lunes, 9 de abril de 2018

Santos por meses y días

santos del 22 de abril

Sotero (Fondi, ha. 103 - Roma22 de abril de 175) fue el Papanº 12 de la Iglesia católica de 166 a 175.
Elegido papa en tiempos de las persecuciones que contra los cristianos había ordenado el emperador Marco Aurelio y que habían provocado la muerte de su predecesor Aniceto, Sotero, aunque nacido en Nápoles, era de origen griego, lo que explica su nombre que deriva del griego y significa salvador.
El historiador Eusebio de Cesarea en su Historia de la Iglesia ha recogido unas frases de Dionisio, obispo de Corinto, en respuesta a una carta enviada anteriormente por Sotero a esa iglesia en la que Dionisio da las gracias al obispo de Roma por su valiosa exhortación en la cual invita a los fieles a una firme profesión de la fe en unión con su obispo y presbítero. San Dionisio añade que la carta del papa habrá de ser leída durante la celebración litúrgica junto con la Primera Epístola de Clemente. Algunos estudiosos afirman que aunque aparentemente la carta de Sotero a los corintios se ha perdido, es posible que pudiera identificarse con la llamada Segunda epístola de Clemente.
De este papa no tenemos mayores noticias o referencias a su pontificado. Aunque sabemos que se enfrentó a la herejía de Montano y al pesimismo inherente en la misma; así como que cursó varios decretos, entre los cuales hay uno en que prohíbe a las monjas tocar los vasos y los corporales, y proporcionar el incienso en cualquier oficio sagrado. Además, confirmó que el matrimonio es un sacramento sin ningún valor si no ha sido bendecido por un sacerdote.
Este papa, que ha pasado a la historia con el sobrenombre de «Papa de la caridad», falleció el 22 de abril de 175tras sufrir martirio.

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Papa de la Iglesia católica
166-22 de abril de 175
PredecesorAniceto
SucesorEleuterio
Información personal
NombreSotero
Nacimientoha. 103Fondi (Italia)
Fallecimientoaños 170
RomaItalia


San Sotero, papa
fecha: 22 de abril
†: c. 175 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Roma, san Sotero, papa, de quien san Dionisio de Corinto alaba su egregia caridad para con los hermanos, los peregrinos necesitados, los afligidos por la pobreza y los condenados a trabajos forzados.
refieren a este santo: San Dionisio de Corinto
Sotero fue el 12º Obispo de Roma, aproximadamente entre los años 167 a 175. De los hechos de su pontificado no poseemos datos directos, y los que se la han atribuido a lo largo del tiempo (como decretos sobre el montanismo y la predestinación, así como decretos para la organización del culto) no parecen merecer ningún crédito; sin embargo sí se conservó un precioso testimonio indirecto: un fragmento de la carta que le envía Dionisio de Corinto para agradecer al papa unos donativos, en donde le dice:
Desde el principio ha sido tu costumbre hacer el bien a los hermanos de distintas maneras, y enviar donativos a muchas iglesias de distintas ciudades, auxiliando las necesidades de aquellos que piden, o enviando limosnas a los hermanos en las minas; por esas limosnas que tú has mantenido por costumbre desde antiguo enviar, los Romanos mantienen la costumbre romana tradicional, que tú, bendito obispo Sotero, no sólo has mantenido, sino que has acrecido, proveyendo la abundancia que has enviado a los santos, y consolando aun más con bienaventuradas palabras a los hermanos que acuden a ti, como un padre amoroso con sus hijos. [...] Hoy, por tanto, hemos tenido el santo Día del Señor, en el cual hemos leído tu carta, que guardaremos para siempre leerla y ser instruidos, tal como hacemos con la carta que nos había enviado Clemente. (Eusebio de Cesarea, Historia de la Iglesia IV, 24).
Estos fragmentos, además de hablar muy bien de san Sotero, nos confirman una costumbre que conocemos por muchas fuentes: en las asambleas litúrgicas se leían no sólo los textos bíblicos, sino también estas «cartas circulares» que enviaban los obispos, no sólo a su sede, con palabras de consuelo, de reprensión, de enseñanza, a semejanza de las que conocemos de Pablo. La más famosa de esas cartas no canónicas es la aludida aquí de san Clemento Romano a los Corintios. Lamentablemente la del papa Sotero se ha perdido, aunque algunos estudiosos han intentado identificarla con la llamada «Segunda Carta de San Clemente Romano», que hasta el presente permanence como anónima. La misma tradicional generosidad de la iglesia romana es alabada cien años más tarde por Dionisio de Alejandría en carta al papa Dionisio, y Eusebio declara que esa costumbre permanecía en su época (siglo IV).
Sus reliquias estuvieron un tiempo enterradas en el cementerio de San Calixto, luego, bajo el papado de Sergio II (med. s. IX) fueron trasladadas a la iglesia de San Silvestre, en Roma, luego a la de San Sixto, y finalmente dispersadas, de lo que algunas llegaron hasta Toledo, donde se conservan en la actualidad. Durante siglos se lo veneró como mártir, pero no hay razón para considerarlo tal.







Agapito I (Roma, ¿?-Constantinopla22 de abril de 536) fue el papa n.º 57 de la Iglesia católica de 535 a 536.
Hijo de un sacerdote llamado Gordianus que fue asesinado durante las revueltas que sufrió Roma en tiempos del papa Símaco,1​ desempeñó los distintos grados del ejercicio sacerdotal en las iglesias de San Juan y San Pablo, colaborando con Cassiodoro en la fundación en Roma de una bibliotecaeclesiástica de autores griegos y latinos y en un proyecto en Vivarium para traducir los filósofos griegos al latín.
Cuando falleció el papa Juan II, el entonces arcediano Agapito fue elegido para sucederle, y su primer acto como pontífice fue quemar públicamente las bulas por las que el papa Bonifacio IIhabía excomulgado al antipapa Dioscuro.
Confirmó, enfrentándose para ello al emperador Justiniano, los decretos del Concilio de Cartago por los que negaba a los arrianos que volvían a la ortodoxia cristiana la conservación de sus cargos y beneficios.
En su lucha contra la herejía se enfrentó también con la emperatriz Teodora de ideas monofisitas excomulgando al Patriarca de ConstantinoplaAntimo I de Constantinopla, nombrado por ella por ser seguidor de su misma doctrina, deponiéndolo y ordenando patriarca a Menas. Asimismo condenó a los monjes acemetas de Constantinopla muy próximos al nestorianismo.
El mismo año de su elección el rey ostrogodo Teodato, que se había hecho con el trono tras la muerte de Atalarico y su madre la regente Amalasunta, solicitó al papa que viajase a Constantinopla para que disuadiera a Justiniano I que sus ambiciones territoriales en Italia, muy acrecentadas tras la conquista de Sicilia por su general Belisario.2
Agapito falleció el 22 de abril de 536 cuando aún se encontraba en Constantinopla. Su cuerpo fue trasladado a Roma en un ataúd de plomo y fue enterrado en la iglesia de San Pedro.


Agapito I
Agapitus I.jpg

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Papa de la Iglesia católica
13 de mayo de 535-22 de abril de 536
PredecesorJuan II
SucesorSilverio
Información personal
NombreDesconocido
Nacimiento¿?, Roma (Italia)
Fallecimiento24 de abril de 536jul.
ConstantinoplaImperio bizantino







San Agapito I, papa
fecha: 22 de abril
†: 536 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Constantinopla, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que el obispo de Roma fuese elegido libremente por el clero de la Urbe y para que se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, allí difundió la fe ortodoxa ante el emperador Justiniano y ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad, donde finalmente descansó en paz.
Su fecha de nacimiento es incierta, pero parece que era ya muy anciano cuando subió al trono de Pedro, que ocupó menos de un año, en el 535-36. Era hijo de Gordiano, un sacerdote romano muerto en los disturbios de época del papa san Símaco. Unos pocos años antes, el papa Bonifacio II (uno de los pocos no canonizados en esos primeros siglos), había sido elegido en un confuso episodio, en el que rivalizó con el Alejandrino Dióscuro. Su contrincante murió al poco tiempo, por lo que el cisma no llegó a mayores, pero Bonifacio no se contentó con haber quedado como el legítimo, sino que lanzó un anatema contra Dióscuro a título póstumo, que hizo firmar a sus partidarios y archivar en los anales de Roma. Semejante ensañamiento era inapropiado e indigno, y el primer acto de Agapito al llegar a la sede de Pedro fue desarchivar el anatema y quemarlo públicamente, una manera de limpiar la honorabilidad del trono petrino. Confirmó los decretos del concilio de Cartago, según el cual los convertidos del arrianismo fueron declarados inelegibles a las sagradas órdenes, así como otros actos de un gobierno de la Iglesia que ya tiene verdaderamente características universales, al menos en relación a Occidente.
Pero sin embargo la actuación principal de este papa no fue en Roma sino en Oriente, en Constantinopla, donde al poco tiempo de elegido, murió: el rey godo Teodato pidió al papa que realizara ante Justiniano una gestión diplomática de la mayor importancia; el Emperador había mandado una expedición punitiva a Italia a cargo del General Belisario, para vengar la muerte de la regente de Ravena a manos del propio Teodato. El prestigio de Agapito debía ser suficiente para aplacar al Emperador, por lo que Agapito dejó la Urbe con una embajada de cinco obispos y un considerable séquito; tuvo que empeñar algunos vasos sagrados para pagar su viaje. En Constantinopla fue acogido como lo que verdaderamente era, la cabeza de la Iglesia Católica, pero Justiniano no se doblegó y la misión política fracasó.
Pero Agapito aprovechó su viaje para realizar gestiones eclesiales de importancia: instar al cumplimiento del Concilio de Calcedonia y deponer personalmente al patriarca Antimo I, de tendencias monofisitas pero que contaba con el favor del propio Emperador. Su destitución fue una verdadera prueba de fuerza de la libertad de la Iglesia frente al Imperio. En su lugar consagró él mismo a san Menas. Poco tiempo después, y aun en Constantinopla, murió, dejando sin embargo la convicción de su santidad no sólo en la Occidente sino en la Iglesia de Oriente. San Gregorio I lo califica de «trompeta del Evangelio y heraldo de la justicia».






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