principales para la penetración en Europa de los trabajos de Aristóteles y otros griegos.

Los orígenes familiares de Isidoro
Isidoro nace en torno al año 550, siendo su padre Severiano, un funcionario de origen romano radicado en Cartagena que, ante la ocupación bizantina de 554, huiría con su familia para instalarse en la ciudad de Sevilla. No mucho después, en torno al 562, murieron los padres de Isidoro, por lo que su hermano mayor, Leandro, se encargará del cuidado y formación de sus hermanos, decidiendo fundar dos monasterios, uno para hombres, -a cuyo frente se pondría él mismo como abad- , y otro para mujeres, en el que ingresaría su hermana Florentina, fundando además  una escuela monacal donde se enseñaría el trivium y el cuadrivium, y donde el joven Isidoro se formaría.
San Isidoro de Sevilla
En torno a los años setenta, Leandro sería aclamado como obispo de Sevilla, precisamente en el momento en que Hermenegildo, hijo de Leovigildo, es enviado a esta ciudad, donde habría de convertirse al catolicismo por mediación de su esposa Ingunda, católica y franca, y del obispo hispalense, que a raíz de éste acontecimiento se vería obligado a abandonar su sede metropolitana en dos ocasiones, exilio que permitirá a Isidoro desarrollar su vocación divulgativa y doctrinal.
Sin embargo, Leovigildo es consciente de que para conseguir la unidad y la fortaleza del reino, era necesario homogeneizar ideológicamente a sus súbditos romanos y germanos, homogeneización que no podría producirse desde el arrianismo, sino a través del mayoritario catolicismo, especialmente arraigado en las más pobladas y ricas regiones meridionales, y entre la culta y todavía poderosa aristocracia territorial y de servicio de origen hispano-romano. Así, el monarca godo, decidido a fortalecer al reino, acabará por designar a Leandro como consejero de su hijo Recaredo, el cual procederá a proclamar la unidad religiosa al convocar en 598 el III Concilio de Toledo, al que asistiría el joven sacerdote Isidoro acompañando a su hermano.
San Isidoro de Sevilla
La designación de Leandro como consejero del rey será fundamental para Isidoro, dado que su hermano se veía obligado a pasar la mayor parte del tiempo en la corte de Toledo, lejos por tanto de Sevilla, lo que permitiría a Isidoro darse a conocer, tanto en la propia Sevilla, donde había permanecido eclipsado por su hermano hasta ese momento, como en una corte en la que su hermano gozaba de una alta posición y gran influencia.
No obstante, Isidoro se preocupará especialmente de desarrollar una intensa y destacada actividad intelectual: Como abad del monasterio fundado por su hermano, manifestará una profunda preocupación por la formación y la cultura. Así, escribirá De officiis eclesiasticis, con el objeto de mejorar la formación de los clérigos, ocupándose también de redactar algunos libros de texto para los alumnos, organizar adecuadamente la educación y los planes de estudio de la escuela monacal y, en fin, de recopilar y copiar textos y códices de autores clásicos y cristianos. Redactaría, además, una Regla inspirada en autores como San Benito, San Agustín, San Jerónimo o San Cesáreo de Arlés, regla que dedicaría al conocido como monasterio Honorianense.
Isidoro, obispo de Sevilla
Al morir su hermano Leandro en 599, Isidoro le sucederá tanto en la silla episcopal hispalense, como en su función de consejero del rey Recaredo, si bien el violento acceso al poder del tirano Witerico, parecen llevar a Isidoro a un prudente segundo plano, replegándose a su sede y desarrollando una actividad política mucho más limitada, lo cual resulta lógico si tenemos en cuenta la estrecha relación existente entre el padre del depuesto Liuva II y el obispo sevillano.
San Isidoro de Sevilla
Será con la llegada al trono de Sisebuto, el «carísimo hijo» del que había sido preceptor, cuando San Isidoro emprenda una febril actividad intelectual que se proyectará en obras como el Chronicon (escrito en 615), Las Historias de los godos, vándalos y suevos, escritas durante los reinados de Sisebuto y Suintila, las Sententias y, por supuesto, las Etimologías, compuestas al final de su vida, obras todas éstas cuya finalidad sería fundamentalmente educativa y divulgativa.  Precisamente, esta última obra, las Etimologías o Los Orígenes, habría de tener una gran influencia en los intelectuales de la Edad Media.
El prestigio intelectual y religioso que había ido adquiriendo el obispo hispalense en la Hispania visigoda, le sirvió para equilibrar las acciones políticas de los monarcas, incluyendo la de reyes tan vinculados a su persona, como el rey Sisebuto, del que rechazó sus métodos de conversión forzosa al cristianismo de la población judía del Reino de Toledo.
Arte visigodo
Si bien presidió el IV Concilio de Toledo en el que, entre otras resoluciones, se recogen cánones referentes a los judíos y judeo-conversos, el prestigio intelectual y religioso que había ido adquiriendo el obispo hispalense en la Hispania visigoda, le sirvió para moderar las acciones de un monarca como Sisebuto, al cual, a pesar de los especiales lazos de afecto que le ligaban al mismo, censuró sus métodos de conversión forzosa al cristianismo de la población judía del Reino de Toledo, dado que"obligó por la fuerza a los que debió atraer por la razón de la fe".
En este IV Concilio, que constituyó una de las últimas actuaciones de carácter religioso, político o intelectual de relieve que protagonizó el santo obispo, también se dispuso el carácter electivo de la monarquía visigoda, estableciéndose, a la par, duras condenas para aquellos que intentaran usurpar o se levantaran contra el monarca elegido, en un intento de conciliar las ambiciones de la nobleza, con la necesidad de un poder estable y sólido.
Al poco de volver de Toledo, San Isidoro de Sevilla moría en su sede hispalense - el 4 de abril de 633 - no sin antes dejar escritas las Sinonimias, en lo que constituye un ejemplo de su vocación intelectual y pedagógica.

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